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la madurez de una disciplina

problemas bastante cuestionables. Podríamos decir que la disciplina, en su conjunto, ha pasado por una fase de inmadurez adolescente, ahora ya superada.

Ostro aspecto que me gusta señalar: la confianza extrema e ingenua en la aportación de los estudios y prácticas psicológicas por parte de muchas personas. Ahora, me parece, se ha atenuado esta confianza ingenua: hacemos las cuentas con situaciones de sufrimiento psíquico resistente a toda intervención, a situaciones conflictivas que no se pueden arreglar con facilidad a través de terapias familiares o de grupo.

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A pesar del compromiso de muchos profesionistas de la psicología, el sufrimiento emocional, psíquico y por relaciones insatisfactorias parece - así nos dicen las encuestas – ir a la alza. Frente a este cuadro, podríamos preguntarnos cómo sería la situación sin la aportación de estos profesionistas.

La psicología ha alcanzado, de este modo, su madurez, profundizando sus presupuestos teóricos , afinando su metodología, enfocando más detalladamente sus objetivos y renunciando a la pretensión de quitar el sufrimiento psíquico. De la ingenuidad (o rechazo) a una visión más sosegada, más atenta a la individualidad de cada persona, más consciente de sus limitaciones, más capaz de dialogar con otras disciplinas y valorar sus aportaciones, más humilde, en fin.

En esta humildad , de quien se acerca con respeto y sensibilidad al misterio del sufrimiento de personas de todas las edades y condiciones, podemos rastrear la belleza y la nobleza de las ciencias psicológicas, habiendo dejado atrás una visión omnipotente o dogmática respecto a las interpretaciones.

Con esfuerzo, la psicología está ingresando en el mundo de los hospitales : acompañamiento de personas amenazadas en su existencia, sensibilización de los demás profesionistas, oferta de talleres para comprender mejor el misterio del sufrimiento, propuestas de solución de conflictos laborales, trabajo en equipo en sectores particulares (pensemos en la pediatría, los cuidados paliativos, la maternidad, la psiquiatría, sólo por presentar algunos ejemplos). Podemos también lamentar que la aportación de los psicólogos no sea suficientemente valorada , pero podemos complacernos del camino recorrido: hace algunas décadas, ni siquiera se pensaba en estos desarrollos.

Muchos psicólogos están asumiendo, en estos últimos tiempos, una orientación “ecléctica”: valoran e integran la aportación de diferentes escuelas y utilizan metodologías mutuadas de diferentes psicoterapias. Podríamos juzgar negativamente esta orientación como una falta de seriedad o como una alquimia que quiere producir un elixir mágico. Pienso, al contrario, que se pueda interpretar como la actitud más seria para acercarse al mundo único y original de cada persona que sufre.

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