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HISTORIAS DEL DOJO SENSEI Gerardo Balves

HISTORIAS DEL DOJO El libro sagrado del Kárate: Bubishi (Mito – Leyenda o Realidad) Si la religión cristiana tiene una Biblia, el Kárate también tiene la suya: el Bubishi, un libro legendario que ha acompañado esta arte marcial a lo largo de su rica historia. Una de las mayores transmisiones de conocimiento de la historia de las artes marciales se llevó a cabo en el reino de Ryukyu — ahora Okinawa, Japón— cuando los guerreros nómadas de China cruzaron el mar desde la provincia Fujian llevándose consigo las semillas de un libro llamado Bubishi: la auténtica Biblia del Kárate. El Bubishi es una colección de ensayos que tratan las ideas filosóficas ligadas a las artes marciales, así como ensayos metafísicos, médicos y metodológicos, amén de un poco de historia. Aunque se considera una obra completa, es muy similar a otras ‘Biblias’ en el sentido de que no hay autor: la mayoría de los textos fueron compilado a partir de otras fuentes a lo largo del tiempo. El Bubishi es considerado un tesoro sagrado por aquellos que más lo aprecian, los maestros de Kárate originarios de Okinawa, que a su vez influenciaron a generaciones de luchadores tanto en Japón como en Corea e incluso en Occidente. El Bubishi es originalmente chino. Se escribe ‘武备志’, que básicamente significa ‘manual marcial’. En el trabajo del investigador Patrick McCarthy La Biblia del Kárate: El Bubishi, el manual se tradujo y presentó con notas y una introducción que explora las distintas opciones de transmisión que pudieron haber llevado el texto a Okinawa. Aquí deberíamos dar un paso atrás y señalar la increíble amplitud de conocimiento que China ofrecía en aquel entonces. El Bubishi es una compilación de 32 ensayos muy variados que ahondan en una gran variedad de conceptos: probablemente fuera recopilada y trasmitida por chinos exiliados a Fujian, una de las provincias más meridionales de un creciente imperio que se extendía hasta Rusia en el norte, hasta Malasia en el sur y hasta Afganistán en el oeste. Para ponerlo en contexto, otro tomo marcial —también llamado Bubishi— fue armado aproximadamente al mismo tiempo por un general chino llamado Mao Yuanyi. Su manual cita más de 2.000 libros, contiene más de 240 capítulos a lo largo de nueve volúmenes y toca cualquier aspecto imaginable sobre la guerra: desde cuestiones genéricas —cómo luchar con y sin armas, cómo organizar ejércitos y cómo gestionar refriegas— a cuestiones mucho más específicas. Especialmente destacadas son las descripciones de técnicas de Kungfu tomadas de un documento aún más antiguo, escrito por un

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maestro llamado Qi Jiguan, de quien nadie había oído hablar fuera de los círculos de eruditos. El Bubishi de Okinawa que forma las bases para el Kárate moderno es básicamente una gota de sangre en el mar, una colección única en un océano de escrituras sobre artes marciales chinas que lograron traspasar las fronteras del imperio… y que terminaron desencadenando una revolución en el Lejano Oriente y en el mundo entero. La Grulla Blanca se convierte en Kárate China y Okinawa tienen una larga historia de relaciones que data como mínimo del siglo XIV, justo antes del establecimiento del reino de RyuKyu. Los emisarios imperiales de China solían visitar las islas; había comerciantes y pescadores que viajaban de ida y vuelta; los nobles de Okinawa solían mandar a sus hijos al continente para que recibieran una educación adecuada. El conocimiento de las artes marciales pudo transmitirse en cualquier momento durante el final de la Edad Media y el inicio de la Edad Moderna. No obstante, el periodo más destacable probablemente fuese el que siguió a la caída de la dinastía Ming en 1644, cuando el templo Shaolin fue atacado y sus guerreros se esparcieron por todo el nuevo imperio Qing. Según las abundantes leyendas que se cuentan en los ‘dojos’ de todo el mundo, uno de estos exiliados era un maestro de Kung-fu llamado Fang Zhonggong que huyó hacia Fujian, en la costa sur de China. Esta provincia, ubicada justo delante de Taiwán y Okinawa, fue durante siglos un trampolín de huida para los aventureros y un lugar de refugio para los rebeldes derrotados de China. Los guerreros del templo Shaolin, como Fang, se reunieron allí y crearon una comunidad que terminaría dando origen al templo Shaolin del Sur —Wing Chun— y al estilo de combate Grulla Blanca del Kungfu. Según la leyenda, Fang Zhonggong fue asesinado por bandidos; su hija, Fang Qiniang, siguió la bandera marcial de su padre y juró venganza. Mientras conspiraba, vio dos grullas peleando a la orilla del río: embelesada por sus movimientos, tuvo una epifanía y mezcló el Kung-fu Shaolin de su padre —en sí, una mezcla de Cinco Ancestros: Puño de Mono, Puño de Tigre y quien sabe qué más— con las técnicas que aprendió de las grullas. Así habría nacido el Kung-fu de la Grulla Blanca. (Como nota, esta historia es notablemente similar a la leyenda de la creación del estilo Wing Chun. Es destacable que la familia Fang viviera precisamente en la villa Yongchun; de hecho, Wing Chun es la pronunciación fonética antigua para Yongchun (永春) que significa ‘eterna primavera’). El estilo Grulla Blanca del Kungfu se divide en una docena de componentes: la Grulla que Chilla, la Grulla que Salta y varios más. Sus técnicas se esparcieron por todo Fujian y atravesaron el mar para llegar hasta Okinawa. El libro de McCarthy compila diez teorías diferentes sobre la manera en que el Kung-fu Grulla Blanca —y el manual Bubishi asociado con el estilo— viajaron a través de los estrechos y terminaron en manos de los maestros de Okinawa. Los nativos de la zona posteriormente mezclaron los estilos chinos (y su interpretación del manual Bubishi) con sus propias artes marciales nativas… y de ahí nació una especie de proto-Kárate. Algunas teorías son algo prosaicas, como la que asegura que un joven erudito de Okinawa viajó a China, obtuvo el libro de un maestro y lo trajo de regreso a Japón sin más. Otras son positivas, como la que afirma que un maestro itinerante de Kung-fu llamado Ryu Ru Ko —que en caracteres chinos podría significar ‘hermano ambulante’—

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