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Un calvario de lágrimas

Francisco González Molla

Francisco Javier Sancho González, estudió solfeo a los 13 años para seguir la carrera de arte y a los 15 años tocaba el saxofón como un piano.

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El maestro, pariente no muy lejano lo metió en la banda de Canals y él con su buena mano al saxofón lo hacía hablar.

El maestro que lo educó se portaba muy bien con él y todo se lo aprobó por su talento y boca de miel. A los dos años que estaba en la banda le entró un desconsuelo en su cuerpo que ya no podia con su alma retirándose por completo. Entonces vino el calvario de lágrimas para él y su familia que estaban pasando muchas desgracias por culpa de esa trágica vida.

Lo tuvieron que ingresar en un centro de rehabilitación para no pasarlo tan mal y entonces mejoró.

Ahora lo iban a trasladar a un centro de Alicante Y vino a casa a estar contento y muy elegante.

Le rogamos toda la familia su querida madre y querido hermano para que tenga mejor vida de la que han estado pasando.

Su madre le hizo el desayuno creyendo que estaba despierto y al llevárselo le tembló el pulso porque ya estaba muerto.

El triste relato-poema de su abuelo que se despide con lágrimas y pena le pide a Dios que lo tenga en el cielo para rezarle la muerte eterna.

Tu abuelo que no te olvida.