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1.1. ¿QUÉ ENTENDEMOS POR CULTURA CUANDO HABLAMOS DE DESARROLLO HUMANO?

“La cultura, por importante que sea como instrumento del desarrollo, no puede ser relegada a una función subsidiaria de simple promotora del crecimiento económico. El papel de la cultura no se reduce a ser un medio para alcanzar fines, sino que constituye la base social de los fines mismos. El desarrollo y la economía forman parte de la cultura de los pueblos”

Nuestra Diversidad Creativa. Informe de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo, 1997

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El concepto de cultura ha sido investigado y debatido en profundidad en ámbitos filosóficos y académicos desde diversas perspectivas. Sin embargo, los intentos por fijar una definición unívoca y comprensiva en toda su amplitud dejan siempre un margen de imprecisión. Esta dificultad es debida a su propio carácter, consustancial al ser humano, y a su realidad cambiante, especialmente compleja en procesos de desarrollo.

En general, las definiciones de cultura aluden a dos dimensiones: por un lado, a su parte abstracta e inmaterial, que incluye las creencias, costumbres, hábitos, prácticas y valores de un grupo específico en un contexto preciso de su desarrollo como sociedad y del que se derivan los atributos distintivos y esenciales de un grupo; aquí subyace la identidad que articula la cohesión social y de la que se derivan todas las formas de organización política, económica y religiosa1 .

Por otro lado, la cultura tiene una materialidad en la que escribe sus valores y creencias y lo expresa de manera particular cargando de claves las formas, organizando el espacio al que pertenecen, otorgándole signos y significados, y creando un lenguaje sobre todas las cosas. Esto es lo que se conoce como patrimonio cultural, representación material y simbólica de las emociones y

1 UNESCO (1982). “La cultura debe ser considerada como el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y que abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, la manera de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”. “Declaración de México sobre las políticas culturales”. Conferencia Mundial sobrelas Políticas Culturales. (En línea)

aspiraciones de los individuos y de su identidad como grupo social. Además, la cultura se manifiesta en las expresiones creativas, fruto del imaginario individual y colectivo y vinculadas a los productos y bienes culturales.

Si consideramos que en la mayor parte de los estados soberanos se cotienen más de 600 grupos lingüísticos vivos y reconocidas unas 6.000 etnias, es sencillo comprender la multiplicidad cultural y su diversidad, y ser conscientes de la necesidad de definir las formas en las que queremos relacionarnos para que la diversidad cultural siga siendo diversa. Desde la cooperación, debemos pensar en cómo hacer para que las particularidades culturales sean consideradas, ya no sólo como hechos culturales, sino como claves de la sostenibilidad.

Pero la diversidad cultural no se ciñe a las diferencias entre grupos étnicos; la diversidad cultural tiene amplios ecosistemas en el seno de las sociedades, todas son heterogéneas y ninguna se desarrolla sin intercambios e interacciones, lo que da lugar a que el protagonismo de los individuos, de las personas, adquiera especial relevancia. En este sentido se retoma el pensamiento aristotélico en el discurso del desarrollo, cuya consecuencia es el propio concepto de desarrollo humano, proceso por el cual la sociedad mejora sus condiciones de vida a través de un entorno. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) define el desarrollo humano como "el proceso de expansión de las capacidades de las personas que amplían sus opciones y oportunidades", lo que queda asociado al bienestar y a la libertad para elegir la forma y manera de vivir de forma plena y en donde la sostenibilidad, en sus pilares social, económico y medioambiental, están muy presentes.

Por tanto, la cultura se presenta no como una derivación accesoria del desarrollo, sino como parte del tejido mismo de la sociedad y fuerza interna para su crecimiento.