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Cuentos, vida y poesía 2017

Rubén Scheinhing Navarro

Una neblina espesa dificulta la visión, Cae fina y pertinaz llovizna y no se escuchan a pájaros trinar Tenemos un silencio de cementerio

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El puerto despierta de su letargo encienden algunas luces mortecinas y se apagan los faroles trasnochados aparecen dispersos algunos madrugadores

Contemplo como la obscuridad se va desvaneciendo lentamente Ya puedo ver figuras, contornos, Escucho que canta un gallo, a lo lejos

Comenzó con bríos este amanecer Calle abajo pasan estudiantes cantando Mi perro regalón, obstinado, persigue al gato. Vecinos inician sus ocupaciones

Una madre grita a los niños que se levanten. Aumenta el tráfico. El semáforo de la esquina está descompuesto. El cojo del quiosco maldice al alcalde. Y un bus pasa raudo, sin detenerse.

Hace frio, ha disipado la neblina Asoman las primeras resolanas Y muy sutilmente, se ilumina el día.

Por entre los vidrios empañados observo una ambulancia, sin luces, atropellar a un mendigo, que cruzaba la calle todo el pavimento se tiñe de rojo. Transeúntes y vecinos se congregan junto al cuerpo, vociferan quieren ajusticiar al chofer

No hay médico ni vienen policías, tampoco funcionan los teléfonos, Desde aquí, cuando amanece, observo sólo un gran caos citadino. Me llaman a desayunar.