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3 Puebla
DOMINGO, 20 FEBRERO 2022 cronicapuebla.com
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EL GOBERNADOR DE PUEBLA, MIGUEL BARBOSA HUERTA, ENCABEZÓ LA CEREMONIA CONMEMORATIVA POR EL DÍA DEL EJÉRCITO MEXICANO Y RECONOCE SU IMPORTANCIA
[ Redacción ] Al asistir a la ceremonia conmemorativa al Día del Ejército Mexicano, el gobernador Miguel Barbosa Huerta afirmó que los retos que enfrenta México y Puebla, como el combate a la inseguridad y la pandemia por la COVID-19, demandan una actuación conjunta entre las fuerzas castrenses y la sociedad.
El gobernador destacó que las fuerzas armadas son indispensables para la consolidación de México y para que haya instituciones y sociedad civil fuertes.
En las instalaciones de la XXV Zona Militar, el mandatario estatal afirmó que sin un ejército participante en la toma de decisiones y en la creación de condiciones de estabilidad social, y con las inquietudes de un devenir complejo, no se podría diseñar un futuro como sociedad.
Barbosa Huerta manifestó su admiración por las mujeres y hombres que integran el Ejército Mexicano, pues refirió que, con disciplina, gallardía, honor y palabra, definen una ruta de su vida en favor de la patria.
EJÉRCITO REPRESENTA A LOS DIFERENTES SECTORES
Por su parte, el comandante de la XXV Zona Militar, Gerardo Mérida Sánchez, señaló que el Ejército Mexicano representa a los diferentes sectores y grupos étnicos de la sociedad, luego de puntualizar que la preservación de la seguridad pública, el auxilio a la población civil y las obras sociales que buscan el progreso del país son de incumbencia castrense.
Sentenció que las misiones que actualmente cumple el ejército en el país atienden los desafíos que enfrenta la nación, actuando con firmeza, valor, determinación y apego a derecho: “los militares nos apegamos a la Constitución y a las leyes que de ella emanan”, sostuvo.
La ceremonia concluyó con un desfile de tropas. Al gobernador Miguel Barbosa le acompañaron el presidente de la Jugocopo del Congreso del Estado, Sergio Salomón Céspedes Peregrina, y el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Héctor Sánchez Sánchez.
CORTESÍA GOBIERNO DE PUEBLA


CORTESÍA @MBARBOSAMX
En cinco años, fallecen en Puebla nueve soldados
[ Karla Cejudo ] Durante media década, se ha registrado la muerte de nueve elementos del Ejército Mexicano desplegados en territorio poblano. Fueron abatidos en enfrentamientos con delincuentes, especialmente en el combate al robo de combustible.
Entre las tareas de los soldados mexicanos está defender el territorio y la soberanía, aplicar el plan DNIII –por desastres y emergencias–, además de ejercer tareas de seguridad interior, lo que los coloca en una buena posición en la percepción de los ciudadanos.
De 2017 a 2021 fallecieron nueve elementos del Ejército mientras cumplían sus obligaciones; seis de ellos en 2017 y el resto en 2021, de acuerdo con datos abiertos del gobierno de México y de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
El caso más conocido fue el de los elementos abatidos en Palmarito, del municipio de Quecholac, el 3 de mayo del 2017, cuando al atender un reporte fueron recibidos a balazos por presuntos huachicoleros. El tiroteo terminó con saldo de 10 muertos: seis civiles y cuatro militares.
DERECHOS HUMANOS
En los últimos seis años se presentaron 52 quejas de presuntas violaciones a los derechos humanos por parte de elementos de la Sedena. En 2019 y 2020 hubo más querellas.
CONFIANZA
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el último trimestre del 2020 el porcentaje de poblanos que tenía más confianza en el Ejército fue de 43.5%, mientras que en ese trimestre, pero de 2021, fue de 36.4%.
Pese a esta disminución, el ejército es la segunda autoridad encargada de la seguridad en la que más confía la pobación, sólo por debajo de la Marina, que tuvo 54.2% de confianza. En el 109 aniversario del Ejército Mexicano, felicito a todas y todos sus integrantes. Debemos seguir trabajando juntos por el bien de la patria, luchando contra la inseguridad, los desastres naturales y la pandemia
Miguel Barbosa Hueta Gobernador de Puebla
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QUEJAS
por violaciones a derechos humanos por parte de militares en 2019 y en 2020
NIVEL DE CONFIANZA
Autoridades de seguridad en las que la población confía más: Marina 54.2%
Ejército Mexicano 43.5%
Soliloquio
Felipe Flores Núñez
El futbol es tantas cosas…


Hay muchos temas en el tintero, pero esta vez preferimos dejarnos llevar por la creciente euforia que está produciendo el desempeño del equipo de futbol que representa a los poblanos.
La victoria del pasado viernes ante el Monterrey –el equipo con la plantilla más cara del torneo– acredita que, como en la vida, en este maravilloso deporte todo es posible y no hay casualidades.
El prodigioso jugador español Emilio Butragueño dijo alguna vez que en el futbol no bastaba con ganar. “La victoria hay que conseguirla de una forma determinada”.
Esa ha sido justamente la clave del éxito de la escuadra camotera: encontrar los hombres necesarios, el esquema idóneo, el modo propicio para superar a los rivales, cualquiera que sean.
Y eso fue lo que en la víspera hizo Puebla: encontrar acertadamente la forma para adaptarse a las circunstancias del partido tras un gol tempranero y, luego, con una expulsión que le ponía en desventaja frente a un Monterrey herido en su orgullo y ávido de recomponer su mala racha.
No hizo su mejor partido, pero finalmente el Puebla logró su objetivo: a piedra y lodo ganó con la mínima ventaja, mantuvo su calidad de invicto con seis victorias y dos empates, además se afianzó en el liderato de la Liga MX ante lógicos asombros y no pocas envidias.
Entre las virtudes del Puebla actual hay muchas incidencias. Un casi desconocido técnico que llegó de entre las sombras para imbuir un concepto diferente, en el que todo empieza por el amor a la camiseta, por el esfuerzo desmedido, por el orgullo y por el gran compromiso ante una afición que ha sido fiel en las buenas y en las malas.
Y por un grupo de jugadores donde no hay figuras, donde algunos incluso se revaloran para ser llamados a otras escuadras, para que luego sus ausencias sean suplidas y hasta con creces.
“Ningún jugador es tan bueno como todos juntos”, bien decía el legendario crack argentino nacionalizado español Alfredo Di Stéfano, cuyo nombre lleva el monumental estadio del Real Madrid. Eso es lo que ahora tiene el Puebla.
Ignoro hasta dónde pueda llegar este equipo, si bien el título es un sueño compartido tras una sequía de trofeos de 32 años y de recuerdos casi disipados de aquél Puebla campeonísimo, comandado por Manuel Lapuente.
De lo que hay certeza absoluta es que el Puebla de este torneo, aunado a lo cosechado en los dos recientes, hace abrigar los mejores augurios y eso se aprecia y se dimensiona aún más en los tiempos actuales, en lo que hacen falta motivos de distracción y, sobre todo, de felicidad.
La conmovedora escena de hace una semana del niño Dylan, en las gradas del estadio Cuauhtémoc, lo patentiza todo.
En su eufórico festejo, en sus efusivas lágrimas, estaba el reflejo de muchas emociones contenidas y compartidas; las propias de la recompensa por un gol que significaba evitar una derrota, pero también las de quienes, como Dylan, han pasado por largas jornadas de apremios y desconsuelos.
Todo lo que puede significar un gol: para algunos es un orgasmo, como el de la victoria de este viernes o como el previo para el empate, ya en la agonía del partido frente al Atlas.
Y todo lo que puede significar el futbol.
El técnico inglés Bill Shankly, apodado El Mesías por haber llevado a la gloria al Liverpool, lo resumió al deslizar que “hay gente que piensa que el futbol es una cuestión de vida o muerte, no me gusta esa postura. Es mucho más que eso”.
Extrema descripción entre las muchas otras cosas que significa el futbol, que es –sin duda– algo más que un simple deporte, que parece simple con el rodar infinito de un balón.
Por ejemplo, Albert Camus, filósofo y escritor francés, lo dimensionaba a escalas superiores cuando asumía: “Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al futbol”.
Para Martín Caparrós, periodista y escritor argentino, “el futbol ocupa un lugar desmesurado en nuestras conversaciones, nuestras expectativas, nuestro imaginario: eso que llamamos cultura”.
Y añadía que “hubo tiempos en que los intelectuales lo desdeñaban de un plumazo: era el opio de los pueblos, decían, y era suficiente. Ahora, tiempos de droga pura y pueblos muy confusos, algunos entendieron que no alcanza con decir que el opio es opio, que vale la pena preguntarse cómo droga, para qué, por qué”.
Por eso, concluía su reflexión, “el futbol es, entre otras cosas, una de las grandes intrigas de la historia cultural del siglo. Muchas veces me he hecho la pregunta. ¿Por qué el futbol?”
Yo acoto que eso no lo sabremos y que ni siquiera habría razón para indagarlo.
Hay acaso en el futbol un poco y un mucho de magia, de misterio, de mitos, de religión, de expresiones culturales superiores, manifestadas en diversas formas.
Finalmente puede ser –eso creo– un aliciente de vida, un gran motivo para alentar esperanzas, como las que ahora afloran como luces en el desierto con este Puebla, que igual emociona que nos conduce a insospechadas ilusiones.
Yo con esos bálsamos me quedo.
El presidente no tiene quien le escriba

Rubén Salazar/Director de Etellekt
www.etellekt.com etellekt@etellekt.com @etellekt_
Desde el 1 de diciembre de 2018, la única preocupación que ronda en la cabeza del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es la de ser recordado como el mejor de todos los mandatarios que haya tenido México, a lo largo de su vida independiente.
Es probable que como la bruja del cuento de Blanca Nieves, se despierte todas las mañanas a preguntarle al espejo quién es el mejor presidente de la historia y, seguramente, no faltará que aparezca sorpresivamente por detrás algún cortesano o arlequín acomedido –de los que abundan en Palacio Nacional–, con la sonrisa de oreja a oreja, respondiéndole: ¡Usted!
Sabe perfectamente que de ser verdad no es por los resultados que acumula en su primer trienio: más de 110 mil víctimas por violencia homicida (a punto de la igualar el saldo trágico de asesinatos con Felipe Calderón); una tasa de decrecimiento económico promedio anual de -1.2 por ciento (comparado con el crecimiento promedio anual de 2.5% en el sexenio de Enrique Peña); una tasa de inflación anual mayor a 7%, no vista en las últimas dos décadas; y con un exceso de mortandad por la COVID-19 y otros padecimientos no atendidos, por la saturación del sistema de salud por la pandemia, que ubican a México en ese indicador (de una muestra de 100 naciones) en la décima posición mundial y en la segunda de América (The Economist, Tracking COVID-19 excess deaths across countries, Febrero 14, 2022), por debajo únicamente de Perú –cuya economía en 2021 creció 13.31% (INEI, 2022), recuperándose de una caída de 11% en 2020, en contraste con los pretextos pandémicos de López Obrador para justificar la nula recuperación económica–.
Tampoco por su honestidad, la de sus colaboradores y menos la de sus familiares, pues allí hay muy pocas cosas que presumir, que no sean mansiones suntuosas con albercas de 20 metros de largo, múltiples propiedades en México y el extranjero que no cuadran con los ingresos declarados; cuentas bancarias o empresas fachada en paraísos fiscales; bodas fastuosas en Guatemala o Puebla, con todo y portada de la revista Hola; sobres amarillos con fajos de dinero o diezmos cobrados a la fuerza a servidores públicos de gobiernos morenistas, para financiar sus campañas políticas; falsas colectas para damnificados del terremoto, que pararon en sus carteras; obras públicas corruptas que costaron vidas, como la Línea 12 del Metro de la capital mexicana; experimentos “cuasicientíficos” inhumanos, para probar medicamentos antiparasitarios y un té para la malaria como tratamientos anticovid no autorizados por las autoridades sanitarias; y lo más reciente, conflictos de interés y tráfico de influencias –con su primogénito y esposa como protagonistas–, viviendo en casas rentadas por contratistas de Pemex o trabajando en la compañía de un multimillonario empresario hotelero que asesora al presidente López Obrador en la construcción del Tren Maya (según confesó el propio inquilino de Palacio Nacional).
La única razón que mantiene viva la certeza de AMLO de ver algún día su nombre inscrito con letras de oro, acompañado de la leyenda que lo acredite como “el mejor presidente de todos los tiempos”, por lo menos en los libros de texto de educación básica, en la nomenclatura de alguna calle o avenida importante, o en el pedestal de una estatua con su efigie –similar a la que derribaron a la mañana siguiente de ser instalada en Huixquilucan, después que su partido perdiera el poder allí–, es su inquebrantable e inextinguible popularidad: el legado que realmente le importa heredar a las futuras generaciones y hasta ahora lo poco que ha sido capaz de ofrecerles como el logro más destacado de su administración, mediante infografías oficiales con el sello del “Gobierno de México”, viralizadas por su vocero y propagandistas en las redes sociales, que lo destacan –falsamente– como el segundo presidente más popular del planeta, apoyándose en una muestra que abarca apenas a los líderes de 13 de las 15 principales economías del mundo.
Ahora, con tal de no ver derrumbado ese anhelo y ante los pobres resultados se ha propuesto defenderlo a capa y espada, al hacer públicos de manera ilegal los sueldos y el patrimonio de comunicadores y periodistas –aun si ello implica lanzar un búmeran que termine por impactar en los periodistas de izquierda que lo respaldan–, que amenazan con manchar su imagen y destruir su proyecto, el cual se limita a convertirse en un prócer a la altura de los héroes que nos dieron patria y libertad. Y como los anteriores, necesita hacer méritos para ello o, al menos, aparentarlos. Qué mejor que estigmatizando al periodismo crítico como el nuevo enemigo de la soberanía.
Tan empecinado está en que no le arrebaten ese derecho, que senadores de Morena han terminado por calificar a los opositores como “mercenarios y traidores a la patria”.
Paralelamente, jilgueros del actual régimen han justificado las arbitrariedades y actos ilegales del presidente contra el periodismo crítico, señalando que no se trata de una afrenta a la libertad de expresión, sino de una “disputa por la nación”. En el fondo, no es una lucha por la nación, sino para no terminar en prisión, imbuidos por el temor de perder la Presidencia de México en 2024, ante la ola de escándalos de corrupción que salpica a la corte presidencial.
Lo cierto es que la gente ya no espera demasiado de López Obrador, que no sea otra cosa que su capacidad de finalizar su mandato siendo popular. Pues aun cuando en enero de 2022, 60% de las personas encuestadas aprueban su trabajo, apenas 37% avala su desempeño en el manejo de la economía, 29% respalda sus resultados en seguridad y 45% lo desaprueba en el combate a la corrupción, por 38% que opina lo contrario. Y lo más revelador: 33% de los mexicanos creen que el país va por buen camino (Encuesta de El Financiero, enero 2022).
Llegará el día en que quienes fueron parte de este “movimiento” y el que lo encabezó, tengan que rendirle cuentas a la ciudadanía, principalmente a la porción que confío en ellos.
Sólo espero que cuando López Obrador insista en decirles que quiere ser más popular que Benito Juárez, que aún le queda tiempo para cumplirlo y el pueblo le pregunte “¿y mientras tanto, qué comemos?”, no le responda lo mismo que el personaje del coronel a su esposa, en aquella épica escena final de la novela de Gabriel García Márquez, titulada El coronel no tiene quien le escriba.

La Farándula
Ray Zubiri
www.rayzubiri.com

De la XEW a nuestros días, Francisco Gabilondo Soler, Cri-Cri
Seguramente recordaran a Francisco Gabilondo Soler, Cri-Cri, El grillito cantor, quien dejó un acervo conocido de 263 composiciones, en las que su curiosidad lo llevó a dibujar –con palabras y melodías– los oficios y profesiones de México; imaginó más de 400 personajes que se retratan en sus narraciones; seres humanos de diferentes nacionalidades y personalidades, con todo tipo de actitudes ante la vida.
Pues gracias a Rosario Patiño Domínguez, esposa y representante artística y personal de Francisco Gabilondo Soler durante su vida, y al archivo histórico que resguarda con orgullo la Fundación Francisco Gabilondo Soler, Cri-Cri, presentan una selección de sus éxitos digitalizadas directamente de las cintas originales de los programas de radio en vivo, transmitidos por la legendaria XEW.
La originalidad y el valor innegable de esta colección de piezas, es que fueron grabadas en vivo, por lo que captan el preciso momento de la ejecución, que en ese instante llegaban a todos los hogares.
La capacidad de trabajo y creatividad que muestra está colección, tomando en cuenta que el programa de El grillito cantor llegó a presentarse semana a semana y hasta diariamente por 27 años. Tiempo en que no dejó de ofrecer novedades musicales, cuentos y narraciones de gran calidad. Aunado a la cuidada, concienzuda y esmerada pluma de Gabilondo.
Su palabrario lo identifica como un defensor y difusor de los mexicanismos, que en sí, son más que “puras habas” y así “ni ánimas” de hacer “guasa” con el idioma, ni “arrempujar” palabras que no son y que “a lueguito” nos dejan una idea “cuatrapeada”, dejando las letras de “postín” y con cierto “ditirambo”. No es más que la pura “verdá”.
Esta colección, es un documento histórico sonoro, en una época donde la radio era imprescindible en las vidas de las familias sin importar la edad. Con la radio se enteraban de los acontecimientos en el mundo, y con programas como el de Gabilondo Soler las familias se reunían para disfrutar juntos de un momento de solaz esparcimiento, que más tarde recordaría como amable evocación, llevándolo en su mente y corazón para, a su vez, compartirlo con sus hijos y con las nuevas generaciones.
LA VOZ DEL AMOR, CÉLINE DION
un talento muy especial: una voz espectacular. Al ser la catorceava y última hija de la casa, Aline recibe toda la ayuda de sus familiares para convertirse en una gran estrella y con el apoyo del productor musical Guy-Claude la voz de aquella soñadora chica quebequés se convertirá en una de las más reconocidas alrededor del mundo. Con La voz del amor, los fans de esta multipremiada artista podrán seguir paso a paso este retrato íntimo.
Este filme es una ficción libremente inspirada en la vida de Céline Dion, quien es una personalidad multipremiada y reconocida dentro de la música, pues ella es la voz detrás de hits internacionales como My heart will go on, que es el tema principal de la película Titanic (1997), The power of love (1993) o All by myself (1996), sólo por mencionar algunos de sus temas más famosos.
Valérie Lemercier es la directora de este largometraje de poco más de dos horas de duración, trabajo que surge como un homenaje muy personal a Céline Dione, ya que se trata de la libre interpretación de la realizadora francesa y no de una biopic.
Es de destacar que la actriz que interpreta al personaje de Aline en todas sus edades (desde la infancia hasta la edad adulta) es la misma Valérie Lemercier, quien demuestra su versatilidad profesional.
De esta manera, La voz del amor es un proyecto que mezcla sus dos facetas: una como directora, donde tiene proyectos como Marie-Francine (2017) o ¡Palacio real! (2005); la otra como actriz, cuyos papeles más célebres son en El pequeño Nicolás (2009) y Los visitantes ¡no nacieron ayer! (1993).
En La voz del amor, la reconocida revista Vanity Fair cataloga que la actuación de Lemercier es uno de sus puntos fuertes, sobre todo cuando ofrece su mejor versión, es un estudio de personaje interesante y curioso.
La Voz del Amor se encuentra lista para que el público mexicano la pueda disfrutar y vibrar; después de su exhibición fuera de competencia en el 74 Festival de Cannes, el próximo 31 de marzo, llegará a salas cinematográficas mexicanas bajo el sello de Cinépolis Distribución.
La columna de esta semana ha terminado, pueden ir en paz. ¡Escúchenme! de lunes a viernes de 11:00 a 12:00 horas en La Farándula con Ray Zubiri, en el 96.1 FM www. arroba.fm/puebla/ Y escríbanme: www. rayzubiri.com Con programas como el de Gabilondo Soler las familias se reunían para disfrutar juntos de un momento de solaz esparcimiento, que más tarde recordaría como amable evocación, llevándolo en su mente y corazón para, a su vez, compartirlo con sus hijos y con las nuevas generaciones


