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El viaje

Por: ANTONIO J. GUZMÁN P., padre de familia Guzmán López

Representante 4° Grado Consejo de Padres

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Colegio San José

Cuandocursaba 11° Grado (sexto de bachillerato le llamábamos en ese entonces), el colegio organizó un paseo a San Andrés con todos los estudiantes de la promoción. Corría la mitad del 89 y a esas alturas del partido estaba perdiendo hasta Recreo.

Además, por si fuera poco, el viaje costaba una fortuna y sabía que, en mi casa, si bien nunca nos faltó nada, también tenía claro que no nos podíamos dar esos lujos. Fue por eso por lo que, decidí no decirles nada al respecto a mis padres.

Aún así, cierta noche, mientras cenábamos en familia sentados en el comedor, mis padres hablaron conmigo. Me quedé perplejo cuando mi mamá me dijo que se había enterado del viaje a San Andrés por una de sus amigas, madre de uno de mis compañeros de clase.

"¿Por qué no nos habías dicho nada?", preguntó mi mamá. Con la cabeza gacha les respondí: "Es que eso cuesta demasiado dinero y como yo voy perdiendo el año sé que no me lo merezco".

Mi papá tomó la vocería y replicó en tono amable y casi ofendido: "eso en realidad no lo decides tú. ¿Y cómo vamos a decidirlo nosotros, si ni siquiera nos lo comentas? Además, tú no eres solo tus malas notas, tú eres un buen hijo, educado, amoroso, honesto, divertido, noble, respetuoso y sincero. Eso, más que tus notas, son cosas importantes en la vida de una persona, y por ello estamos orgullosos de ti. Prométenos que harás un esfuerzo por recuperar el año y bastará tu palabra para que te paguemos el viaje".

Yo, bañado en lágrimas por aquella confesión y semejante muestra de amor de mis padres, no tuve más remedio que decirles que sí, que haría hasta lo imposible por sacar adelante mis estudios.

Un par de semanas más tarde me estaría embarcando en el vuelo de SAM con el resto de mis compañeros con rumbo a la paradisíaca isla y a final de ese mismo año, con Dios y ayuda, recibiría mi título de Bachiller.

Mis padres nunca vistieron ropa de marca, no viajaban, no iban a fiestas lujosas, no salían a cenar a restaurantes pomposos ni se daban mayores gustos. Su inversión éramos sus hijos, mi hermana y yo. Todo nos lo llevamos nosotros.