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ENTREVISTA: Maribel Gallardo, una vida dedicada a la danza española

MARIBEL GALLARDO, una vida dedicada a la danza española

Por Sergio Cardozo Perot

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Maribel Gallardo, gaditana de nacimiento (en Puerta Tierra) y madrileña por trabajo, es una de nuestras grandes estrellas de la danza española. De familia humilde siempre se sintió bailarina. De padres amantes de la danza, del cante jondo y del flamenco, a Maribel no le resultó dificil contagiarse de tanto Arte. Su gran pasión por la danza, compartida con el público, con sus compañeros y con los cientos y cientos de alumnos que siguen pasando por su magisterio, la reconocen como gran artista de España. Hoy ese reconocimiento es una realidad. Cádiz, su tierra natal, la honra poniendo su nomber al Conservatorio Profesional de Danza, y España le concede la Medalla de Oro al Merito de las Bellas Artes.

¿Cuáles son los motivos por los que una andaluza gaditana se instala en Madrid?

Mi padre trabajaba en los astilleros de Cádiz. Hubo problemas en la empresa y echaron a bastantes personas, entre ellos mi padre. En Cádiz apenas había trabajo y decidieron buscar suerte en Madrid.

Si retrocedemos hasta su infancia, ¿qué recuerdos le vienen a la memoria y de sus inicios en la danza?

Lo primero que me viene a la cabeza son los seis años. Apenas tengo recuerdos anteriores. Me veo con unas zapatillas de ballet en las manos, acompañada de mi madre, y yendo hacia el Centro Cultural del Barrio de San Blás. Yo lo que quería era bailar flamenco, sinceramente. En mi casa solo se escuchaba a Fosforito, al Beni de Cádiz, Manolo Caracol, al Príncipe Gitano, Adelfa Soto, Rocío Jurado (mi ídolo), etc... Mi padre, gran aficionado al flamenco, me llevaba, desde muy pequeña, a los “tablaos” de Madrid y recuerdo de manera especial el Tablao Los Canasteros con Manolo Caracol y Lola Flores actuando.

En el Centro Cultural hacíamos ballet clásico con María Montes. Ella fue mi primera profesora de ballet. Continué mi aprendizaje y formación en Coros y Danzas en Madrid donde mi padre tenía un amigo que enseñaba danza clásica española y flamenco. Se llamaba Antonio Jareño y lo recuerdo con un cariño muy especial pues, gracias a él, aprendí a amar las castañuelas. La época maravillosa de mi aprendizaje la recuerdo en la Calle Arenal. Aprendíamos ballet clásico, danza estilizada, flamenco, folklore, solfeo, canto, arte drámatico, cultura musical... eran muchas asignaturas pero resultaba muy apasionante. Estuve hasta los once años y fue allí precisamente donde conocí a las personas que me han ayudado para conseguir ser bailarina, mi gran sueño. Victoria Eugenia “Betty” en danza estilizada, y Juana Taf “Mis Karen” en danza clásica. Como mi familia no tenía los medios económicos necesarios para mi formación, me becaron de por vida. Tuve la gran suerte de seguir con Mis Karen y con el maestro Leif Ornberg “el Danés”.

Es evidente que estamos ante un portento de talento y de niña prodigio, ¿cómo recuerda aquella primera etapa profesional, formando parte de tantas compañías o bailando para tantos coreógrafos, con tan solo catorce años?

Mi maestra Betty me animó para que me presentara a las audiciones que se habían convocado en el Ballet Folklórico Nacional. Allí participaban grandes figuras de la danza de España: Pilar López, Pedro Azorín, Juanjo Linares, María Rosa, Victoria Eugenia, Juana Taf, Juan Quintero y Manolete entre otros. Te garantizo que para mi fue un gran Master en Danza.

También había grandes bailarines, bailarinas, maestros y coreógrafos que tanto me eneseñaron. Fue una

“Todos y cada uno de los maestros y coreógrafos con los que he tenido la fortuna de cruzarme por el camino me han marcado profesionalmente y aprovecho estas líneas para agradecerles toda su entrega”

etapa muy dura. Me enfrentaba, junto a la “banda del cucu”, como nos bautizó Pedro Azorín al grupo más joven, a mi primer trabajo profesional. Fue muy duro porque estaba delante de grandes profesionales ya consagrados. Tantas coreografías, y tan diferentes de estilo, exigían de una profesionalidad absoluta. Todo el elenco poseía esa virtud pero yo aun no la conocía, yo no sabía ni maquillarme. Recuerdo como Conchita España, primera bailarina de la Compañía, me enseñó a depilarme las cejas y Cristina Hernando, también primera bailarina, con una mirada suya me decía lo que tenía que hacer. Realmente tuve mucha suerte. Todos ellos me enseñaron a respetar y a amar la danza.

El listado de nombres de maestros con los que se ha formado y trabajado es interminable. ¿algunos nombres que le hayan marcado a lo largo de su carrera o en momentos especiales de su vida?

Todos y cada uno de los maestros y coreógrafos con los que he tenido la fortuna de cruzarme por el camino me han marcado profesionalmente y aprovecho estas líneas para agradecerles toda su entrega. Sin duda “Betty”, desde mi niñez hasta hoy en día, es mi confidente, mi consejera, mi maestra, mi amiga y la persona que mejor me conoce en todos los aspectos.

De Maria Rosa recuerdo que era muy estricta en todo lo relacionado con la imagen del intérprete. Ella me enseñó la importancia de la profesionalidad. De Doña Pilar López también tengo maravillosos recuerdos de mi paso por el Ballet Folklórico Nacional. No todo es bailar bien, hay mucho más detrás de un gran profesional. Mario y María del Sol, directores del Ballet Antología junto a Alberto Lorca, fueron mi familia durante el tiempo que estuve con ellos. Tenía yo 16 años cuando ingresé en la compañía y recuerdo con mucho cariño esas tertulias hasta altas horas de la madrugada hablando de danza, de los valores, de la ética, del respeto y de arte. Echo mucho de menos esas conversaciones.

El Maestro Granero me hizo descubrir espacios interiores que jamás antes había conocido. Él era un “cazatalentos”, un genio. Poseía una tremenda habilidad para hacernos crecer como artistas. También a él le echo mucho de menos!

A María de Ávila siempre la llevo en mi corazón. Ella prestó todo su apoyo a una nueva generación de intérpretes con sed de superación y también con ganas de que nos escucharan artísticamente. Diseñó el programa cumbre del BNE que aún hoy sigue cosechando éxitos.

José Antonio confió en mi como protagonista para estrenar El Sombrero de tres picos. A José Antonio le vi bailar siendo yo muy niña y te prometo que se me pasó por la cabeza “algún día yo bailaré con él”. Éste es otro de mis sueños cumplidos. Le conocí siendo muy joven en el Ballet Siluetas dirigido por él mismo y Luisa Aranda. Nunca imaginé que Maribel Gallardo sería su musa para esa coreografía, además de su pareja en el escenario.

Sergio Cardozo y Maribel Gallardo, Santiago

¿Qué significó entrar a formar parte del Ballet Nacional de España? ¿Cuántos años tenía?

Llevaba unos años de una compañía a otra, entonces podíamos elegir compañía para bailar. No quería quedarme demasiado tiempo en la misma, quería aprender de todas las fuentes. Había pasado por las mejores compañías de entonces y no quería irme fuera de España con proyectos que me presentaban. Entonces me ofrecieron un contrato en TVE y, como yo seguía siendo muy tímida, pensé que me ayudaría. En Antología de la Zarzuela de García de la Vega estuve un año como bailarina y también como repetidora del coreógrafo Alberto Portillo. Después decidí que era el momento de entrar en el BNE. Unos años atrás ya me habían enviado una carta para que me presentara a las audiciones. Eran los tiempos de Antonio Gades al mando de la Compañía pero en aquel entonces aun no me veía yo preparada y decidí no acudir.

Tenía yo 19 años cuando entré en la Escuela del BNE bajo la dirección de Antonio Ruiz Soler. Entonces, para entrar en la compañía, tenías que pasar por la Escuela aun siendo ya profesional. Antonio solía entrar en las clases de la Escuela para ir viendo quien podría entrar en la Compañía. Entré en septiembre de 1980 en la Escuela y en diciembre me anunciaron que en enero me incorporaba a la plantilla del BNE. Fue un momento maravilloso.

Desde que yo tenía 11 años, mi maestra Betty siempre nos hablaba de Antonio por lo maravilloso que era como artista y nos contaba anécdotas personales de cuando ella estaba en su compañía. Desde entonces fue mi ídolo. Cuando lo vi por primera vez me temblaban las piernas. Cuando Antonio aparecía en el aula era una admiración absoluta la que sentíamos toda la plantilla. Antonio ha sido un genio, como intérprete y como coreógrafo. Es una de las figuras más importantes y trascendentes de la Danza Española. Él nos ha dejado un extraordinario legado.

Después de 41 años en el Ballet Nacional de España, en los que ha interpretado prácticamente todas las obras, bajo la dirección de todas las direcciones, ¿qué resaltaría como virtudes o aptitudes a tener presente en todo momento como profesional de la danza?

Puedo asegurarte que he aprendido y sigo aprendiendo de cada una de las direcciones que han pasado por el BNE. Todos han dado lo mejor de ellos, con sus aciertos y sus errores.

Para mi, amar la danza, entrega absoluta, perseverancia, capacidad para trabajar en equipo, honestidad, ser generoso con lo que te rodea y sobre todo respeto a ti mismo y a los demás, son algunas de las cualidades esenciales, además de la preparación artística en las cuatro disciplinas de la danza española.

Con Rubén Olmo estamos viviendo unos momentos deliciosos. Él dirige desde el más absoluto amor por la danza, con exigencia artística, confiando en el intérprete y dando oportunidades a las jóvenes promesas. Esto es algo muy necesario para la evolución interpretativa. Rubén incita a la creación con la mirada puesta en la calidad, no en lo comercial.

Bajo su dirección, y con todas las adversidades que estamos sufriendo, hemos estrenado tres espectáculos a pesar de los confinamientos, las bajas de plantilla, etc..., un signo evidente de que todo el equipo, artístico, técnico, oficinas, etc..., está entregado a su labor en cuerpo y alma.

“Con Rubén Olmo estamos viviendo unos momentos deliciosos. Él dirige desde el más absoluto amor por la danza, con exigencia artística, confiando en el intérprete y dando oportunidades a las jóvenes promesas”

Como intérprete, ¿existe algún papel que le haya marcado, sea por su dificultad o por llegar a la expresión del personaje?

Todo lo que he interpretado me ha marcado de por vida, desde la Chacona, pieza de Escuela Bolera con una dificultad técnica, interpretativa y unas castañuelas super complicadas, hasta el personaje de “La Molinera” de El Sombrero de tres picos. En este personaje tanto la interpretación como la técnica tan depurada me marcaron, no cabe duda. Otro importante personaje ha sido “La Muerte”, en Don Juan. Con ella empecé a sentir la libertad en el escenario, estaba presente siempre en escena, casi dos horas que duraba el espectáculo. Fue maravilloso.

También ha sido importante el personaje de “La Taranta” en Los Tarantos. Éste fue un gran reto en mi carrera. Un personaje flamenco que, a parte de bailar por “Soleá” tenía que interpretar a una mujer madura, flamenca y basado en Romeo y Julieta.

La Celestina fue una experiencia completamente nueva para mi. Es cierto que ya había tocado antes la danza contemporánea con Laberinto, pero La Celestina supuso nuevas formas de expresión, una mirada distinta cargada de matices que me ayudaron a crecer como artista.

Desde 2002 es “maestra repetidora”. Para los menos entendidos en la estructura de una gran compañía, ¿cómo se podría explicar este rol dentro de ella, o cuál es su función?

Maestra repetidora es el enlace de transmisión entre el co reógrafo y los intérpretes. Nuestra misión consiste en hacer que el trabajo del coreógrafo se fije, los pasos, la esencia... Digamos que somos sus ojos, su cuerpo y su alma al mismo tiempo con el objetivo de conservar y preservar su legado. Tienes que ser muy objetiva y olvidar tu pensamiento, o tu sentimiento, para adentrarte en el mundo interior del coreógrafo. Es un trabajo apasionante, la verdad. También imparto clases de danza estilizada en la Compañía.

Pero, sin duda, el que me ha dejado una gran huella, y del que afortunadamente me hizo conocer todos o casi todos los rincones de mi ser ha sido Medea. “Medea” es un personaje que conocí en la interpretación de Manuela Vargas. Al verla a ella me sentí cautivada, ella era maravillosa, única. Siempre la he llevado en mi corazón. Me apasiona la interpretación. En estos momentos en los que me encuentro, feliz aunque sea una etapa difícil en la que ves acercarse la despedida, puedo decir que soy muy feliz y sin frustraciones. Me siento muy realizada como artista y como persona aunque estemos en el ocaso de mi carrera. De repente Rubén Olmo me ofrece el personaje de “Madame Otero” en su creación La Bella Otero. Un regalo maravilloso que ha supuesto todo un reto y que jamás hubiera pensado que saldría al escenario del Teatro de la Zarzuela, uno de mis templos favoritos, a cantar, con la ORCAM, la famosa “Habanera” de Carmen. Ha sido una experiencia sublime poder conocer e interpretar este personaje.

Aunque no ha desarrollado su carrera en su ciudad natal le han puesto su nombre al Conservatorio de Danza, ¿qué significado tiene esto para usted?

Cuando en 2007 me llamaron para comunicarme que el Conservatorio Profesional de Danza de Cádiz llevaría mi nombre, me quedé perpleja. La mayor felicidad que puede tener un artista es que, sin ser un personaje

Maribel Gallardo en Bella Otero, María Alperi

público, le premien por su labor profesional, y en su tierra. Una tierra que, por circunstancias no deseadas por mi familia, tuvimos que abandonar. Me siento muy honrada y estoy muy agradecida por ello.

Siendo esta una profesión bastante demandante en dedicación y esfuerzo, casi llegando a lo obsesivo, ¿ha pensado alguna vez que ha perdido la ocasión de desarrollar otras inquietudes personales, dedicación a los amigos, la familia, etc.?

Efectivamente, tienes que sacrificar mucho. Por ello pienso que la danza es una profesión absolutamente vocacional. Sacrificas tu propia infancia, adolescencia, amigos, familia.... En mi caso tuve que dejar el Instituto a los 14 años porque entonces no teníamos las facilidades que tienen hoy en día los jóvenes para combinar estudios y danza. En mi época o bailabas, o estudiabas. Sin embargo yo hice tres años de solfeo para poder estudiar piano y, aunque no pude acabarlo pues me pasaba casi todo el año viajando, no descarto la posibilidad de retomarlo en breve. En la vida no puede quedar frustración alguna, máxime cuando haces lo que amas y sientes de corazón.

Maribel Gallardo Gómez, acaba de ser galardonada con la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, ¿qué opinión le merecen este tipo de premios o reconocimientos?

Personalmente me llega como recompensa a una entrega absoluta a la Danza, como intérprete y como docente. Llega sin esperarla porque cuando das de corazón, no piensas en recibir. Mi objetivo ha sido ser fiel a mi misma con todos los valores que me enseñaron, tanto mi madre como todos mis maestros. Nunca perseguí los premios. Mi objetivo ha sido superarme como artista, crecer como persona y ofrecer mis conocimientos a las nuevas generaciones.

Mi mayor regalo ha sido la cantidad de muestras de cariño y respeto que he recibido, tanto por las redes sociales, como por privado, de mis compañeros y amigos de profesión. Personas que no conocía y que se alegraban de este maravilloso galardón que se me otorga y que comparto con todos y cada uno de mis colegas de profesión.

¿No cree que algo está fallando en la vida cultural de un país, cuando aún se confunden el Ballet Nacional de España con la Compañía Nacional de Danza? o, en el peor de los casos, ¿ni siquiera se sepa que existen? Afortunadamente, hoy en día tenemos un público muy diverso y con acceso a mucha información. En este caso las redes sociales han ayudado muchísimo a que se conozcan las compañías nacionales de danza que existen en nuestro país. Quizás aquellos que las confunden, o que desconocen su existencia, es por falta de interés en la danza. Por otro lado tengo que decir que es muy triste constatar que apenas hay compañías de danza en España y esto por falta de recursos y por falta de programadores que se interesen por la danza. En el BNE, con Rubén Olmo en la dirección, estamos realizando talleres pedagógicos por todas las

Maribel Gallardo en Danza y Tronio Maribel Gallardo, BNE

de el interior y la verdad es esencial. Lo que no comparto es cuando uno se autodenomina coreógrafo sin tener los conocimientos de lo que verdaderamente es un creador. No todo vale.

ciudades donde vamos a bailar. Colegios, escuelas, centros inclusivos…, son nuestro objetivo para dar a conocer la Danza Española en sus cuatro estilos. Con estas propuestas ponemos en valor todos los beneficios que la Danza ofrece, para el público en general e incluso en aquellos colectivos con discapacidades intelectuales, pues está comprobado que, la danza, es un aporte al desarrollo del bienestar emocional del individuo. Además, con esta labor, fomentamos un nuevo público que se interese por la danza.

La danza española, en sus cuatro modalidades, poco a poco sigue investigando en nuevos estilos, otras técnicas, propuestas dramatúrgicas más renovadas; conociendo el trabajo de alguno de estos nuevos creadores/as, ¿cuál es su opinión al respecto?

Todo mi respeto y apoyo a las nuevas generaciones de creadores/as. Vivimos en un mundo totalmente materialista. Las Artes en general son nuestra salvación para adentrarnos en el mundo interior del ser humano. Todo lo que se construya desde el conocimiento, des-

Para terminar, un espacio para que nos deje algunas palabras de aliento para los profesionales o para las futuras generaciones. Muchas gracias

A través de muchos compañeros, tanto de mi anterior generación como de la mía propia, se consiguieron muchísimas mejoras para los profesionales de la danza. No fueron ni uno, ni dos los que luchaban por dignificar nuestra profesión. Fue a través de la unión que se consiguieron objetivos. Si algo nos define a los intérpretes de danza es precisamente esa desunión para luchar por nuestros derechos. Como bien dijo el filósofo griego Diógenes “el movimiento se demuestra andando”. Hace falta unión entre los artistas.

¡Que luchen por sus sueños! Siempre hay horizontes nuevos por descubrir y solo se consigue a través de la perseverancia y el amor.

He disfrutado mucho con esta entrevista. A veces volver al pasado te recuerda lo aprendido y eres más consciente de lo que aún tienes por aprender. Muchísimas gracias, Sergio. Un abrazo inmenso.