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CARTAS INTIMAS

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MENUDENCIAS

MENUDENCIAS

London, Agosto.

Mi querida Esther: Reflejé en mi anterior mi estado de ánimo razonadamente alegre. La felicidad es bien poca cosa, pero cuando se consigue: cuando se retiene por un momento al visi. tarnos á su paso juguetón porla vida, nos deleitamos tanto, que no parece eino que esta impresión es un resurgimiento Ó un espectáculo maravilloso.

Las maravillas íntimas tienen un sabor extraño. No hay nada tan agradable 6 rápido como un recuerdo, como un sentimiento. Entiendo que la vida no es otra cosa que una aglutinación de recuerdos. Elrecuerdo hecho vida. Asíes mejor.

He llegado hasta pensar que la vida no es otra cosa que imaginación. Una gran tela (el alma), de hilos sutilísimos y bien entramados. que hacen una tela rasolina caprichosísima. La toma el cuidado , la distiende sobre el bastidor de los nervios el afán , y borda en ella el cariño aquellas figuras, paisajes, símboios, delirios, que nacieron en esos devaneos somniales, en esas felicitaciones. que absorven toda la actividad.

La imaginación es también una fior. Analízala, y lo comprenderás en seguida. Una flor se compone en su extructura de elementos de adorno. Hojas, color, pistilos, estambres, corola, perfume. Y ensu extructura simbólica una flor es una virtud . La imaginación deshecha, se convierte en una parva de hojas, que son los fantásticos deseos, antes llenos de vida, de color, de lozanía, de amoroso y oliente capricho. En quitando á la vida la flor de la !imaginación, ha muerto el ideal. Estees un lozanísimo pimpollo de primavera, ¡pero cuidado si el viento

Nosotras las mujeres, somos más idealistas, porque indiscutiblemente tenemos más imaginación, 6 la cultivamos más. Está eñ nosotras esta facultad tan pegada á nosotras misnías, que no comprendemos la existencia sino imaginativamente. Porque somos más locuaces, más risoteras, más alegres, y proporcionamos más encantos; porque esa nuestra inquietud nace de la titilación imaginativa, que produce un modo de arte- dentro de la-vida, que la hace risueña y sutilmente encantadora.

Se nos censura, porque somos inquietas. Ese es nuestro mérito. Elagua muerta es perjudicial, enferma, y si no es esto, es antipoética, tristona y aburrida. No hay aburrimiento igual al que producen los lagos. La lluvia chapotera, las olas juguetonas, los rayos de la luz en esa inquietud temblona sobre una planicie de rosas al amanecer, produce una sensación de deleite hermosísima, arranca quejidos dulcísimos de amor oculto. Viendo la irquietud de la belleza de la vida,se experimenta una íntima delectación, un sacudimiento nervioso tan regódeante, que nos lleva hasta abrazarnos estrechísimamente con la existencia. Cautamos á la vida. El ejemplo está patente con la existencia espiritual de las almas que viven donde la naturaleza es muerta.

¡Cómo es posible que una mujer de las nieves, de las nieblas, de la mudez de la uaturaleza, sea como una mujer meridional, donde sólo escucha, desde que nace, el canto de los pájaros, la eanción de las flores y los acordes de la brisa. La naturaleza le dió ej ejemplo. Se hermanan en un punto la vida síquica y la vida de la naturaleza. Los enlaces, que llaman misteriosos. de estas dos almas tan al parecer distintas, y distantes, radican en un punto: la creación. Y ella es tan varia, tan hermosamente desigual, que esta locura de líneas en desorden, es su mayor encanto.

¡Bendita la inquietud! -

Los hombres quieren motejarnos desdorosamente hablando de nuestra voluble inquietud. ¿Y por qué se quejan?

¡Qué injustos! Ellos ni son artistas, ni han comprendido nuestro modo de ser. Precisamente esa inguietud femenil mote- : jada, es lo que más les seduce, les enloque- 1 ce pero ellos truecan los frenos y llaman vida 4 su cansancio, llaman vidaáesa inquietud de eus espíritus venales ó enfermos. Nosotras trazamos estrofas alegres de vida, pero su inquieto aburrimiento los abomina. porque el ideal de ellos j está en las pasiohes, y esto sí que es triste y debemos abominarlo las tristes mujeres. Nos dictamina un delirio, y nosotras todavía les alegramos su vida enferma.

Ahur.

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