10 minute read

CASAS de TENIS

Con el estreno de la década de los 70, José Bonilla León y otros ‘locos’ por el tenis sembraron la semilla del Club de Tenis San Francisco en el antiguo reformatorio. Dos pistas de albero y una casetilla de vestuario. Junto a Concepción Guerra Antúnez fundó una gran familia alcalareña, a la que llegaron Santiago, María Dolores y Alicia. José debe de observar desde arriba como su progenie sigue practicando el tenis y amando la entidad por la que tanto trabajó, el Club de Tenis Oromana. FAMILIA BONILLA

José Bonilla sabía que los logros vienen siempre después del esfuerzo. Tras la fundación del Club junto al San Francisco de Paula, tanto él como los demás socios fundadores lograron mudarse al Álamo hasta que, tras arduas gestiones, consiguieron la cesión de los terrenos donde hoy se ubica el Club de Tenis Oromana.

Advertisement

Se desvivía por el Club y por el tenis. Hacía todo cuanto estaba en su mano para contribuir a la mejora y crecimiento de la entidad, por el bienestar de su gente. Y sin afán alguno de protagonismo, más bien en silencio, le gustaba hablar a través de los hechos. De ello dan fe quienes le conocieron.

Y contagió el tenis. Tanto que su hijo empezó a practicarlo desde pequeño y ya no hubo momento que no deseara estar entre pinos viviendo la emoción del deporte, junto a su chaval en ese sueño que él mismo contribuyó de forma decidida a hacer realidad.

Su hijo Santiago se congratula de ser la primera generación de hijos de socios. Empezaron a jugar al tenis junto a Manolín y Pedro Alba, Carlos Portillo, Charli Morilla y Desiderio, los jóvenes pioneros en las pistas del antiguo reformatorio. Eran los “chavalitos”, queridos y mimados por los románticos del tenis que fueron Manolo Alba, Pepe Casanova, Domingo Romero o Antonio Portillo. Recuerda a su padre y a Manolo Alba, grandes amigos, acompañándolos en las ligas sociales y, en especial, aquella última jornada donde se consiguió el Campeonato en Mairena del Aljarafe con el equipo que formaron Calderón, Luichi, Manolín, Alba, Luis Fernández, Santiago Peinado y Luis Ortiz.

Otro hito importante para esta familia fue la inauguración de las nuevas instalaciones en el actual emplazamiento, parecían no acabar nunca, y cada día peregrinaban para comprobar el avance del proyecto. La magia del sitio ha regalado a esta familia una gran cantidad de amigos, alimentando un orgullo de pertenencia que garantiza el futuro.

Al mañana los Bonilla le piden que el Club siga en la línea de mejora constante que le ha llevado a ganarse este prestigio, con estas instalaciones, en ese sitio, único. Harán como su padre. José Bonilla practicó el tenis hasta los setenta y tantos largos para pasarse luego a la petanca. Mientras la salud se lo permitió fue al Club, con una sonrisa de satisfacción, saludando a cuantas personas se encontraba, como él, en un lugar tan especial de Alcalá, creado por aquellos románticos que vestían pantalón corto, de blanco y raqueta en mano.

La historia del Club de Tenis Oromana está estrechamente vinculada al apellido de una familia alcalareña que ha demostrado desde siempre su pasión por el tenis. Entre los ‘locos románticos’ que en 1970 fundaron el Club, los Portillo eran mayoría. Los hermanos Manuel y Antonio, y el hijo de éste, sembraron la primera semilla con el Club de Tenis San Francisco. Ellos ya se fueron, o no, ahí siguen. Hoy son muchos más, tan apasionados como sus ascendientes, agradecidos, orgullosos, con la fuerza intacta de aquellos pioneros que trajeron el deporte de la raqueta a su pueblo. FAMILIA PORTILLO

La familia la conforman los Portillo González, Portillo Ríos, Portillo Pérez y Portillo Mora. Han continuado Juan Carlos Portillo Ríos (hermano de Antonio y actual vicepresidente del Club), su mujer Manuela Pérez Cruz y sus hijos Carlos Portillo Pérez y María Portillo Pérez. Por parte de Manuel Portillo González, sigue vinculado al Tenis Oromana su hijo, Manuel Portillo Mora.

Manuel Portillo González fue el primer presidente del Club y Antonio Portillo Ríos uno de los principales impulsores. Jugaba el tenis más “elegante” de la época y era un verdadero campeón. Fundó la primera escuela de tenis no oficial del Club. Para ayudarse a pagar los estudios, impartía clases de tenis a los chavales que empezaban. Tenían 10 años de edad. Estaban Santiago Bonilla, Adolfo Guerra, Manolo Alba, Francisco Morilla, Fco. Javier Bonilla y Juan Carlos Portillo. Antonio les llevaba a competir con otros clubes, expandiendo así la afición al deporte en Alcalá de Guadaíra. Por su parte, Antonio Portillo González nunca practicó el tenis pero fue de aquellos socios que se buscaron para salir adelante en la parcela económica. Posteriormente a los fundadores, tanto Manuel Portillo Mora, hijo de Manuel Portillo González, como Carlos Portillo Ríos han mantenido el vínculo con el Club participando de su gestión y crecimiento a lo largo de los años.

Antonio Portillo Ríos ganó tantos campeonatos que en casa tenía una habitación exclusivamente dedicada a los trofeos. Debido a problemas físicos tuvo que dejar de jugar y el Club a los cuarenta y pocos, pero dejó una huella imborrable. A los pequeños que comenzaban los llevaba a competir contra otros clubes usando su coche junto a Manuel Alba padre. En los 80 solían ir a la finca de Antonio Beteré, a la entrada de Dos Hermanas, donde tenía una pista en la que jugaban con sus hijos. Luego los hermanos Portillo, sin olvidar el tenis, se aficionaron al futbito y hasta se enfrentaron entre sí, con no pocas expulsiones de un Carlos bastante temperamental.

Después de un paréntesis académico, una vez nació su hijo, Carlos Portillo regresó al Club en 1997 y desde entonces es un fijo “entre pinos”, muy vinculado al pádel, disciplina deportiva que también practican su mujer y sus hijo Carlos y su hija María, grandes campeones. Actualmente forma parte de la Junta Directiva del Club como vicepresidente. A la gestión de este medio siglo Portillo le pone un sobresaliente. Hoy día el Club de Tenis Oromana es referencia en Andalucía, con 600 familias unidas por el deporte, unas instalaciones magníficas y, sobre todo, los valores que inspiraron su fundación: espíritu deportivo, competición, carácter familiar y amigos y educación antes que resultados. Para la familia Portillo, el mejor homenaje para aquellos “locos” es lo que hoy es el Club. Así ha sido, es y debe seguir siendo hasta, como mínimo, los próximos 150 años.

Los Alba constituyen una de las grandes raíces del Club de Tenis Oromana. Manuel Alba Ruiz se incorporó en julio de 1971 y desde entonces formó parte de todas las directivas de Antonio Sánchez. Fue vocal, vicepresidente y adjunto al presidente hasta que se marchó al graderío de honor que tiene el Club. Con Antonia Huéscar Hernández formó una gran familia de cinco hermanos, todos siguen vinculados a la que consideran su casa, su Club.

FAMILIA ALBA

Desde el primer momento colaboró con el Club. Tuvo una participación fundamental en la construcción del primer vestuario, también en los soportes de la iluminación de las dos pistas que había por entonces. Como Director de Flex, fue uno de los prohombres de Alcalá, uno de los socios fundadores y visionarios que, con su ilusión y tesón, partiendo de unas modestas instalaciones, contribuyeron al crecimiento y prestigio del actual Club de Tenis Oromana.

Manuel era el consejo cierto que siempre tuvo Antonio, especialmente en lo referente a aspectos técnicos. Su colaboración y aportaciones al Cub durante 44 años fueron innumerables y muy importantes, teniendo además un papel destacado en las relaciones exteriores de la entidad. Deportista de siempre, su pasión por el tenis le llegó más tarde. Y pese a tener un tenis básico y muy personal, obtuvo numerosos éxitos deportivos defendiendo los colores del Club. Siempre competía con mucha entrega y amor propio.

En cierta ocasión, jugando un partido de dobles con su amigo Paco Mestre, Manolo no paraba de gritarle mía, mía, mía. El bueno de Paco paró el partido y haciendo un semicírculo en un rincón de la pista hasta donde alcanzaba con la raqueta le dijo: mira Manolo tú la devuelves todas pero la que venga para este rinconcito, me la dejas a mí. El hecho, por todos conocido, da la medida de la personalidad y el espíritu competitivo de Manuel Alba. Su ejemplo inculcó en sus hijos y nietos el amor por el deporte, quienes desde temprana edad compiten con el escudo del Club. Pedro destacó en la actividad de ajedrez, otra de las pasiones de Manolo Alba, y tanto Sergio como su hijo Manolo siguen representado al Tenis Oromana en competición.

Manolo y su mujer Rocío Hornillo fueron el primer matrimonio de hijos de socios, y hoy Manolo continúa al lado de Antonio como miembro de la Junta Directiva y participando en la actividad de pádel, tanto en la organización de eventos solidarios como de competiciones de alto nivel. Destaca su impulso a los equipos de competición como jugador, como capitán del equipo absoluto y de veteranos del Club. A nivel personal, y deportivamente, Manolo Alba ha conseguido importantes triunfos en el circuito andaluz y campeonatos de España de veteranos. La familia Alba continúa profundamente arraigada al club, no sólo con los hijos sino ya también con los nietos de Manolo y Antoñita, que han heredado su pasión por el tenis y en general por el deporte. Una familia que participó de forma importante en el origen, que sigue trabajando en el presente, pero que también deja un importante activo para el futuro de nuestro Club.

El latido del corazón de Antonio Sánchez suena a la banda sonora del Club de Tenis Oromana. Tiene el ritmo acompasado de todas las pelotas que resuenan en las simultáneas que se disputan en las pistas una tarde de primavera. Para él, es las sinfonía del deporte de su vida. Y así, como un plácido mandato, lo interpreta toda su familia. FAMILIA SÁNCHEZ

La familia Sánchez-Barrera respira tenis por sus cuatro integrantes: Antonio Sánchez Ordóñez, Mª Carmen Barrera Marchena, Antonio Sánchez Barrera y Eva Mª Sánchez Barrera.

Antonio Sánchez Ordóñez es fundador del Tenis Oromana junto a otros miembros. Su hijo, Antonio Sánchez Barrera, está vinculado al Club desde su traslado a los terrenos actuales de Oromana en 1983 . Representa al Club en varios deportes como tenis, pádel, fútbol sala o carreras populares. Es el actual delegado de Comunicación. Eva María Sánchez Barrera, igualmente en el club desde los inicios en Oromana, compite actualmente en pádel, ha jugado al tenis desde su infancia y compitió en tenis además de en natación representando al Club, es delegada de Juventud y Actividades Sociales del club.

Los Sánchez-Barrera son génesis de la entidad. El Club era el lugar de reunión de las familias de entonces y, hasta la edad adolescente de hijos e hijas, el sitio donde se permanecía a todas horas. Aquellos niños son ahora socios con sus respectivas familias, como es el caso de Antonio Sánchez Barrera, casado con Elvira Castaño, una de las niñas de aquel grupo de adolescentes de finales de los ochenta e inicios de los noventa.

Mª Carmen, Eva y Antonio recuerdan desde siempre al fundador y eterno presidente rodeado de papeles, llamadas y ante el ordenador enfrascado en la gestión del Club. Trámites y negociaciones para que esta institución saliera adelante con los precarios recursos de los que se disponía. Actualmente hay una mejor estructura pero el papeleo, ahora digital, sigue formando parte de la casa. Los cuatro dan gracias al trabajo realizado, al tiempo vivido en un entorno donde muchas familias han convivido y han educado a sus hijos bajo unos valores que los han modelado en las personas que hoy son. Esta casa alcalareña de tenis tiene el firme propósito de que nunca se pierda el espíritu del Club, referencia deportiva, moral y social en Alcalá, Sevilla y toda su provincia.

This article is from: