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«CUANDO VEAS LAS BARBAS DE TU VECINO ARDER, PON LAS TUYAS A REMOJAR»
Un dicho popular latinoamericano dice: «Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas a remojar». La sabiduría del pueblo está llena de chispa criolla. Lo que este refrán implica es: Si alguien cerca de mí está experimentando una situación confrontadora o reveladora por una actitud o hecho igual al que yo me he reservado, lo mejor que puedo hacer es, o dar vuelta atrás o tomar las medidas apropiadas para que ninguna chispa del incendio vecino prenda fuego en mis propias barbas.
Recientemente han sido denunciados devastadores incendios en las barbas de nuestros vecinos: Entrenadores deportivos, profesores, actores y en la iglesia católica. Los medios de comunicación han sacado al aire las continuas denuncias hechas por personas abusadas sexualmente por sacerdotes y obispos cuando ellos eran niños, o denuncias realizadas por padres de familia quienes han tenido que bregar profundamente con la sanidad emocional de sus hijos heridos por estos líderes religiosos.
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¿Nuevo o Antiguo?
Esto realmente no es nuevo. Es un caso tan antiguo como la jerarquía misma de la iglesia católica, lo que pasa es que hoy los medios se atreven a sacar más a la luz lo que por años todos han sabido, pero nadie ha hablado. Lo que en realidad ha sido un secreto a voces. Los católicos de Estados Unidos y de América Latina están sufriendo el abuso de miles de sacerdotes en abuso sexual.
La reacción de la jerarquía católica a estas denuncias ha sido muy pasiva, suave y más condescendiente con los sacerdotes puestos en entredichos que con los afectados. Tal actitud ha hecho que los afectados expresen públicamente su desilusión y frustración. Eso ha presionado a la jerarquía a tomar decisiones como la llamada “tolerancia cero” y la decisión tomada por la jerarquía católica estadounidense de expulsar del ministerio a quienes sean encontrados culpables de esos delitos sexuales.
Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas a remojar.
Sería muy folclórico para nosotros los líderes evangélicos sonreír al ver las barbas del vecino arder sin pensar seriamente que aún en medio del liderazgo evangélico en muchos lugares de América Latina se viven también los mismos casos de abuso y son tratados por lo líderes denominacionales con mano tierna y ojos vendados. Por favor, les pido disculpas si los casos que menciono ahora suenan muy crudos, pero son la realidad que este servidor ha tratado de cerca. No son casos que yo imagino o he leído, en cada uno de estos casos tuve que dar consejería a los afectados.
Caso 1:
Un ministro inició un proceso de consejería con una joven de la iglesia. Lo que comenzó como una simple sesión de consejería se degeneró en el avance de sesiones de perversión ya no realizadas en la oficina sino en la habitación de un hotel. La joven quedó finalmente embarazada. El día que ella, en un hotel, le informó al ministro-dulce amante que ella estaba embarazada, él le dijo, «Amor, tomémonos de las manos y demos gracias al Señor por darnos el fruto de nuestro amor».
Esta joven me decía que ella no podía creer que su pastor podría llegar al punto de mezclar pecado con espiritualidad. La esposa del ministro llegó a ser la más fiel defensora del ministro. Nadie creyó la historia de esta joven y hoy es una madre soltera que ha tenido que hacer frente a la vida, ante la irresponsabilidad de un ministro en su perversión, el cual desmintió todo lo que con pruebas se revelaba.
Caso 2:
Llego a Nicaragua un día y compro La Prensa. Un titular resalta: «Pastor evangélico acusado de abuso a menor». Cuando leo la noticia el periodista narra los hechos y al final el periodista dice: «Entrevistamos al Supervisor Nacional de la denominación donde funciona este pastor y al preguntarle qué harán ellos si este pastor es culpable, el líder dijo: “Estamos investigando y si esto es real, procederemos a cambiarlo de ciudad”».
Parece que las chispas de las barbas del vecino están saltando. Una cosa es una tentación o una caída producto de una debilidad humana y otra es la perversión. En todos los casos anteriores vemos el fruto de la perversión.

Hay sitios donde la Iglesia no tiene credibilidad ante el pueblo no creyente por la forma cómo se han manejado estos casos. Hay lugares donde organizaciones y denominaciones manejan estos asuntos con gran habilidad y no se dan cuenta que ante Dios eso no puede quedar impune.
Preguntas Difíciles
Una joven, a quien un pastor la usó sexualmente, le practicó un aborto y cayó en depresión, me decía en su desesperación: «Lo que no entiendo es porqué yo que he sido la víctima no salgo de mis depresiones, pero él sigue siendo más famoso como ministro y su iglesia no para de crecer». Mi respuesta fue, éxito a los ojos del hombre es distinto que éxito a los ojos de Dios. Un hombre puede granjearse una imagen y hacer que su iglesia crezca con mecanismos muy humanos, pero a la larga Dios revelará las motivaciones del corazón.
Momento Crítico
Hemos llegado a un momento crítico, en que la Iglesia debe y necesita tomar más en serio estos casos de inmoralidad escondida y recordar que los ministros no están exentos de pecar. Aquel que peca reiteradamente y en perversión, necesita ser quitado totalmente del ministerio sin importar su larga trayectoria. Es el único modo para recuperar la credibilidad del pueblo y la bendición del Señor. La Biblia dice en Efesios 5:3 (LBLA) Pero que la inmoralidad, y toda impureza o avaricia, ni siquiera se mencionen entre vosotros, como corresponde a los santos. Esta palabra es determinante. La inmoralidad ni aún se nombre entre nosotros mucho menos apoyarla.
Alto Privilegio
El ministerio es un alto privilegio dado por Dios y no puede ser tomado a la ligera cuando casos de perversión atentan contra la vida de niños, jóvenes y aún adultos. En la mayoría de los casos las víctimas se acercaron confiadamente a aquel que representaba la autoridad espiritual de la iglesia.
Un líder nunca debe jugar con la inocencia de otros y la Iglesia tampoco lo debe permitir. La Biblia habla claramente como Pablo exhortó a la iglesia de Corinto a manejar con firmeza un caso de un creyente:
La Biblia es Clara
1 Corintios 5:1-13 (LBLA) En efecto, se oye que entre vosotros hay inmoralidad, y una inmoralidad tal como no existe ni siquiera entre los gentiles, al extremo de que alguno tiene la mujer de su padre. Y os habéis vuelto arrogantes en lugar de haberos entristecido, para que el que de entre vosotros ha cometido esta acción fuera expulsado de en medio de vosotros. Pues yo, por mi parte, aunque ausente en cuerpo pero presente en espíritu, como si estuviera presente, ya he juzgado al que cometió tal acción. Vuestra jactancia no es buena. ¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa?
A la Luz de la Biblia
Parece ser que este caso no era de un líder sino de un creyente. Sin embargo, a la luz de la Biblia los líderes no tienen privilegios. Si la exhortación de Pablo en este caso es fuerte, creo firmemente que si hubiese sido un líder la exhortación paulina no hubiese sido más suave.
Pablo hubiese sido el primero en exigir mayor responsabilidad a los líderes que a los creyentes. En I Corintios 6:12-20, el apóstol presenta razones de peso porqué abstenerse de entrar en el juego peligroso de la inmoralidad sexual. Pensemos en dos posiciones que no podemos ignorar: En primer lugar, ¿qué debe hacer un líder por sí mismo si está cayendo en esta trampa o si anhela no dejarse arrastrar? En segundo lugar, ¿qué necesita hacer una organización o la iglesia local ante un caso de un líder que reconoce y se aparta y cuál debe ser el camino ante un líder que no reconoce y está dañando a sus ovejas?
Sembrando Semillas
Tanto los líderes denominacionales como los ministros que estamos en el ministerio por la gracia de Dios, debemos sembrar semillas de esperanza, pureza y santidad. Si la Iglesia no toma medidas para corregir esos abusos por parte de ministros, un día Dios usará el mismo mundo para disciplinar a la Iglesia, como ha sucedido en diferentes lugares. Es necesario que meditemos y actuemos.
Todo abuso sexual de parte de un líder hacia un creyente necesita ser denunciado y nunca mantenido en secreto porque eso daña totalmente tanto al líder como a la víctima y a la congregación.
Así que, cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo…en el remojo del arrepentimiento.