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EL PUNTA DEL ESTE DE PIERRE FOSSEY
ERA FRANCÉS, NACIDO EN PARÍS EL 23 DE NOVIEMBRE DE 1901, PROVENIENTE DE UNA FAMILIA DE ARTISTAS. CRECIÓ NADA MENOS QUE EN MONTMATRE.
Estudió en la Escuela de Bellas Artes de esa ciudad; también cursó arquitectura, decoración y escenografía en los Talleres de la Ópera de París. De joven viajó muchísimo: Europa, Oriente, Estados Unidos y América. A Uruguay llegó en 1929. Pierre Fossey se enamoró de una uruguaya y se quedó por estas tierras donde dibujó y pintó todo lo que estuvo a su alcance.
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La obra más abundante: la ciudad de su tiempo con su arquitectura, sus calles, su gente. Muchos edificios y residencias de la Ciudad Vieja, del Centro, pero también Av. Italia a la altura de Bolivia, el aeropuerto, el Planetario, el Palomar de Cavia, miradores montevideanos, el antiguo Mercado Central, rincones de El Prado, el Hospital de Clínicas, el Maciel, vistas de la Ciudad Vieja, el Palacio Legislativo, la Rambla, calles de Carrasco, el Jardín Botánico, jardines, patios, el zoológico, balcones y rejas, la Playa de los Ingleses, el Barrio Sur y un larguísimo etcétera.

Así como retrataba su entorno también usaba fotografías antiguas para pintar. Dibujaba y usaba acuarelas. Pintaba para sí y para otros.
Colaboró con medios de prensa como la revista Mundo Uruguayo y el Diario El Plata, en el suplemento dirigido por Samuel Blixen; también con el suplemento del Diario El Día, el Museo Histórico Nacional y los museos municipales. En muchos casos logró registrar aspectos de Montevideo que actualmente han desaparecido. Mucha gente le hacía encargos: retratos, dibujos de residencias, lugares emblemáticos.
Recibió el pedido por parte de la Comisión Nacional de Turismo y otros organismos de retratar la paisajística uruguaya. Así es que visitó muchos sitios como la Fortaleza de Santa Teresa, Piriápolis, Villa Serrana, Colonia Suiza, El Espinillar en Artigas, donde captó impresiones del proceso del azúcar. Las playas, el campo y la naturaleza fueron también formando parte de su obra. En muchos casos añadía pequeños textos explicativos.


Los paisajes y la arquitectura de los años 40 de Punta del Este fueron inmortalizados con mucha poesía en un recordado álbum publicado en 1950. Con su entrañable paleta y un estilo muy de revista de esa época para delinear las figuras humanas nos encontramos con escenas de un puerto tranquilo, con casas de techo naranja, mucho verde, árboles, los cerros de Piriápolis a lo lejos, los barcos suspendidos en el agua. La estación Shell sobre la avenida Gorlero, los redondeados autos antiguos, la presencia del ladrillo. Los toldos a rayas, casas de estilo vasco en la Punta, casi sobre las rocas, la paz del balneario. ¡El Hotel San Rafael! Bella postal para la eternidad, tan sobrio y elegante con sus palmeras bajitas al frente. El Hotel Casino Nogaró, las calles de ripio donde hoy hay bitumen de Rambla. Cuadros que exudan melancolía y una cierta liviandad alegre que le da la acuarela. En 1965 la intendencia capitalina le ofreció hacerse cargo de un curso de dibujo y pintura en la Casa Municipal de la Cultura del Prado. Allí dio clases hasta su muerte en 1976 y entre una enseñanza y otra tuvo tiempo para hacer retratos de sus alumnos y de diversas figuras de la historia nacional y universal, como Artigas, Joaquín Torres García, F. J. de Goya y León Tolstoi. Más adelante instaló en el Hotel del Prado una academia de Bellas Artes.




