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La pandemia de los invisibles

Año iX / Edición 079 / Publicación mensual /jULIO 2020/ ISSN 2500-4441 / Sur del valle de aburrá / Circulación gratuita.

El Valle de Aburrá ajusta cuatro meses de cuarentena por cuenta del coronavirus. Aunque algunos sectores económicos se reactivaron, otros siguen a la espera y padecen el olvido de las políticas sociales. La economía entra en alerta roja, el hambre no da espera. PÁG 6-7

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La Paz: la pandemia tras las rejas de la cárcel de Itagüí

El centro penitenciario La Paz de Itagüí se convirtió en penitenciarios, hacer una llamada o conectarse a internet en este barrio es toda una uno de los focos de contagio de coronavirus en Antio- odisea. “Aquí es imposible recibir o hacer quia con cerca de 400 casos. Aunque más de 170 se han una llamada local o al exterior. Lo más recuperado y se anunció la construcción de nuevos pa- cómico es que los que están adentro sí lo bellones para reducir el hacinamiento, los vecinos si- hacen y muchos siguen haciendo de las suyas por teléfono”, contó don Edilberto. guen padeciendo las consecuencias de tener en el ba- rrio una cárcel que los encerró. HACINAMIENTO Y POR ALEJANDRO CALLE CARDONA de cada día, algo extraordinario para Los delitos aumentaron y con ellos los con@alejocalleCS niños y jóvenes, quienes solo las veían a través de la televisión. denados, pero no pasó lo mismo con los cupos en las cárceles del país. La de Itagüí E l barrio San Francisco es el último rincón de Itagüí al suroccidente de este municipio. Limita con San An Los más pequeños se convirtieron en los encargados de lavar los lujosos y ex travagantes carros, otros en mensajeros no fue ajena al problema de hacinamien to. Los ocho pabellones fueron construidos para una capacidad de 375 internos y tonio de Prado y sus primeros habitany mandaderos y los más grandes fueron hoy albergan más de 1200 que duermen tes llegaron en la década de 1940. reclutados para ser los nuevos dueños amontonados en celdas y pasillos.

La vida transcurría como en cualquier de las plazas de vicio, de las mujeres, del Con la llegada del coronavirus a Co barrio en crecimiento, pero en 1989 barrio. Todos querían ser los preferidos lombia, el temor entre los detenidos fue cambió todo. El gobierno local decidió de los patrones y para lograrlo estaban evidente y algunos pedían que les otor construir en la parte alta la cárcel mu dispuestos hasta asesinar a sus vecinos garan la libertad para, según ellos, evitar nicipal para recluir allí los sindicados de y viejos amigos de juego. el contagio. El primer caso se confirmó el delitos. En 1994 la pequeña cárcel le fue Las más jovencitas del colegio El Conce 25 de junio, se trató de un guardián del entregada al Gobierno Nacional junto jo, ubicado al frente de la cárcel, eran llevaInpec encargado de recibir los alimentos con los lotes vecinos y allí comenzó una das a las celdas para cumplir con los deseos que las familias le llevan a los internos y trágica historia de segregación. sexuales de los nuevos inquilinos, quienes de inmediato se prendieron las alarmas

Decenas de familias tuvieron que pagaban entre 200 y 300 mil pesos, toda debido a su contacto con los presos. vender sus casas por precios irrisorios, una fortuna en aquellos años, a tal punto Pese a que las autoridades aseguraron muchas de ellas se desplazaron a otros que las mismas jóvenes se ofrecían. que se realizó el cerco epidemiológico, barrios y a otras el poco dinero solo les al “Muchas sacaban carteles por las venta el virus se propagó de inmediato, pro canzó para subsistir por algunos meses. nas de los salones pidiéndole a esos señoducto del contacto estrecho y las pocas

En la terraza de la casa por la cual paga res que mandaran por ellas. Ponían el telécondiciones de salubridad. arriendo, a sus 72 años don Ediberto Ar fono de la casa, era impresionante y muy En tres semanas la cárcel pasó a tener boleda recuerda aquella época. Señala triste”, cuenta Farbelly, a quien también cerca de 400 personas contagiadas (ha con su mano derecha la cárcel, donde le llegaron los ofrecimientos que rechazó. ciendo que las cifras en Itagüí se duplicaantes estaba su casa, la propia, de la que Como si fuera poco, sus habitantes pa ran) y el miedo traspasó las rejas, puesto era dueño y de la que solo queda un leve recen estar incomunicados con el resto que los guardianes tenían contacto con y nostálgico recuerdo. “Nos sacaron de del mundo. Por el bloqueo de la señal de algunos habitantes del barrio San Francis las casas, nos tumbaron con la plata y telefonía en zonas cercanas a los centros co o incluso vivían en él. «Nadie hizo nada solo nos trajeron violencia y dolor”, dice. Y no es para menos. El país sufría por cuenta de la guerra contra los carteles LA INVASIÓN del narcotráfico y el Estado buscaba to Los habitantes de la cárcel de máxima seguridad no eran el único problema. El Inpec, que administra la cárcel, nunca se preocupó por los lotes que adquirieron junto al centro de das las formas para acabar los ejércitos reclusión. Poco a poco la ladera de la quebrada La Limona fue invadida y hoy, según el de Escobar y los Ochoa. Las negociacio alcalde José Fernando Escobar, habitan al menos 120 familias en casas de madera consnes terminaron en la reclusión del primetruidas en pequeños lotes que fueron vendidos por grupos delincuenciales de El Limonar. ro en la cárcel La Catedral de Envigado y “Hemos sido víctimas de un descuido y abandono histórico de todos los gobiernos mude los segundos en la que fue denomina nicipales de Itagüí y la desidia del Gobierno Nacional. Nos trajeron una cárcel, la violencia, da Cárcel de Máxima Seguridad de Itagüí. dejaron que invadieran nuestro territorio y nadie hace nada”, explicó Nelson Acevedo,

Iniciando la década de 1990, los exconcejal de Itagüí, quien creció y aún habita en el barrio San Francisco. Ochoa, una de las familias más peligro Según el alcalde de Itagüí, en la reunión con la Ministra de Justicia se solicitó la devolu ción del lote para recuperarlo. “El director del Inpec se comprometió en iniciar de inme sas del país, llegaron a la cárcel del barrio diato el proceso, lo que nos permitirá en poco tiempo intervenir esta invasión, recuperar y con ellos, también los excesos, el dine la cancha y el lote para el Municipio. Ya tendríamos que mirar si reubicamos a estas perro, la degradación y la muerte. Las carasonas”, explicó. vanas de camionetas blindadas era pan CORONAVIRUS por evitar el contagio. Las autoridades de salud y el Inpec fueron indiferentes frente a la necesidad de realizar pruebas y deja ron en riesgo a toda la población recluida y a los funcionarios con enfermedades excepcionales, que son obligados a seguir laborando pese a la situación actual”, de claró el dragoniante Luis Pinzón, presidente de la organización sindical, el 7 de julio.

La Alcaldía de Itagüí entró a apoyar las labores de contención del brote con la realización de pruebas, aunque según explicó la Secretaría de Salud local, esta era una responsabilidad del Inpec. Una semana después, el 16 de julio, se repor tó el primer interno contagiado fallecido, por lo que el alcalde José Fernando Escobar le envió nuevamente una carta al Ministerio de Justicia para que, de manera urgente, atendiera la situación y evitara una tragedia.

Los pabellones 4 y 6 de la cárcel fue ron aislados para evitar que el Covid19 llegara a los otros seis pabellones. Los internos de uno de los patios recibieron más televisores para evitar aglomeracio nes en el salón comunitario.

La tan esperada visita de la Ministra de Justicia, Margarita Cabello, se dio solo hasta el pasado 25 de julio y tras una reunión con el alcalde Escobar, anunció la construcción de tres nuevos pabellones especiales con 510 nuevos cupos. “La obra ya está adjudicada y esperamos que en el primer semestre del próximo año esté lista, con lo que se espera reducir el hacinamiento, puesto que La Paz tendría capacidad para 885 personas”, explicó el alcalde de Itagüí.

Por su parte, el personero Municipal, Jhon Jairo Chica Salgar, entregó al me nos 285 solicitudes de libertad condicional de internos que están próximos a cumplir su condena. “El Ministerio nos podría dar respuesta esta misma sema na, teniendo en cuenta que estas personas podrían terminar su condena en su casa. Esto es solo para quienes cumplan con los requisitos expuestos por el Go bierno Nacional”, explicó.

Más de 170 detenidos ya se han recu perado y la cifra de pacientes activos se redujo a 230. El famoso pico de contagio parece haber pasado ya al interior de las celdas, aunque el temor de un rebrote si gue latente.

Foto Henry Agudelo La pandemia de los invisibles

POR ALEJANDRO CALLE CARDONA @alejocalleCS

Llevamos 130 días de aislamiento preventivo obligatorio alternado con una apertura parcial de la economía, un modelo que bautizaron bajo el nombre de acordeón. Algunos sectores pudieron reabrir sus puertas, pero otros siguen con ellas cerradas y la economía entra a una alerta roja silenciosa, pero que está haciendo estragos dentro de los hogares.

Los habitantes de calle no tienen cómo pasar una cuarentena y deambulan por la ciudad rescatando cualquier sobra que por estos días escasea aún más. Los vendedores ambulantes e informales tratan de sobrevivir en la calle a pesar de las restricciones, prohibiciones y multas policiales. Los recicladores se exponen a diario para recoger lo que otros desechan porque, aunque en sus ventanas ya no cuelga una bandera roja, sus familias permanecen a la espera de algo para sobrellevar el encierro.

Los sectores culturales, los gimnasios y los propietarios de bares que

La pandemia de los invisibles

daron a la deriva bajo una estela que también los hace invisibles y que los lleva poco a poco a la quiebra porque para ellos los créditos bancarios no son una salida viable.

Los niños y abuelos permanecen encerrados a pesar de su “rebelión de las canas” y los pocos minutos para salir a jugar. El miedo los invade y muchos pasan los días en balcones o en los parqueaderos, si es que tienen la fortuna de vivir en una unidad residencial. Qué duro es no verlos jugar en el parque o ir a la escuela para ver sus compañeros de clase.

Todo esto pasa mientras que el personal médico, también en silencio y en ocasiones sin salario, sigue en la primera línea de batalla conteniendo un virus que se expande sin control en una ciudad que se dijo tenía, paradójicamente, todo controlado gracias a la tecnología y a los datos.

Esas mismas herramientas que se hacen insuficientes ante una enorme brecha social y ante la falta de programas y apoyos para los más vulnerables, quienes insisten en “que prefieren morir del virus que de hambre”.

“La única forma de mejorar el transporte público no es hacer un carril exclusivo”

James Gallego llegó a la gerencia de Metroplús el pasado 2 de marzo y tiene varios retos el sur del Valle de Aburrá, entre ellos terminar varios tramos pendientes, como el de la calle 12 Sur, al que calificó como un elefante blanco.

En entrevista con CIUDAD SUR, el Gerente aseguró que muy pronto reiniciarán las obras en Envigado so bre el conocido túnel verde y que se realizará un estudio para determinar cuál es la opción más via ble para conectar este tramo con La Aguacatala sin generar un gran impac to ambiental.

CIUDAD SUR: La obras en la calle 12 Sur en La Aguacatala ya ajustan un año suspendidas ¿Ya tiene fecha de reinicio de obras?

James Gallego: Esta obra no debió ha ber quedado en el estado en el que se encuentra, hoy es casi un elefante blan co tras el incumplimiento del contratista en agosto del año pasado. Para terminar esta obra necesitamos 30 mil millones de pesos y tenemos en caja 21 mil millo nes, nosotros le pasamos un informe a la Unidad de Movilidad Urbana Sostenible (Umus) del Ministerio de Transporte y le dijimos que con este dinero podemos hacer funcional este tramo, dejando pendiente el alumbrado y el deprimido peatonal para conectar con la estación del Metro. Esperamos cumplir con los re quisitos lo más pronto posible para sacar la licitación.

Paralelo a ello estamos cobrando la póliza de incumplimiento a la asegu radora y con esos recursos podríamos completar el dinero. Nos reunimos con los dueños de la constructora que in cumplió y está la posibilidad de que, a través de la aseguradora, ellos termi nen la obra. ¿No será un premio para el contratista que incumplió?

En contratación, si la aseguradora decide terminar la obra, es viable. Más que encontrar castigos, lo que debe mos buscar es que se termine esta obra. Esto sería lo más conveniente para evitar demandas hacia ellos y hacia nosotros. Hace una semana los abogados se reu nieron para definir el mejor camino, que paguen o que terminen, lo importante es sacar adelante este elefante blanco para el sur del Valle de Aburrá.

¿Qué trabajos faltan?

Hoy estamos al 56% de ejecución y no son obras complejas. Son tres tramos de 1.8 kilómetros, el primero está listo entre la avenida Guayabal y la canaliza ción; desde ahí hasta La 80 está vaciado el pavimento y hay que terminar el box culvert para canalizar la quebrada La Jabalcona, por donde va el carril de Metroplús. Pero el tramo 3 es el más complejo porque falta terminar las vías, cambiar las redes sanitarias y hacer el deprimido para los peatones, que unirá Metroplús con el Metro. Ojalá el Ministerio nos otorgue la autorización rápido.

Siguiendo el trazado hacia Envigado, ¿están asegurados los recursos del tramo 2B teniendo en cuenta los sobrecostos?

Es complejo para la gente hablar de so brecostos y esto se da cuando las cosas valen más por mala planeación. Lo que es cierto es que hay que conseguir unos recursos porque la plata hoy no vale lo mismo. Es decir, el proyecto sigue cos tando lo mismo ($18 mil millones), pero a plata de hoy. Vamos a reiniciar las obras del tramo 2B con todo el respe to de las normas y recursos que se han dado por los colectivos. Hoy tenemos cerca de 15 mil millones de pesos para ejecutar y vamos a definir qué podemos hacer porque creemos que harían falta unos 9mil millones más.

Pero aún no es clara la posición del alcalde Daniel Quintero respecto a la carrera 43 A y a empatar con el tramo 2B en La Frontera ¿También habrá tala de árboles?

Nos hemos concentrado en obras pendientes de Metroplús como La 12 Sur, el tramo 2B en Envigado, la ave nida Oriental, que fue mal planeada, y también las estaciones de la Carrera 80 y así poder planear el futuro. Vamos a hacer un estudio de prefactibilidad para ver cómo conectamos Envigado con La Aguacatala y no tiene que ser exclusi vamente por la avenida El Poblado (1,8 kilómetros), sino que podemos ver la opción de la avenida Las Vegas. La única forma de mejorar el transporte público no es hacer un carril exclusivo ni cons truir estaciones gigantes. Tenemos que definir una opción que genere el menor impacto ambiental posible, como, por ejemplo, lo que es tamos haciendo en la avenida Oriental, unas estaciones con carriles exclusivos. Metroplús tiene que modernizarse y avanzar sin tener que ampliar donde no se puede ampliar, porque además el pavimento es sumamente costoso y tenemos que pensar en cómo conectar Envigado con el corredor de la Oriental. casas de una misma familia y que tiene un proceso de sucesión que es comple jo. La voluntad de Itagüí y Metroplús está ahí para comprarlos, pero la expro piación bajo la Ley de Infraestructura no fue autorizada por la Umus.

Además, enviamos una carta al Minis terio de Trasporte para que nos deje utilizar los 25 mil millones de pesos que tenemos y que son para los paraderos, para utilizarlos en terminar este año la capa asfáltica en este tramo 4A fase 1 hasta el supermercado para lograr el retorno, e incluso llegar hasta el tramo 4A fase 2. Esperamos que en agosto nos llegue la autorización.

¿Y qué pasará con el trazado hasta Ditaires?

El tramo 4B ya no tiene recursos y vale más de 200 mil millones de pesos. El compromiso es dejarlo diseñado y se es tán haciendo gestiones con el Gobierno Nacional para tener estos recursos.

Metroplús lleva diez años en obra en el Sur y se tiene la sensación de que no es prioritario para la empresa ¿Para usted lo será?

Metroplús tiene cuatro grandes so cios: Medellín, Envigado, Itagüí y La Nación y a todos les respondo de la misma manera. Tenemos muy buenas relacio nes con los alcaldes del sur del Valle de Aburrá y creo que Metroplús antes ha hecho las cosas solo, hoy las queremos hacer entre todos, con la voz y el voto de los municipios socios, la muestra de ello es que, después de mucho tiempo, Ita güí giró recursos para el funcionamiento de la empresa porque no veía avances y Envigado nos va a entregar el CDP para funcionar. En la medida en que genera mos confianza, todos vamos a ganar y esperamos terminar pronto los tramos pendientes.

11 Vitalma: una huerta en Envigado que reivindica el valor del campo

Por JULIANA VÁSQUEZ POSADA

@julyvasquezp

Con unas botas pantaneras y unos dreadlocks que le cuelgan hasta la parte baja de la es palda, así nos esperaba Sergio Andrés Areiza para darnos paso a través de un portón azul que sirve de acceso a las viviendas de cuatro familias. A la entrada de la suya, reposa una guacama ya recuperada de cautiverio que nunca pudo aprender a volar y un aviso en el que se lee “si cuidamos la natu raleza, cuidamos de nosotros mismos”.

La cercana relación con su abuelo, quien tenía raíces campesinas del Suroeste antioqueño, hizo que “Che cho”, como le dicen sus amigos, sintiera desde siempre un especial afecto por las plantas y una conexión única con la madre tierra. Por eso, a pesar de ser un envigadeño citadino, hace cuatro años dejó su apar tamento que había convertido en una finca y decidió mudarse a una en la vereda El Vallano. Su afinidad con los campesinos y familias de la zona fue inmediata. Poco a poco los lazos de vecindad se afianzaron y Sergio comenzó, gracias a su profesión de comunicador y publicista, a apoyarlos con la reali zación de videos y fotografías que daban cuenta de los procesos de cultivo y que servían para darle valor a sus productos.

“La gente no valora el trabajo del campesino y tene mos que empezar por dignificar su labor, porque de ellos depende que nosotros podamos alimentarnos”, dice mientras acaricia a uno de los cuatro gatos con los que comparte su casa.

La vida de “Checho” transcurría entre su trabajo como diseñador y líder social en la ciudad y como huer tero aficionado en la vereda. Sus familiares y amigos cercanos sabían que visitarlo en su finca o recibir su visita en la ciudad significaba siempre la posibilidad de tener alimentos frescos, cosechados y llevados hasta su mesa al instante.

“Cada que iba donde mis papás, me pedían que les llevara lo que los campesinos tuvieran en cosecha y yo armaba mercados con lo que ellos tenían cosechado. Así fue como empecé a mirar con ellos -los campesi

nos- qué más podían sembrar para diversificar los productos y armar kits más completos”, relata Sergio para explicar cómo nació Vitalma, su negocio de producción y comercialización de hortalizas orgánicas que terminó convertido en un proyecto en el que participan más de 20 personas de cinco familias de la zona.

La crisis económica del coronavirus no les fue ajena a estas familias, quienes vieron reducidos sus ingresos desde la primera etapa de aislamiento. A Sergio se lo ocurrió regar la voz entre sus conocidos para ofrecer unos paquetes de verduras con aquello que los cam pesinos pudieran tener disponible para el fin de semana. Y entonces en poco tiempo ya no fueron ni los 10 ni los 20 mercados que encargaban en su familia y círculo cercano.

Hoy Vitalma produce y comercializa unos 100 merca dos semanales con una promesa de valor que pocos se dan el lujo de hacer: los productos llegan a la casa del cliente antes de cumplir las 24 horas de cosecha. ¡Más frescos imposible!

NEGOCIO COLABORATIVO ¿Cómo funciona? Sobre la empinada montaña, cada familia siembra y cosecha una variedad específica de hortalizas, Vitalma les compra la producción y se encar ga de empacar, comercializar y distribuir los paquetes de mercados con al menos diez productos disponibles.

Y es un ejercicio gana – gana. Los consumidores ad quieren alimentos a domicilio, incluso a menor precio que el que ofrecen las centrales de abastos o grandes superficies y de mucha más calidad al tratarse en su gran mayoría de productos orgánicos.

Los campesinos, por su parte, reciben una mejor re tribución por sus productos al eliminar a los intermediarios, lo que mejora su calidad de vida y le da el verdadero valor a su trabajo que inicia al salir el sol y termina cuando este se esconde. También aprendieron a mejo rar sus prácticas en los cultivos y a valorar su trabajo, porque el respeto empieza en casa.

“Lo más bonito de este proceso es que está basado en una relación de confianza, todo es muy transparen te. Ellos saben en cuánto se venden los mercados de Vitalma y saben cómo se distribuye cada peso de esos 25 o 35mil que paga la gente por sus productos”, agre ga “Checho”, mientras señala montaña abajo dónde está ubicado uno de los cultivos en los que hoy se está sembrando tomate.

Pero la historia no termina aquí. Hace un año a Ser gio le hicieron la oferta de su vida: los campesinos de la zona le propusieron hacerse a un terreno con unas condiciones de pago módicas para que él también pu diera sembrar sus productos, “yo soñaba con tener mi tierra por acá pero no lo veía posible. Ellos me abrie ron las puertas, me acogieron como si fuera de la familia y ahora tenemos un sueño por el que trabajamos juntos”.

Ya con su pedazo de tierra, este amante de las ma tas se puso manos a la obra y decidió postular una idea de negocio de cultivos hidropónicos a “Plantando Cei bas”, una convocatoria pública local de incentivos económicos para nuevos emprendimientos.

La buena noticia llegó en octubre pasado cuando su propuesta quedó seleccionada y el apoyo de la Alcal día de Envigado se convirtió en el primer empujón para construir un cultivo en el que espera poder sembrar unas 12 mil plantas de variedades de hojas verdes, que también servirán para continuar diversificando la ofer ta de productos de Vitalma.

A Checho y a sus vecinos la cuarentena les cambió la vida para bien. Los ciudadanos cada vez demandan productos más limpios y frescos, responsables con los campesinos y con la tierra misma. “La cuarentena nos dio tiempo para nosotros mismos, nos volvió más con sientes y nos llevó a preocuparnos por cosas que antes no eran tan relevantes y que hoy tienen todo el senti do, como la alimentación”, dijo.

Este publicista y sembrador empírico recorre todos los días los cultivos de lechuga, pepino, tomate, ce bolla, ahuyama, plátano, coliflor. Un tapete de colores que le da vida a este pequeño rincón de Envigado y que le está devolviendo, poco a poco, el valor que siembre ha tenido el trabajo en la tierra.

Ser trans en Medellín: historia de exclusión y discriminación

En lo que va corrido del año, tres mujeres transexuales han sido asesinadas en la capital antioqueña. Esta población enfrenta diferentes violencias: la familiar, la laboral, la social y entre ellas mismas por defender su territorio.

Por Alejandro Calle Cardona

@alejocalleCS

En una de las aceras del sector de Barbacoas, en pleno centro de Medellín, ella permanece de pie. Tacones altos negros, pantalón brillante negro y blusa ombliguera del mismo color, que le hace juego con su tapabocas también negro y con las tiras de de las tangas que deja al descubierto rodeando las curvas de su cintura.

Como todos los días, se ubica detrás de la Catedral Metropoli tana a la espera de algún hombre que pague lo justo por acceder a su cuerpo. Por estos días de pandemia el número de clientes se redujo al mínimo y al igual que las demás compañeras, trata de ca zar alguno y así ganar dinero para sobrevivir.

Responde con pocas palabras las preguntas que le hago, pero lo suficiente para identificar que no es paisa, tampoco colombiana. “La calle está muy dura”, dice mientras mira hacia otro lado. Asegura que por el coronavirus está buscando otro trabajo, de modelo webcam, aun que no ganaría lo mismo. “Una puede ganar 600 mil pesos quincenales, pero uno acá eso se lo gana en una semana”, aclara.

Sara, como la llamaremos, evita más preguntas, por lo que sigo el ca mino para conocer cómo viven las mujeres trans en Medellín en medio de la pandemia. Sobre la otra esquina hay un pequeño grupo de cuatro de ellas. Una rubia alta, una morena gruesa y otras dos que de inme diato se alejaron. La rubia, con sus senos solo cubiertos por una flor, preguntó si quería algo.

Eran las nueve y treinta de la mañana de un martes. No importó. Las puertas de las casas y residencias de Barbacoas eran custodiadas por ellas, pero ante cualquier asomo de sospecha, se ocultan con la prisa que da el instinto de protección. ¿Cómo van en cuarentena?, le pregunto con algo de temor porque ella no llevaba tapabocas.

Mal, mi amor. No hay clientes, pero toca salir a trabajar por que nadie ayuda. Todos dicen que nos ayudan, pero aquí no ha llegado nada.

Se va y sigue su camino por el andén. Se cruza con un hom bre de unos sesenta años, quien le sonríe como puerta de entrada para negociar un encuentro de pocos minutos.

La prostitución es una de las pocas alternativas económi cas para las mujeres trans en Medellín, la otra es ser estilistas y unas cuantas incursionan ahora en el modelaje por internet. Solo una pocas logran vencer todas las barreras y estigmas sociales, consiguen acceder a estudios, a terminar una carrera profesional y ejercer su profesión en la empresa privada o entidades públicas. “Es preocupante lo que está pasando y nos reunimos con la Alcaldía de Medellín para definir estrategias, no solo de seguridad, sino también de garantías para el acceso a la educación y laboral. No es fácil acceder al empleo y la oferta se reduce a la prostitución o ser estilista”, advirtió Fausto Arroyave Rojas, presidente del Comité de Política Pública LGBTI de Medellín.

La mayoría de trans se conforman por lo menos con ser aceptadas en sus familias. “Desde muy pequeño me di cuenta de que mi cuerpo tomaba otra condi ción sexual y para mi familia no fue fácil. Me vine de mi pueblo y llegué a Medellín y no ha sido fácil. Mi sueño es ser comunicadora o estilista, pero me toca trabajar en la calle para mantenerme”, dice Ximena Betancur, curiosamente también vestida de negro. Es delgada y sonríe a pe sar de lo que ha vivido y del temor que abunda por estos días. En lo que va co rrido del año seis personas de la población LGBTI han sido asesinadas en la ciudad, tres de ellas mu jeres trans. La primera fue el 28 de junio en la comuna 1 Popular, jus to cuando se celebraba el Día de los derechos LGBTI; el segundo caso ocurrió en la comuna 2 y el más reciente fue en el barrio Enciso, cuando dos hombres le dispararon a una mujer trans venezolana. “Le estamos exigiendo a la Secretaría de Seguridad que conforme de inmediato la mesa de casos urgentes para atender la vio lencia contra esta población porque es evidente que nos están matando”, pidió David Pérez, coordinador del movimiento No Matarás. El miedo vive entre ellas al punto de que prefieren no hablar mucho del tema. “Una tiene que vivir pendiente y trabajar solo en lo de una. Acá hay mucha loca que le da rabia con las que somos venezolanas”, dice Sara. Lo mismo advierte Ximena, quien apunta que ese el riesgo al que se enfrentan cuando se trabaja en las calles del Centro: “la ciudad está cada vez más pesada, uno ve mucha gente rara de todas partes”.

Pero la violencia no solo es física. Los actos de discri minación se hacen evidentes en todas las esferas, solo basta recordar cuando fue bajada la bandera del orgullo

LGBTI del Pueblito Paisa el año anterior. En contraste, este año la Alcaldía de Medellín izó la misma bandera en la misma sede de la administración municipal e inter vino diferentes pasos peatonales con los colores del arcoíris, los mismos que iluminaron los principales edificios de la ciudad como mensaje de respeto a la diversidad.

Se estima que el 5% de los habitantes de la ciudad hace parte la población LGBTI. Los municipios avanzan en políticas públicas para garantizar sus derechos como la cedulación de las mujeres trans, pero el camino es largo. Por ahora buscan defenderse en medio de la pan demia que les redujo aún más sus posibilidades laborales. Algunas se arriesgan a trabajar, pese a que no están auto rizadas. La calle cada vez se hace más dura.

ABANDONO Y RECHAZO

La historia de Ximena se repite a diario en el país. Las familias son el primer núcleo que rechaza a quienes manifiestan su orientación sexual. “A muchas chicas les toca vivir en la calle, yo creo que por lo menos el 70% de nosotras viven en hoteles del Centro o incluso en inquilinatos o en la calle”, asegura.

Por eso, desde los colectivos LGBTI proponen albergues temporales para evitar que lleguen a situación de calle y desde la Alcaldía de Medellín anuncian que ya hay un proyecto que se va a materializar este año. “Ya nos reunimos con todos los colectivos y les entregamos una propuesta de un albergue ubicado en un municipio cercano, pero las mujeres trans pidieron que fuera en Medellín y así será. Esperamos que en los próximos meses lo entreguemos”, explicó Diego Herrera Duque, subsecretario de Derechos Humanos.

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El viejo ferrocarril le dará paso a la ciclorruta metropolitana

El coronavirus llevó a que muchas más personas utilizaran la bicicleta como medio de transporte. Los colectivos de ciclistas piden aprovechar el auge para ganarle espacio al vehículo, mientras que el Área Metropolitana diseña estrategias para ampliar la oferta de bicicarriles.

Alejandro

Calle Cardona

@alejocalleCS

Las calles que hace un par de meses permanecieron casi vacías para la libre circulación de los ciclistas que encontraron en la bicicleta la forma más segura de movilizarse y bajar el riesgo de contagio de coronavirus, hoy vol vieron a ser un caos con la reactivación económica y la mayoría continuaron siendo inaccesibles y peligrosas para los ciclistas urbanos que aumentaron en núme ro para ir trabajar, estudiar, hacer diligencias y, obviamente, hacer deporte.

“Desplazarse en bicicleta en el Valle de Aburrá antes de la cuarentena era arriesgado y, por qué no decirlo, suicida. Hoy tenemos un escenario ideal porque po demos modelar y soñar la ciudad que queremos, por lo menos en lo que respecta a la movilidad. Hay de cisiones que no dan espera, Encicla debe expandirse rápidamente y recuperar su deteriorada imagen”, dice Carlos Carvajal, director de Pedaleando Alma.

Hoy el Valle de Aburrá cuenta con 131 kilómetros de ciclorrutas y la meta establecida por el Plan Maestro de Movilidad es de 500 kilómetros en 2030, es decir, que solo restan diez años para construir o habilitar cerca del 70% restante.

Como si fuera poco, por los diez municipios de la región circulan a diario un millón 650 mil vehículos y según la encuesta Origen-Destino 2015 solo 43 mil via jes (el 1%) diarios se hacen en bicicleta. El objetivo de la Gerencia de Movilidad Humana de Medellín es que sea del 4% en 2023, mientras que para el 2030 debe ser el 10%.

El reto no es nada sencillo, puesto que los costos de la infraestructura limitan las inversiones de los munici pios y la única alternativa es destinar espacios de las vías que ya existen para carros y que una pequeña fran ja sea para la bicicleta. Si bien es una propuesta que ha generado resistencia, la pandemia ha generado una gran oportunidad.

Desde que comenzó la crisis del coronavirus y se reactivó el sistema público Encicla, el número de prés tamos llegó a superar los 5.400 semanales, lo que da cuenta del crecimiento en este sistema de transporte limpio. La Alcaldía de Medellín habilitó nuevas ciclo rrutas temporales en la carrera 55, en la avenida San Juan y en la avenida Nutibara y, pese a las críticas de conductores de vehículos, los usuarios aumentaron un 71%.

LA GRAN APUESTA En los próximos cuatro años Medellín busca construir al menos 56 kilómetros nuevos de ciclorrutas, aunque en el Plan de Desarrollo solo quedaron estipulados 15, por lo que concejales como Daniel Duque y Daniel Car valho pidieron que la meta fueran 100.

“La ciudad tiene 115 kilómetros en seis circuitos, pero con 65 interrupciones. De nada vale tener una red, si no se puede acceder o está interrumpida, si el usuario la encuentra así, no es seguro. La tarea será co

nectar los kilómetros existentes para lograr una gran red para biciusuarios”, explicó Lina López, Gerente de Movilidad Humana de Medellín, quien además aseguró que se buscará pacificar las vías “con campañas para que si un conductor encuentra un ciclista no le pite, no lo presione y si lo va a sobrepasar sea a 1.5 metros de distancia”.

De esos 56 nuevos kilómetros, 24 hacen parte del gran proyecto de la ciclorruta metropolitana que busca unir a Barbosa con Caldas, aprovechando la in fraestructura existente como el tramo Bello - Hatillo y el que se está construyendo en la vía Distribuidora en Envigado. “Sabemos que es difícil la situación financiera debido al coronavirus, pero esto no nos va a negar la posibili dad de soñar. Lo que sigue ahora es conectar a Caldas con La Estrella, por eso le solicitamos a Invías que nos permitiera construir bicicarriles por la vía del viejo fe rrocarril”, explicó Juan David Palacio, director del Área Metropolitana.

Los costados de la vía férrea fueron habitados y allí crecieron los barrios Bellavista, Nueva Esperanza, El Pombal, La Raya, La Locería, los cuales iban a ser des alojados para la construcción del nuevo Ferrocarril de Antioquia. Pero este pasará por la orilla del río Medellín y con el nuevo proyecto se busca mejorar el entorno en este sector de Caldas.

Se espera que terminando el cuatrenio se cumpla el gran sueño de unir todo el Valle de Aburrá a bordo de una bicicleta.

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