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LA MERIENDITA CANARIA

¿SABÍAS QUE LA MEMORIA DEL GUSTO ES LAS MÁS FUERTE DE LAS MEMORIAS ASOCIATIVAS? POR ESO, AL COMER SEGÚN QUÉ COSAS, NOS RETROTRAEMOS A MOMENTOS CONCRETOS DE NUESTRA VIDA QUE, ADEMÁS, SUELEN ESTAR RELACIONADOS CON EXPERIENCIAS COMPLETAS Y NO SÓLO CON EL ALIMENTO.

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Y OTROS RECUERDOS DE LA INFANCIA

Mezclar plátanos escachados con galletas y jugo de naranja se convirtió en la auténtica “meriendita canaria”. Eso sí, las galletas tenían que ser las conocidas “María”, si no, no quedaba igual. Era, y es, un postre o un tentempié que no ha pasado de moda y que en muchas casas canarias sigue siendo una tradición. Ahora hay hasta helados que evocan el sabor de esta sencilla receta y que fue lo que me animó a volver a hacerla. Madre mía, ¡qué delicia!

Otra de mis meriendas favoritas eran las tortitas de plátano. Las hacía mi madre para aprovechar los plátanos muy maduros. Muchas veces me las llevaba para comer cuando me iba a recoger a la academia de inglés (en un Mitsubishi Lancer plateado) y me acuerdo de ir en el coche con las manos pringosas y contándole lo que había aprendido ese día. Hoy me las sigue haciendo y eso me da felicidad. Pero las meriendas no son solo dulces. Hoy, cuando me hago un bocadillo de pan sobado y queso amarillo (pero el de Castillo y de plato), pienso inmediatamente en mi padre, en cómo nos lo preparaba a ambos y me dejaba siempre el codito de su parte de bocadillo. Los detalles inolvidables. Y no podemos pasar por alto un manjar sin precedentes: las galletas maría con mantequilla. ¿Quién no las comía mojadas en leche? Y una tras otra si no te dabas cuenta. Una de esas combinaciones extrañas pero que resultaron el combo perfecto. Aunque he de confesarles que uno de mis mejores y más bonitos recuerdos infantiles me lo trae una mezcla tan sencilla como la leche en polvo con azúcar. La revolvías con una cucharita y lista para comer. Con cierta dificultad, eso sí, porque se te pegaba al paladar. Y esa mezcla va irremediablemente ligada a mi abuela Pepa, que me tenía separada hasta una taza concreta: una de aquellas de cristal marrón que ahora son tan vintage. Nos recuerdo sentadas en el sillón de su casa, con la voz de Encarna saliendo del transistor y mi abuela tomándose un café. Las dos con nuestras tazas creando memoria. 

Natacha Llarena

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