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María Elena Pozas

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Angélica López

Angélica López

María Elena Pozas

Yo fui Secretaria del Dr. Bimbi en su consultorio privado. Estuve 7 años, desde el 2011 hasta mayo del 2018. Estaba a la mañana sola y después a la tarde estaba Claudia González y el jardinero, Fidel Inayado, que iba todos los días. Yo consigo el trabajo porque iba mucho a la casa de la abuela y un día dijo que necesitaba una secretaria y bueno, yo le dije si me daba el trabajo. Por supuesto que ya nos conocíamos con el Doctor, y con la familia de Elena igual. A la mañana el Doctor entraba a las 10:00 hs. de la mañana, y yo entraba 20 minutos antes.

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Yo llegaba todas las mañanas al consultorio y lo primero que hacia era abrir la computadora y ponerle al Doctor todos los diarios para que leyera y bueno después atender al público, tenerle todas las Órdenes listas. No teníamos horario de salida, porque él nunca tuvo horario de salida. A las 13:00 hs. más o menos nos retirábamos, 13:00 o 13:30 hs porque a veces se ponía a leer los diarios y yo tenía que esperarlo para cerrar y apagar todo porque yo tenía la llave con la alarma, todo. Después los días sábado yo iba a limpiar.

El consultorio adentro siempre fue igual, nunca se cambió nada…la balanza antigua que tenía él. Si todo, todo igual. Él nunca cambio nada. En la sala de espera siempre había música, en eso tiempo eran DVD y pasábamos la música que él pedía, música clásica. Me acuerdo que él tenía un cajón de su escritorio con llaves y una mañana perdió las llaves, así que mandó a hacer nuevas a la cerrajería y cuando lo abrieron ahí estaba la lata de caramelos, que siempre les daba a los niños. Después tenía un mueblecito adentro, donde guardaba la bolsita de 1 kilo. También él se ocupaba de las revistas que poníamos en la sala de espera. Él las compraba y las llevaba a su casa, las leía y después las traía.

El trabajo en el consultorio siempre fue muy bien. Sí, me acuerdo un día que él se quedó sin gas y había llevado una estufita eléctrica, pero para conectarla puso un montón de zapatillas y adaptadores. A la tarde Claudia cerró el consultorio pero se olvidó y dejó enchufada la estufa. Y bueno era como a las 9 de la noche y me llama ella que había dejado la estufa puesta. “¡Ay Claudia, se va a quemar el consultorio!”, le digo. Cuando llegó Claudia se estaba prendiendo fuego el enchufe, porque el Doctor había puesto tantos enchufes juntos, que se prendieron los cables, muy viejos.

El Doctor tenía muchos pacientes fieles, que siempre se atendieron con él. Pacientes de los más antiguos, la señora Vilma Ramos, Don Oscar Ramos, la señora Nelly Prieto, cuando ella venia de Gallegos iba siempre. También Mariano Ríos era uno de los fieles que siempre iban, los Casarini, don Jorge. Y en los últimos años ya no atendió a los niños, ni atendía parturientas porque decía que ya estaba grande y podía meter la pata. Él siempre tuvo mucha paciencia con los pacientes y venía a atenderse todo tipo de persona porque le tenían mucha fe, porque a veces con verlo nomás parece que sanaba el paciente. Porque él era muy dedicado al paciente. Me acuerdo que una vez fuimos a comer acá al campo de Logiudice, pero el Doctor había dejado operado un paciente en el pueblo y estuvo todo el tiempo pendiente de eso. Yo pienso que eso fue lo que hizo que lo quiera todo el mundo, por la dedicación de él, que tuvo con sus pacientes, que dio su vida. Los pacientes muy agradecidos, le traían regalos, dulces caseros, conservas, le llevaban de todo.

También el respeto adentro del consultorio era lo principal, incluso en el hospital el Doctor si bien él era muy recto con su personal, el hospital marchaba muy bien ¿Y ahora? ¿Viste como está el hospital? Tanto él como Elena siempre marcaron lo del respeto hacia el paciente. Ese respeto ya no se ve en el hospital hoy. Cuando llegas te averiguan hasta porque va el paciente a atenderse y se divulga. Eso es muy feo. El Doctor como jefe siempre fue muy bueno, muy cariñoso, aunque cuando te tenía que decir las cosas, te las decía adelante del paciente o después. El Doctor siempre fue muy reservado, nunca contó nada de lo que pasaba dentro del consultorio. El paciente entraba y nosotros quedábamos afuera. De hecho el día que yo entré a trabajar me dijo “Lo que veas acá en el consultorio, se queda adentro del consultorio, no se sale a decir a la calle”.

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