
6 minute read
“Todo está en el ojo”: Carlos Oviedo
DESDE MIAMI, EL PINTOR Y ESCULTOR POBLANO COMPARTE EL FLASHBACK DE SU VIDA QUE LO TRANSPORTÓ A UNA BÚSQUEDA ESTÉTICA EN DIVERSOS LENGUAJES
Mario Galeana
Advertisement
En los años noventa, el artista Carlos Oviedo emigró de Puebla a Miami empujado por la aventura y la posibilidad de una vida junto al mar. Pero lo que encontró allí fue la pintura: ferias de arte, galerías y artistas de los cuales aprender. Al cabo de un par de años, ya había montado su primera exposición en el vestíbulo de un edificio en que le permitieron presentar su obra.
Dos décadas más tarde, las obras de Oviedo han sido expuestas en varios museos de distintos estados de México, se encuentran en colecciones de una docena de países y es constantemente exhibida y comercializada en subastas y galerías internacionales.
En su carrera ha cultivado un estilo realista, ligado al pop art, pero también ha experimentado con la abstracción y, a partir del 2014, también con la escultura. Es curioso y cuando se obsesiona con un tema en particular, como la física cuántica o el ajedrez, aquello termina influyendo directamente su pintura.
Conversa desde su estudio en Miami, en el que puede pasar desde seis hasta doce horas al día, y lo hace con el tono característico de los poblanos: cantado, inconfundible.
—Es que realmente nunca me he ido de Puebla. Voy muy seguido e intento pasarme medio año allá y medio año acá, en Miami. Por supuesto que sigo siendo poblano.
—En tu obra se encuentran muchos elementos identitarios mexicanos.
¿Por qué has mantenido esa influencia?
—No te puedes desprender de lo que eres. En mi pintura hay muchos colores que vi en México, muchas formas. Creo que el arte puede ser local, pero también debe ser universal, es decir, debe ser comprendida por cualquier persona independientemente del trasfondo cultural o del país que
INVESTIGADOR DE SU PRIMER IMPULSO
La técnica del dibujo ha quedado fuera de la batería de estudios universitarios de arte. Oviedo emprendió hace años su propia pesquisa sea. Utilizando las raíces con las que uno cuenta, debe emprender esta búsqueda de un lenguaje universal.
Aquí ya empecé a pintar formalmente, me empezó a gustar más. Por ahí del 98 me regresé al país por cuestiones familiares, me casé y finalmente mi esposa y yo decidimos venir de nuevo.
—¿Te parece que la pintura para ti fue un don? ¿O un proceso de disciplina?
—Ni uno ni otro; fue una combinación.
Te puedo decir que fui adquiriendo el gusto… recuerdo que a los siete años, en la primaria, hacía dibujos de mis amigos y me los celebraban porque les parecían chistosos o convincentes.
Mi abuela también pintaba, y yo veía sus cuadros a detalle y creo que eso también me contagió el gusto.
He leído que el dibujo es como la escritura: si alguien deja de dibujar a los ocho años, cuando tenga 20 dibujará como cuando tenía ocho. Por eso la gente cree que es un don, pero es una práctica y un gusto. Te tiene que gustar para que soportes estar haciendo lo mismo durante horas. Y, si lo intentas, te haces más resistente a los fracasos. Tu ojo se va afilando… porque todo está en el ojo.
—¿Qué encontraste en el lenguaje de la pintura?, ¿y en el de la escultura?
—¿Cómo te sientes siendo un artista mexicano en Miami?
—Creo que como artista, donde estés, en el ambiente al que llegas, lo absorbes y lo traduces y lo expresas. Creo que no hay mucha diferencia; en donde estés hay riqueza para poder asimilarla y transmitirla. No te puedo decir si es una ventaja o una desventaja, porque hay otro tipo de ideas y otro tipo de arte en el circuito de Estados Unidos.
Aunque con el internet se va haciendo todo cada vez más homogéneo.
Por ejemplo, acaba de hacerse la Feria de Arte en Zona Maco –Ciudad de México–, donde puedes ver galerías de Japón, Alemania, donde sea. Llega un momento en donde el circulo se va cerrando.
—Te fuiste en los 90, pero estudiaste Diseño Gráfico en la Universidad de las Américas (UDLAP). ¿Cómo fue el proceso de mudanza?
—No terminé la carrera en diseño, precisamente porque empecé a pintar. Habré cursado unos seis semestres; no me faltaban muchos, pero me ganó lo otro.
Más que nada me fui por la aventura. Tenía un amigo que me insistía en que viniéramos y eso fue lo que me trajo hasta acá.
—La pintura siempre se me hizo muy interesante, porque puedes hacer estos mundos en segunda dimensión y aparte la técnica, eso es lo que más me interesaba: cómo le hacían estos pintores clásicos para producir estas piezas de gran calidad. Realmente no te lo enseñan mucho; yo estuve investigando en los programas y no lo hacían y ahora menos, en las escuelas contemporáneas dan muy poco dibujo, las técnicas plásticas casi no se ven, eso lo tienes que ir picando por todos lados para hacer tu investigación. Eso me gustó, el poder reproducir una piel, que se viera real.
En la escultura es completamente distinto; es apasionante poder trabajar en tres dimensiones, tiene otra jurisdicción, un feeling; no te puedo decir cuál me gusta más, pero en ambos encuentro algo.
—Tu trabajo ha sido definido como realista, muy ligado al pop art, ¿cómo encontraste tu estilo? ¿Quiénes crees que son tus referentes?
Realmente he hecho muchos lenguajes en la pintura. He hecho realismo, he hecho cosas abstractas, cosas pop, nunca me he quedado en una sola idea, he trabajado sobre varias. Y a mí me gusta hacerlas.
A veces es un poco tedioso quedarte en una sola cosa. Y como soy muy curioso, cambio. Por eso terminé haciendo escultura.
En algunos lados me conocen por un tipo de pintura, y la gente en algún momento, cuando traes algo distinto, tarda un po- co de tiempo en acostumbrarse a que puedes hacer muchas cosas. No me puedo encasillar en una sola idea, simplemente me gusta la práctica de la pintura e intentar diferentes ideas.
—En 2020 hiciste una serie de cuadros que la crítica percibió como un tipo de renovación en tu estilo y en las temáticas que abordas. En ellos, por ejemplo, pintaste a un Pavarotti cantando en bata desde una ventana. ¿Cuánto has renovado tu mirada o tu percepción?
—Encuentras motivos todo el tiempo. En algún momento tenía la curiosidad del ajedrez, y agarré un libro y me pareció muy importante; empecé a jugarlo y se volvió como una obsesión y en ese momento empecé a pintar cosas con las ideas del ajedrez, símbolos, lo que significaba la reina para mí.
Es una cuestión de curiosidad en donde le rasques o le busques. Y la vas desarrollando; una idea te lleva a otra y a otra, son vetas que una vez que las encuentras no se acaban nunca.
Esa pintura que mencionas acabó siendo algo muy divertido; todas esas obras eran escenas un poco humorísticas, pero que traían un concepto atrás. El de Pavarotti simboliza que, a veces, mientras estás caminando, puedes ver cosas únicas, que no se repiten.

—En 2019 presentaste Obra reciente en el Museo de Querétaro, una serie de pinturas relacionadas con la física cuántica. ¿Este interés sur-




Exposiciones recientes de Carlos Oviedo
361 grados
Museo Universitario
Casa de los Muñecos
Inaugurada en abril de 2017, reunió 13 pinturas en gran formato y nueve esculturas en bronce. La exhibición fue la conclusión de un trabajo en el que se cruzan la corporalidad humana, el realismo, el pop art y distintas corrientes artísticas que desarrolló en esa época.
Obra reciente Museo de Arte de Querétaro
Inaugurada en marzo de 2019, el conjunto de producciones constituye un diálogo entre la física cuántica y el arte contemporáneo. Surgió luego de que se preguntara qué sucedería si los átomos adquirieran una forma indeterminada, lejos de la cohesión.
Caminos Infinitos Para La Curiosidad
La obra del artista pobano posee la versatilidad de sus preguntas sobre ciencias o sus puntos de vista sobre asuntos como las estrategias de ajedrez gió a la par de tu trabajo artístico?
Empecé a leer algo de física cuántica, sobre todos estos descubrimientos en donde una sola partícula da forma para lo que será un árbol, o un pájaro o lo que sea. Pero todo está compuesto de átomos; no hay átomos de árbol o de pasto.
Yo partí de la idea de qué pasaría si los átomos perdieran su cohesión y fueran libres, cómo se distorsionarían las cosas. Entonces los cuadros parecían abstractos a primera vista, pero en el momento en el que la gente veía el título, que era el nombre de las cosas, el objeto aparecía. Sucedía esa magia.
—¿Ahora mismo tienes alguna obsesión en que estés trabajando?
—Sí, quiero empezar algo con una mezcla de dibujo con pintura, es decir, combinar el dibujo que normalmente se hace sobre papel, pero convertirlo en una pintura, con partes de pintura y de dibujo. Ya lo he hecho, pero ahora lo estoy replanteando, con algún concepto más contemporáneo, no tan clásico.
¿DÓNDE CONOCER SU OBRA?
Carlos Oviedo expone en una muestra colectiva en la Galería del Palacio Municipal de Puebla. Junto con obra de otros cinco poblanos, la expo se mantendrá hasta el 15 de marzo.
Ahí pueden verse lienzos pop de gran formato suyos.
Su trabajo reciente puede consultarse en sus cuentas de Instagram: @carlosoviedoart y @carlosoviedooficial.