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Del 30 de septiembre al 15 de diciembre en el muelle | Marcio Harum

Marcio Harum

A dos años del estallido social, es formidable percibir los meandros de la fundación de una bienal en Chile y lo que llama aún más la atención es que sea fuera de su capital. Sí, en Antofagasta, el epicentro minero por excelencia. Como brasileño procedente de una realidad política responsable de la extinción del Ministerio de Cultura en 2019, presenciar el escenario de nacimiento de esta bienal, en que la académica mapuche Elisa Loncón preside la asamblea constituyente encargada de redactar la nueva Carta Magna y Gabriel Boric ha sido electo presidente, todo ello en medio de la pandemia de COVID-19 controlada por el Ministerio de Salud, es realmente fascinante.

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Cabe destacar que, por su propio carácter inaugural, la Bienal de Arte Contemporáneo SACO1.0 contó con artistas de 15 países, acogidos en 12 sedes y 14 exposiciones gratuitas destinadas a debatir sobre esta región desértica junto al Pacífico en el norte de Chile como lugar de realización, experimentación, investigación, visibilidad, circulación y legitimación artística. La primera edición de la bienal rinde homenaje a la memoria de la reconstrucción tras el aluvión de 1991, cuando hace exactamente 30 años un centenar de víctimas sufrieron la catástrofe natural provocada por El Niño, fenómeno precursor del cambio climático. Artistas de 15 países en 12 sedes y 14 exposiciones gratuitas debatieron junto al Pacífico como lugar de realización, experimentación, investigación, visibilidad, circulación y legitimación artística.

El Muelle Histórico Melbourne Clark, instalación portuaria vinculada a la exportación de salitre y al conflicto de la Guerra del Pacífico entre Bolivia y Chile (1879-1883) y donde todo el lodo de la tragedia bajaba desde los cerros hacia el mar, es el corazón de Aluvión. La selección de los siete trabajos site-specific respondió a una convocatoria internacional realizada durante el primer semestre del año 2021. SACO conformó un jurado internacional para elegir las propuestas de exhibición al aire libre más afines a la noción de aluvión, con sentido y actualización a la escala pandémica de hoy. Seleccionamos los proyectos de siete artistas: Dominium de Aimée Joaristi (Cuba-Costa Rica), El día siguiente del aluvión de Carolina Cherubini (Brasil), Cuando habla la tierra de Julio Palacio (Venezuela-España), TILT de Marina Liesegang (Brasil), Media-aguas de Martina Mella (Chile), Seguridad simulada de Miguel Sifuentes (México) y La inundación no tiene fronteras de Rita Doris Ubah (Nigeria).

El montaje colectivo outdoor se convirtió durante la pandemia en un espacio de relaciones de colaboración e intercambio. El puente recordó la convivencia orientada por la solidaridad propia de los momentos en que los ciudadanos de una misma comunidad estrechan lazos de unidad tras la devastación. La exposición en el muelle remite a un hogar que ha sido destruido y que solo empieza a recuperar su forma: las obras exhibidas hacen críticas esclarecedoras a los sistemas de

mercado y recursos de seguridad de los bienes materiales a los que estamos sometidos al vivir en los centros urbanos. El espíritu de restauración al día siguiente de un desastre está igualmente presente en algunas de las obras. Las oscilaciones de perspectiva de status también aparecen en el diálogo entre las piezas, como un reposicionamiento sensorial ante el paisaje natural y urbano en constante transformación. La percepción del paso del tiempo y los paradigmas artísticos ante los acontecimientos de la vida marcan bien esta ubicación marítima real rodeada de lobos marinos.

El carácter singular de la Bienal SACO1.0 es el de promover, en su programación, la ocupación de espacios que tienen otros fines, con el objetivo de impulsar el avance artístico en la región. La Bienal colabora intensamente a la sensibilización del panorama de la producción cultural local. La búsqueda del equilibrio entre la exposición de arte a la intemperie y otras obras basadas en imágenes en movimiento, en salas climatizadas y oscurecidas para la proyección y visualización de videos, dan un tono primordial a esta fundación de la bienal.

En la era que estamos atravesando, solo la fundación de una plataforma expositiva, dialogante, seria y abierta, en la que prevalezca la cualidad de la superposición múltiple de voces, lugares y orígenes, puede aportarnos cierta tranquilidad para el encuentro cooperativo más allá de nuestros recientes traumas de encierro. El espacio público al aire libre junto al sonido del mar, el azul del cielo, el vuelo de los pájaros y el calor del sol del desierto plateando el Océano Pacífico es el mayor ejemplo de ello.