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Tributación territorial
país con tributación por residencia, siempre y cuando no existan leyes estrictas a la tributación internacional. Pues muchos países con tributación por residencia, pero sin leyes tributarias internacionales, pueden resultar muy atractivos para vivir. También en Europa y en la UE existen muchos países con tributación por residencia, pero sin leyes tributarias internacionales. Suiza, Bélgica, Holanda y Luxemburgo, así como la mayor parte de los Estados del sureste de Europa, constituyen oportunidades muy interesantes para los empresarios a fin de reducir considerablemente los ingresos sujetos a impuestos. Países como Montenegro, con una tasa fija de impuestos del 13%, pueden competir perfectamente con países libres de impuestos directos que ocasionan gastos mayores para conseguir la residencia o tienen gastos de seguridad social considerablemente más altos, como algunos Estados non-dom. Asimismo, en el ámbito internacional no se deberían descartar de antemano países como Chile, Colombia o Ucrania, en los que rige la tributación por residencia.
Tributación territorial
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Los países con tributación territorial son los más atractivos para empresarios que no están atados a ningún lugar. Pues en estos países solo se tributa por los ingresos obtenidos dentro del país. Esto significa que quien, residiendo en ese país, gane su dinero en otros países, podrá hacerlo libre de impuestos. Lo esencial es que los ingresos extranjeros se obtengan a través de empresas extranjeras. Quien registre una empresa de forma local en el país deberá abonar el impuesto de sociedades. Los ingresos obtenidos de forma local no constituyen ingresos extranjeros, por lo que estarían sujetos a tributación. En este contexto es importante distinguir si la tributación territorial se aplica al ámbito personal o solo a las empresas. Muchos países en desarrollo, pero también Estados como Marruecos, Estonia o Singapur, estipulan la tributación territorial solo para el ámbito empresarial. Esto significa que una sociedad en esos países no abonará impuestos por una sucursal situada en otro país también libre de impuestos, o que en determinadas condiciones podrá transferir
beneficios libres de impuestos. Sin embargo, en este caso tendría que existir otra empresa como filial o una sucursal con sede comercial en otro país. Quien simplemente realice ventas en otro país, por lo general no podrá acogerse a la tributación territorial. Para este artículo solo son relevantes los Estados con tributación territorial para personas, de los cuales existen 40 países en todo el mundo. Entre los más apreciados se cuentan Filipinas, Hong-Kong, Paraguay, Nicaragua y Panamá. Aunque también merece la pena tener en cuenta países como Namibia, Georgia, Malasia o Guatemala. Para que la tributación territorial pueda aplicarse de forma efectiva, estos países renuncian también a las leyes de tributación internacional. Quien tenga su domicilio en Panamá, por ejemplo, podrá realizar negocios en Alemania con una empresa estadounidense sin complicaciones y estará exento de tributar por todos sus beneficios. El hecho de que muchos países con tributación territorial sean países en desarrollo tiene ventajas y desventajas. Por un lado, las infraestructuras y la criminalidad pueden ser un problema en muchos de esos países, pero por otro, además de estar exento de impuestos, también te puedes librar de las contribuciones a los seguros sociales. Especialmente los países más pobres han introducido variados programas que facilitan bastante la obtención de un permiso de residencia. Aparte de mucho papeleo, países como Paraguay, Filipinas o Panamá solo exigen ingresar unos pocos miles de dólares en una cuenta bancaria local.
En otros países, que ya han reconocido hace décadas las ventajas de la tributación territorial, la situación es diferente en la actualidad. Quien desee establecer su domicilio en Hong-Kong deberá invertir al menos medio millón para obtener el permiso de residencia. Y algunos Estados, como Tailandia, por ejemplo, prácticamente no conceden permisos de residencia oficiales, por lo que los inmigrantes deben arreglárselas con saliendo y entrando del país (visa-run). Sin embargo, aún existen Estados con tributación territorial y sin aporte a la seguridad social a los que es relativamente fácil emigrar. En muchos casos presentan la ventaja adicional de que para mantener la residencia no es necesario cumplir con una estancia de medio año.

En unos pocos países, después de obtener la residencia permanente es posible abandonar el país durante años sin perder el estatus de residente legal. A menudo, como en el caso de Belice o Uruguay, el requisito necesario es residir unos nueve meses en el lugar en el primer año de solicitud. Uruguay, por ejemplo, tiene una forma especial de tributación territorial. Así, los empresarios pueden ganar su dinero en el extranjero libre de impuestos, pero deben tributar los intereses y los dividendos extranjeros al 12%. También existen excepciones similares en otros países. Por ejemplo, en Filipinas y en Cuba la tributación territorial solo se aplica a extranjeros, mientras que los nacionales están sujetos a la tributación por residencia. Únicamente en Corea del Norte que incluimos al margen como anécdota curiosa esto funciona a la inversa. Algunos países con tributación por residencia, como la República Dominicana, ofrecen programas especiales para jubilados y pensionistas a partir de una determinada edad que deseen disfrutar de un retiro libre de impuestos. Una combinación interesante de la tributación territorial y la tributación por residencia es el sistema non-dom, que analizaremos a continuación.
Los principios de la tributación
Hay dos enfoques fundamentales sobre el diseño y definición de una política tributaria. El primero parte de criterios jurídicos que se centran en el problema de la justicia y equidad de los impuestos; el segundo, de criterios económicos cuya principal preocupación son los efectos que los impuestos ejercen sobre el proceso de producción, distribución e inversión, y con ello, en el comportamiento micro y macroeconómico. En La investigación acerca de la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, Adam Smith (1979) establece cuatro máximas o principios para el diseño de los impuestos:
