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Mtra. Georgina González VOLUNTARIADO
de hacer lo correcto. ¿De qué sirve ofrecer el apoyo hoy, si mañana se olvida por completo del asunto? Un buen voluntario proyecta su trabajo y garantiza que sus aportes se mantengan por mucho tiempo.
Responsabilidad. El enfermero voluntario pone a disposición sus habilidades, conocimientos y juicio profesional para tomar decisiones sobre la atención del paciente. Rendir cuentas es importante porque responsabiliza al voluntario de justificar sus decisiones y le permite admitir cuando comete un error, además, ser responsable requiere poner en primer lugar la seguridad y las necesidades del paciente.
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Integridad: es la cualidad de ser honesto y justo, adherirse a un código de ética y tener principios morales; la atención hacia los enfermos debe ser basada en el respeto a la privacidad, a los derechos y consideración total de su autonomía.
Ingenio. Es la cualidad de ser original, inteligente y creativo. Dado que la salud está en constante cambio, los voluntarios en enfermería deben estar alertas para implementar nuevas formas de brindar atención al paciente.
Como pudimos ver, el voluntario enfermero es aquel comprometido con el aprendizaje constante y, por ende, con su crecimiento personal y profesional para poder otorgar un servicio lo más humano y ético posible. Por supuesto que existen muchos más valores que suman al rol de enfermería: descubrir la forma de cultivarlos para llevarlos a la práctica es parte de ese camino permanente.
Es importante recordar que no se tiene que encajar en un modelo para ser el voluntario perfecto; en ocasiones nos llenamos de deberes y obligaciones sobreestimando nuestras capacidades para hacerles frente. Que algo no salga como esperábamos, no sólo depende de nosotros o de los demás, sino que existen otros factores que no podemos controlar, un ejemplo claro de ello es la presencia de la muerte.
Florencia Nightingale nos deja una reflexión: “ La enfermería es un arte y si se va a realizar un arte, requiere una devoción exclusiva y una dura preparación como el trabajo de cualquier pintor o escultor ¿cómo comparar lonas muertas o el mármol muerto en comparación con el cuerpo vivo, el templo del espíritu de Dios? Es una de las bellas artes, la más fina de las bellas artes”. Ser un enfermero va más allá de las clases o materias, no se trata de tabletas o de inyecciones, se trata de demostrar que podemos amarlos desinteresadamente cuando están en sus momentos más críticos.
Ángel Bustamante, un enfermero que realizó su voluntariado en la Unidad de cuidados paliativos y clínica del dolor del Hospital Civil de Guadalajara, nos comparte su experiencia:
“Yo quise hacer voluntariado en cuidados paliativos porque escuché como el equipo hacía su acompañamiento con una paciente que estaba en fase terminal y me sorprendió porque fue diferente a lo que yo estaba acostumbrado a hacer todos los días. Después de 8 meses de voluntariado, me gané la oportunidad de pertenecer a su equipo. Definitivamente no soy la misma persona que antes, además de poner en práctica mis conocimientos t écnico s de la carrera, me di cuenta de que tenía que hacer uso de mi sensibilidad, empatía y compasión al máximo, que cada caso era único y eso me significaba constantes retos. Al principio sentía algo de resistencia a la aceptación de la muerte, ahora he fortalecido mi aprecio por la vida y el respeto a la dignidad del otro, aunque aún me duelan las pérdidas. Lo que más me ha gustado es que no se me exige ser el prototipo del enfermero serio y bien organizado, sino que me dejan ser yo mismo, riéndome con los pacientes. Ha sido un tiempo bien invertido, porque sigue siendo una de las mejores decisiones que he tomado”.