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Confesiones

Por: Juan Diego Abella, 11º

Probablemente se preguntarán por qué están aquí. ¿Qué hacen leyendo el testimonio de un desquiciado? Estas preguntas, en efecto, nunca se las responderé. En estas páginas la razón y la cordura están escondidas, yacen bajo una inmensa ola de tinta que dejaré impregnada hasta que el tiempo y la muerte alcancen mi alma. Usualmente, decir lo que siento me lleva a un profundo limbo, donde lo que me queda de ra- \ÎPOG ƀCIGNC EQP TGEWGTFQU GPVGTTCFQU 5QPaquellas memorias que lastiman mi conciencia, hay un fastidioso eco que repite lo que hice una y otra vez como si hubiera sido ayer, o incluso hoy, en este instante lo puedo escuchar. Esa maldita voz que corre por los pasillos y condena de por vida las acciones y las vuelve castigos. En mi humilde opinión nada es más cruel que la memoria. Es por eso que necesito vomitar ciertos recuerdos que me reducen a un simple cadáver. Les comentaré sobre aquellas voces, CNWEKPCEKQPGU FGN RCUCFQ SWG TGƀGLCP NQ SWGsoy. Mi vida se puede considerar un absurdo circo, donde soy el bufón y los demás son aquellos que alcanzan la gloria y la fortuna. Alguna vez soñé con ser trapesista, volar y saltar por lo alto, alcanzar límites inimaginables, aterrizar en un piso de oro y opulencia, que un día el mundo supiera quién soy. Pero en ese entonces, apenas era un niño indefenso y martirizado que suspendía su alma en un mundo de ideas locas y divertidas en las que me deleitaba.

Desafortunadamente, la gente no quería estas KFGCU/KRCFTGRQTGLGORNQOGECNKſECDCFGinútil, loco, hediondo, entre otras cosas; pero no quiero entrar en detalles de lo que pensaba de mí. Él consideraba la razón sobre todo, pensaba que aquello que parece indescifrable debe tener una explicación, cueste lo que cueste. Es por esto que muchas veces mi mundo se transforma, me convierte en un ánima maligna de la que su único deleite es el dolor inducido por la violencia. Estos arranques me hacen ver sangre como si fuera jugo de naranja, una sed insaciable de ella, y de obtenerla para llenar mi alma de aquellas miserias provocadas por el mundo que habito. Mi único polo a tierra es la mujer que se ha compadecido de mis pensamientos, quien me dio a luz y me amó más que a nadie, incluso más que a la escoria de mi padre. Ella me decía que debía poner una cara alegre, que lo que sea

que pasara por mi cabeza se debía transformar en algo que el mundo pudiera conocer. Ya sabrán qué pudo pasar, y quiero decirles que no es nada color de rosa. Es más, se puede decir que se fue al carajo. Todo aquello que mi madre me motivaba a hacer atravesó el espejo en el que me miraba, donde observaba solo un cadáver, dispuesto a renacer, pero sabiendo que volvería a ser enterrado por aquellos que conocía.

Seguí los consejos de mi madre. Le dije a mi padre que comprara un par de lienzos, trabajaría en el sótano sin molestarlo, dejándolo amargarse a sí mismo. Accedió, con la condición de que no dibujara algo que lo hiciera arrepentirse de comprar los lienzos. Comencé con la idea de dibujar un mundo rojo, lleno de las diferentes texturas que tiene ese maravilloso color. Sin embargo, me fui dando cuenta de que no podía expresar la maravilla que este contiene con una simple pintura sintética, conseguí un color artiſEKCNUKPPCFCRTQHWPFQRCTCOQUVTCT'PVQPEGUFGEKFÈCEWFKTCWPCUWUVCPEKCO¶UGſEC\[RGTfecta para mi pintura, algo capaz de perturbar cada rincón de un alma, algo que haría sentir a cualquier ser humano el profundo dolor que poseo: la sangre.

Dirán que es una idea retorcida y asquerosa, EQOQSWKGTCP2CTCOÈNCUCPITGGUGNƀWKFQFGla vida que representa el cuerpo que la contiene. Maté algunos animales para poder construir mi obra. Un gato funcionó para darle textura oscura al fondo del ambiente. Lástima que el gatito chilló mientras lo degollaba, el ruido ensombreció ese momento sublime. El vecino nunca volvió a ver a su gato, cosa que me generó cierta gracia. Usé conejos, salamandras, perros y gatos; en esa tarea mi corazón palpitaba con más potencia. Un día no encontraba nuevas fuentes para extraer la sangre que necesitaba, mi madre se encontraba en la cocina porcionando un gran pedazo de carne, y pueden adivinar que se lo pedí. Utilicé la sangre de la misma manera que la de los animalitos que ansiaron liberarse de mis despiadadas manos. Sin embargo, el verdadero deseo de mi alma contrastaba completamente con la obra, no encontraba nada placentero en ese sabor amargo y en esa sensación de miedo que se necesitaba para hacer la obra colosal; pero este miedo y amargura eran necesarios para que la gente recibiera mi mensaje: GNVKGORQPQUFGXQTC[NCUCPITGƀW[GRQTWPCcorriente de olvido y polvo que nos consume. Igualmente logré presentar la exposición en mi escuela, donde mi talento estaba por ser descubierto. Aproveché el momento preciso, el festival de arte llegó. Muchos presumían pinturas pobres FGUKIPKſECFQ+OKVCDCPC2KECUUQ4GODTCPFV

incluso a Monet. Yo solo veía un desastre detrás de aquellos lienzos, vacíos para mí, pero hermosos y suspicaces para las cucarachas que llaman a eso “arte”. Que asco. Bueno, no me saldré de contexto. Ya le he dado muchísimas vueltas al tema y quiero terminar de una vez. 'PſPNQSWGUWEGFKÎHWGNQO¶UFKXGTVKFQFGNChistoria. Mostré mi pintura, la emoción que sentí emitió una radiación a mis huesos, haciéndome vibrar sin descanso. Esto no lo sentían mis mediocres compañeros, quienes al observar mi QDTCPKUKSWKGTCUCDÈCPSWÃUKIPKſECDC,CRQbres diablos. Recuerdo perfectamente sus expresiones al verla, las pupilas de sus ojos saboreaban el asco, como si la sangre sobre el lienzo estuviera allí con el objeto de asustar. Malditos batracios, no sabían apreciar el arte. Podían enVGPFGTNQSWGWPCOGFKQETGƀQTGZRTGUCDCGPWPlago, apreciaban la naturaleza que ya conocían, pero no alcanzaban a comprender lo que yace

dentro de ellos; más adelante lo harían. Oh sí, lo harían, gracias a mí.

'PſPXQNXÈCECUCEQPGNQTIWNNQGPNQUEKGNQUcon el propósito de demostrarle a mi padre lo que puedo hacer sin su “razoncita”. Esta vez le probaría lo que es ser abstracto y dejarse llevar por la imaginación. Así se puede dar a uno conocer. Planeaba restregarle el lienzo en su nariz como la loción de orquídeas que él se restregaba por el cuerpo. La verdad, no pasó nada de eso. Vi a mi padre en la puerta, tenía la cara de puño que solo él sabía hacer. Me dijo que me tenía que hablar de las pinturas en mi habitación, y siendo honesto, en ese mismo momento la arrogancia que me doblega, despareció. Volví a sentirme manso, lleno de miedo y de nervios, quise adentrarme en mi mundo de ideas. Mi único propósito era pensar en cualquier cosa que no fuera el dolor. Sentía los puños de roble de mi padre penetrar mis pómulos y consumir mi alma. Mi madre no estaba en casa, yo gritaba su nombre sin cesar sabiendo que no existía ninguna posibilidad de que me salvara. Una eternidad después terminó la sesión de castigo. ¡Chandoso! ¿Cómo puede causarme tanto dolor? Por un momento sentí la necesidad FG FGUGEJCT OK QDTC UGPVÈ SWG PQ UKIPKſECDCnada para nadie y que no me ayudaría a volverme reconocido, como era mi intención. Me di cuenta de que solo soy un simple engendro FGNQUKPſGTPQUFG&CPVGFKUHTC\CFQFGRGTUQna pero erigido con la escupa de la maldad del mundo. Así que me dejé llevar. Escuché lo que me decían las ánimas de mi cabeza. Observé atentamente lo que me intentaban decir, y déjenme decirles amigos, fue una revelación total. La sed de sangre se apoderó de mí, me extasié RGPUCPFQSWGGUCUWUVCPEKCOCTCXKNNQUCRQTſPllegaría a mis manos. Sangre de verdad, sangre de miedo, sangre HUMANA. Tomé el cuchillo de la cocina, sabiendo que era el arma adecuada para obtener la sangre. Pude haber escogido el revólver que estaba guardado en la biblioteca, pero me pareció pertinente no hacerlo. Saben, las pistolas no generan el sabor que se debe obtener al provocar una

muerte. Todo es fulminante y no se aprovecha el tiempo, el proceso debe ser lento. Así y todo, guardé el cuchillo en mi regazo, escondido bajo una cinta adhesiva que parecía silicona. Esperé al momento en que ese desgraciado se fuera dormir, cuando cerrara los ojos por última vez, me vería rozando el cuchillo sobre su pescue- \QOGOKTCT¶ſLCOGPVGCNQUQLQU[GPEQPVTCT¶en ellos lo que tengo en mi mente. El momento llegó. No dudé ni un segundo. Dulce sensación de venganza, hermosa sinfonía de saber que por ſPRQFTÃTGFKOKTOKCNOC

Discúlpenme compañeros lectores. Mis emociones normalmente me hacen sentir como si volar fuera posible. Iré directo al grano, estoy ya cansado de escribir. No lo desperté. Cuando su corazón había parado de latir, tomé alrededor de dos litros de sangre y con ella pinté a un hombre desesperado inclinándose hacia una cornisa, un hombre buscando aliviar todo su dolor de un solo salto. Cómico, ¿no? Es irónico hacer esta pintura con la sangre de un padre que

nunca imaginó tener un destino así. No sé, lo siento muy gracioso. Como sea, mi madre llegó a casa llena de bolsas de mercado. La ayudé, le recibí las cosas, pero antes me había dado una ducha. Cómo hubiera reaccionado al verme tan rojo, tal como una rosa recién nacida. Después de eso le dije que me acompañara a la cochera, quería mostrarle mis obras. Quería que por primera vez notara la majestuosidad de la sangre. Quería que ella de verdad me entendiera.

que aún resuena en mi cabeza: “¿Qué carajos eres?”. ¿Qué carajos? ¿Era una broma de mal gusto? Dios mío, juro por mi vida que solo planeaba irme, pero cuando parpadeé, ya tenía mis manos alrededor de su cuello, no había vuelta atrás.

Nunca pedí esto, ¿saben? Mi alma destrozada solo pedía a gritos tener un amigo, un compañero, alguien que me pudiera comprender. En XG\FGGNNQTGEKDÈRWÌQU[OCNVTCVQ#NſPCNFGNdía, puede que esta cabeza demente que cargo sobre los hombros, no esté. Quienes lean este cuaderno jamás se podrán imaginar con exactitud lo que fue mi vida, y lo que todas las paNCDTCUSWGJCDKVCPGUVCUR¶IKPCUUKIPKſECPRCTCmí. Eso que hice hace tanto tiempo me hizo feliz en su momento, me dejé llevar por el eco que me persigue hasta el sol de hoy, solo que ahora lo ignoro completamente, sé lo peligroso que puedo ser cuando me sumerjo en aquellos susurros; en una bestia, no hay mejor manera de decirlo. Una bestia que perdurará en esta pri

Como probablemente asumen, no fue así. Creo que fue un error, en un principio ella había visto el arte sobre el lienzo, mas no las herramientas que usé. Yo sé, yo sé, fue muy fuerte decirle la verdad, pero... ¿saben algo curioso?, no me sentí atemorizado de la situación. Me emocioné de una forma bizarra cuando la vi atemorizada, pasmada, tuve euforia y rabia a la misma vez. Ella, después de ver mi obra corrió hacia arriba, su llanto logró silenciarme, no conseguí que apreciara mi obra. La casa, por un momento, la encontré inmensa, los pasillos se hacían eternos, mi madre parecía envolverme cada XG\O¶UGPWPNCDGTKPVQKPFGUEKHTCDNG#NſPCNdel día, encontré a aquella mujer chillona bajo una ducha. No le dije nada. Ella tampoco a mí; solo observaba mis ojos. Su mirada era la de una madre amorosa queriendo descubrir a su verdadero hijo. Volteé la cara para salir de la casa, y abandonar su vida pasiva. Quise dejarla en paz, pero cometió un error. Me dijo una frase

sión. Mi sentencia la dictó Dios desde que nací. Es curioso lo que hacen un par de litros de sangre y un mal día, ¿no? Es por esto que escribir en este cuaderno me absuelve, o al menos a una parte de mí. A veces me pregunto, ¿alguna vez Dios perdonará todo el mal en el mundo? Y la verdad es que Dios dejó este lugar hace mucho tiempo. Pero... para qué hablar de todo esto si ya soy hombre muerto.

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