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Venezuela post rentista
Venezuela es un país rentista. Y lo es si atendemos al hecho de que su principal recurso, el petróleo, considerablemente responsable de su dinámica social, le genera un ingreso que no tiene contrapartida productiva; vale decir, no es resultado del esfuerzo de factores de producción como el trabajo y el capital, sino de la condición de propietario de la tierra que ejerce el Estado en nombre de la nación.
Y es que, ante la incapacidad de asumir las tareas, tanto técnicas como gerenciales, que la explotación petrolera le exigía, la única opción posible para el país era el camino rentista, el mismo que ha transitado desde las primeras décadas del siglo XX hasta hoy. Sobre este sustrato histórico se armó una matriz ideológica sustanciada por diferentes visiones (económica, política, académica, cultural), que percibió el petróleo solo como dispensador de renta
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Por más que en algunos de los planes nacionales formulados a través del tiempo se haya anunciado la idea de deshacer o atenuar nuestra sujeción al preciado mineral, este ha persistido en marcar la pauta del comportamiento económico nacional, reforzando, cada vez más, su carácter rentístico. Esto puede explicarse mejor si atendemos al hecho de que ese camino rentístico fue trazándose cada vez mejor a partir del diseño de un aparato jurídico sobre el cual se edificó un entramado institucional originado en el derecho regaliano heredado de la Corona, según el cual el Estado es el amo de las minas que yacen en el subsuelo.
En Venezuela, argumenta, a partir de la nacionalización del petróleo en 1975, el Estado pasó a controlar directamente las industrias básicas y se convirtió en actor primordial en todas las áreas fundamentales de la economía. La fragilidad de nuestras instituciones políticas y económicas, así como la estructura de incentivos que de ellas se derivan, potenciaron aún más las tendencias estatizantes y centralizadoras, y esto alcanzó su extremo con el gobierno de Hugo Chávez.
Históricamente, la renta petrolera viabilizó el programa político democrático. Sin embargo, el colapso del modelo rentista a fines de los 70 se tradujo también en la crisis de la democracia venezolana. Con una oferta montada sobre una esquemática visión de la realidad, el populismo de Chávez alcanzó la Presidencia prometiendo la refundación de la nación a partir de la reapropiación de la riqueza petrolera confiscada por intereses contrarios al pueblo.

