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GLORIA A LOS INMORTALES

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El reflejo de una luz, La vibración de un gemido, Loque salva del olvido

Sea una piedra sea una cruz, Y los que sepan rezar Que recen a su memoria

Mientras cantamos su gloria Los que sabemos cantar. El Caribe.

-LA tierra portorriqueña acaba de abrirse para recibir en su generoso seno el cuerpo todavía caliente de un hijo por todos conceptos ilustre, y de un patricio por todas razones venerado.

Está de duelo la isla entera desde el -longevo más antiguo en el decanato de los hombres presentes, hasta el último recién nacido de la última coetánea generación. Don Salvador Brau Asencio, el veterano de cien combates librados con una pluma que era mosquete temible en manos de un adalid de gué?ra; y con una lira poética que era cráter inflamado del volcán de su pecho por donde salían versos encendidos en el fuego sagrado del petriotismo, ha muerto.

Aquel cerebro eternamente luminoso generador de ideas fecundas y avanzadas, se ha apagado; aquel corazón de apóstol, nido amoroso de todas las ternuras, se ha rendido; aquellos ojos vivaces e inteligentes que tenían con la calma reflejos infantiles, y' con la cólera el fulgor de los relámpagos, han plegado definitivamente sus párpados al huir de ellos la tibia florescencia de la vida; aquella palabra sentenciosa que vibró recia desde la juventud fustigando los desmanes del poder y clamando libertad para las masas, ha enmudecido repentinamente tronchada en sus acentos por la parca.

La última vez que le vimos, todavía quedaban escombros de energía en aquel organismo lacerado. Al saludarle, sus pupilas se dilataron para mirarnos, y hubo una frase cariñosa dicha con quejumbre de enfermo, en los labios marchitos y ya perezosos del anciano valetudinario, Ahora la noticia de - 'su muerte que nos aturde por la magnitud de la pérdida y nos obliga a prosternarnos ante el sagrario de su sepulcro.

Brau, el verdadero polígrafo portorriqueño, la más alta cumbre literaria de nuestro mundo insular contemporáneo, fué un elegido, un victorioso, ungido al nacer con el óleo de las musas, que p usier »n en su frente la chispa de la sabiduría y del ingenio.

Versos exquisitos de un clásico sabor lite rario pulidos con estro de máestro e inspira ción copiosa y expontánea; prosa jugosa intencionada sujeta cor dicción riquísima al. pensamiento imperativo del momento, donde hay según el tema, convulsiones de desesperación y rabia, gritos rebeldes de caudillo herido, alentadoras esperanzas de roto vasallaje; y después,.. en las horas de calma bienhechora, ecos dulcísimos del hogar querido en que el bardo canta con estrofas de oro á la compañera y a los hijos de su alma. Unid todo ésto que representa una palpita ción intensa de vida subjetiva y externa, objetiva e idevlógica, a sus trabajos honestos sobre historia escritos con espírítu investigador admirable desentrañando la verdad perdida en el polvo envejecido de las glosas, y tendréisa grandes razgos el acervo literario del magnate que acaba de morir, consagrado antes cuatro veces ilustre como periodista, como dramaturgo, como poeta y como historiógrafo.

Cuba la antilla hermana, inmortaliza y- enseña a glorificar en éstos momentos la memoria de su vate insigne Julián del Casal. escul-piendo en mármol su figura en reconocimiento a los prestigios del poeta; y yo me pregunto descreido; no piensa Puerto Rico, el obligado pueblo de Puerto Rico erigir y desvelar en ceremonia solemne un monumento digno del gran soldado que acaba de caer?

Cúmplase ese deber de justo y merecido homenaje en loor a la. memoria del egregio pensador que tan en alto supo escribir el nombre augusto de la patria, y aprendamos de una vez a honrar con laureles inmarcesibles el recuerdo de nuestros inmortales.

RAFAEL F. FERRER.

Noviembre de 1912.

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