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Teorías de la agresión

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REFERENCIAS

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mujer radica en el conflicto entre sus necesidades y las de otros” (p. 441). Además, Papalia et al. (2012) agrega que en la investigación más reciente de Gilligan propone que el desarrollo moral en hombres y mujeres evoluciona más allá del razonamiento abstracto. El teólogo James Fowler fue uno de los primeros en estudiar de forma sistemática la manera en que se desarrolla la fe. Para él, “la fe se desarrolla por medio de la interacción entre la persona que madura y el medio ambiente” (p. 440). Las etapas de la fe propuestas por Fowler son: 1) Fe intuitiva-proyectiva, 2) Fe mítica-literal (7 a 12 años), empiezan a desarrollar una visión más lógica y coherentes del universo, 3) Fe sintética-convencional (adolescencia o más allás), empiezan a adoptar sistemas de creencias y compromisos con ideales, 4) Fe individuativa-reflexiva, 5) Fe conjuntiva y 6) Fe universal (vejez). Por último, Schaie propuso el modelo del ciclo vital del desarrollo cognoscitivo el cual consiste en siete etapas que giran en torno a metas motivacionales relacionadas con la edad. Esas metas van de “la adquisición de información y habilidades (¿Qué necesito saber?) a la integración practica de conocimiento y habilidades (¿Cómo debo usar mis conocimientos?) para una búsqueda de significado y propósito (¿Por qué debería saber?)” (Papalia et al., 2012, pp. 437-438). Estas etapas son: 1) Adquisitiva (niñez y adolescencia) donde los niños y adolescentes adquieren información y habilidades en aras del conocimiento mismo y como preparación para participar en la sociedad, 2) De logro (adultez temprana); 3) Responsable y ejecutiva (adultez media); y de reorganización, reintegrativa y de creación del legado (adultez tardía a la vejez avanzada).

Teorías de la agresión

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Se puede entender por agresión que es “cualquier forma de conducta intencional dirigida a dañar o injuriar a otro ser vivo el cual se ve impedido a evitar tal trato” (Bautista, 2018, p. 200), aunque también se considera tal la

conducta que tiene la intención de hacer daño pero fracasa. También, Huesmann (1998 como se citó en Muñoz y Garcés de los Fayos, 2008) define el término agresividad como “un acto que tiende a lesionar o molestar a otra persona, y que podría ser de tipo físico o no” (p. 5). Para Erazo (2015) la agresividad “es la disposición a realizar un acto que genere daño a las personas, la misma que puede manifestarse de diversas formas violentas” (p. 28). Bautista (2018) se basó en los estudios de Archer y Browne para señalar que la conducta agresiva tiene tres características básicas: a) intención de causar daño físico y/o psicológico o evitar que un tercero acceda a un recurso; b) provocar daño real sin limitaciones y c) la existencia de una alteración del estado emocional (colérico). El comportamiento agresivo se encuentra ampliamente generalizado en los diversos contextos que rodean al sujeto, provocándole una improvisación de respuestas que, en la mayoría de las ocasiones, no cursan de forma adecuada Muñoz y Garcés de los Fayos, 2008, p. 3). Otros factores del comportamiento agresivo que Bautista (2018) menciona son hacia quién va dirigida, su forma de expresión, el tipo de daño causado, la frecuencia, la duración y las consecuencias. Erazo (2015) indica que existen distintos factores que favorecen la agresividad tales como la familia, el grupo de amigos y factores cognitivos y sociales.

La familia es el primer modelo de comportamiento para los niños cuando se presentan conductas agresivas dentro del hogar (castigos, maltrato hacia los hijos o la pareja). Estas conductas se aprenden y en muchos casos generan frustración en los hijos quienes las adoptan para su relación social. Erazo (2015) añade que “posteriormente el niño o adolescente utiliza estas conductas para relacionarse en su medio social, por ejemplo la escuela” (p. 25). En la adolescencia se busca identificación y sentido de pertenencia a un grupo, sin embargo existen grupos que se consolidan en base a la agresividad.

Erazo (2015) afirma que “muchos adolescentes se vuelven miembros de estos grupos por miedo a sentirse excluidos” (p. 25). En la adolescencia existen dos tipos de necesidades: la necesidad de protección y la necesidad de independencia. Según Melendro y Súarez (2000) como se citó en Erazo (2015), esta dualidad genera controversia en los adolescentes, pues al parecer de los padres se lucha por conservar el control y el afecto, “momento en el cual los adolescentes empiezan a sentirse inconformes y frustrados ante la no satisfacción de sus necesidades y empieza a surgir la agresividad como respuesta” (p. 27). Según Pelegrín (2004 como se citó en Muñoz y Garcés de los Fayos, 2008), “el sujeto agresivo se muestra menos reflexivo y considerado hacia los sentimientos, pensamientos e intenciones de los demás cuando presenta una baja consideración y respeto” (p. 11). Por ello, los jóvenes agresivos “parecen tener dificultad para pensar, comprender y actuar ante los problemas interpersonales, adquiriendo una actitud de rechazo y de retraimiento hacia su grupo” (Dodge et al., 1986 como se citó en Muñoz y Garcés de los Fayos, 2008, p. 11). En el caso de los factores cognitivos y sociales “las personas agresivas tienen dificultad para relacionarse con el medio, no existe un adecuado filtro social que ayude a la toma de decisiones de manera empática por lo tanto el contacto con los demás es violento, ya que no entienden los pensamientos o sentimientos de sus pares” (Torre-Puente, 2001 como se citó en Erazo, 2015, p. 25). Por su parte Muñoz y Garcés de los Fayos (2008) afirman que “de entre los posibles factores de riesgo que pueden estar asociados al comportamiento agresivo y violento, encontramos la estabilidad y la generalización en los distintos contextos de una actitud agresiva desde la infancia hasta la edad adulta” (Loeber et al., 1993 como se citó en Muñoz y Garcés de los Fayos, 2008, p. 10). Para Rutter (1990 como se citó en Muñoz y Garcés de los Fayos, 2008), al comportamiento agresivo y violento “le preceden una serie de factores de riesgo

que parecen estar asociados a la posibilidad de generar desajustes en el desarrollo del comportamiento personal y social del niño y de la niña en interacción con su entorno” (p. 10). Estos factores de riesgo son denominados también como variables predictoras que analizan las diversas causas que generan este comportamiento agresivo y violento en el individuo; la acumulación de estos aumenta la probabilidad de que ocurra una actitud agresiva como respuesta a las situaciones amenazantes. Existen numerosas teorías que explican el origen de la agresividad, cada una de ellas vista desde un enfoque diferente. Teoría clásica del dolor (Pavlov). Para Pavlov “el dolor es siempre suficiente en sí mismo para activar la agresión en los sujetos. Así, cuanto más intensamente dolorosas sean las señales asociadas a un ataque, más agresiva y más colérica puede llegar a ser la respuesta” (Hull, 1943; Pavlov, 1963; Berkowitz, 1982 como se citó en Muñoz y Garcés de los Fayos, 2008, p. 9). “Basada exclusivamente en el condicionamiento, establece que una persona que ha sido sometida a elevadas cantidades de dolor hará lo posible por evitarlo. Por lo tanto la conducta agresiva será la respuesta del estímulo adverso” (Bonals y Sánchez-Cano, 2007 como se citó en Erazo, 2015, p. 25). En resumen, “el dolor está clásicamente condicionado y es suficiente en sí mismo para activar la agresión en los sujetos” (Pavlov, 1904 como se citó en Bautista, 2018, p. 209).

Teoría de la frustración (Dollard y Miller). La hipótesis de Dollard y Miller, como se citó en Erazo (2015), se basaba en que el estímulo exterior motiva en el individuo la presencia de frustración que dará lugar a una conducta agresiva, y que la agresividad por lo tanto siempre es consecuencia de la frustración.

Las teorías del impulso afirmaban que “la agresión es la respuesta que sigue a la frustración. […] Esta teoría se basa en que cualquiera que sea la causa de la frustración, cuanto más frustrado está el sujeto más agresivo se vuelve” (Dollard et al., 1939; Berkowitz, 1962 como se citó en Muñoz y Garcés de los Fayos, 2008, p. 9). En resumen, “cualquier agresión puede ser atribuida en última instancia a una frustración previa” (Dollard y Miller, 1938 como se citó en Bautista, 2018, p. 209).

Teoría sociológica (Durkeim). Se enfoca en el grupo social como unidad de análisis y no tanto en el individuo en sí. “La causa que determina un hecho social debe buscarse entre los hechos sociales que la preceden y no entre los estados de conciencia individual” (Durkheim, 1938 como se citó en Muñoz y Garcés de los Fayos, 2008, p. 10). Con respecto a esta teoría Bautista (2018) resalta el hecho de que las diferentes respuestas de la agresión “se producen cuando la frustración activa predisposiciones de la persona que inclinan a esta a responder de forma alternativa a la agresión” (p. 203), así también la conexión indirecta que existe entre frustración y agresión por medio del afecto negativo o sentimiento displacentero instigado por condiciones aversivas. Bandura demostró con el Modelo del aprendizaje social que “los niños aprenden la agresión de los adultos y de otros niños mediante la observación y la imitación” (Bautista, 2018, p. 201). El aprendizaje social “plantea que la agresividad manifestada conlleva a una mayor agresión y no una catarsis” (p. 208). La exhibición de la violencia como espectáculo convierte esta conducta en un modelo atractivo, especialmente para niños y adolescentes.

En resumen, “la causa determinante de la violencia no está en los estados de conciencia individual, sino en los hechos sociales que la preceden” (Durkheim, 1920 como se citó en Bautista, 2018, p. 209).

Teoría catártica (Freud). Sigmund Freud consideraba que “la catarsis es la única explicación de la agresividad. Ésta proviene de pulsiones biológicas, autoafirmación y mecanismo de defensa” (Freud, 1920 como se citó en Bautista, 2018, p. 209). Propuso que todos los seres humanos tenemos una fuerza interna que nos lleva a realizar ciertas conductas agresivas, esta es la pulsión. Esta pulsión se puede exteriorizar al gritar, golpear algún objeto con determinada fuerza, golpear a una persona, o caso contrario interiorizar y volverse lo que Freud llamo sadismo. (Cosacov, 1997 como se citó en Erazo, 2015). “Utiliza un modelo hidráulico para explicar la personalidad” (Freud, 1946; 1967 como se citó en Muñoz y Garcés de los Fayos, 2008, p. 8). Para Freud la agresión es “una reacción a las frustraciones que imposibilitan la satisfacción de los deseos libidinosos” (Bautista, 2018, p. 202). Después consideró el instinto de muerte o Tánatos, complementado con el Eros, tienen la finalidad de autodestrucción del individuo y ésta se dirige hacia los otros en forma de agresión para su supervivencia mediante la conducta agresiva hacia otro. Por lo que no es causada por las pulsiones libidinales contenidas, sino por una pulsión autónoma encaminada hacia sí mismo (Moser, 1992, como se citó en Bautista, 2018).

Teoría bioquímica o genética (Mackal). El comportamiento agresivo se desencadena como consecuencia de una serie de procesos bioquímicos que tienen lugar en el interior del organismo y en los que desempeñan un papel decisivo diferentes hormonas. Mackal propuso la

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