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Entrevista a Arístides Vera. Perla Álvarez

Entrevista a Arístides Vera37

Por Perla Álvarez

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Sobre los temores acerca de la falta de garantía judicial que los llevaron a solicitar refugio político en Argentina ¿cuál podría ser un balance en estos diez años de prisión? Es una larga historia, la trataré de manera resumida. Nosotros hemos sostenido desde un principio que la causa siempre fue política, siempre fue una causa de lucha. Hace más de diez años ya hemos tenido esa reflexión y esa capacidad de entender, por lo menos, a qué nos exponíamos, cuál era la consecuencia de un luchador político, particularmente en nuestro país. Históricamente, teniendo en cuenta la historia de lucha que tuvieron nuestros padres y madres, nuestros abuelos y abuelas, desde la época de la década de los 50, de los 60, del PC paraguayo, de las Ligas Agrarias Cristianas, de la Juventud Cristiana Obrera… Nosotros hemos tenido la osadía de abrazar esas luchas históricas y somos producto de alguna manera de esos grandes padres y madres que tuvimos. Entonces a partir de ahí nos dieron la claridad de que nuestra causa es política, pues nuestra lucha es política y por lo tanto la consecuencia debe ser política. Y particularmente la “justicia” paraguaya siempre ha actuado en contra de los luchadores políticos. Siempre fue atroz, despiadada, violenta, hasta asesina. Muchos de los padres, de compañeros de lucha han sido asesinados en cárceles. Es desde ahí que hemos tenido esa idea de buscar de alguna manera política y diplomática en otro país, en aquél entonces yendo a Argentina, ya desesperados en un momento dado de nuestra situación solicitando asilo político. Y fue ahí, hace diez años, un 2 de mayo, hoy estamos por cumplir esos diez años de lucha, porque nuestra lucha es más intensa aquí en la cárcel que afuera.

Sobrevivir, resistir y mantener la convicción viva, la idea clara, no es fácil, sin embargo, estamos más convencidos cada día que pasa. Hoy estamos más firmes que hace diez años.En ese entonces fue mucho más desesperante, mucho más violento, teniendo en cuenta la persecución, cuando eso se estrenaba contra nosotros una nueva forma de perseguir, de violentar, de castigar a los luchadores. Hemos experimentado en carne propia eso.

Y fue muy duro pero no estamos arrepentidos. No pedí piedad ni al juez ni al sistema, a nadie; en primer lugar porque estoy convencido de que la lucha fue por una causa justa. No me considero un delincuente, no considero

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que cometí delito alguno. Y si luchar por una causa justa, por una sociedad diferente, soñar con una sociedad igualitaria de hombres y mujeres libres, si eso es un delito, pues sí soy un delincuente porque sueño hasta ahora. Con mis compañeros soñamos todos los días que pasan que sí es posible una sociedad diferente, no solo desde hace diez años, sino desde que tuvimos uso de razón crítica, capacidad de entender qué significa una sociedad igual y una sociedad desigual. Ahí empezamos a sentir más fuerte la necesidad y la posibilidad de otro tipo de sociedad. No puede ser que un campesino no tenga un pedazo de tierra, ni diez metros, y que ahí al lado alguien tenga unas 35 mil hectáreas y que haya estamentos religiosos que pregonan que “es tu hermano”. No puede ser que un hermano tuyo tenga 10 mil, 50 mil hectáreas y que al lado suyo, uno no tenga un pedazo de tierra para trabajar, para vivir. Es ahí que yo, por mis principios cristianos empecé a pensar: ¿cómo puede ser que un papá tenga un hijo que puede tener todo mientras el otro no tiene nada? Esos fueron mis primeros pasos de rebeldía, de pensar diferente, que sí existe un tipo de sociedad diferente. Y fue ese mi delito, mi causa, mi falta, por eso hace 10 años que estoy preso.

Arístides, ¿cuáles son los hechos que demuestran que su causa judicial finalmente era política? Muy sencillo. Primero, nunca se nos ha cruzado por la cabeza en el movimiento, en el Partido que yo milité, que yo tenga que actuar de modo atroz, violento… El hecho ocurrido, por ejemplo, en el que nos involucró de manera tan despiadada el enemigo, es un acto tan delictuoso, tan atroz, tan deleznable para nuestros ideales que jamás se nos cruzó ni pensamos de esa manera. Es más, repudiamos, cualquiera sea la pérdida humana, todos son dignos de vivir, por lo tanto la muerte no justifica nada. Y no han presentado prueba alguna que nos vincule, no han demostrado ninguna conexión con el hecho del cual se nos acusa. Además de las irregularidades del proceso judicial, que desde hace diez años está totalmente quebrado. (…) El abogado nuestro ha demostrado que existe 41 o 42 artículos consagrados por diversos mandatos, la Constitución Nacional, el Código Procesal Penal Paraguayo, y pactos firmados por el Paraguay, por ejemplo el Pacto de San José de Costa Rica, el Tratado de Ginebra, las mismas cláusulas del Mercosur, que han sido rotos. La Constitución Nacional del Paraguay afirma que ningún ciudadano, tanto nacional ni extranjero, puede estar detenido sin juicio más de cuatro años, esto se expresa claramente en el Código Procesal Penal. Lo consagran y reafirman las cláusulas del Mercosur, ningún ciudadano puede estar más de cuatro años con prisión preventiva. Hoy día nosotros estamos próximos a cumplir 10 años.

Creemos que la lucha es necesaria para lograr el cambio y nos organizamos para lograr nuestros derechos. Existen dos clases antagónicas, pues debe existir una lucha. Ha existido y existirá siempre que existanpobres y ricos.

El enemigo históricamente ha sido el más fuerte y los más violentados han sido los derechos de los pobres. Y es desde ahí que nosotros hemos instalado esta lucha ideológica, donde la educación es elemental, iniciamos enseñando a los jóvenes sus derechos, hasta religiosos, cristianos, sociales y revolucionarios, que se debe luchar y trabajar constante y permanentemente si realmente queremos, soñamos, alcanzar una sociedad diferente, que se debe ser coherente con los principios. Para el sistema, para el enemigo, todas y todos aquellos que piensan de esta manera son delincuentes y tienen que ser castigados ejemplarmente, el castigo tiene que ser “ejemplificador”. (…) Recurro a esa frase que dijo Sarmiento “Bárbaros, las ideas no se matan…”. El hecho de que nos puedan tener acá 10, 20, 30 o 40 años no va a acabar con nuestras ideas. No las van a matar, porque no son solamente nuestras, sino fueron ideas de abuelos y abuelas, están enraizadas conla historia de lucha de los pueblos. Así dijo también Jesús, “no teman de aquello que solamente puede matar el cuerpo, sino el alma…” Y el alma es el pensamiento, son las ideas. Nosotros los campesinos entendemos de esa manera, y por eso estamos con la moral alta hasta hoy día. Nos sostendremos por mucho tiempo más todavía porque tenemos muy claro el panorama de que la verdadera sociedad diferente que soñamos de mujeres y hombres libres, se está construyendo en la lucha, con las manos de los luchadores y del pueblo consciente.

En relación a las organizaciones políticas en Paraguay, cómo se ha dado ese relacionamiento, cómo se da ahora durante estos 10 años. En cuanto a las organizaciones políticas y de clase que realmente reconocen y deben reconocer a los luchadores como tales, en general, realmente en el Paraguay existe una asignatura pendiente. Para nosotros es muy claro que esa es la semilla que sembró la dictadura durante 35 años, la dictadura del Partido Colorado, la dictadura colorada militar, que ha instalado que todos aquellos que osan visitar a luchadores políticos, presos, campesinos, o dirigentes políticos de izquierda, son también de alguna manera señalados, vinculados o marcados como revoltosos, como violentos. Eso es lo que sembró el Partido Colorado a lo largo de 35 años y hasta ahora sigue estando en la gente esa marca.

A pesar de ese nefasto legado, creemos que dentro de estos 10 años esto se viene rompiendo, no quiero entrar a citar organizaciones, pero realmente existen y están creciendo constantemente organizaciones con consciencia

de clase, organizaciones de mujeres, organizaciones sociales, gremiales y revolucionarias. Realmente a esta altura no nos podemos quejar. Estamos muy contentos, porque ese fue uno de nuestros grandes sueños, la capacidad de reconocer a luchadores, a aquellos que osan desafiar al enemigo. Esa famosa frase de “bueno, están allí, algo habrán hecho”, que siempre está latente en las bocas de aquéllos que temen desafiar al enemigo, se ha roto en estos 10 años.

Podemos decir tranquilamente que tenemos muy buena relación con muchas organizaciones políticas revolucionarios de izquierda, hasta religiosas, sociales. Somos muy respetuosos de los procesos de lucha, de los y las dirigentes, los reconocemos plenamente. Siento que también nosotros estamos siendo reconocidos por muchas organizaciones de nuestro país.

Y por último, Arístides, sobre la actual situación de prisión que ustedes llevan. ¿Cómo se vive en el penal, cómo se sobrelleva en el penal la condición de preso político? Para nosotros, para nuestros sueños, para nuestros ideales, aunque la cárcel sea de oro o bañada en chocolate, sea de lo que sea, los muros son muros. Vivir intramuros, estar en la cárcel, en cualquier parte del mundo es duro. Dentro de esa tesitura, la cárcel en Paraguay es muy particular. Se necesita de mucha capacidad, de mucha convicción, de formación, de mucha coherencia por sobre todas las cosas para poder convivir con estos compañeros, hermanos, destruidos. El 90% son jóvenes. Nosotros debemos convivir, sortear todos los días sus angustias, su violencia, sus maltratos, su marginación. Esta situación ha reforzado las ideas que veníamos construyendo con la formación y la lucha, para llegar a esa sociedad diferente necesariamente debemos organizarnos, educación constante, permanente y profunda, formación ideológica de nuestros jóvenes, partir de nuestros niños, construir con ellos esa idea diferente de sociedad, rescatando los valores y creando.

Acá encontramos jóvenes realmente destruidos, carentes de amor, de ternura, chicos de 20, 22 años con aspecto repugnante, muy deteriorados en su salud física y mental, producto de la marginación que tienen afuera y acá adentro también. Convivir con ellos las 24 horas es una cosa muy fuerte pero también al mismo tiempo es una cuestión muy loable para nosotros, puesto que ellos a nosotros nos reconocen como personas, así como nosotros los reconocemos a ellos, a diferencia de los grandes entendidos políticos, los formadores psicológicos, por quienes son negados. Qué psicología se puede emplear, cómo se puede formar, cómo se puede transformar psicológicamente a un joven abandonado cinco o seis años en un lugar como éste, sumido en drogas, desamparo, sin salud.

Así es este lugar, que no se lo deseamos a nadie. Pero un luchador debe tener presente que si realmente sueña y se organiza por una vida digna, una sociedad diferente, tiene que considerar estos tres riesgos: la cárcel, el exilio y hasta la muerte. No para tener miedo es que hay que considerar estos tres aspectos, sino para dimensionar la lucha de clases. Y saber que la victoria final es que nuestra sociedad se trasforme, aunque nosotros estemos muertos. La victoria nos traspasará y al mismo tiempo seremos parte de ella porque la historia reconocerá que fuimos luchadores.