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A ti, catequista

Por: María Luisa Valdez Pereyda,
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Laica comprometida del Seminario
¡Hola! Sean de nuevo bienvenidos todos los amigos que leen este boletín. Gracias por su apoyo y por continuar sembrando la semilla del amor de Dios en el corazón de los más pequeños.
Durante el mes de febrero viviremos el miércoles de ceniza, donde iniciamos un momento de reflexión que nos ayuda a estrechar nuestra relación con Dios por medio de la oración, el ayuno y la penitencia, pero… ¿Cómo podemos llevar esto a nuestros alumnos?
Remontémonos a los 40 días que Jesús pasó en el desierto en intimidad total con Dios, antes de iniciar su ministerio y preparándose para el momento que cambió el rumbo de la humanidad. Esos días no slo fueron de oración, también hubo tentación; sin embargo, en el corazón de Jesús y en su divinidad no había cabida para esa mala intención. Nosotros en calidad de humanos nos equivocamos y es la cuaresma una oportunidad magnífica de reconocer y sanar nuestro corazón.
Durante la educación virtual, el acompañamiento personal o la comunicación intermitente, se nos permite seguir estrechando el lazo con nuestros alumnos, sé que no todos utilizamos la misma modalidad pero lo importante es continuar; existen varias formas de trabajar por ejemplo la oración, en la que se invita a los niños a mantener la comunicación con Dios por medio del diálogo diario, alguna lectura que les llame la atención o dinámicas sencillas que les permitan comprender de qué manera les llama Dios (preguntas, dibujos, adivinanzas).
El ayuno que no solamente trata de la abstención de la alimentación, sino de todo aquello que es superficial (exceso de videojuegos, televisión, computadora, celulares) y así tener la oportunidad de solidarizarse con aquellos que padecen alguna pérdida, o están viviendo momentos complicados.
La penitencia en la que hacemos un alto y reflexionamos sobre aquello que hemos hecho mal y nos ha llevado a ofender a Dios y a nosotros mismos; sin embargo, es importante recalcar la actitud de enmienda y buscar aquellas oportunidades que les permitan reparar su corazón y así llevar a los demás el amor de Dios.
Aprovechemos esta oportunidad que se nos regala para sanar nuestras heridas y mediante el ejercicio espiritual preparémonos para recibir con Hosannas a nuestro Salvador, padecer junto a él la crucifixión y gozar con él la gloria de la resurrección. Un abrazo fuerte y que esta cuaresma sea para ti y tus alumnos, la mejor.