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LA MATANZA. ALLÍ, DONDE EMPIEZA TU ARGENTINA
by chcarbone
Quiero agradecer al compañero Alberto Samid, la iniciativa de escribir y publicar este libro con la historia de La Matanza, nuestro querido partido, celebro con fevor la decisión de hacerlo llegar a cada una de las escuelas La historia nos ayuda a comprender nuestra identidad, nuestras raíces culturales, políticas y sociales. Así al conocerla, podemos entender mejor quiénes somos, cuáles son los desafíos y oportunidades que enfrentamos en el presente, cómo podemos superarlos y sentir el orgullo de ser argentinos, bonaerenses y vecinos de iLa Matanza!.
Del mismo modo que la familia es la célula básica de la sociedad, un partido y un municipio, lo son de la organización social, de las estructuras fundamentales para el crecimiento un país.
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El partido de La Matanza es uno de los más importantes y más poblados de la Provincia de Buenos Aires, ha tenido y tiene protagonismo y participación decisiva en la historia antigua y reciente del país. Vecinos ilustres, entre los que podemos contar al Brigadier General Juan Manuel de Rosas, quién fuera Gobernador de la Provincia, el poeta Almafuerte, María Elena Walsh y Pinky, entre muchos otros, han aportado a la política, la cultura, la ciencia y la educación en la Argentina.
Hoy, La Matanza, es un gran partido pujante de la provincia, sus industrias, sus universidades que posibilitan convertirse en profesionales, en su lugar de origen, a miles de estudiantes, sus centros de salud y asistenciales y su población, con la mayor densidad de la Argentina, tanta, que ganar La Matanza, puede definir los resultados de las elecciones en la provincia, así lo demuestran.
Sabemos queda mucho por hacer, porque de eso se tratan las Grandes Gestas. El General Perón nos enseño que la nación debía ser JUSTA, LIBRE y SOBERANA. Y esa nación se construe conociendo su historia y trabajando unidos por un futuro muchísimo mejor, siempre al amparo de nuestras instituciones democráticas.
En resumen, conocer la historia es fundamental para construir un municipio, un partido, una provincia y un país cada vez más próspero y justo Desde el partido de La Matanza trabajamos todos los días, para que nuestros vecinos primero y el país en consecuencia, logren el sueño, siempre vigente, de convertirse en esa Gran Nación que todos anhelamos.
Todos unidos triunfaremos! ¡Viva Perón!
Patricia Cubr A
Alberto Samid al volante de una reliquia histórica. Se trata de un camión Federal de 1921 que perteneció a su abuelo materno, Manuel Aluch. Fue el primer vehículo motorizado utilizado para el transporte de carne en nuestra ciudad. Anteriormente el abastecimiento se realizaba con carros tirados por caballos.
El Autor
Un peronista fanático del trabajo, la producción y la calidad
José Alberto Samid, productor ganadero y empresario de la industria frigorífica, jamás limitó su actividad al giro de los negocios, sino que emprendió una permanente cruzada apuntando a objetivos muy concretos: aumentar la producción, multiplicar las fuentes de trabajo, atender el consumo interno con productos de calidad y precios razonables. En fin, señalando el camino que debe transitar la Argentina hacia su destino de potencia mundial, mediante la cultura del trabajo y la producción. En su primer libro, La historia de la carne, lanzó propuestas destinadas a triplicar la producción rural y agroindustrial, junto con el desafío de que ello no sólo es posible sino que resulta imprescindible para que el país alcance los mejores resultados en lo económico y social. Con ese propósito propugnó especialmente la adopción del riego y de la inseminación artificial. Allí define el papel del campo como factor dinámico de crecimiento, desarrollo y justicia social.
Afincado desde joven en La Matanza, donde vive en la misma casa desde hace casi medio siglo, quiso volcar en otro libro todo su afecto hacia ese populoso partido bonaerense y su gente. Así nació La historia de La Matanza, un vívido relato que pasa revista no sólo a la historia, sino también a la problemática del presente y las expectativas de un futuro con el que los matanceros siguen soñando. La reedición de ese libro es el que el lector tiene ahora en sus manos.
En el pasado año 2010 nos entregó La historia del Mercado de Hacienda de Liniers, libro en el que Samid apunta a poner de manifiesto, reivindicar y consolidar la misión que cumple el Mercado como el instrumento por excelencia que garantiza la transparencia en las operaciones y brinda a los distintos componentes de la producción ganadera, industrialización y comercialización de las carnes, la herramienta mas apropiada al servicio de los intereses del conjunto.
En su vida institucional mas que centenaria el Mercado atravesó períodos críticos, que siempre superó con ejemplar fortaleza. La misma que exhibe hoy, demostrando que difícilmente podría hallarse una organización con semejante nivel de eficiencia, constituyendo a la vez una importante fuente de trabajo. Ese es el mensaje que, con sólidos fundamentos, Samid expone en ese libro.
El último aporte bibliográfico de Samid es “Chispazos parlamentarios”. Se trata de una serie de vívidos relatos de la historia y el quehacer del Congreso nacional, considerando que el Parlamento, mas allá de los errores que puedan haber cometido sus miembros a través del tiempo, es una eficaz herramienta para el fortalecimiento de la democracia, recuperada hace ya casi 30 años.
El autor no ha querido desarrollar una historia cronológica al estilo tradicional, tarea reservada a los historiadores, sino que se detuvo en la observación de hechos poco conocidos, que reflejan el espíritu del Congreso en distintas épocas y circunstancias. Y lo hizo como una persona que no es ajena al acontecer parlamentario, pues durante su actuación política se desempeñó como diputado bonaerense y uno de sus hermanos fue diputado nacional.
Su producción bibliográfica incluye también un opúsculo, Nunca más, que es un grito de alerta y testimonio de una pasión argentina: la defensa de lo nuestro, de nuestras riquezas naturales y el fruto del esfuerzo productivo, frente a la voracidad de los países ricos y poderosos.
Samid nació en la ciudad de Buenos Aires el 9 de enero de 1948, está casado con Marisa Scarafía y tiene dos hermanos. Del matrimonio nacieron cuatro hijos: María del Sol, 24 años, licenciada en Historia del Arte; María Belén, 22, estudiante de Comercio Exterior; José Alberto, 19, estudiante de Técnica Agropecuaria; y María Luz, 15, estudiante secundaria. Sus padres son Julio Samid y Nélida Aluch. Miembro de una familia de emigrantes sirios, don Julio arribó a la Argentina a la edad de 8 años y, cuando comenzó a trabajar, se dedicó al comercio de carnes, primero como obrero en el establecimiento de quienes iban a ser sus suegros pues Nélida era hija del dueño; luego como empresario independiente y mas tarde socio del frigorífico Los Calvos. José Alberto siguió la tradición familiar y capitalizó la experiencia de su padre y de su abuelo materno, poniéndose a trabajar en el mismo rubro en cuanto terminó la escuela secundaria.
Samid es un apasionado del quehacer rural pero, a la vez, alienta con igual intensidad otra pasión: la política. Peronista de toda la vida, considera a Perón “el mas esclarecido líder de Latinoamérica y el mejor gobernante de la historia argentina”. Tuvo una activa participación respaldando la fórmula Luder-Bittel, en 1983 y, en 1987, fue electo diputado provincial bonaerense. Descubrió que el pensamiento y las propuestas de Néstor Kirchner –a quien considera un auténtico patriota– expresan cabalmente al peronismo y señalan el camino hacia una Argentina Potencia. Lo apoyó sin reservas y no se equivocó. Con la misma pasión se identifica con Cristina Fernández de Kirchner, como leal continuadora de aquel camino, que el pueblo argentino decidió transitar. http://noticiasconobjetividad.wordpress.com)
Es un político atípico que privilegia el contacto directo con la gente antes que las trenzas de dirigentes y fue uno de los primeros que ha roto los moldes de un modo de hacer política ya caduco. “El político que no vibra, siente, sufre y se alegra junto al pueblo y no interpreta sus necesidades y aspiraciones es mejor que se quede en su casa”, suele decir. De allí que haya tenido actitudes atípicas, como cuando siendo diputado le negaron un despacho en la Legislatura bonaerense e instaló una carpa frente al Palacio Legislativo, donde la gente hacía cola para llevarle sus inquietudes y sus problemas. Mientras algunos dirigentes –y hasta un presidente de la Nación– toleran burlas y hasta humillaciones con tal de aparecer en un programa de televisión, no vaciló en plantarse frente a un conductor que pretendía menoscabarlo, provocando uno de los episodios mas comentados del medio televisivo.
Siendo asesor presidencial, en 1991 expresó su disgusto al jefe del Estado por haber enviado dos fragatas a la guerra del Golfo en apoyo de Estados Unidos, señalando que esa decisión era contraria a la tradición de nuestro país y al sentir del pueblo argentino. Menem mantuvo su postura. Samid le dijo entonces: “El que olvida de donde vino no sabe hacia donde va”, y se fue dando un portazo.
Firme defensor de la producción nacional, no dudó en llevar una vaca al Obelisco, izar un globo que proclamaba el “Compre Argentino” y exhibir productos importados que arruinaban nuestra producción, como vinos europeos, frutas de Israel, agua mineral francesa, hortalizas norteamericanas, junto a la figura de un enorme tomate con el rostro de Paul Newman. Así es José Alberto Samid. Y como si quisiera cumplir sobradamente con el proverbio de sus ascendientes árabes no ha tenido uno sino cuatro hijos, ha plantado centenares de árboles y, en lugar de uno, escribió cuatro libros.
En la Plaza San Martín, frente al Palacio Municipal, jinetes pertenecientes a instituciones tradicionalistas se disponen a rendir homenaje al Libertador y celebrar un nuevo aniversario de La Matanza. El culto a las tradiciones permanece vivo en nuestro municipio.

(Foto gentileza Diario NCO, La Matanza.
“La vuelta del malón”, obra del pintor argentino Angel della Valle (1852/1903), que muestra una de las cruentas luchas registradas entre los conquistadores españoles y los primitivos pobladores de nuestras tierras. Precisamente, el nombre de nuestro municipio evoca una matanza de indios registrada en el siglo XVI (ver capítulo Historia de La Matanza).

Historia De La Matanza
Nuestro municipio carece de “partida de nacimiento”. Tampoco posee “fe de bautismo”, documentos –civiles o eclesiásticos– que certifican la fecha de nacimiento o fundación y el nombre impuesto a las personas, ciudades o provincias. Pero ello no priva a La Matanza de poseer una muy rica historia, íntimamente ligada a las distintas etapas que transitó la Argentina: la colonización española, el virreinato, la Independencia, la época de los caudillos –Juan Manuel de Rosas fue estanciero en nuestras tierras– hasta el período predominantemente agrícola y los tiempos modernos, con su explosión demográfica y formidable auge industrial. En las ciudades o provincias argentinas los conquistadores españoles, generalmente invocando a Dios y en nombre del Rey, llegaban a un lugar, le daban un nombre, redactaban un acta fundacional, colocaban una piedra fundamental, construían una iglesia y luego se dedicaban a defenderse de los malones, aniquilar a los indios que no podían doblegar, sembrar, cosechar, criar ganado, repartirse las tierras, informar a la Corona española en cuanto podían acerca de su descubrimiento y escribir sus memorias.
En La Matanza no se tomaron ese trabajo, aunque dos importantes conquistadores, Pedro de Mendoza y Juan de Garay, fueron protagonistas de distintos hechos históricos, que dieron nacimiento y nombre al que, siglos después, sería este pujante partido bonaerense, orgullo de sus pobladores, convertido en el mayor municipio argentino.
He mencionado dos distintos hechos históricos porque los historiadores han atribuido a uno u otro hecho el origen remoto de nuestro municipio y su denominación, referidos ambos –pues en esto existe coincidencia– a una matanza de indios. Los indios asediaban a Pedro de Mendoza tras haber fundado Buenos Aires, en su primera fundación, y comisionó a su hermano Diego, en 1536, para que los persiguiera, y lo hizo siguiendo el curso del Riachuelo y del que luego
PEDRO DE MENDOZA Y JUAN DE GARAY, FUERON PROTAGONISTAS DE HECHOS HISTÓRICOS QUE DIERON NACIMIENTO Y NOMBRE A NUESTRO PARTIDO.
sería el río Las Conchas, hoy Matanza, donde se produjo una cruenta lucha cuyo resultado fue la masiva matanza de querandíes. Todos conocemos el fracaso de aquella primera fundación de Buenos Aires, que fue exitosamente coronada varias décadas después por Juan de Garay. Este, como su antecesor, consumó también en estas tierras una matanza, en 1580 y, al despejar el terreno de indios, concretó un reparto de tierras y se realizaron los primeros asentamientos. Este podría ser considerado el acto y la fecha fundacional, pero oficialmente se reconoce otro hecho y otra fecha, el 29 de julio, pues de ese día, en el año 1603, data un documento –que atesora el Archivo General de la Nación–donde se alude al Pago de La Matanza con ese nombre. Tal reconocimiento oficial llegaría varios siglos después cuando, en el año 1977, fue dictada la ordenanza que instituyó el 29 de julio como el día de nuestro municipio. Sin embargo, no menos importante como hito fundacional fue el 1 de enero de 1778, cuando el virrey Cevallos dispone la designación de un Alcalde de Hermandad y el Cabildo de Buenos Aires nombra a Juan Manuel Echabarri quien, de ese modo, se convierte en el primer representante de la autoridad virreinal en nuestras tierras.
Hoy cuesta imaginar aquellos tiempos fundacionales, donde el Pago de La Matanza formaba parte del desierto bonaerense y era frecuentemente asolado por los malones, que arrasaban con lo poco que los pioneros atesoraban en nuestro suelo: sembrados, ganado, humildes viviendas y una incipiente actividad comercial representada por algunas pulperías y unos pocos almacenes de ramos generales. En tanto, con el siglo XIX se iniciaba el ocaso del virreinato, que iba a epilogar con la culminación del dominio español y nuestra Independencia. Triunfante la Revolución de Mayo, las nuevas autoridades dividieron nuestro territorio en dos jurisdicciones, La Matanza y Morón. Ocurriría luego un hecho desconcertante: la eliminación del partido de La Matanza. Fue el gobernador Martín Rodríguez el autor de semejante dislate, mediante decreto del 28 de diciembre de 1821. Por la fecha podía interpretarse que se trataba de una broma de inocentes, pero no era broma. El argumento empleado era que aquí no había garantías como consecuencia de las guerras civiles que se habían desatado en buena parte del país y llegaban a la provincia de Buenos Aires.
Por supuesto que el argumento no resiste el menor análisis pues, con ese criterio, medio país debía ser eliminado. Tan absurda situación se iba a prolongar mas de tres años, hasta que otro decreto, del 27 de abril de 1825, esta vez del general Juan Gregorio de Las Heras, nos devolvió la existencia, restableciendo los límites de La Matanza anteriores a su “disolución”. Por el mismo decreto nombró a Manuel Torres juez de Paz, el primero que tuvo nuestro distrito. Los jueces de paz reemplazaban a los antiguos alcaldes de hermandad de la época colonial. Así como la fecha de la fundación y el origen del nombre de La Matanza ha suscitado algunas controversias, no ocurrió lo mismo con su cabecera, de la que
JUSTO VILLEGAS, UN AUTÉTICO PIONERO, FUNDÓ SAN JUSTO UN 25 DE DICIEMBRE DE 1856
conocemos muy bien el día de su fundación, coincidente con la festividad de Navidad, y la razón de su nombre. San Justo fue fundado el 25 de diciembre de 1856. Artífice de la fundación fue Justo Villegas, un auténtico pionero, hombre de campo, quien soñaba con destinar parte de las tierras que poseía en la zona para que allí se asentara la cabecera del partido. Desafortunadamente, don Justo había fallecido antes que llegara el momento de concretar su sueño, pero sus descendientes honraron su memoria donando las veinte manzanas que él pensaba entregar. El 5 de agosto de 1856 el gobierno bonaerense aceptó la donación, abriendo oficialmente el camino para que La Matanza tuviera su cabecera de distrito. Aquellos descendientes quisieron que el nombre del benefactor perdurara en la futura ciudad, pero no con su propio nombre sino con el de su patrono, San Justo, como también había bautizado a su estancia. Así es como la cabecera del partido lleva hasta hoy ese nombre. También donaron el dinero para construir una iglesia que, bajo la advocación de los santos Justo y Pastor, es hoy nuestra Catedral, frente a la plaza San Martín, donde se levantó el Centro Cívico cuyos primeros edificios, además de la Iglesia, fueron la Municipalidad y la Escuela N° 1. La ceremonia fundacional y colocación de la piedra fundamental constituyeron una verdadera fiesta popular, en medio de la desbordante alegría de los vecinos.
Mención especial merece la Escuela Nº 1 “Mariano Moreno”, que lleva cumplidos mas de 150 años de fecunda labor educativa –fue fundada el 18 de agosto de 1858– cuya autorización oficial fue firmada por el entonces titular del Departamento de Escuelas, Domingo Faustino Sarmiento. Su primer docente fue Simón Farbe, mientras que la primera directora, Juana Lafranco de Praech, se hizo cargo en 1892. Un director que obtuvo un enorme reconocimiento fue José Manuel Vidal, quien estuvo al frente de la escuela entre 1942 y 1976.
Pero a San Justo le llegarían, muchos años después, tiempos de arduas polémicas e, incluso, de enfrentamientos vecinales, cuando vecinos de Ramos Mejía –entre los que se contaban los pobladores más acaudalados– lanzaron una vehemente campaña destinada a trasladar allí la cabecera del partido. Incluso habían proyectado construir en Ramos Mejía un lujoso Palacio Municipal sobre la Avenida de Mayo. La resistencia de los vecinos de San Justo adquirió similar vehemencia, produciéndose enfrentamientos tan fuertes que tuvieron eco en los diarios nacionales más importantes, como La Prensa y La Nación.
Cada bando tenía sus líderes, destacándose Agustín Elía, apoyando el traslado a Ramos Mejía y, defendiendo la continuidad de San Justo como cabecera, Ignacio Arieta quien, el 2 de julio de 1939 reunió una multitud de vecinos ante quienes pronunció una encendida arenga. Tal vez esta
EL PRIMER INTENDENTE MUNICIPAL EN LA MATANZA FUE, EN 1911, GABRIEL ARDOINO
multitudinaria concentración, con la firme determinación del vecindario de San Justo de impedir el traslado, fue lo que provocó un quiebre en las pretensiones de Ramos Mejía. Los ánimos se fueron aquietando, ambos bandos declinaron sus enfrentamientos y apostaron a un mejor destino que luchar por la sede municipal. San Justo sigue siendo la cabecera y Ramos Mejía se convirtió en la hermosa ciudad de hoy.
Una curiosa circunstancia vinculada con la fundación de San Justo fue que las primeras autoridades se constituyeron antes que la futura cabecera tuviera existencia oficial. Esas autoridades surgieron del voto ciudadano, elecciones convocadas por el gobierno bonaerense de acuerdo con una ley sancionada en abril de 1855. Resultaron electos Lino Lagos, Pedro José Díaz, Pedro José Ezcurra y Juan Ramón Muñoz, en carácter de titulares y Antonio Papdorf y Santos Cabrera, como suplentes, quienes asumieron sus mandatos el 27 de enero de 1856, es decir, varios meses antes de la fundación de San Justo.
Al año siguiente, ya fundada la cabecera del partido, correspondía elegir a los miembros de la primera corporación municipal, y así se hizo el 22 de febrero de 1857, resultando electos los ediles Joaquín de Madariaga, Vicente Silveira, Hilario Schoo y Emilio Villegas, titulares y Fernando Tovares y Justo Gorosito, suplentes. Desde aquellos tiempos y hasta principios del siglo XX las autoridades municipales eran encabezadas por un presidente. El primero que asumió con carácter de intendente municipal fue, en 1911, Gabriel Ardoino, un benefactor en cuyo homenaje fue erigido un monumento ubicado en la plaza principal de Ramos Mejía.
Todos conocemos los frecuentes golpes de Estado que ha venido sufriendo nuestro país a partir de 1930, cuando fue derrocado el presidente Hipólito Yrigoyen. Esos golpes interrumpieron la vida democrática en la Nación, las provincias y los municipios, por supuesto también en el nuestro, desalojando a las autoridades constitucionales electas por el pueblo. El golpe de 1930 inauguró la época del fraude, que los radicales llamaron la década infame. En los años posteriores se produjeron los derrocamientos de todos los presidentes constitucionales, entre 1955 y 1976: del general Perón, en 1955; de Arturo Frondizi, en 1962; de Arturo Illia, en 1966 y de Isabel Martínez de Perón, quien como vicepresidente estaba completando el mandato de su esposo fallecido, en 1976. Como era costumbre, con cada golpe eran desalojados los intendentes y reemplazados por figuras golpistas, generalmente militares. El golpe de 1976 desalojó al intendente Francisco Larraza, reemplazado por militares, que gobernaron el municipio de La Matanza hasta 1983, cuando se produjo el restablecimiento de la democracia gracias a la firme presión popular que provocó el irreversible desgaste de la dictadura.
El advenimiento de la democracia en 1983 deparó el triunfo electoral del radicalismo a nivel nacional, consagrando presidente a Raúl Alfonsín, pero La Matanza siguió siendo un baluarte del peronismo, eligiendo a todos los intendentes que se fueron sucediendo a partir de entonces de ese signo político: Federico Russo (1983), el primero del nuevo período democrático; Héctor Carlos Cozzi (1991/1999); Alberto Balestrini (1999/2005, luego de un breve interinato de Francisco Dileva) y Fernando Espinoza (2005, quien como presidente del Concejo Deliberante completó hasta 2007 el mandato de Balestrini, electo diputado nacional y nominado luego presidente de la Cámara de Diputados).
Cabe destacar que, a partir de 2007, Balestrini acompañó a Daniel Scioli como vicegobernador pero, lamentablemente, su mandato se vio interrumpido al sufrir un accidente cerebro vascular que le impuso un prolongado tratamiento.
La Matanza no sólo posee un rico historial como municipio, sino que ha sido escenario de acontecimientos ligados a la historia grande de nuestro país. Muchos personajes emblemáticos del acontecer argentino en sus distintas manifestaciones, nacieron o estuvieron afincados en La Matanza. A algunos de ellos dedico un capítulo de este libro, pero existieron muchos otros, como Martiniano Leguizamón, Finochietto o Melchor Romero, agrimensor quien demarcó el casco urbano de San Justo en 1857, cuyo nombre lleva una localidad platense muy conocida por el hospital psiquiátrico allí instalado.
Uno de aquellos personajes fue Juan Manuel de Rosas, quien desarrolló en nuestros pagos sus multifacéticas actividades como estanciero, caudillo y guerrero. Considero de estricta justicia que una importante avenida de nuestro municipio lleve su nombre. Su actividad como estanciero se remonta a 1820 cuando, en sociedad con Juan N. Terrero y Luis Dorrego, Rosas adquiere la estancia El Pino, ubicada en Virrey del Pino, quien era su propietario original, razón por la cual esa localidad lleva, hasta hoy, el nombre de aquel virrey. El establecimiento fue rebautizado con el nombre de San Martín. Años después el Libertador tendría un gesto de reconocimiento hacia Rosas, por la resistencia que opuso a la invasión anglofrancesa en la batalla de la Vuelta de Obligado, el 20 de noviembre de 1845, disponiendo que “el sable que me ha acompañado en toda la guerra de la Independencia de la América del Sur le será entregado al general Juan Manuel de Rosas, como prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla”.
Además de desarrollar las actividades propias del quehacer rural, Rosas utilizó la estancia como comando
JUAN MANUEL DE ROSAS, SE DESARROLLÓ EN NUESTROS PAGOS COMO ESTANCIERO, CAUDILLO Y GUERRERO
LA POBLACIÓN ACTUAL DE LA MATANZA RONDA LOS 2.000.000 HABITANTES
de operaciones y mantuvo allí importantes e históricos encuentros hasta que, en 1852, derrotado por Urquiza en la batalla de Caseros, debió emprender el camino del exilio, mientras en la Argentina eran confiscados todos sus bienes. Pese a ello su cuñado, José María Ezcurra (Rosas se había casado en 1813 con su hermana, Encarnación Ezcurra) logró adquirir la estancia y continuar con sus actividades, principalmente ganaderas. Cabe destacar que la familia Escurra desarrolló aquí un importante quehacer económico y productivo en aquellos tiempos.
Sin abandonar su condición de estanciero que desarrolló en nuestros pagos a partir de 1820, Rosas protagonizó episodios históricos y luchas, en muchos casos con epicentro en aquella estancia. Sus tropas y las del general Juan Lavalle se enfrentaron aquí, pero finalmente ambos arribaron a un acuerdo de paz, celebrado precisamente en la estancia de Virrey del Pino. Este fue también el escenario de otro acuerdo de paz, esta vez con el cacique Cafulcurá. Cabe señalar que, entre las misiones desempeñadas por Rosas a partir de 1827, figuró la de celebrar y conservar la paz con los indios e ir extendiendo la línea de fortines y ampliando la frontera, así llamada la que dividía los centros poblados de los territorios dominados por el indio. Refieren algunos historiadores que Rosas se caracterizó por sus aptitudes para establecer relaciones con los indios y fue padrino de un cacique ranquel, llamado Panguithruz y rebautizado Mariano Rosas luego de ser su ahijado, quien supo vivir en la estancia del virrey.
Desde aquellos tiempos en que Rosas era un estanciero en nuestros pagos, y durante algo mas de un siglo, el perfil productivo de La Matanza fue exclusivamente agrícola y ganadero. A partir de 1930 se registró una incipiente industrialización, que avanzó decididamente durante las décadas iniciadas en 1940 y, principalmente, en 1950.
Con el auge de la industrialización se produjo un explosivo crecimiento demográfico, provocado por los cientos de miles de personas que llegaban en busca de trabajo, al punto que la población actual del municipio se estima en 2.000.000 habitantes. Consecuencia del drástico cambio del perfil productivo, donde los pobladores fueron abandonando las tareas rurales atraídos por la demanda de mano obra industrial, es que apenas el 0,9% de la población está hoy afincada en zonas rurales. Sin embargo, La Matanza ofrece condiciones reales y potenciales mas que suficientes para sostener una economía diversificada, afirmando su perfil industrial pero, a la vez, impulsando la producción agrícola y ganadera en su vasto territorio de 325,71 kilómetros cuadrados. Pero eso ya no pertenece a la historia, sino al futuro de nuestro municipio.