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Dos aproximaciones a lo oculto en la construcción del sujeto

Carlos del Castillo

Dos aproximaciones a lo oculto en la construcción del sujeto: Martha Nussbaum y Luisa Valenzuela

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Resumen:

Este ensayo presenta dos aproximaciones al componente de lo oculto en la conformación del sujeto. Por un lado, las concepciones que expone Martha Nussbaum (1947) en su libro El ocultamiento de lo humano. Repugnancia, vergüenza y ley (2004). Por el otro, las ideas desplegadas por Luisa Valenzuela (1938) en su conferencia “Escritura y secreto, viaje alrededor del misterio” (Cátedra Alfonso Reyes, 2001). Por igual, estas visiones en torno al ocultamiento y el secreto servirán para hablar sobre el papel de las artes, en específico la literatura, dentro de la formación humanística.

Palabras clave:

Oculto – Secreto – Emociones – Literatura – Capacidades humanas – Florecimiento humano

INTRODUCCIÓN

Suele no hablarse del secreto, de lo oculto. Su propia condición de inefabilidad imposibilita su reflexión, la mayoría de las veces. Eso que no debe ser dicho, que no debe ser contado, en muchas ocasiones forma parte de nosotros de una manera muy personal —única—, ya que se sitúa en los núcleos de la intimidad y lo privado. El debate contemporáneo de la virtualidad ha puesto al secreto en entredicho. Compañías de programación, que ofrecen servicios de redes y medios sociales, manejan una gran cantidad de datos personales y la capitalizan sin el menor cuidado de lo que exponen. Ergo, estudiar el derecho de lo privado es defender y cuestionar los límites de lo humano. ¿Hablar del secreto puede ayudarnos a entender a la mujer o al hombre, en un sentido ontológico? Para Martha Nussbaum y Luisa Valenzuela este factor será vital a la hora de entender cómo se conforma el ser humano, tanto en sus identidades múltiples como en lo social:

la filósofa estadounidense desde el papel que lo oculto encara de frente a la ley penal y la escritora argentina desde la función que el secreto juega en los procesos de escritura. El objetivo de este ensayo se decantará por mostrar ambas posturas de frente a la construcción de subjetividades. Se establecerán vasos comunicantes para, posteriormente, enlazar las reflexiones de la literatura como un agente para la constitución de sujetos críticos. Este análisis permitirá exponer cómo la latencia de lo oculto se puede transformar en un ejercicio reflexivo. Tal actividad no buscará el desterramiento del ocultamiento humano, en el caso de Nussbaum la eliminación de la vergüenza, la repugnancia, los celos o la ira, ni la develación del secreto, en el caso de Valenzuela: la narración del todo. En este transitar con variadas tensiones entre lo que se muestra y lo que se guarda para sí se encuentra nuestro desarrollo como sujetos, así como la forma en la que nos relacionamos entre iguales, nuestro andar por el mundo. ¿Cuáles son las máscaras que adopta el secreto o lo oculto en la creación del hombre “razonable” o en la narración del yo? ¿Cómo puede suscitar una forma de actuar crítico? ¿En qué sentido, el secreto o lo oculto, se manifiestan en las capacidades humanas? Estas serán algunas preguntas que se irán entretejiendo en este ensayo. Por ello, será importante revisar, por igual, los estudios que Michel Foucault y George Steiner han hecho sobre cómo la escritura y literatura constituyen una actuar en el mundo per se. Es necesario señalar que la conceptualización de Nussbaum alrededor de las emociones parte de cierta jurisprudencia angloamericana tradicional; sin embargo, desde un enfoque generalista, podemos presuponer que las emociones y la materia literaria comparten un lazo humano que va más allá de las fronteras nacionales.

DESARROLLO

Nussbaum: lo oculto emocional

Para Martha Nussbaum (1947) hablar de lo oculto es apelar a las emociones, las cuales mantendrán una relación cercana con la educación moral. Estas y más indagaciones forman parte de su libro El ocultamiento de lo humano. Repugnancia, vergüenza y ley (2004). En particular, el ocultamiento humano vendrá de emociones complicadas de mediar y, por ende, de relacionar a una jurisprudencia que permita la creación de leyes a partir de estas —específicamente

habla de la repugnancia y la vergüenza— porque su propia estructura se orienta hacia lo interno e inhabilita un actuar que considera a otros de forma digna. En el caso de la repugnancia, apunta que es “típicamente irrazonable [e incorpora] ideas mágicas de contaminación y aspiraciones imposibles de pureza, inmortalidad y no-animalidad” (Nussbaum 15). La vergüenza será mucho más compleja: primeramente, Nussbaum indica la existencia de una “vergüenza primitiva” anterior a la humanidad y, después, explica que la vergüenza mantendrá cierto “rol positivo en el desarrollo de la vida social, en conexión con ideas y aspiraciones valiosas” (Nussbaum 15). Estas emociones, que van edificándose en nuestro interior, organizan por igual nuestro pensamiento en función de los límites morales que aprendemos. Al hablar de ambas emociones, Nussbaum reflexiona sobre lo que la mayoría de las veces, en sociedad, no decimos y, sobre todo, decidimos no decir. Lo que mantenemos en secreto, pero que sale a relucir de cualquier forma: en pensamientos, deseos, expectativas, motivaciones, etc. Por ello, apuntará que estas emociones son “una manera de ocultarnos de nuestra humanidad que es tanto irracional, en el sentido normativo […] y poco fiable, en el sentido práctico” (Nussbaum 15). Lo cual, advierte, no dice que: la repugnancia no haya jugado un papel importante en nuestra evolución; lo cual muy probablemente hizo. O no significa que no juegue una función útil en nuestras vidas actuales, lo cual muy probablemente hace. Quizás incluso la función de ocultarse de los aspectos problemáticos de nuestra humanidad es útil; quizás no podamos vivir fácilmente con la conciencia demasiada vívida de que estamos hechos de sustancias pegajosas y lamosas en las que todos nos pudriremos pronto. (Nussbaum 14) Al recorrer estas emociones “problemáticas”, Nussbaum manifiesta que, aun en una disciplina donde se espera que todos los involucrados estén idealmente “libres” de emociones al juzgar o decidir sobre el actuar de los demás, dichas emociones nos atraviesan porque pretender abandonarlas es ambicionar darle la espalda a nuestra humanidad. Para Nussbaum, las emociones humanas “son el material estándar del derecho” (Nussbaum 38) y estas “involucran creencias y a veces creencias muy complejas respecto de su objeto” (Nussbaum 40). En cuanto a ello, continuará:

Las creencias son bases esenciales para la emoción. Cada tipo de emoción está asociada con una familia específica de creencias tales que, si una persona no cree o deja de creer en la familia relevante, no tendrá o dejará de tener la emoción. Por eso, la retórica de los políticos es emocionalmente poderosa. (Nussbaum 41) Olbeth Hansberg clasifica estas emociones (i.e. la culpa, la vergüenza) como “emociones morales” porque “requieren de un conjunto complejo de conceptos, creencias y deseos relacionados con la moralidad” (Hansberg 113). Incluso menciona que son emociones de “autoevaluación” y, por lo tanto, de “autocensura”. Dirá: “La persona que se siente culpable podría pensar, por ejemplo, que ha hecho algo prohibido, que ha transgredido una norma, que ha roto un tabú…” (Hansberg 119). Esta autocensura involucrará, asimismo, mantener oculto, en el interior de nosotros mismos, conscientemente las más de las veces, una parte de nuestro pensamiento, una parte de nuestras creencias. Cuando Nussbaum reflexiona sobre el poder discursivo de las emociones en el derecho, no solo pone en la mira las emociones de las víctimas o de los presuntos culpables, sino también las emociones del espectador de los juicios penales. Lo cual, por sí mismo, evidencia que las herramientas narrativas y los recursos retóricos se manifiestan, cual de un guion cinematográfico, una novela negra o un cuento se tratara. Esto quiere decir que las emociones, a través de las creencias, pueden ser orientadas, mediadas, manipuladas, educadas, por nombrar algunas acciones que guían el comportamiento o la actitud hacia determinado tema. Al momento de formar un juicio o moldear el espíritu humano, una de las herramientas más importantes para Nussbaum, quien pertenece a la tradición aristotélica, será la lectura de textos literarios, la cual indica que de frente a normativas rígidas e inamovibles retratará mejor la complejidad de la experiencia humana. Comenta Claudia Patricia Fonnegra Osorio, en un ensayo en torno a esta relación entre filosofía y literatura en Nussbaum: “Al igual que el espectador de la tragedia griega, para Nussbaum, el lector de relatos literarios, especialmente el de novelas, puede, como señala Aristóteles, purgar sus pasiones a través de los sentimientos de conmiseración padecidos en el seguimiento de una historia” (Fonnegra 257). El desarrollo de una conmiseración o compasión “limitada” es una evaluación que intervendrá a la hora de señalar la “magnitud” (término que Nussbaum también recoge de

Aristóteles) que tendrán ciertos compartimientos. Ejercicio que ayudará a crear “espectadores juiciosos”. La compasión le recordará al espectador que podría ser él quien está ahí, desviviéndose. Lo cual se convertirá, en palabras de Nussbaum, en una “comunidad de vulnerabilidad”. ¿Cómo se trabaja dicho ejercicio?, se preguntará Nussbaum. A lo cual responde que con labores de empatía: “[colocarnos] en el lugar del otro” (Nussbaum 68). Pero no bastará con ello, indica, sino que necesitará así mismo de lo que llamará el “juicio eudaimonista”, donde la persona que es pensada, imaginada, deberá ser importante o trascendental para quien la piensa o la imagina. Nussbaum propone que esto se acciona porque la persona entra a nuestro “círculo de interés” o “círculo de preocupación”. De frente a las “sociedades monocromáticas” propuestas por Amitai Etzioni, donde hay una “homogeneidad de valores” (Nussbaum 74), Nussbaum recuerda que algunos liberales siguen a John Stuart Mill en la idea de que la libertad de los individuos de elegir, proclamar y vivir bajo las normas de su propia elección es un bien social extremadamente importante […] es probable que logremos más veracidad protegiendo la expresión de opiniones impopulares, porque es solo en un clima de libre debate que es posible acceder a una clara visión de los méritos de cada posición. (Nussbaum 74) ¿Estas “decisiones impopulares” son las que se suelen mantener en lo oculto, las que avivan el secreto que nos construye, que protege el núcleo de nuestras identidades en edificación permanente? Ya sea desde una perspectiva liberalista o comunitarista, de las cuales irá exponiendo sus diferencias Nussbaum en su libro, pero que no es pertinente ahondar en este ensayo, uno de los aspectos que se mantienen pareciera ser la idea de la incapacidad de disociar lo oculto del sujeto. Lo que este conserva para sí, dentro de su intimidad, escapa a los alcances de la ley, pero se vincularán al derecho por medio de las emociones. Estas serán el puente que vinculará lo propio con lo público. La literatura nos entrena en el manejo de dichas emociones. Por un lado, nos permite visualizar los posibles efectos o reacciones de frente a nuestros interlocutores y, por el otro, desdoblarnos y proyectar nuestras propias acciones y discursos en potencia. No me refiero aquí a literatura planfetaria o programática, ya que como indica Nussbaum, las emociones no son parte de una normativa, sino “experiencias humanas”, que se construyen en conjunto y no desde la coerción.

Valenzuela: el veneno que se secreta

Luisa Valenzuela (1938) en su conferencia “Escritura y secreto, viaje alrededor del misterio” (Cátedra Alfonso Reyes, 2001) describe cómo el secreto reside en todas las cosas y está más allá de la palabra, es más profundo que la palabra misma. La narradora argentina prefiere, en la ficción, el término traspasar el secreto, más que develarlo, porque el secreto construye y es necesario para la ficción. Recuerda la teoría de su coterráneo Ricardo Piglia que indica cómo el cuento mantiene dos niveles: primero, el expuesto, el que el lector va encontrando en medida que se acerca el texto por la lectura y, el segundo, el cual el lector tiene que ir armando, porque se encuentra subrepticio, encubierto, latente, creando el centro de la historia. En su conferencia, Valenzuela hace un acercamiento crítico del secreto, tratando todo el tiempo de no revelarlo, de cuidar su condición inherente de material inabordable. La escritora demarca la diferencia existente entre los secretos fisiológicos —con minúsculas— aparentemente banales, aquellos que aparecerán por ejemplo en novelas policiales, donde al descubrirse se acaba la trama, y El Secreto —con mayúsculas—, a partir del cual se bifurcarán dos categorías más: (1) el secreto social, el revelable, y (2) el secreto existencial, el “inrrevelado” (sic). Este secreto existencial, ontológico, puede también nunca subir a la superficie de la conciencia, almacenarse en la exploración de nuestro yo. Ya que su definición o su clasificación no es un fin, el secreto existencial podría nunca conocerse, incluso por el sujeto que lo posee. Lo cual, a simple vista, parece una afrenta en un trabajo de investigación o búsqueda de un propósito humano: la razón se cae de bruces ante tal imposibilidad de descubrimiento. La máxima que encuentra Valenzuela es que en lugar de preguntarse cuál es el secreto, uno, como escritor, se debe preguntar cuál es la forma de ese secreto. Para empezar, si se intenta saber que el secreto es eficaz hay que estar consiente de que existe. Por su concepción, toda lectura y toda escritura son un proceso de desciframiento, respecto a “sus silencios y a las amorfas leyes de la ambigüedad” (Valenzuela, 00:13:00 - 00:13:15). Además, nos recuerda su compromiso moral de la siguiente forma: [el secreto está] reservado, oculto, aun para nosotros mismos; en referencia, por supuesto, aquel más desgarrador de los secretos, aquel que nos podría poner en contacto con el meollo del conocimiento. La aterradora propuesta

para el simple mortal, cuando encaramos la literatura como la vida misma. Una y la misma cosa, si pensamos a la persona en el acto de escribir, generalmente rondando alrededor del corazón de lo inefable o quizás alrededor del inalcanzable núcleo de lo simbólico. (Valenzuela, 00:02:27 - 00:03:07) El secreto será aquello que se resiste a ser dicho, el “oscuro deseo”, el centro del texto. Valenzuela concluye que somos parte de ese gran Secreto, donde está la muerte, el cual nunca podremos descifrar. De igual forma, recordará que el más peligroso de los secretos, que fue tipificando, es el secreto social, porque no es la exploración de la vida (como el secreto existencial), sino el secreto que usan los poderosos para dominar y oprimir. El fenómeno del proceso de escritura es muy complejo, como lo podemos notar en los argumentos de Valenzuela. Hay un sinfín de variables que están interactuando con el flujo de la conciencia, en las cuales interviene la memoria. Por ello, es muy arriesgado tratar de capturar momentos específicos y estudiarlos o, incluso, descomponerlo para definirlos en una estructura única. Por igual, Valenzuela señala, parafraseando a la escritora brasileña Clarice Lispector, que la escritura es “una maldición que salva”. Apunta que el arte —la literatura— tiene un sentido unificador, esa es la capacidad de significación que mantiene para el ser humano. Incluso, en este proceso de escritura, “el veneno que secreta aquello que se oculta, más aún sobre quienes ni siquiera saben que existe algo oculto, enferma a los humanos y alienta la literatura” (Valenzuela, 00:17:20 - 00:17:35). Al igual que el ejercicio entre filosofía y literatura, Valenzuela nos dice que “podemos pensar que cada personaje de ficción, cuan cercano a un modelo de carne y hueso, nace con un secreto bajo su capa, como un cuchillo. Secreto que también es su tesoro… ” (Valenzuela, 00:17:45 - 00:17:56). Como creadores de subjetividades, los escritores deberán manejar con respeto las posibilidades de la vida, los caminos que se circunscriben en el fluir de eventos, de situaciones, de relaciones. Para Valenzuela, la valentía al momento de escribir será un tema muy importante, que ligará a esta responsabilidad en cuanto al secreto. La valentía al encontrar lo oscuro dentro de nosotros mismos en el proceso. Se preguntará: ¿cómo responder a una crisis? La escritura vincula las experiencias más fuertes de violencia y las conecta al escritor. Porque las personas pueden construir sus propias narrativas en medida que autofiguran sus proyectos de vida, de felicidad. Valenzuela indica que la “realidad”, por su parte, es ambigua y desconcertante. Estas

reflexiones enmarcan el constante acontecer de la labor literaria en la silenciosa transferencia de lo indecible.

Un movimiento sigiloso

En su conferencia “La escritura de sí” Michel Foucault plantea la construcción de subjetividades a partir del acto mismo de escribir. Estudia dos herramientas que contribuyen a las técnicas de sí y a las tecnologías del yo: los hypomnémata y la correspondencia. Los primeros, muy utilizados en la tradición griega: podían ser libros de cuentas, registros públicos, cuadernos individuales que servían de ayuda-memoria. Su uso como libro de vida, como guía de conducta, parece haber llegado a ser algo habitual en todo un público cultivado. En ellos se consignaban citas, fragmentos de obras, ejemplos y acciones de los que se había sido testigo o cuyo relato se había leído, reflexiones o razonamientos que se habían oído o que provenían del propio espíritu. (Foucault 292) Estos cuadernos son un contenedor del propio individuo que los utiliza. En el devenir de la escritura es posible que nos encontremos con pensamientos, creencias, ideas, que irán tomando forma mientras las escribimos. Por ello es tan importante nuestra relación con este tipo de escritura. Ante ello, se necesitará mantener disciplina y trabajar la imaginación de nuestra propia vida. Sin embargo, señalará Foucault que “el movimiento que pretenden efectuar es inverso [al de los diarios o al de las confesiones espirituales]: se trata, no de perseguir lo indecible, no de revelar lo oculto, no de decir lo no dicho, sino, por el contrario, de captar lo ya dicho; reunir lo que se ha podido oír o leer, y con un fin, que es nada menos que la constitución de sí” (Foucault 293). Foucault, como Valenzuela, sostiene que el conocimiento de sí no puede pretender edificarse en el silencio, sino en su opuesto. Sin embargo, en este ejercicio se está tan junto de lo oculto que puede filtrarse o contaminarse por la simple cercanía. La escritura es una viaje de ida que la lectura trae consigo de vuelta. La literatura encuadra esa escritura y dependiendo de determinado contexto, y del criterio de sus lectores, podrá establecer una relación con la sociedad misma que la produce. Ya lo decía George Steiner en su libro Lengua y silencio. Ensayos sobre la literatura, el lenguaje y lo inhumano:

Hay ciertos indicios de que una adhesión metódica, persistente, a la vida de la palabra impresa, una capacidad para identificarse profunda y críticamente con personajes o sentimientos imaginarios, frena la inmediatez, el lado conflictivo de las circunstancias reales. Llegamos a responder con más entusiasmo a la tristeza literaria que al infortunio del vecino. (Steiner 21) Esta capacidad de recepción, de sensibilidad hacia los problemas del otro, hacia las vicisitudes y vericuetos que lo condicionan, tendrá su reacción en lo que Steiner también denominará la “capacidad literaria humana”, en función al papel del crítico literario específicamente, pero que con algunas libertades podría expandirse a cualquier agente reflexivo, con la cual recuerda que “en esa gran polémica con los muertos vivos que llamamos lectura, nuestro papel no es pasivo. Cuando es algo más que fantaseo o un apetito indiferente emanado del tedio, la lectura es un modo de acción” (Steiner 26). Una lectura que crea preguntas, que inquiere, que transita por los bordes del silencio. Preguntarle al libro, al texto, para comprendernos mejor a nosotros mismos.

CONCLUSIÓN

Como vimos con Nussbaum, en su estudio de lo oculto en relación al derecho, este permite un entendimiento más profundo de lo humano. Aunque al estudiar emociones complicadas, atravesadas por el ocultamiento, como la repugnancia y la vergüenza, señala que “[no es que] no puedan o siquiera deban ser eliminadas de la vida humana. Al igual que los celos, la repugnancia y la vergüenza primitiva están profundamente enraizadas en la estructura de la vida humana y probablemente sea imposible erradicarlas” (Nussbaum 88). De alguna forma, la pensadora protege la cualidad de estas emociones que dialogan con lo oculto como elementos constituyentes del ser humano. Nussbaum argumentará que lo que ella busca, y que no está segura si lo podamos lograr, es “una sociedad que reconozca su propia humanidad, la cual ni nos oculta, ni ella se oculta de nosotros; una sociedad con ciudadanos que admiten que tienen necesidades y que son vulnerables” (Nussbaum 17). Por igual, Nussbaum niega que se puedan desarrollar leyes basados en emociones problemáticas, como la repugnancia o la vergüenza. Se pregunta ¿cómo es posible crear indi

viduos que no piensen de esa manera? En una entrevista que mantuvo con la Pontificia Universidad Católica del Perú, presentó una posible respuesta a esta pregunta: empezará en la familia, según la filósofa, aunque puede que estas emociones estén profundamente arraigadas en la naturaleza humana. Continúa: [La educación va a formar un gran papel, sobre todo las humanidades,] porque la imaginación es como un músculo y si no se usa se atrofia. Creo que todos nacemos con la capacidad de pensar en cómo es el mundo de desde el punto de vista de otra persona […] Pero si esa capacidad no se fortalece, no se cultiva y se entrena en diferentes contextos, no seremos capaces de imaginar una situación de una minoría racial distinta a la nuestra. En este sentido, creo que la literatura y las artes pueden cumplir un papel importante en entrenar a los ciudadanos. (Nussbaum 00:06:45 - 00:07:23) Por ello, será importante, como constatamos con Valenzuela, señalar que el secreto, lo oculto, son parte de la vida humana. Es una de las grandes características que nos guía en nuestras trayectorias de discernimiento, florecimiento humano y desenvolvimiento social. Por medio de él podemos desarrollar capacidades, establecer contrastes, formar un juicio. La literatura lo utiliza como materia prima, junto a las palabras, en muchos niveles: desde el silencio o el espacio en blanco, hasta el simbolismo más profundo y alegórico. Lo oculto, lo que no debe ser visto o nombrado, se constituye como un instrumento de dominación, en el orden social, pero también puede abrir puertas hacia el autodescubrimiento ontológico. Las aproximaciones de Valenzuela alrededor de este tema, muy poco estudiado, por su fugacidad, son fundamentales, como atendimos en su conferencia, al momento de desentrañar las cualidades de la secrecía en la construcción del sujeto, frente a contextos hegemónicos, por ejemplo. Los escritores mantienen una relación compleja con el secreto, pero como apuntó Valenzuela como máxima fundamental, “la buena literatura honra el secreto en el momento de trasponerlo” (Valenzuela 00:35:20 - 00:35:26). En otras palabras, parafraseando a Clarice Lispector, Valenzuela nos aclara que no hay que preocuparse por entender, que hay que “vivir va más allá de la comprensión” (Valenzuela 00:35:10 - 00:35:18). Al cuidar lo oculto en la narración también defendemos la dignidad del otro, velamos por el misterio que lo constituye. Cercano a lo que indica Foucault, cuando acierta a decir que:

Ya hace mucho que sabemos que la tarea de la filosofía no consiste en descubrir lo que está oculto, sino en hacer visible lo que, precisamente, es visible, es decir, hacer aparecer lo que es tan próximo, tan inmediato, lo que está tan íntimamente ligado a nosotros mismos, que, por ello, no lo percibimos. (Foucault 117)

Aunque hay un fuerte lazo que une literatura y filosofía, como logramos apreciar, todavía queda la inquietante cuestión de la potestad de las humanidades en la formación del sujeto. Quizá su cercanía con lo oculto es aquello que le permite circular entre polos opuestos, entre tensiones y dilemas sin reparar en gastos. Como recuerda Steiner, en contraposición a lo planteado por Nussbaum: No sabemos si el estudio de las humanidades, de lo más noble que se ha dicho y pensado, contribuye efectivamente a humanizar. No lo sabemos; e indudablemente hay algo terrible en dudar si el estudio y el placer que se encuentran en Shakespeare hacen a un hombre menos capaz de organizar un campo de concentración. (Steiner 83) Al parecer, lo secreto jugará un rol clave en la desestabilización de los márgenes morales, por su propia naturaleza ambigua, velada e imprecisa, lo cual posibilita, en respuesta, la generación de dudas sobre la capacidad crítica y formativa de la literatura y las humanidades. Estas cualidades de lo oculto no hacen sino problematizar y mostrar la misma complejidad humana. A partir de ahí, es que Steiner se pregunta: “¿Son humanas las humanidades? y si lo son, ¿por qué se esfumaron al caer las tinieblas?” (Steiner 83).

OBRAS CITADAS

Bermúdez Antúnez, Steven. “Las emociones y la teoría literaria: Un encuentro enriquecedor para la comprensión del texto literario”. En-claves del pensamiento, 4. 14 May 2010: 147-167. Web. Consultado el 27 de noviembre de 2019. <http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-879X 2010000200008&lng=es&tlng=es>. Fonnegra Osorio, Claudia Patricia. “Martha Nussbaum: la relación entre literatura y filosofía desde una perspectiva aristotélica”. Katharsis. Jul-Dic 2013: 245-265. Web. Consultado el 26 de noviembre de 2019. <https://dialnet.unirioja.es/ descarga/articulo/5527446.pdf>. Hansberg, Olbeth. “Emociones morales”. Cuestiones morales. Comp. Osvaldo Guariglia.

Madrid: Editorial Trotta, 2007. 107-130. Impreso. “Martha Nussbaum y el rol de las emociones en la vida política - PUCP”. Youtube, subido por PUCP, 2 de febrero 2015. Web. Consultado el 27 de noviembre de 2019. <https:// www.youtube. com/watch?v=WeNfSI0TMH4>. Nussbaum, Martha. Hiding from humanity: disgust, shame, and the law. Nueva Jersey: Princeton University Press, 2004. Impreso. Steiner, George. Lengua y silencio. Ensayos sobre la literatura, el lenguaje y lo inhumano. Barcelona: Gedisa Editorial, 2003. Impreso. Valenzuela, Luisa. “Escritura y secreto, viaje alrededor del misterio”. Youtube, subido por Cátedra Alfonso Reyes. Web. Consultado el 26 de noviembre de 2019. <https://www.youtube.com/watch?v=neHEgplQPR0>.

Cátedra Alfonso Reyes Tecnológico de Monterrey Julio 14 de 2020