3 minute read

EDITORIAL

Dr. Edwin Cárnica

Es indispensable un programa realista y factible para reactivar la economía

Advertisement

Según el reporte de inflación de junio del Banco Central de Reserva (BCR), el PBI nacional crecería 3.1% en el 2022 y no 3.4% según la proyección del mes de marzo. Esto por la corrección a la baja de la producción de los sectores primarios. Un ejemplo concreto: Se esperaba que la minería crecería 5.9% este año, hoy se proyecta solo 2.9%. ¿La razón? La disminución de la producción de Las Bambas, Cuajone y otros, por conflictos sociales.

La inflación de 8.1 del mes de mayo también es preocupante, aunque la expectativa de inflación de 12 meses es de 4.89%. El presidente del Ente Emisor, Julio Velarde, es optimista: “En el segundo semestre del 2023 estaremos alcanzando el rango meta en inflación”. En cuanto al tipo de cambio, el BCR informa que se ha mantenido estable, habiéndose fortalecido el sol en 6,6% frente al dólar, tras haberse devaluado más de 10% el año pasado. Obviamente, no todo es negativo: La cantidad de empleos formales creció 9,4% con respecto a abril 2021, superando en 5% al período prepandemia.

Para que el Perú pueda reducir los índices de pobreza y generar empleo digno, el PBI debe crecer a una tasa superior al 6%. Por lo tanto, estamos lejos de alcanzar ese objetivo en el 2022 a juzgar por las estimaciones nada auspiciosas para el primer semestre.

El conflicto Rusia - Ucrania, que no sabe cuánto durará, impacta a la economía peruana con mayores cotizaciones internacionales de productos que importa el país, como petróleo, granos y fertilizantes, siendo una de las causas de mayor inflación; también debilita la rentabilidad de empresas mayoristas y deteriora la capacidad adquisitiva de los consumidores.

Sin embargo, el Perú puede y debe crecer a tasas más altas por el entorno internacional altamente favorable por el precio excepcional de los metales, siendo este incluso mejor a la que se tuvo en la primera década de este milenio cuando se alcanzó un crecimiento de 7% en promedio.

Sin embargo, la inestabilidad política, económica, social e institucional que vive el país, ha afectado a la economía de diversas maneras: Uno de ellos fue el comportamiento del tipo de cambio nominal, que generó la elevación de precios de productos de la canasta básica.

La inestabilidad, afectó, asimismo, a las expectativas de los agentes económicos nacionales y extranjeros, que repercutió en una inversión privada negativa, lo mismo que el consumo privado. Todos sabemos que la economía peruana se sustenta en la inversión privada en un 80%. Si no hay inversión el país no camina.

Los problemas exógenos que afectan a nuestra economía no los podemos cambiar, pero sí se pueden atenuar con medidas adecuadas e inteligentes. En cambio hay problemas que los generamos nosotros mismos, empezando por el gobierno: falta de coherencia en la comunicación, un día el presidente invita a los empresarios a invertir –acaba de hacerlo una vez más en los Estados Unidos-, y al día siguiente sale con Asamblea Constituyente, revisión de contratos y nacionalizaciones. Los empresarios no creen en el gobierno.

Además, no hay capacidad para gestionar los conflictos sociales que se están multiplicando. Toma de carreteras, invasión de propiedades, ataques a la propiedad pública y privada, son el pan de cada día y paralizan al país, cuyas arcas se mantienen más o menos aceptables gracias a los recursos provenientes de la minería, sector que no recibe ningún apoyo del gobierno.

Es indispensable tener un diálogo sincero y fructífero para llegar a acuerdos básicos concretos, generar confianza en los agentes económicos, gestionar con eficiencia los conflictos. El gobierno y el Congreso, junto con los empresarios, pueden y deben elaborar un programa realista y factible para reactivar la economía.

Con los enfrentamientos violentos y estériles nadie gana, todos salimos perdiendo.

EL DIRECTOR

This article is from: