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Los sordos en San Hipólito
Solidaridad y Misión
LOS SORDOS EN San Hipólito
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Autor: Hno. Juan Carlos Bugarín Lara, CMF
El templo de San Hipólito y San Casiano de la Ciudad de México, uno de los lugares en los que se venera a San Judas Tadeo, tiene una peculiaridad, los domingos se pueden observar sordos a su alrededor y quienes han participado de la misa de 11:00 a.m. se pudieron percatar de que se reservan lugares especiales para ellos y se cuenta con intérpretes.
Los sordos se empiezan a agrupar en este templo desde el año 1905, con la finalidad de recibir instrucción religiosa, años más tarde se irán consolidando proyectos educativos para niños y jóvenes sordos. Esta comunidad silente llegó varias décadas antes que la devoción a San Judas cobrara auge.
El pasado 24 de julio se hizo memoria del responsable indirecto de que los sordos se reúnan en este templo. Estoy hablando de Jaime Clotet, un sacerdote catalán que pertenecía a la congregación religiosa de los misioneros claretianos, quienes desde hace más de 100 años custodian San Hipólito.
Hace más de 150 años al P. Jaime Clotet le llevaron a un niño sordo par ser confesado y que se le instruyera para recibir la Primera Comunión, él se cuestiona de cómo lo hará pero acepta el reto de aprender la Lengua de Señas. Años más tarde sería reconocido como catequista y profesor defensor de la Lengua de Señas como medio para que los sordos aprendieran.
En 1884 los Misioneros Claretianos llegaron a México y una de sus principales encomiendas fue el templo de San Hipólito, en el cual algunos sacerdotes que conocieron al P. Clotet y conocían de su labor con lo sordos, se atrevieron a aprender la Lengua de Señas de México, instruidos por los mismos sordos.
Jesús vino a hacer oír a los sordos, esto los cristianos lo debemos entender: en nuestro contexto cómo dignificar a los sordos. Jaime Clotet lo entendió muy bien cuando apostó por ellos, ya que sabía que la Gloria de Dios es que el ser humano tenga una vida digna, de calidad. Atrévete a aprender la Lengua de Señas Mexicana, a crear una sociedad más inclusiva, a poner en práctica tu fe, como lo hicieron San Judas y Jaime Clotet. Un cristiano no puede vivir como si los otros no existieran, debe preocuparse porque el Reino de Dios se haga palpable en la tierra para todos y todas.
Jaime Clotet, movido por anunciar el Evangelio, se atrevió a aprender la Lengua de Señas, no sólo para “adoctrinar”, como dirían algunos, sino para dignificar a los sordos. Ese pequeño reto que inició el P. Clotet con un niño sordo se convirtió en miles de alumnos que han pasado por las obras educativas para sordos de los misioneros claretianos. Atrévete a ser inclusivo y cambiar la historia.