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OLYMPE DE GAUGES
En 1791 se produjo un hecho bisagra en la historia y para ella: la Asamblea Constituyente aprobó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, texto fundamental de la Revolución Francesa que significó los cimientos para alzar el nuevo régimen que traspasó las fronteras de ese país y que aún forma parte de los gobiernos democráticos (los conceptos claves son la división de poderes, la soberanía, las libertades del hombre como la opinión, libertad de prensa, culto, la igualdad jurídica, la propiedad jurídica y el pago de impuestos según los ingresos de cada individuo). Pero el hecho digno de una revolución social y política no lo fue tanto puesto que limitaba el alcance de esos derechos: el voto estaba relegado para los ciudadanos activos, o sea varones de más de 25 años que pagaran una contribución directa igual o superior al valor de tres jornales. Eso reducía a un escaso 15% de la población la cantidad total de electores. Todos los hombres menores de 25 años, las personas sin residencia fija y las mujeres eran considerados ciudadanos pasivos y no tendrían derecho de participación en la vida pública.
OLYMPE , ANTICIPÁNDOSE A SU
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TIEMPO, DENUNCIÓ LA SITUACIÓN Y PROPUSO LA IGUALDAD ENTRE LOS SEXOS Y LA LIBERTAD DE LOS ESCLAVOS
En vida, Olympe de Gouges tuvo que enfrentarse con la misoginia habitual de la época, y fue rechazada por la incomprensión de sus ideas por parte de muchos de sus contemporáneos.
Tras su muerte, su obra cayó en el olvido, y el desconocimiento y mala interpretación de sus escritos la convirtieron en objeto de desprecio y burla a lo largo del siglo XIX, pues gran parte de la intelectualidad francesa rechazaba frontalmente la idea de que una mujer hubiera sido ideóloga revolucionaria. Se dijo de Olympe de Gouges que apenas sabía leer y escribir, se sospechó de la autoría de sus obras y se dudó de su capacidad intelectual hasta llegar a cuestionar sus facultades mentales.
En sus escritos, panfletos y demás documentos, exigió el derecho al divorcio, reclamó que se les reconociese el derecho de los hijos naturales y centros de acogidas para mujeres. Fue con ello una precursora de la protección de la infancia y de los más desfavorecidos, al concebir, en grandes líneas, un sistema de protección materno-infantil y recomendar la creación de talleres nacionales para los parados y de hogares para los mendigos
Laura Manzanera escribió un interesante libro sobre ella: Olympe de Gouges, la cronista maldita de la Revolución Francesa. Entre otras cosas, nos comenta que es considerada por muchos la primera feminista de la historia, aunque históricamente su figura ha sido ignorada. Otras autoras tuvieron mejor acogida con sus reivindicaciones como WollstoneCraft, centrada en la educación femenina.
Fue abolicionista de la esclavitud, siendo pionera en defender públicamente su abolición y también la primera en registrar una obra de teatro antiesclavista, causando gran revuelo y oposición desde sectores muy influyentes de su tiempo. En sus obras de teatro denuncia la trata de esclavos bajo la mirada inquisidora de quienes se enriquecían comercializando con personas.
Reivindicó el amor libre y las parejas de hecho; combatió la pena de muerte; predicó los horrores de la esclavitud; defendió a madres solteras, prostitutas, parados y vagabundos; propuso una serie de impuestos a los más ricos; denunció la corrupción de los políticos…
Olympe de Gouze, era el pseudónimo de Marie Gouze, escritora, dramaturga, revolucionaria y filósofa política
Durante La Revoluci N Francesa
