Telar 63

Porque Claret tejió telas, y luego las Buenas Noticias Un vínculo afectivo con la familia claretiana

Año 19 - Nº 63 - Julio - Septiembre 2015

Realidades familiares y testimonios, hoy

“Hacer retornar la Iglesia a sus orígenes”

TELAR junto a los mártires emblemáticos

A la espera de nuevos “retos y programas” misioneros

Sr. Editor general: Muy ilustrativo me ha sido conocer por el último TELAR (“La Iglesia y el poder, una alianza funesta”) el origen de la unión con el poder político, militar, económico y social que tanto daño ha causado a nuestra Iglesia; porque la ha llevado a traicionar el mensaje y el ejemplo de su Fundador.

Se dice que si la Iglesia no fuera obra divina, no habría podido sobrevivir a la suma de barbaridades y escándalos que registra su historia. Pero esto no basta para dejarnos tranquilos. La misión de la jerarquía y el pueblo cristiano, religiosos y laicos, es hacer retornar la Iglesia a sus orígenes. “Otra Iglesia es posible”, decimos muchos, basados en la fe y la esperanza. A esa nueva Iglesia, el único poder que le compete es el servicio, como dice y testimonia el papa Francisco, verdadero profeta y enviado de Dios para guiarnos en ese urgente retorno.

María Dolores Jiménez Montevideo. Uruguay

Apreciado Alfredo: Muchas gracias por tu mensaje.

Telar nos llega puntualmente y queda disponible para quien desee leerla en la sala de la comunidad. Yo personalmente siempre me la repaso.

La nueva web sobre el P. Mariano me ha parecido muy lograda y nos sirve de ejemplo para hacer algo parecido desde la web de los mártires de Barbastro. Ánimo y adelante con tus emprendimientos.

Un cariñoso saludo y abrazos.

Querido Alfredo: Te agradezco el envío de la revista TELAR que me estás haciendo llegar.

Por aquí esperamos ver cómo se reorganiza nuestra Congregación tras el Capítulo General que se está celebrando en Roma. A mí personalmente me interesa mucho cómo se irán configurando las distintas Provincias y los retos y programas que surjan, aunque uno tenga ya menos fuerzas, pero sí con ilusión y ganas.

Un fuerte abrazo y muchos saludos a todos esos amigos y hermanos de Chile.

Carlos Latorre G., cmf Casa Museo Mártires de Barbastro.

España

Critica visión de Iglesia y poder

Señor Editor: Me asombran algunas críticas ácidas que TELAR suele lanzar a la Iglesia. Pero en el artículo “La Iglesia y el poder, una alianza funesta”, del último número, me pareció ver casi la visión de un enemigo.

Me impactó la forma en que se sacan a luz comportamientos sumamente escandalosos que, según el autor del texto, se produjeron en la conducción de la Iglesia, y en especial en algunos papas; situaciones que según el artículo se iniciaron por una “alianza funesta” entre la Iglesia y el poder imperial de Roma, realizada por el emperador Constantino.

Se dice que éste no fue el gran liberador que enalteció el Cristianismo como nos han enseñado, sino un “gran oportunista”, que por salvar al imTelar perio en decadencia, prácticamente lo fusionó con Es una publicación de los Misioneros Claretianos la Iglesia, hizo del Papa un Director: José Agustín Cabré Rufatt, cmf. nuevo emperador lleno Editor general: Alfredo Barahona Zuleta Diseño: ECCLA, Ediciones y Comunicaciones Claretianas de riquezas y prebendas, Zenteno 764 - Casilla 2989 Santiago-21. Santiago - Chile y causó a la Iglesia “uno de los mayores daños”.

F. (56) 226 95 34 15, Fx. (56) 226 95 34 07 E-mail: eccla@eccla.cl · www.eccla.cl

Cartas

2

Jesús Ros L., cmf Salvatierra-Agurain. Álava, España

cartas

Se habla de “la vergüenza de los peores pontificados del Renacimiento”, con papas de grandes desenfrenos en medio de sus cortes, que serían herencia de las imperiales.

Si todo eso es efectivo, creo que una publicación religiosa podría decirlo en forma mucho menos descarnada. Además, no se puede desconocer que la libertad otorgada por Constantino originó el desarrollo institucional de la Iglesia, donde no todo fue riqueza, mundanidad y desenfreno.

A partir de ahí florecieron grandes santos, seguidores ejemplares del mensaje de Cristo, congregaciones religiosas que se entregaron a la enseñanza, la caridad con los pobres, los enfermos, los desamparados… En el Renacimiento de “los peores pontificados” brillaron santos de memoria imborrable para la Iglesia.

Mi amor a ésta me mueve a hacerlo presente.

Guilllermo Cáceres Encina Temuco. Chile

¿Somos todos, más o menos, corruptos?

“La corrupción es la polilla, es la gangrena de un pueblo”, sostuvo en Paraguay el papa Francisco, en uno de sus memorables encuentros con miembros de la sociedad civil. Agregó que “si un pueblo quiere mantener su dignidad tiene que desterrar” este flagelo; “estoy hablando de algo universal”.

En la anterior edición de TELAR reflexionábamos sobre cómo la plaga de la corrupción corroe sistemas políticos, administrativos, financieros, económicos, eclesiales y hasta deportivos a lo ancho del mundo. Francisco no peca así de exagerado. Pero se quedaría corto si entendemos que la corrupción gangrena sólo a las instituciones.

Aparte de que toda acción, buena o mala, es obra de personas y no de las instituciones, los seres humanos no se hacen corruptos de la noche a la mañana; se llega a transgresiones morales graves tras una secuela de faltas, infracciones o conductas reñidas con la ética que suelen haberse multiplicado o fueron “in crescendo” desde temprana edad. Debilidad en los valores inculcados por la familia o la educación formal, o bien la autoindulgencia o lenidad con que se ha ido ensanchando la propia manga sin cuestionar lo que

se deja pasar por ella, pueden derivar en que lleguen a colarse con el tiempo verdaderos delitos que no intranquilicen al transgresor en tanto no sean descubiertos.

“Quien es fiel en lo poco lo será también en lo mucho”, sostiene el Evangelio (Lucas 16,10) como camino seguro por el que ha de transitar nuestra vida en las relaciones sociales. Por el contrario, con su dureza singular frente a los hipócritas, Jesús fustiga al que no ve la viga atravesada en su ojo, pero rasga vestiduras ante la paja en el ojo ajeno (Lucas 6, 41-42).

Valga preguntarse entonces de cuántas formas cada uno de nosotros -parodiando similar anatema del Salvador (Mateo 23,24)- haya ido dejando de colar los mosquitos y podría llegar a tragarse el camello, como otros a quienes crucificamos por corruptos.

Es que las “pequeñas mentiras”, los “engaños inocentes” y las transgresiones para sacar provecho no suelen cargarnos la conciencia ni acarrean habitualmente la sanción social; por el contrario, son sinónimos de viveza, picardía, sagacidad e ingenio para sacarles partido a las circunstancias.

Ello se tolera, se incentiva y hasta se enseña en el hogar, con el “dile que no editorial

estoy”, y otros engaños “inocentes”. De ahí el “educando” salta al colegio, donde copia resultados en las pruebas o exámenes, saca partido de las situaciones para ubicarse, elude trabajos e incumple obligaciones engañando. Hará lo propio en los niveles superiores y hasta en la universidad. Luego en los ámbitos laborales o en el desempeño profesional.

Para entonces ya habrá acumulado incontables transgresiones y falsedades en orden a “bien vivir”, aunque la necesidad no obligue. Ejemplos: el transporte público en Santiago de Chile registra actualmente un 25% de evasión del pago de pasajes. Una investigación reciente demostró que la infracción más alta ocurre en uno de los barrios más pudientes de la ciudad. El sistema pierde 415 millones de dólares al año, mientras sólo el 17% de los evasores está bajo la línea de la pobreza.

Otro gravamen enorme sufren los sistemas de salud del país por licencias médicas falsas o exageradas que se presentan en los trabajos. Y en otro ámbito, vergüenza nacional provocó, tras un gran terremoto reciente, un saqueo de centros comerciales donde aprovechadores del caso hurtaron frente a cámaras de la televisión no simplemente artículos de primera necesidad, sino sobre todo televisores, lavadoras, microondas, computadores y cuanto pudieron echar en sus autos. Eran hasta médicos y abogados.

Un reguero de indignación pública recorre países de aquí y de allá donde sucesivas cajas de Pandora han dejado al descubierto sendas corrupciones de políticos y otros grandes centros de poder. Mientras el clamor público se alza con justificación frente a ellos, ¿no valdrá la pena preguntarse quién puede “lanzar la primera piedra”?

Alfredo Barahona Z. 3

Bodas de plata y oro en seis vidas misioneras Gregorio y sus 50 años de vida claretiana Gregorio Gañán Poza fue de los primeros claretianos en llegar a Paraguay en 1979. Se vino de España a las rojas tierras guaraníes para sumar esfuerzos en la evangelización integral del pueblo.

Había nacido en Cabrejas del Pinar, un pueblito de Soria que tenía entonces casi 1.000 vecinos, y ahora, apenas 300.

Familias labradoras. Gente de pastoreo que le vendía sus corderos al Tío Bonifacio. De las minas de mármol que una vez tuvieron, queda apenas el recuerdo.

Gregorio ingresó al seminario claretiano, y a los 20 años, el 15 de agosto de 1965, se incorporó oficialmente a la congregación con los primeros votos religiosos. Fue consagrado sacerdote en 1972.

Sus inicios en Paraguay transcurrieron en la zona de Yhú (“Agua negra”, en guaraní). Allí conoció el calor del trópico y los grandes espacios entre los solemnes ríos Paraguay y Paraná. Encontró también a gente amable, sencilla, de hablar dulce como la música de sus arpas. Familias que viven dispersas en la amplia geografía.

Allí los claretianos han entregado el servicio religioso y han aportado a la educación, formación y organización popular.

Gregorio ha estado en todo eso. Se le ha visto dedicado a la animación de las comunidades, a la formación de catequistas, a la defensa de los derechos

de los campesinos, a la promoción de líderes sociales.

Desde casi cuarenta años, la mano maternal de María bajo la advocación nacional de Caacupé y las costumbres guaraníes lo han llevado a identificarse con su pueblo: a compartir el “tere-

Los 50 movidos años de Miguel Angel

Miguel Angel Bonino amaneció en este mundo en Elena, un pequeño pueblo cordobés formado mayoritariamente por colonos italianos atraídos por las pasturas, las aguadas y el buen clima.

Su niñez transcurrió al sur de la provincia de Buenos Aires, en Coronel Pringles, la “ciudad de los lanares”. Realizó los estudios secundarios en el seminario claretiano de Rosario, el año de noviciado en Chascomús, y los estudios 4

de filosofía y teología en Villa Claret, Córdoba.

En 1965 recibía la ordenación sacerdotal, junto con sus compañeros Tomás Agüero, Tomás Salas y Rodolfo Bavera.

–Eran -dice- los tiempos esperanzadores del Concilio Vaticano II. Se abría ante nosotros un panorama nuevo que buscaba revitalizar las comunidades cristianas. Era un tiempo apasionante, porque la iglesia ya no se contemplaba a sí misma como una institución principalmente jerárquica, sino se autodefinía como “pueblo de Dios”.

Tras estudiar Catequesis en el instituto argentino de la especialidad, estuvo luego en Rosario (1967-1970) acompañando a universitarios de origen humilde, con quienes creó una especie de comunidad no expresamente religiosa, vida claretiana

que culminó en misiones de verano en ámbitos de la Prelatura de Humahuaca.

De regreso en Rosario tenía ya un nuevo destino, en Ibarreta, Formosa, donde a partir de 1970 permanecería 29 años que –confiesa- marcaron su vida.

—He descubierto muchas bendiciones de Dios, sobre todo en el acompañamiento de los cosecheros del algodón y hacheros de los algarrobales y quebrachales. Con ellos y sus familias fuimos constituyendo, en lo promocional las ”Ligas campesinas”, y en lo estrictamente religioso y evangelizador las “Comunidades eclesiales de base y pastoral bíblica”. Me tocó acompañar y formar comunidad con pueblos originarios “toba-pilagá” de Ibarreta y Riacho de Oro.

Cinco misioneros de nuestra provincia claretiana San José del Sur celebraron en los últimos meses cincuenta años de entrega religiosa o sacerdotal al servicio del pueblo cristiano. Otro, venido de lejos pero incorporado con entusiasmo a este campo misionero latinoamericano, sumó veinticinco años de evangelización sacerdotal al estilo de Claret.

Recopilamos aquí algunos rasgos de las respectivas andaduras que ellos han caminado tras el Maestro que los llamó a ser pescadores de hombres.

Eleuthère, 25 años intercontinentales ré” o mate helado, admirar los hilados de “ñandutí”, inspirados preciosamente en la tela de las arañas, cantar acompañado de las arpas, y comer la mandioca con los campesinos.

Por eso, la comunidad de Yhú se vistió de fiesta el pasado 15 de agosto para celebrar sus 50 años de vida claretiana, en una solemne eucaristía donde recibió el afecto de sus hermanos claretianos, el agradecimiento del pueblo cristiano y el abrazo del obispo de Coronel Oviedo, D. Juan Bautista Gavilán.

Toda la familia claretiana agradece con emoción la fidelidad y entrega misionera de nuestro hermano. ¡Que sean muchos años más!

Elegido por sus hermanos misioneros fue luego parte del equipo de gobierno de los claretianos de Argentina y Uruguay, donde estuvo a cargo del área de Apostolado, trabajando en misión compartida con laicos/as en la tarea evangelizadora.

Pero es su labor misionera en el noreste argentino lo que recuerda con mayor entusiasmo.

–Desde principios de 1972 comenzamos un acercamiento a los pueblos originarios de esa zona, tanto en la atención de la salud, escuela bilingüe y bicultural, lucha por la tenencia de la tierra (“recuperar la tierra es volver a la vida”) construcción de 70 viviendas, alambrados perimetrales y de divisorias internas, “plan vaca”, plan agua con excavación de represas y construcción

de un aljibe por familia o cisterna para guardar agua de lluvia.

De 2000 a 2002 Miguel Angel cumplió su servicio pastoral en la Vicaría de los Boulevares, Córdoba, pasando desde allí a Rosario, hasta hoy. Lleva más de 12 años como párroco y ha estado al frente del Decanato Centro hasta hace poco, durante 8 años y medio.

Ahora celebra sus 50 años de sacerdocio “con una alegría grande y un agradecimiento a la bondad de Dios que me llamó a proclamar su mensaje. Una alegría que ha aumentado al tener al papa Francisco, que nos parece haber confirmado nuestro proceso pastoral. ¡Gracias te doy, oh Madre, por la vocación recibida, danos la gracias de ser a ella fiel toda la vida. Amén”.

La República Democrática del Congo, en el centro de Africa, es el segundo mayor país del continente, con 2.400.000 km2 y 77 millones de habitantes. Al poniente de su geografía, una franja de tierra boscosa le da salida al Atlántico separando las fronteras de Angola y la República del Congo.

En esa región está Matadi-Kenge.

Allí nació Eleuthère Katuka en 1960.

Veintidós años más tarde se incorporaba oficialmente a la congregación claretiana mediante los primeros votos como religioso misionero, y el 15 de julio de 1990 fue consagrado sacerdote.

En su tierra africana se desempeñó en diversas tareas evangelizadoras, alternando el servicio pastoral de las comunidades con su vocación de escritor.

Ampliando su horizonte misionero, en diciembre de 2011 llegó a evangelizar en el sur de nuestra América latina. Su primera experiencia fue en el noroeste argentino, en las alturas de Humahuaca y La Quiaca.

Actualmente realiza su trabajo pastoral en la comunidad de Rosario, donde ha celebrado sus veinticinco años de sacerdocio acompañado por el cariño de esa parroquia y de sus hermanos claretianos, que han visto en él, y le agradecen, su vocación misionera. ¡Gracias, Eleuthère, por estar con nosotros!

Continúa >> vida claretiana

5

Desde los pagos cordobeses, Tomás Salas Tomás era un niño cuando un misionero claretiano pasó por su pueblo predicando sermones y llevando chicos al seminario menor. Era la costumbre en esos años, a comienzos de la década de 1950.

Esquina, aquel pueblo cordobés, era un lugar apacible, apartado y con 300 vecinos que trabajaban en la agricultura y la ganadería. Tomás y su familia se interesaron por que el chico fuera a estudiar “para ser curita”. Villa del Rosario sería el lugar apropiado para empezar la aventura. Según recuerda Fermín Gutiérrez, vecino por esos pagos, Tomás le dio un beso de despedida a su caballo y se fue al seminario menor.

Allí se destacó pronto por cierto liderazgo, sus condiciones para el estudio y las habilidades en el fútbol. Paso a paso fue recorriendo etapas, para

luego estudiar filosofía y teología en el seminario mayor de Villa Claret.

Allí, el 25 de septiembre de 1965 el obispo mercedario de Catamarca don Pedro A. Torres confirió, en el templo de Alta Córdoba, la ordenación sacerdotal a los cinco claretianos del curso que finalizaba sus estudios. Entre ellos, Tomás Salas, que pasó a formar parte de la comunidad de Rosario.

Tres años más tarde asumía como párroco en Chascomús, aportando con creatividad respuestas pastorales que buscaban integrar al laicado en la evangelización: la formación de catequistas y la organización de “las manzaneras” para visitar a las familias en cada manzana del territorio parroquial.

En 1973 estuvo también como párroco en Catamarca. Después en Bahía Blanca, y luego en Mendoza. Aquí empezó a padecer ciertas oscuridades que

en definitiva anclaron en un problema de salud mental que lo fue alejando de la realidad. Para cuidar su salud y entregarle la atención necesaria pasó a la comunidad asistencial claretiana en Rosario, donde está en la actualidad.

Lo acompañamos con cariño fraterno y, aunque no pueda saberlo, le agradecemos su vida misionera, que asumió con entereza hasta que la enfermedad lo dejó descolocado del mundo real.

Desde la Cuesta del Portezuelo, Tomás Agüero

Tomás llegó al seminario desde las serranías hermosas de Catamarca. Con su hablar pausado, su cercanía sencilla y fraterna, su sentido de responsabilidad, fue sumando cursos, conocimientos, experiencias y amistades. En Villa Claret, Córdoba, hizo los estudios de seminario mayor y recibió la ordenación presbiteral, hace cincuenta años. Toda 6

una vida. Le pedimos nos cuente de su sacerdocio.

–Recuerdo al cardenal Pironio, que decía: el sacerdote es un hombre a quien Cristo amó de una manera única.

He asumido responsabilidades en parroquias, colegios, vida religiosa y trabajo en algunas zonas marginales.

–¿Qué ha marcado tu vida?

–He procurado amar, y amar es estar atento: a las tareas, a los lugares, a las personas. Los lugares en donde se ha estado se te meten al corazón y quedan allí para siempre.

–¿Y tus recuerdos en esta hora especial?

–¿Cómo olvidar Córdoba, testigo de mis inicios? La pastoral juvenil me llenaba el alma. Después, Chascomús, una laguna inmensa de amistad. Tiempo de docencia en el colegio y parroquia. vida claretiana

No puedo olvidar tampoco Bahía Blanca, un tiempo de crecimiento en el gozo de trabajar con equipos laicales. Allí los claretianos de Argentina y Uruguay empezamos la Comisión Provincial de Educación, –¿También estuviste colaborando en el extranjero?

–Sí; en la docencia y pastoral juvenil en Maranga, Lima, Perú. Después pasé unos años en Venezuela. En Petare, racimo de barrios, había que subir y bajar los mil peldaños escalonados donde aprendí que para subir a Dios hay que bajar al pueblo. Allí, en Mérida, viví fuertes tiempos de fraternidad comunitaria, muy cerca del dolor y la sangre del pueblo sufriente.

–¿Y en Argentina?

–Dios me regaló el descubrir en la experiencia de vida la belleza de la op-

Desde las llanuras de Santa Fe, Rodolfo Bavera Mercedarios y jesuitas anduvieron en los comienzos evangelizando la tierra de los mocovíes. Por eso N. Sra. de la Merced y el santo misionero de Oriente son los patronos del pueblo santafecino de San Javier.

Allí vio Rodolfo la luz del día. Y cuenta que, siendo niño, conoció a los claretianos desde un árbol donde estaba encaramado cazando chicharras.

Porque llegó al pueblo el padre Jacobo Dusso a predicar una novena, y un chico vino a decirle que el misionero lo tenía en lista para llevarlo al seminario.

–¡Ni loco -dije-; yo quiero ser tornero mecánico! Pero el padre al fin me convenció. Dejé tranquilas a las chicharras, me bañé, tomé una sopa, le di un beso grande a mi mamá, y me fui al seminario. A los tres días me llegó la pena, y quería volverme. Al almuerzo, el padre encargado, Raimundo Keme-

ción por los pobres, allí en las villas de Florencio Varela. Admiro a mis hermanos de congregación que diariamente entregan su vida por amor a Cristo y al pueblo.

–¿Cómo está tu corazón al cumplir cincuenta años de sacerdocio?

–Tengo un corazón agradecido. Empleo aquí un verso de Pedro Casaldáliga: “al final del camino, cuando me pregunten ¿has vivido?, ¿has amado?, yo, sin decir nada, abriré mi corazón lleno de nombres”.

Tomás Agüero colabora actualmente en la atención de la pastoral universitaria en la comunidad de El Tambo, Córdoba. Allí lo encuentra la celebración del 50º aniversario de su ordenación presbiteral. ¡Nos alegramos con él y con cuantos han recibido su amistad y sus consejos!

rer, vio que no comía, y me llamó. Le dije que quería irme. “Coma su almuerzo, luego saldremos a recreo, y después hablamos”, me dijo. Comí, salí a recreo, y todavía estoy esperando que me llame para hablar. La tristeza había desaparecido, y nunca más me volvió.

Así fue superando escalón tras escalón las exigencias del seminario menor, y luego los estudios de filosofía y teología en el seminario mayor. Y hace ya cincuenta años, recibió el sacerdocio.

Su primer desafío fue poner en práctica la renovación conciliar del Vaticano II, que concluyó el mismo año de su ordenación.

–Con la buena formación recibida y la mirada de futuro de los claretianos, no me costó acomodarme a la nueva visión de iglesia y del mundo.

Desde entonces, dice, recibió muchas destinaciones, y todas le sirvieron para crecer como misionero. Aunque destaca dos: –En 1970 fui a Villa del Rosario como misionero encargado de las vocaciones, junto al P. Joaquín Miguel. Fueron años hermosos, que me ayudaron a crecer en sensibilidad pastoral para escuchar, comprender y acompañar a la gente; familias de zonas rurales, de fe sencilla y amplio corazón. De ellos vida claretiana

aprendí a ser alegre aun en medio de las dificultades.

El otro caso ocurrió en 1990, en Catamarca: –Siendo párroco, una alumna de las carmelitas, dentro nuestro radio parroquial, fue asesinada por los hijos del poder. Junto con acompañar a la familia, iniciamos marchas del silencio y misas pidiendo justicia frente a la impunidad, la mentira y la corrupción instaladas en el poder político, en las instituciones y en los poderosos. Fue necesaria la unión y organización de toda la ciudadanía. Treinta mil personas llegaron a marchar en silencio para lograr que al menos se hiciera justicia con los responsables. Los crímenes no suelen estar en los libros de historia, pero éste sí. La víctima llegó a ser sinónimo de una provincia; decir María Soledad era decir Catamarca. Las marchas de silencio que hoy conocemos nacieron allí, entre la puerta del Colegio del Carmen y la Plaza 25 de Mayo, frente a la Catedral.

Después Rodolfo estuvo encargado de la pastoral vocacional, que era ya de otro estilo.

–Ya no se buscaba a chicos cazando chicharras en los árboles. Hubo que hacer un programa serio y atrayente para la juventud. Después estuve en parroquias en Tucumán, en Montevideo, en Progreso, y ahora en las villas de Florencio Varela, un lugar de grandes necesidades humanas en el Gran Buenos Aires. Un buen desafío. Pero en todo este camino misionero he sentido la mano de Dios; mano amiga, tierna y misericordiosa, que me levantó cuando caía y me animó cuando el cansancio me hacía bajar los brazos.

Por eso hoy, más que nunca, repito de todo corazón: ¡gracias te doy, oh Madre, por la vocación recibida!...

7

Histórico mensaje social del papa Francisco El viaje en julio último del papa Francisco por nuestras tierras latinoamericanas, que son las suyas, pasará a la historia por la profundidad, contundencia y valentía de su mensaje pastoral, enraizado en la compleja realidad del mundo actual, en sus causas de fondo y en sus más dolorosas consecuencias.

En uno de sus discursos más extensos, ante los representantes de la multiculturalidad de Bolivia, el Papa se puso a la vanguardia de los derechos de los pueblos marginados y la defensa de la creación. Ambos han sido abusados por los depredadores cobijados en el sistema de la economía de mercado, un invento del neoliberalismo para explotar a la naturaleza y a la gente.

Por fin un obispo de Roma habla con claridad en temas sociales que interesan a los pueblos más que las doctrinas religiosas.

8

La deuda histórica Es una deuda que no ha logrado pagarse con el paso del tiempo.

Se dice que fue León XIII quien puso la “cuestión social” en el tapete eclesial cuando en 1891 escribió la carta “Rerum Novarum” (“De los nuevos sucesos” o “Los cambios políticos”).

Desde luego, llegó muy tarde; hacía ya casi cincuenta años que Carlos Marx había planteado el tema ante la conciencia del mundo.

Después, en 1931, el papa Pío XI, mediante la carta “Quadragessimo Anno” (“En los cuarenta años”), se refería también al mundo obrero. Pero no fue hasta Juan XXIII que la iglesia empezó a emplear un lenguaje más abierto, más comprometido y más directo ante los problemas sociales.

Por su parte, Juan Pablo II hizo numerosas intervenciones en asuntos relacionados con el mundo obrero, ya sea en discursos, en cartas oficiales, en pulso de la iglesia

homilías. Sus numerosos viajes por el mundo le ayudaron a conocer realidades de pobreza y marginación, ante las que siempre levantó la voz clamando por justicia. Pero su trauma antimarxista le impidió hacer denuncias más comprometidas o proponer alianzas más eficaces para luchar contra el capitalismo depredador.

Ha tenido que ser un papa latinoamericano el que le cambie el rostro a una iglesia que señalaba las consecuencias nefastas del sistema pero no se atrevía a denunciar sus causas diciendo al pan, pan, y al vino, vino.

Y Francisco lo ha hecho, con su voz sosegada pero firme. No tiene el estilo teatral de Juan Pablo II en sus mejores tiempos. Tampoco la voz cansina de un profesor de teologías como Benedicto XVI. Tiene la de un pastor de pueblo que observa el mundo desde la fe y llama a la gente a mantener la esperanza.

Pero una esperanza que está comprometida con el cambio de paradigma,

con el cambio de los patrones mentales.

Unicamente así será esperanza concreta y no solo una espera aletargada.

La denuncia En su discurso en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, Francisco abordó temáticas sociales tratadas con un lenguaje nuevo por parte de la Iglesia.

Llamó a una colaboración real, permanente y comprometida con los movimientos populares. Declaró sagrados los derechos a la tierra, el techo y el trabajo para todos, y animó a que el clamor de los excluidos resuene fuerte en todo el continente y en el mundo entero.

Abogó decididamente por un cambio. Y para motivar hizo preguntas que tocan el corazón del problema: un mundo donde hay tantos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad.

Señaló que estas realidades destructoras responden a un sistema que se ha hecho global. Un sistema que ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo, sin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza.

Denunció que “este sistema ya no se aguanta; no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos… Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra. Se están produciendo daños talvez irreversibles en el ecosistema. Se está castigando a la tierra, a los pueblos y las personas de un modo casi salvaje”.

Exigió una globalización de la esperanza, aquella que nace de los pueblos, crece entre los pobres y debe sustituir la globalización de la exclusión y la indiferencia.

Dijo que “cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por

el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo esta nuestra casa común”.

Enfatizó que este sistema, a pesar de acelerar irresponsablemente los ritmos de la producción, a pesar de implementar métodos en la industria y la agricultura que dañan la Madre Tierra en aras de la «productividad», sigue negándoles a miles de millones de hermanos los más elementales derechos económicos, sociales y culturales. Ese sistema atenta contra el proyecto de Jesús.

¿Qué podemos hacer?

Y Francisco no se quedó en estereotipos que al fin de cuentas disimulan la realidad que viven los pobres.

Bergoglio había estado cercano a esa realidad en los suburbios de Buenos Aires, y por eso pudo preguntar: “¿Qué puedo hacer yo, cartonero, catadora, pepenador, recicladora, frente a tantos problemas, si apenas gano

pulso de la iglesia

para comer? ¿Qué puedo hacer yo, artesano, vendedor ambulante, transportista, trabajador excluido, si ni siquiera tengo derechos laborales? ¿Qué puedo hacer yo, campesina, indígena, pescador, que apenas puedo resistir el avasallamiento de las grandes corporaciones? ¿Qué puedo hacer yo desde mi villa, mi chabola, mi población, mi rancherío, cuando soy diariamente discriminado y marginado? ¿Qué puede hacer ese estudiante, ese joven, ese militante, ese misionero que patea las barriadas y los parajes con el corazón lleno de sueños, pero casi sin ninguna solución para mis problemas? ¡Mucho! –respondió-. Pueden hacer mucho. Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de «las tres T» (Trabajo, Techo, Tierra) y también, en su participación protagónica en los grandes procesos de cambio, nacionales, regionales y mundiales. ¡No se achiquen!”.

Continúa >>

9

Recordó que el pueblo debe asumir el protagonismo del cambio en el sistema mundial de exclusiones e injusticias. Un cambio que no es solamente de estructuras, sino que debe ser acompañado de una sincera conversión de las actitudes y del corazón; de lo contrario, termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y sucumbir.

Es imprescindible que, junto a la reivindicación de sus legítimos derechos, los pueblos y sus organizaciones sociales construyan una alternativa humana a la globalización excluyente. “La historia -dijo el Papa-, la construyen las generaciones que se suceden en el marco de pueblos que marchan buscando su propio camino y respetando los valores que Dios puso en el corazón”.

Tareas para nuestros pueblos El Papa propuso importantes tareas que requieren el decisivo aporte del conjunto de los movimientos populares.

Hay que poner –señaló- la economía al servicio de los pueblos. Los seres humanos y la naturaleza no deben estar al servicio del dinero. Dijo: “La economía no debería ser un mecanismo de acumulación, sino la adecuada administración de la casa común. Eso implica cuidar celosamente la casa y distribuir adecuadamente los bienes entre todos. Su objeto no es únicamente asegurar la comida o un decoroso sustento; implica acceso a la educación, la salud, la innovación, las manifestaciones artísticas y culturales, la comunicación, el deporte y la recreación. Una economía justa debe crear las condiciones para que cada persona pueda gozar de una infancia sin carencias, desarrollar sus talentos durante la juventud, trabajar con plenos derechos durante los años de actividad, y acceder a una digna jubilación en la ancianidad.

Esta economía -agregó- no es sólo 10

deseable y necesaria, sino también posible. No es una utopía ni una fantasía. Es una perspectiva extremadamente realista. Podemos lograrlo. Los recursos disponibles en el mundo, fruto del trabajo intergeneracional de los pueblos y los dones de la creación, son más que suficientes para el desarrollo integral de todos los hombres y todo el hombre”.

El llamado Superando el clásico discurso que llamaba a los ricos a la generosidad, Francisco afirmó sin tapujos que la distribución justa de los frutos de la tierra y el trabajo humano no es mera filantropía. Es un deber moral. Para los cristianos, la carga es aun más fuerte: es un mandamiento.

“Se trata de devolverles a los pobres y a los pueblos lo que les pertenece. El pulso de la iglesia

destino universal de los bienes no es un adorno discursivo de la doctrina social de la Iglesia. Es una realidad anterior a la propiedad privada. La propiedad, muy en especial cuando afecta los recursos naturales, debe estar siempre en función de las necesidades de los pueblos. Y estas necesidades no se limitan al consumo. No basta con dejar caer algunas gotas cuando lo pobres agitan esa copa que nunca derrama por sí sola.

Los planes asistenciales que atienden ciertas urgencias sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras. Nunca podrán sustituir la verdadera inclusión: ésa que da el trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario”.

Llamó a los movimientos populares para que tengan un rol esencial, no sólo exigiendo y reclamando, sino fundamentalmente creando.

Pidió también continuar con los

Humilde petición de perdón

esfuerzos por la unidad en busca de la paz y la justicia. Dijo que los pueblos no quieren tutelajes ni injerencias donde el más fuerte subordina al más débil. Quieren que su cultura, su idioma, sus procesos sociales y tradiciones religiosas sean respetados.

Advirtió del peligro de un nuevo colonialismo que adopta distintas fachadas. A veces es el poder anónimo del ídolo dinero: corporaciones, prestamistas, algunos tratados denominados «de libres comercio» y la imposición de medidas de «austeridad» que siempre ajustan el cinturón de los trabajadores y de los pobres.

Habló también del colonialismo ideológico que supone la concentración monopólica de los medios de comunicación social y pretende imponer pautas alienantes de consumo y cierta uniformidad.

Respecto a los pueblos originarios, Francisco reconoció que la misma iglesia ha cometido muchos y graves pecados contra ellos en nombre de Dios.

“Pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia, sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América.”

Señaló asimismo: “A los hermanos y hermanas del movimiento indígena latinoamericano, déjenme trasmitirles mi más hondo cariño y felicitarlos por buscar la conjunción de sus pueblos y culturas, eso que yo llamo poliedro: una forma de convivencia donde las partes conservan su identidad construyendo juntas una pluralidad que no atenta, sino que fortalece la unidad. Su búsqueda de esa interculturalidad que combina la reafirmación de los derechos de los pueblos originarios con el respeto a la integridad territorial de los Estados, nos enriquece y nos fortalece a todos”.

Finalmente hizo una defensa de la Madre Tierra.

“La casa común de todos nosotros está siendo saqueada, devastada, vejada impunemente La cobardía en su defensa es un grave pecado. Vemos con decepción creciente cómo se suceden una tras otra cumbres internacionales sin ningún resultado importante.

pulso de la iglesia

“Los pueblos y sus movimientos están llamados a clamar, a movilizarse, a exigir –pacifica pero tenazmente– la adopción urgente de medidas apropiadas.

“El futuro de la humanidad no está únicamente en manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las élites. Está fundamentalmente en manos de los pueblos; en su capacidad de organizar, y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio.

“Los acompaño. Digamos juntos desde el corazón: ninguna familia sin vivienda; ningún campesino sin tierra; ningún trabajador sin derechos; ningún pueblo sin soberanía; ninguna persona sin dignidad; ningún niño sin infancia; ningún joven sin posibilidades; ningún anciano sin una venerable vejez.

“Sigan con su lucha y, por favor, cuiden mucho a la Madre Tierra. Rezo por ustedes, rezo con ustedes y quiero pedirle a nuestro Padre Dios que los acompañe y los bendiga; que los colme de su amor y los defienda en el camino, dándoles abundantemente esa fuerza que nos mantiene en pie. Esa fuerza es la esperanza; la esperanza que no defrauda.

“Gracias. Y, por favor, les pido que recen por mí”.

Agustín Cabré Rufatt http://elcatalejodelpepe.eccla.net

11

Los desafíos de las familias, hoy

Algunas miradas sobre las realidades familiares Además de estar formada por diversas realidades familiares, de sectores con menos recursos económicos, nuestra sociedad vive un acelerado proceso de cambio con destino bastante incierto.

Hemos pasado de un modelo patriarcal predominante (el varón amo y señor en su casa) a uno más “democrático”, donde intervienen cada vez más los puntos de vista de la mujer.

Las familias con muchos hijos, cercanas a las tareas agrícolas, han ido dejando lugar a agrupamientos con uno o dos en su pequeña vivienda de la gran ciudad. Atrás fue quedando la familia amplia, que residía en la antigua casa donde abuelos, hijos, nietos y otros parientes tenían su lugar y sus roles.

La familia que giraba de modo claro en torno a la esposa y madre, ahora se distribuye de modo más variado, al riesgo de convertirse más en un agrupamiento de personas que en una comunidad de intereses compartidos.

Un apartado especial tienen recientes propuestas de familias formadas por dos personas del mismo sexo, o por una sola que adopta hijos. En esto no es posible imaginar que lo hemos visto todo, pues las variantes familiares pueden brindarnos algunas otras sorpresas.

12

¿A dónde va la familia?

Es realmente desafiante prever hacia dónde se dirigirá este proceso.

Así como la mujer ha adquirido un creciente protagonismo dentro del hogar, ahora sería el tiempo de los hijos. No solo los adolescentes, sino también los niños, irán teniendo cada vez más palabra propia y decisiones más significativas en su casa.

En una sociedad cada vez más heterogénea, la familia real pareciera deslizarse hacia agrupamientos humanos con formas muy variadas y variables en el tiempo. Tanto así que hoy se habla incluso de hogares “monopersonales”, con un solo habitante estable.

Los acelerados cambios en el rol social de la mujer van poniendo sobre el tapete el “cuántos”, “cuándo” e incluso el “por qué” de los hijos. Lo que sucede en los países del norte muestra que nos estaremos enfrentando al dilema de una población local estabilizada, con tendencia al envejecimiento.

Mirada de fe a los procesos familiares Ante estos procesos¿qué podemos decir desde la fe cristiana? Ante todo, no nos pueden dejar indiferentes. Así lo ha visto el papa Francisco, quien por orientaciones

vez primera ha convocado dos sínodos universales, en dos años seguidos y con el mismo tema.

Hasta ahora la pastoral familiar de nuestra iglesia ha estado muy centrada en torno al sacramento del matrimonio. Buena parte de la reflexión y el trabajo han intentado preparar bien a los novios para vivir su vida de familia, asegurar una adecuada celebración del sacramento, y acompañarlos de modo especial en los primeros años de vida como esposos cristianos.

Mientras en nuestras sociedades hubo un elevado nivel de práctica religiosa, este modelo funcionó de modo razonable. Pero en una realidad cada vez más secularizada, si se sigue con esas estrategias solo se atenderá una parte mínima de las realidades familiares, quedando fuera justamente las que más parecen necesitar de apoyo para superar sus problemas y crecer.

Creo que no hay otro camino que pasar de una pastoral familiar centrada en la organización eclesial a una que tome como referencia el Reino de Dios.

Este contiene a la Iglesia como comunidad, pero la excede. Deberemos buscar con cristianos y no cristianos lo que favorezca el nacimiento y desarrollo de familias cada vez más sanas, aunque muchas veces no se basen en la celebración de un sacramento.

Motivos para inquietarnos Destaco aquí algunos motivos para inquietarnos hoy por las realidades familiares: *Es en las familias donde encuentran lugar y apoyo los más débiles: los niños, ancianos, discapacitados, enfermos crónicos, etc. Por eso, cualquier proceso de inestabilidad familiar es una muy mala noticia para estos grupos, que quedarán más o menos desamparados. Importa afirmar esto ante la facilidad y liviandad con que a veces se habla hoy de separación y divorcio, mirando esos fenómenos desde los gustos e intereses de los adultos, pero no desde las consecuencias para los más débiles, que no tienen voz ni voto en esas decisiones.

*Cada familia, sea cual fuere su organización, es el lugar donde llegan al mundo las nuevas vidas. Y donde adquieren los elementos básicos para integrarse a nuestra sociedad. Familias muy inestables son productoras de personalidades inestables ya desde la infancia, con las sabidas consecuencias para la vida posterior. *Para los seres humanos es impensable una sociedad formada por individuos totalmente autónomos en diversas etapas de la vida. Todo sería así más complejo y costoso, los conflictos se amplificarían, no habría contención ante los problemas interpersonales.

principal proyecto que sueña y concreta en su vida. Más allá de las limitaciones y decepciones que habitan las familias reales, muchas personas encuentran en ellas los principales motivos para seguir viviendo, trabajando, proyectando un futuro junto a otros.

Desde una mirada cristiana, podemos afirmar que quien no vive desde pequeño la experiencia de comunidad en una familia, difícilmente podrá encontrarla significativa en su vida adulta. En definitiva, el sueño del Reino de Dios no es otro que el de una gran Familia, superadas ya las grandes limitaciones de nuestro modo humano de ser familia.

Motivo esencial para vivir Para gran parte de los miembros de nuestra sociedad, la familia es el

Javier Fernández Misionero claretiano

Mi familia: tres testimonios en tres realidades ¿Quiénes pueden hablar mejor de familia que sus propios integrantes y de acuerdo a sus propias realidades?

He aquí tres testimonios: el de una familia de población o barrio popular en Santiago de Chile, el de otra que llamaríamos “clásica” en Buenos Aires, y el de una familia “villera” en esta última.

La familia en mi población Contaré aquí mi experiencia de 14 años atendiendo a familias en un sector popular de la capital chilena.

Yo misma nací a finales de los ‘70 en una población periférica muy reprimida por la dictadura militar entonces imperante. En ese contexto social y de pobreza crecí con el amor de mis padres, los valores cristianos, cobijada por una iglesia que era parte del pueblo. Las familias se conocían entre sí; se hablaba de los Sáez, Continúa >> orientaciones

13

los Navarro, los Lagos, etc. Éramos una gran familia conformada por pequeños grupos. Y en esa iglesia hasta me sentí bendecida por ser pobre; muchas veces escuché el “bienaventurados los pobres…”.

Mi realidad laboral, hoy Hoy trabajo algunos kilómetros más al sur de donde nací y me crié; más a la periferia, en la comuna de La Pintana. Intentaré reflejar algo de lo que he aprendido en mi quehacer profesional, lo que me anima a seguir estando entre los más pobres.

Podría decir que el nivel social del sector de mi trabajo es muy parecido al de mi niñez; la diferencia está en el tipo de pobreza y en cómo la comunidad ha perdido la forma de participar y tejer redes entre sus miembros. Esto hace más cruda la realidad y que ésta golpee directamente a la nombrada célula básica de la sociedad.

La mayoría de las familias vive con el sueldo mínimo; muchas mujeres se han incorporado al mundo laboral; los niños asisten a temprana edad a la salacuna. Todo un sistema para dar vida al capitalismo a costa de los más pobres.

Estas familias comienzan su jornada muy temprano; tienen que cruzar Santiago de lado a lado en extenuantes jornadas, y por fin se reúnen a partir de las 9 de la noche.

Otras familias trabajan con sistemas de turnos; muchas veces las parejas se ven de entrada y salida. Y si no les gusta este sacrificio, sale más conveniente dedicarse al tráfico o a delinquir.

Madres forzadas En mi labor atiendo diariamente a mujeres embarazadas y familias con niños pequeños. Centro mucho mi intervención en cómo se gestan los vínculos en las familias; preguntar si ese embarazo, o niño, fue planificado, deseado; y me suelo encontrar con un “no”.

Muchas de estas mujeres son adolescentes, niñas que ya con apenas 14 años comienzan a hacerse cargo de pequeñas vidas no deseadas, viendo así reducidas sus posibilidades de estudios. Y así se perpetúa la pobreza como una condena.

También me ha tocado ver la realidad de mujeres que en edad de menopausia son madres; muchas mujeres de La Pintana “sufren la maternidad” pasados los cuarenta, porque llegan a esta edad en malas condiciones de salud.

Nuestra formación cristiana nos dice que la maternidad es de condición divina, casi como inherente al “ser mujer”.

14

En la realidad no es así. La maternidad, en general, y creo que no solo en La Pintana, no se vincula con una experiencia divina, un regalo de Dios, sino más bien con una situación no deseada que esas mujeres deben reprimir, porque aunque muchas comparten esa sensación de rechazo a la maternidad, se sienten juzgadas por la sociedad, que las obliga a estar felices por ser madres.

Lamentablemente, esto recae directamente en los niños tras nacer. Y así nos encontramos luego con muchas madres, padres e hijos con graves problemas vinculares, y por ende de salud mental.

Hijos del amor Hay familias que logran hacer un proyecto; que se unen por amor, y de ese amor van llegando los hijos; algunos planificados, otros no tanto. Es en estas poblaciones donde hay todavía más de 2 hijos por familia. Son admirables, porque la realidad es dura, y logran hacer magia con los precarios sueldos que reciben.

Puede quizás verse un tanto negativa mi visión de las familias; pero siento que esta realidad es también resultado del modelo de sociedad que hemos ido construyendo, donde el trabajo se pone al centro de la vida, y van quedando a un lado las emociones, los sentimientos, los sueños y el tiempo de encuentro en familia.

¿Qué debe ser nuestra Iglesia?

Es en este espacio donde siento añoranzas de esa Iglesia que nos cobijaba en el dolor. Si bien hoy no hay dictadura, nuestra familias son verdaderamente reprimidas cada día cuando tienen que trasladarse de un extremo al otro, cuando reciben educación de peor calidad y cuando el sistema de salud no logra dar respuestas reales a las necesidades de la comunidad.

Nuestra iglesia podría ser la voz de los sin voz; acoger, contener y acompañar esta realidad. Y cuando hablo de Iglesia no pienso sólo en los curas, sino en todos los que formamos parte de ella.

Cada cual desde su espacio de acción podría contribuir a hacer de este mundo un lugar más amoroso; donde el centro sea la Familia; todos los tipos de ella, con todas las condiciones, con todas sus historias y verdades. Estamos todos llamados a ser una gran comunidad de hermanos unidos por el amor a Cristo.

orientaciones

Patricia López. Chile

Aprendiendo a ser familia TELAR me pide un testimonio de mi vida familiar. Nunca hemos hablado demasiado sobre la vida familiar. Nos costó aceptar este desafío, pero ¡aquí estamos!

Somos 3: Noelia, Fernando y nuestro hijo Juan Bautista.

Vivimos en la zona sur de este querido Cono Sur, en Buenos Aires. Fuimos novios durante 3 años, nos casamos hace 5 y desde mucho antes nos conocíamos por compartir en el trabajo social. Ahora compartimos vida con amigos y amigas, participamos de la comunidad en la parroquia del barrio, nos divertimos mucho, debatimos largamente cantidad de temas y –de a ratos- soñamos como adolescentes.

El pequeño Juan Bautista, coherente con lo que siente, dedica gran parte de su vida a jugar, preguntar, alegrarse, embanderarse con algunos caprichos y conocer muchas cosas del mundo por primera vez.

Sentimos que ser una familia, ser “esta” familia, en este tiempo que nos toca vivir, tiene mucho de ensayo, de camino, de prueba cotidiana y, especialmente, de desafío. Queremos puntualizar algunas tensiones propias de nuestra vida diaria. Decimos tensiones, porque no son cosas que tenemos resueltas, sino que intentamos vivir (a veces bien, a veces no tanto).

Ser familia en el cuidado esencial: tratamos de estar en los detalles de cada día, en la escucha, en el tiempo compartido, en la preocupación por la salud integral, en el conocimiento de los gustos, en las sorpresas que alegran, en la profundidad de las preguntas (¿estás bien?, ¿cómo te fue?, ¿qué te preocupa?). Lo hacemos con esfuerzo, en contracorriente con el ritmo de vida inhumano que a veces se nos propone, donde el tiempo para “encontrarse” y “encargarse” es un bien en extinción.

Ser familia con los demás: nos sentimos parte de una

historia mucho más amplia que la propia, en un contexto, en unas condiciones concretas de existencia, junto a otras personas, otras familias, otras realidades… Y aprendemos, descubrimos nuevos horizontes, nos renovamos, y también, en efecto, nos unimos para concretar proyectos… En este aspecto, también “dormimos con el enemigo” a veces: con la sostenida tendencia al individualismo y “familiocentrismo”, que empuja a ser exclusivamente “desde y para nosotros”.

Ser familia en la solidaridad y el desprendimiento: contra la cultura competitiva que hace mirar qué tiene o qué no tiene el vecino; sentimos que tenemos mucho que aprender de otras familias que hacen de la solidaridad el centro de los valores domésticos. Nuestra corta experiencia familiar está atravesada también por esta tensión: vivir dignamente y, desde esa dignidad, compartir nuestros bienes; pensar y luchar para que otros tengan vida digna.

“Cada día tiene su afán”, reza el dicho. En el caso de nuestra familia, esto tiene una fuerte vigencia. El presente ocupa un espacio fuerte en nuestra experiencia: cada día sentimos que aparecen nuevas preguntas, oportunidades, dudas, inquietudes e incluso angustias. Intentamos vivir toda experiencia desde el amor, pero no un amor puro y cristalino, como de cuento. Un amor que se hace real cuando abraza todas las oportunidades y dificultades, toda la novedad y la rutina…

“Vamos siendo” felices: amándonos y cuidándonos, con otros y en solidaridad. Parafraseando a Francisco, nosotros también preferimos una familia “accidentada” porque sale al encuentro, antes que una familia “enferma” porque se encerró en sí misma.

ORIENTACIONES

Noelia, Fernando (y Juan Bautista). Buenos Aires Continúa >> 15

Qué más podríamos pedir Quizás lo más osado que he hecho en los últimos años de mi vida fue formar una nueva familia.

Luego de una temprana viudez, quiso Dios que me cruzara con quien ahora es mi esposo. A mis cuarenta y tantos, y cuando una sensación de ahogo ganaba mi vida, me eché a andar por el camino que el Espíritu me señalaba. Aquello de que “sopla donde quiere, no sabes de dónde viene ni a dónde va”. Con paciencia y muchísimo amor fuimos armando entre los tres: mi hijo, Juan, mi marido, Hugo, y yo, una nueva familia.

Siempre sobre los cimientos de un gran amor, hubo tiempos de espera, de re-conocernos, de re-armarnos y acomodarnos.

Quizás los tiempos para cada uno fueron diferentes, y las dificultades no fueron las mismas.

Juan tenía que compartir su hogar y a su mamá con alguien a quien tendría que empezar a reconocer como parte de su nueva familia. Hugo comenzaba a formar parte de un nuevo tejido afectivo y vincular, con la dificultad de habitar en un hogar ya conformado. Mi tarea, básicamente, fue intentar, con amor, acompañar a cada uno en sus procesos, más el mío propio, que tampoco era sencillo.

16

Nada fue fácil, ni tampoco tan difícil. Como corolario, hace dos años nos casamos, y Juan fue nuestro padrino.

Qué más podríamos pedir.

En estos días que corren, en medio de trabajo, universidad y otras actividades propias de cada uno, compartimos menos tiempo del que nos gustaría, pero intentamos hacer lo posible por priorizar charlas, abrazos, y nunca nos falta un tiempo para la reflexión. Pensar que nuestra felicidad no es la de todos, que hay quienes nos necesitan de la manera y el tiempo que podamos. Pensar más allá de nuestro propio hogar, pensar en nuestras familias sanguíneas y no sanguíneas, esa que conforman nuestros amigos. Ellos nos sostienen también con su afecto a la hora de los tropiezos.

Hemos sabido encontrar la paz, el amor y la libertad de elegirnos los tres, en cada uno de nuestros días.

Con imperfecciones, alegrías y dolores, somos una familia que va creciendo y caminando con el corazón, “unidos a Jesús, buscando lo que El busca, amando lo que El ama” (P.Francisco).

orientaciones

Viviana Sasso. Buenos Aires

Crímenes de hoy y de ayer que ofenden a la humanidad Tres cuartas parte del año se han desgranado del calendario 2015, entre dramas, conflictos y dolores que han remecido al mundo; pero también al amparo de esperanzas que no dejan de abrirse paso por sobre las tinieblas. Las alza en alto muchas veces el papa Francisco.

De entre los hechos que han marcado los últimos meses hemos escogido, por su relevancia, dos.

Emigrantes, drama de horror creciente El drama humanitario de los emigrantes sobrepasa a estas alturas la magnitud de cualquiera otro vivido al menos desde la Segunda Guerra Mundial.

El mayor éxodo de la historia, lo ha llamado el papa Francisco, y tiene razón. Porque un movimiento migratorio sin precedentes está desplazando entre países al menos a 232 millones de personas.

Francisco, hijo de emigrantes por ambos lados, bien sabe de qué se trata serlo. Aunque la experiencia de sus padres para asentarse en Argentina casi un siglo atrás no pasó por el drama que viven hoy avalanchas de emigrantes que, huyendo del hambre, la persecución o la guerra, afrontan sufrimientos horribles o mueren tratando de alcanzar el espejismo de una vida mejor.

Símbolo gráfico de ello ha sido la imagen que recorrió el mundo a comienzos de septiembre mostrando los despojos mortales del pequeño sirio Aylan Kurdi, de tres años, ahogado en una playa turca tras naufragar la precaria embarcación en la que su familia trataba de alcanzar las islas griegas.

Perecieron también su hermano de cinco años y su madre.

Decenas de miles de sus compatriotas siguen huyendo del horror y la muerte que ha asolado a su país en cuatro años de guerra que han dejado más de 250.000 muertos y 11 millones de emigrados. Siria, con 22 millones de habitantes, tiene 7,6 millones de desplazados internos y más de cuatro millones afuera: cerca de dos millones en Turquía, más de un millón en el Líbano, 629.000 en Jordania, 132.000 en Egipto y 276.000 en otros países. Al interior, 12,2 millones de sirios necesitan asistencia humanitaria inmediata.

La quimera de vivir Dos mil personas como Aylan Kurdi y su familia se lanzan al mar todos los días con rumbo a Turquía y las islas griegas, buscando una puerta de entrada a la Unión Europea.

Pero no es ésta la única ruta de la desesperación y la vergüenza que hoy envuelven a la emigración. Mucho mayor es la multitud que busca ingresar desde el norte de Africa y otras latitudes.

Para tratar de frenar la marea humana hacia su territorio, España levantó vallas con puntas afiladas en su ciudad autónoma de Ceuta, situada en la orilla africana del estrecho de Gibraltar, y en Melilla,ambas en su frontera con Marruecos.

Ello ha provocado por años la indignación de vastos sectores de opinión pública en la Península.

Riesgos de la desesperación Mucho peor es la suerte de otros millares de desesperados que, explotados por mafias traficantes de personas, sobrecargan frágiles embarcaciones con destino al sur de Italia. Abatidas por el peso, varias se hunden cada día en el Mediterráneo. Más de 2.000 personas perecieron así en los primeros siete meses de 2015, sumándose a las incontables de años anteriores. El papa Francisco ha pedido a los países europeos que cooperen entre ellos para evitar “los crímenes de estas masacres que ofenden a la humanidad”.

Se prevé que al finalizar el año habrán llegado a las costas europeas más de 200.000 nuevos emigrantes, por sobre los Continúa >>

pulso del mundo

17

300.000 que a fines de agosto ya habían tratado de ingresar a Italia y Grecia con destino absolutamente incierto.

Entretanto, la presión de los desesperados empuja las fronteras de otros países europeos. Diez mil cruzaron la de Serbia y Hungría en la última semana de agosto, lo que llevó también a esta última a instalar una valla de púas metálicas y perseguir severamente a los inmigrantes ilegales. Otros 44.000 ingresaron en dos meses a través de Macedonia.

El Reino Unido ha estado cerrando el ingreso por el Canal de la Mancha. En las inmediaciones del túnel submarino que lo cruza desde Francia se habían agolpado al finalizar agosto unas 5.000 personas.

Luces de esperanza Alemania abrió el 5 de septiembre el ingreso a unos 20.000 fugitivos, que irrumpieron en estampida buscando refugio. Otros 40.000 llegaron un fin de semana posterior.

Como consecuencia, el gobierno alemán cerró temporalmente la frontera a nuevos ingresos, y al cierre de esta edición se acordaba, sin unanimidad, entre los ministros de la Unión Europea distribuirse el refugio de 120.000 inmigrantes. Pero se estima que a fin de año habrá ingresado, de una u otra forma, un millón.

Entretanto el papa Francisco llamó a las iglesias de Europa a abrir sus parroquias, santuarios, monasterios y comunidades a los refugiados.

El arzobispado de Viena ofreció acoger de partida a 1.000 fugitivos de Oriente Medio.

Los obispos españoles han actuado también en consonancia con el llamado de Francisco.

En nuestra Latinoamérica, la presidenta chilena, Michèlle Bachelet, anunció que el país recibirá a “un número importante” de sirios emigrantes de la guerra que arrasa su país. Venezuela dijo que abrirá sus puertas a 20.000 sirios. La presidenta Dilma Rousseff informó que Brasil recibirá también a refugiados, principalmente de Siria. Argentina y Uruguay han hecho anuncios similares.

El horror atómico, 70 años después El 6 y 9 de agosto se conmemoraron 70 años del mayor crimen terrorista de Estado consumado en el mundo. Los Estados Unidos de Norteamérica provocaron entonces, mediante sendas bombas atómicas, la muerte de medio millón de ciudadanos inocentes, hombres, mujeres y niños, para forzar la rendición del Japon y poner fin a la Segunda Guerra Mundial.

El terror atómico se abatió así sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki el 6 y el 9 de agosto de 1945. El Presidente de los Estados Unidos, Harry Truman, había ordenado apretar desde sendos aviones un botón. Con ello, en breves minutos murieron calcinadas 120.000 personas en ambas ciudades y quedaron heridas más de 100.000.

Era sólo el comienzo La enorme radiación esparcida por las explosiones mató en los cinco meses siguientes a otras 140.000 personas en Hiroshima y 70.000 en Nagasaki. Cinco años después, los muertos posteriores a las explosiones sumaban 340.000. El holocausto nuclear japonés rondó así, por parte baja, los 500.000 muertos. De los heridos sobrevivientes se perdió la cuenta.

Eran ciudadanos comunes y corrientes que no tenían culpa alguna en los desvaríos militaristas de sus samurais gobernantes, empecinados en continuar la guerra a pesar del derrumbe estrepitoso de sus aliados alemanes e italianos.

Pero aniquilado en forma tan bestial, Japón se rindió de inmediato tras las bombas. La guerra había terminado. El mundo lanzó gritos de jolgorio. Los fuegos artificiales surcaron los cielos, y los héroes triunfantes fueron alzados en andas. Luego armaron un tribunal internacional que ahorcó a los criminales de guerra enemigos. A los propios los colmaron de honores.

El fin, ¿justifica los medios?

Si en valores y principios éticos universales el fin no justifica los medios, cuanto menos liquidar al último enemigo en rebeldía justificaba un crimen terrorista de tal autoría y magnitud. Sin embargo, muy pocas voces se alzaron entonces en el mundo para condenar tamaño genocidio.

Han pasado 70 años, y nunca la potencia responsable de tal vergüenza para la raza humana ha esbozado un gesto de arrepentimiento. Pero mientras haya memoria, los seres 18

pulso del mundo

decentes seguirán señalando a Harry Truman y sus consejeros como los mayores e inescrupulosos terroristas de Estado conocidos hasta hoy.

Se jactaron de su crimen El presidente Truman confirmó soberbiamente al mundo el genocidio que acababa de consumar en Hiroshima. En un discurso radial que recorrió el mundo, dijo en tono triunfal, rememorando el ataque sorpresivo con que la Armada imperial japonesa había arrastrado a los Estados Unidos a la Guerra el 7 de diciembre de 1941: “Los japoneses comenzaron la guerra desde el aire en Pearl Harbor. Ahora les hemos devuelto el golpe multiplicado. Con esta bomba hemos sumado un nuevo y revolucionario incremento en destrucción, con el fin de aumentar el creciente poder de nuestras fuerzas armadas. Estas bombas se están produciendo en su forma actual, y están en desarrollo otras más potentes...

“Ahora estamos preparados para arrasar más rápida y completamente toda la fuerza productiva japonesa que se encuentre en cualquier ciudad. Vamos a destruir sus muelles, sus fábricas y sus comunicaciones.

“No nos engañemos: vamos a destruir completamente el poder de Japón para hacer la guerra... Si no aceptan nuestras condiciones, pueden esperar una lluvia de destrucción desde el aire como nunca se ha visto en esta tierra.”

Así quemaron las bombas

El artefacto nuclear de Hiroshima tenía una potencia destructiva de 20 kilotones, es decir, equivalente a 20 mil toneladas de TNT, un explosivo de alto poder.

Como consecuencia, en menos de un millonésimo de segundo un estallido nuclear en cadena provocó una luminosidad equivalente a 10.000 soles. Una bola de fuego de un kilómetro de radio planeó por algunos segundos sobre la ciudad, y fue quemando todo a su paso.

La temperatura alcanzó en el punto de impacto más de un millón de grados Celsius. En un área de hasta cuatro kilómetros del epicentro, edificios y seres humanos se inflamaron en forma espontánea.

Quienes se hallaban hasta a 8 kilómetros sufrieron quemaduras de tercer grado. Sobre los que sobrevivieron se testimoniaron cuadros horrendos: algunos se arrastraban como zombies en busca de un hospital, con los ojos derretidos chorreando de las órbitas vacías; las bocas hechas llagas; jirones de ropas grabados a fuego sobre las carnes que no se desprendieron de los huesos. El espanto se repitió sobre Nagasaki tres días después.

Perspectivas terroríficas Desde el horror de Hiroshima y Nagasaki ningún artefacto atómico ha vuelto a usarse en una guerra, y ojalá nunca ocurra. Porque las consecuencias serían incomparablemente peores.

Los artefactos nucleares fabricados desde entonces tienen una potencia sideralmente superior, que hoy se mide en megatones, es decir, en millones de toneladas de TNT. Es de suponer cuáles podrían ser las consecuencias.

“Que el mundo de hoy no experimente nunca más los horrores y los espantosos sufrimientos” de la Segunda Guerra Mundial, ha dicho el papa Francisco. “Este es el anhelo permanente de los pueblos, en particular de los que son víctimas de los sangrientos conflictos en curso”.

Alfredo Barahona Z.

Continúa >> pulso del mundo

19

Claretianos se reunieron en Capítulo General

P. Mathew Vattamattam, nuevo Superior

Nuevo Gobierno General de la congregación claretiana para el sexenio 2015 -2021 1 Entre los meses de julio y septiembre de este año, tres organizaciones de la familia claretiana han vivido los momentos más importantes de su vida institucional: el movimiento de los Seglares Claretianos y el instituto secular Filiación Cordimariana sus respectivas asambleas generales; y los misioneros claretianos su Capítulo General. Aunque con nombres distintos, estas instituciones se inspiran en la comprensión claretiana de la vida dedicada al seguimiento de Jesús Misionero.

Qué son los Capítulos Acercándonos al significado y función del Capítulo General de los claretianos podemos comprender el espíritu de todos estos institutos. El punto de partida está en la invitación de Jesús a sus discípulos, a quienes “llamó para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar” (Mc 3,14): es decir, a ser una fraternidad misionera. Andando los años, el llamado de Jesús a integrar esta fraternidad tuvo en la iglesia, después de experiencias de vida solitaria (anacoretas), un fuerte desarrollo en los llamados “cenobios” o

General elegido por el Capítulo General celebrado en Roma.2

comunidades, donde la relación fraterna y el servicio al prójimo buscaban dar plenitud a la vivencia del precepto del amor (cf Mt 22,36-40).

Aquella vida en comunidad fraterna, articulada en torno a la liturgia y al trabajo, sintió desde antiguo la necesidad de regulares momentos de reunión de todos sus miembros. Este tiempo fuerte se destinaba a revisar la vida de todos y cada uno con espíritu de acción de gracias, de penitencia y de estímulo; a actualizar la fidelidad a la gracia fundacional y a designar o confirmar al animador (Abad o Padre) de la

En las fotos: 1.- De izquierda a derecha: P. José Félix Valderrábano (reelecto Secretario General); Hno. Carlos Verga (Consultor, Prefecto de Pastoral Juvenil Vocacional); P. Gonzalo Fernández (Consultor, Vicario General y Prefecto de Espiritualidad); P. Mathew Vattamattam (Superior General); P. Henry Omonisaye (Consultor); P. Leo Dalmao (Consultor, Prefecto de Formación); P. Artur Teixeira (Consultor, Prefecto de Apostolado), y P. Manuel Tamargo (Consultor, Ecónomo).

Tres de los siete miembros del nuevo Gobierno eran hasta su elección presidentes de las Conferencias de Religiosos de sus países: P. Artur Teixeira (Portugal), P. Leo Dalmao (Filipinas), y P. Henry Omonisaye (Nigeria).

El hermano Carlos Horacio Verga es miembro de nuestra provincia claretiana San José del Sur. Nació en Malabrigo, Santa Fe, Argentina, el 6 de abril de 1967.

Emitió su primera profesión como claretiano el 17 de enero de 1993, y la profesión perpetua el 21 de marzo de 1998. Elegido entre los 82 participantes en el Capítulo General como Consultor Prefecto de Pastoral Juvenil Vocacional, se desempeñaba hasta entonces como vicario y ecónomo de la comunidad cordobesa de El Tambo, dedicada de modo preferente a la pastoral universitaria a través del Centro Universitario Católico “Dei Vebum”, que tiene allí su sede.

2.- El P. Mathew nació el 30 de mayo 1959 en Kalathoor, Kerala, India. A los 15 años ingresó al seminario Claret Bhavan de Kuravilangad. Emitió su primera profesión como religioso claretiano el 31 de mayo de 1978, y fue ordenado presbítero el 10 de mayo de 1986. Fue después asistente del promotor vocacional y del formador de los aspirantes en su seminario original, y luego en el de Belgaum. En 1988 fue asignado como asistente parroquial en Champakulam, Kerala, y entre 1989-1994 estudió las licenciaturas en Teología Sistemática y Psicología en la Universidad Gregoriana de Roma. Entre 1996 y 2003 fue maestro de novicios de la provincia claretiana de Bangalore. En el XXIII Capítulo General, celebrado en Roma el año 2003, fue elegido Consultor General y Prefecto de Formación, cargo para el que fue reelegido el año 2009.

20

vida claretiana

fraternidad. Es lo que, con el tiempo, en la mayor parte de las comunidades religiosas se ha definido como Capítulo.

Se lo entiende como la instancia mayor de discernimiento evangélico de esta forma de vida.

Capítulo General Claretiano Ateniéndose a la periodicidad de cada seis años que rige desde 1967, los misioneros claretianos han realizado entre agosto y septiembre de este año el XXV Capítulo General de su historia, reunido en las cercanías de Roma. En representación de los 3.100 miembros de la Congregación y de las llamadas provincias y delegaciones (32, en 62 países) en que se hallan distribuidos, han participado con voto 82 misioneros entre sacerdotes y hermanos. La creciente expansión del Instituto ha permitido que este Capítulo se vea enriquecido con una significativa heterogeneidad cultural, don muy apreciable para una comunidad misionera.

Es el 9º de los Capítulos celebrados después del Concilio Vaticano II. En el marco y con el impulso renovador de la doctrina conciliar (de la que se están recordando los cincuenta años), todos estos Capítulos de la Congregación han tenido como hilo conductor la gracia misionera de sus orígenes, leída y vivida en el contexto de las cambiadas circunstancias del mundo y de la misma Iglesia en el pasaje de milenio que vamos viviendo y que, junto

con momentos críticos, nos ha brindado experiencias iluminadoras.

Para abordar el futuro De ahí que, en esta ocasión, el Capítulo se haya concentrado en el tema “Testigos y mensajeros de la alegría del Evangelio”. Además de interpelar nuestra vivencia vocacional personal y comunitaria, esta opción temática mira a una renovada organización de nuestras acciones, lugares y estructuras de misión con el espíritu de la carta programática “Evangelii gaudium” del papa Francisco.

De ahí que, además de tomar conciencia de lo vivido en el sexenio que termina y de conformar un nuevo equipo de gobierno, el Capítulo haya puesto sus ojos en un futuro que la Congregación aborda con la sola arma de la Palabra de Dios, la pasión por hacerla vida en sus miembros, el anuncio misionero y profético como tarea compartida con muchos; en diálogo cultural y religioso, en cercanía con los sectores marginados de las sociedades modernas, y con los pueblos más olvidados. Sin más pretensión que la de ser simples instrumentos de paz y fraternidad, con la misma cordialidad materna de María con que el Espíritu ha sellado a esta comunidad a través de la experiencia fundante del Misionero Claret.

Gustavo Alonso, cmf.

vida claretiana

“Adorar, caminar, acompañar”, consejos del Papa a los claretianos Encabezados por el recién electo nuevo Superior General, P. Mathew Vattamattam, los 82 misioneros claretianos participantes en el Capítulo General fueron recibidos en audiencia por el papa Francisco cinco días antes de concluir la asamblea mundial.

Al dirigirse a los visitantes, el Sumo Pontífice dijo que había preparado un discurso, pero que prefería improvisar unas palabras salidas del corazón para sus “queridos misioneros claretianos”, con quienes le unió una estrecha relación siendo arzobispo de Buenos Aires.

Mostró así la cercanía, jovialidad y buen humor de aquellos tiempos, aludiendo a nuestra provincia San José del Sur. Estas fueron sus palabras: “Buenos días y muchas gracias. He preparado un discurso en castellano que Monseñor Gänswein les va después a dejar. Pero yo prefiero decir lo que me venga. Como es en castellano…

Tuve un mal pensamiento cuando hablaba el General. Dice: “cuando leyó Evangelii Gaudium, tuve una gran alegría..”. Y yo pensé en la librería de Buenos Aires que me…. (risas) ¡que me editaba todos los libros! [Se refería a Editorial Claretiana].

A los claretianos se los encuentra por todos lados. Tengo que reconocer que, sea en el campo de la teología -el antiguo General, teólogo de la vida religiosa-, en derecho canónico… Realmente, entre los mejores canonistas acá en Roma están ustedes. Trabajo silencioso: un santo varón que pasó toda su vida en la Congregación de Religiosos y en el archivo, nos daba un ejemplo ahí de vida y en la misión…, ¿no?

Continúa >> 21

Si a mí se me ocurriera decirles tres palabras pensando en lo que los conozco… Además, Dios me bendijo teniendo amistad con algunos de ustedes, ¿no? Y … (dirigiéndose al P. General) “te robé” uno para Bariloche, que es un amigo mio [Se refería al P. Juan José Chaparro, a quien designó obispo de Bariloche] (risas). Pero, yo les diría tres palabras que les pueden servir: adorar, caminar y acompañar.

Adorar: nosotros en el mundo de la eficiencia hemos perdido el sentido de la adoración. Incluso en la oración, ¿no es cierto?, rezamos, alabamos al Señor, pedimos, agradecemos… Pero la adoración, ese estar delante del único Dios, de aquello que es lo único que no tiene precio, que no se negocia, que no se cambia… Y todo lo que está fuera de Él es imitación de cartón, es ídolo. Adorar: en esta etapa hagan un esfuerzo por crecer en este modo de oración: la adoración.

Adoren, adoren a Dios. Es una carencia de la Iglesia en este momento, por falta de pedagogía; ese sentido de la adoración que vemos en los primeros capítulos de la Biblia, ¿no? Adorar al único Dios. “No tendrás, acuérdate Israel, no tendrás otro Dios más que el único” ; y adorar: “a Él solo adorarás”. Ese perder tiempo sin pedir, sin agradecer, incluso sin alabar; solamente adorar, con el alma postrada. No sé por qué siento decirles esto, pero siento que se lo debo decir; me sale de adentro.

Caminar. Dios no puede adorarse a sí mismo, pero Dios quiso caminar; no quiso estar quieto. Desde el primer momento caminó con su pueblo.

Aquello de Moisés, tan lindo: “acordate, pensá, ¿qué pueblo tuvo un Dios tan cercano que caminó junto a vos? Caminar. Y caminar es abrir fronteras, salir, abrir puertas, buscar caminos. Caminar. No estar sentados. No instalarse, en el mal sentido de la palabra.

22

Es verdad que hay que organizar cosas, que hay trabajos que exigen estarse quietos, pero con el alma, el corazón y la cabeza caminar, buscar; ir a las fronteras, a las fronteras de todo tipo, incluso las del pensamiento. Los intelectuales de ustedes, ir a las fronteras, abrir caminos, buscar. O sea, no quietos. Porque el que está quieto, el que no se mueve, se corrompe; como el agua. El agua estancada se corrompe enseguida. En vez, el agua del río que corre, no se corrompe.

Caminar, como caminó Dios, que se hizo compañero del camino… Y nos puede ayudar ver en la Biblia cómo el Señor acompañó a su pueblo, incluso haciéndose cargo de los pecados y perdonando lo peor. Acompañar. Es decir, caminar. Caminar con ese deseo de llegar algún día a contemplarlo a Él, y no como desgraciadamente suele pasar –pasa en todas partes, pero...– gente que más bien viene a asegurar su vida, o a un instituto, o a quedarse quieto, a que no le falte nada, ¿no?…

Caminar, caminar.

El tercero, acompañar. O sea, no caminar solo, porque es medio aburrido, sino acompañar al pueblo. Porque Dios caminó acompañando, ¿no? Y me vida claretiana

viene tan lindo eso de Jesús cuando se hizo el tonto con los que se escapaban de Jerusalén a Emaús. Se les puso al lado, y acompañó; acompañó todo un proceso, hasta que ese corazón frío se volvió a calentar, y ardía el corazón, y se dieron cuenta...

Acompañar los momentos de alegría, acompañar la felicidad de los matrimonios, de las familias... Acompañar los momentos duros, los momentos de cruz, los momentos de pecado…

Jesús no les tenía miedo a los pecadores; los buscaba.

Los van a criticar: “¡uuy, éste es demasiado avanzado, éste es imprudente, éste es esto…!” Acompañar. Acompañar a la gente, acompañar tantos deseos que el Señor siembra en el corazón, dejarlos que crezcan bien, ¿no?

Entonces, me vino decirles esto: adorar, caminar y acompañar. Entonces, si les sirve, ¡adelante! Se lo dejo en sus manos, ¿eh? Y como María es la Madre que los cuida, los invito a rezar juntos un Ave, María.

Los bendiga Dios Todopoderoso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¿Vieron qué bueno que fui, que nos les hice recordar que el Fundador había sido jesuita?

Dulce tiranía de amor en el desierto nortino Una leyenda marca el origen de una de las devociones marianas más arraigadas entre los pueblos y culturas del norte de Chile.

La Virgen de La Tirana mueve corazones y arrastra multitudes que se lanzan por los confines del desierto más árido del mundo para venerar a la Madre de Dios en su advocación del Carmen.

Esta rondó por tierras de América desde añejos tiempos de la colonia hispana. Y era venerada por los patriotas argentinos de Cuyo que en 1814 recibieron a las huestes independentistas del general Bernardo O’Higgins derrotadas en la desastrosa batalla de Rancagua. En Mendoza se armó y pertrechó el Ejército Libertador que remontaría la cordillera para tomarse la revancha y libertar a Chile del dominio español.

Antes de partir, los jefes patriotas prometieron a la Virgen del Carmen de Cuyo alzar un templo en su honor en el lugar donde se librara la batalla definitiva por la independencia de Chile.

Vencieron el 5 de abril de 1818, y en Maipú se construyó más tarde una gran basílica hoy conocida como Templo Votivo de Maipú.

Reina del Tamarugal Una arista muy interesante de la devoción carmelitana floreció en el pueblo de La Tirana, unos 72 km al interior de la nortina ciudad de Iquique.

Se basa en una leyenda que se remonta a los orígenes mismos de Chile.

Cuentan que en el viaje desde El Cuzco, Perú –que resultó un desastre– emprendido por Diego de Almagro con el fin de descubrir y someter a la Corona el país austral “Chili” de que hablaban los incas, el “adelantado” español llevaba cautivo en su comitiva a Huillac Huma, príncipe incaico y sacerdote del culto al Inti (Sol). Con él iba su bella hija Ñusta (Reina o Princesa) Huillac.

Al llegar al actual pueblo-oasis de Pica, en pleno desierto nortino, Huma y su princesa huyeron de sus captores y se internaron por la llamada Pampa del Tamarugal, un bosque de tamarugos, grandes vigías vegetales de esos confines, sorprendente en medio del desierto. Allí los Huillac organizaron la rebelión contra los conquistadores intrusos, buscando restablecer el poder de su imperio incaico. Y la ñusta llegó a ser temida como “la tirana del Tamarugal”.

de lo nuestro

Hasta que apareció, perdido por los bosques de tamarugos, un expedicionario portugués, Vasco de Almeida. El y la bella ñusta se enamoraron. Pero fueron descubiertos por los súbditos de la Tirana, que los condenaron a muerte.

El enamorado propuso entonces a su reina que se bautizara; así ambos renacerían tras la muerte y vivirían para siempre un amor eterno. Descubiertos en la ceremonia, ambos fueron ejecutados por los nativos.

Se agrega que hacia 1540 pasó por el lugar el fraile Antonio Rendón, quien encontró allí una cruz y la trágica historia de los enamorados. Como forma de honrar su amor construyó una capilla dedicada a Nuestra Señora del Carmen de La Tirana.

Con los siglos se afianzaría allí una de las formas cultuales más típicas del devocionario aborigen, que desborda los moldes clásicos de la veneración mariana.

Más de 200.000 peregrinos llegan al pequeño pueblo para honrar a la Virgen como “Reina del Tamarugal” cada 16 de julio. Y señores de la celebración entre misas, pagos de “mandas”, cánticos y una masiva procesión, son los numerosos bailes religiosos, frutos de una disciplinada y larga preparación en sendas organizaciones al estilo de las antiguas cofradías. Cada “baile” rivaliza en despliegue de colores, ritmo y unción para alabar a la Madre de Dios con lo mejor que sus fieles saben hacer.

Es lo que une vitalmente a los bailes, Antawaras, Chinos, Chunchos, Gitanos, Indios, Kallahuallas y Diabladas, que hacen de La Tirana una de las manifestaciones de religiosidad popular más singulares y conocidas, en Chile y el extranjero.

23

Benedetti, y un amor vespertino Amor, de tarde Mario Benedetti Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cuatro y acabo la planilla y pienso diez minutos y estiro las piernas como todas las tardes y hago así con los hombros para aflojar la espalda y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cinco y soy una manija que calcula intereses o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas o un oído que escucha cómo ladra el teléfono o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las seis.

Podrías acercarte de sorpresa y decirme «¿qué tal?» y quedaríamos yo con la mancha roja de tus labios tú con el tizne azul de mi carbónico.

Mario Benedetti es figura uruguaya cumbre no sólo literaria, sino también humanista, por la forma como supo oponer la razón y la justicia por sobre la barbarie criminal, en los tiempos aciagos de las dictaduras latinoamericanas.

Escritor, poeta y dramaturgo, nació en Paso de los Toros en 1920, cursó los estudios básicos en Montevideo y terminó los secundarios como alumno libre, luego de trabajar desde los 14 años en una distribuidora de repuestos de automóviles. Entre los 18 y 21 años residió en Buenos Aires.

Miembro de la llamada Generación del ’45, inició su carrera literaria en 1943 como director de una revista del rubro y autor de un primer ensayo, “Peripecia y novela”, tras lo cual ejerció la redacción o dirección de connotadas publicaciones, la crítica de cine y teatro, y fue académico universitario.

A partir de 1950 inicia una activa militancia política que terminaría asociándolo al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros y la coalición de izquierda Frente Amplio. Ello lo enfrentó a la dictadura civil-militar instaurada por Juan Mª Bordaberry en 1973.

Exiliado en Buenos Aires y luego en Perú, donde es detenido y deportado, se instala luego en Cuba y más tarde en Madrid, para regresar a su patria en 1983. Alternó desde entonces su residencia entre España y Uruguay, y recibió un gran número de premios y galardones.

Autor de más de 80 libros, su pluma literaria y concienciadora marcó a varias generaciones. Falleció en Montevideo, a los 89 años, el 17 de mayo de 2009.

Los versos que aquí presentamos forman parte de sus Poemas de la Oficina (1953-1956).