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Fármacos y medicamentos, qué son y qué tipos hay

Conocer un poco más el mundo de los fármacos y de los medicamentos nos ayuda a entender algunos tratamientos y sobre todo a hacer un uso adecuado de estos productos. La salud es un bien muy preciado que podemos y debemos cuidar de muchas maneras y la terapia farmacológica puede formar parte de ese cuidado en algún momento de nuestra vida o en algunas circunstancias.

La búsqueda de remedios para paliar los problemas de salud es algo tan antiguo como la propia humanidad, es inherente a nuestro instinto de supervivencia. Durante mucho tiempo esos remedios se basaban en productos que venían de la naturaleza como plantas, determinadas partes de animales o incluso algunos minerales. Sin duda, el conocimiento tradicional era principal y especialmente importante aquél que se tenía sobre las cualidades de las plantas medicinales, usadas desde tiempos muy lejanos en cualquier lugar del mundo. Sin embargo, en el siglo XIX nace la ciencia de la química, siendo un gran hito en la historia, pues a partir de ese momento se empieza a conocer qué sustancias exactamente son las responsables de algunas actividades beneficiosas para nuestro cuerpo, lo que ahora llamamos principios activos. También en ese momento se empiezan a conocer los nutrientes que contienen los alimentos. A partir de ahí el panorama cambia y nace la farmacología moderna.

Así, a partir de ese momento se empezaron a extraer los principios activos de productos naturales, incluso se empezaron a fabricar o sintetizar en los laboratorios. Por eso, todavía en la actualidad hay productos farmacológicos que se extraen directamente de las plantas, otros que se extraen de fuentes naturales y luego se modifican en el laboratorio (fármacos de semisíntesis) y otros que directamente se obtienen en el laboratorio (fármacos de síntesis). Ahora podemos disponer de productos de todo tipo para mejorar nuestra salud en caso necesario. Pero ¿qué es un fármaco y qué es un medicamento?, ¿es lo mismo? No exactamente.

La búsqueda de remedios para paliar los problemas de salud es algo tan antiguo como la propia humanidad, es inherente a nuestro instinto de supervivencia

Un fármaco es un principio activo, es decir, una sustancia que se conoce perfectamente y que sabemos que tiene ciertas capacidades de producir efectos en nuestro organismo para prevenir, curar o aliviar alguna enfermedad o algunos síntomas e incluso algunas secuelas. Sin embargo, un medicamento es un producto que integra en su composición uno o más fármacos y se presenta en lo que se llama una forma farmacéutica, es decir, en cápsulas, jarabe, inyectable, etc. Se fabrica para poder ofrecer una forma adecuada de administrar uno o varios principios activos que tendrán unas propiedades determinadas y una/s indicación/es concretas respecto a el tratamiento o prevención de enfermedades. Un medicamento ya puesto en el mer- cado es un producto que tiene una composición determinada de la que se ha probado tanto la eficacia como los posibles efectos adversos y siempre la primera tiene que ser mucho mayor que los segundos. El principio de la medicina y la farmacia “primum non noscere” (lo primero no dañar) debe prevalecer siempre.

En la composición de los medicamentos, además de encontrar principios activos o fármacos, que son las sustancias que van a tener ciertos efectos sobre nuestra salud, también podemos encontrar otros ingredientes que se añaden con finalidades tecnológicas, son los excipientes. Éstos permiten, por ejemplo, que un comprimido se pueda formar y no se deshaga antes de su uso o que una cápsula no coja humedad y se deshaga su cubierta. La composición de los medicamentos siempre está disponible en su ficha técnica y prospecto para que tanto los profesionales de la salud como los consumidores puedan tener esa información, básica en casos sobre todo de alergias o intolerancias a alguno de los componentes. Los nombres de los medicamentos dependen de las empresas farmacéuticas que los comercializan y pueden variar de unos países a otros, sin embargo, el nombre de los fármacos o principios activos suele ser común pues se suele decidir entre las entidades científicas y médicas, los fabricantes y la administración. Así, por ejemplo, un ibuprofeno se puede encontrar comercializado en diferentes medicamentos y con muchos nombres distintos, pero el principio activo será el mismo. En estos casos lo que sí puede variar sensiblemente son los excipientes pues cada laboratorio fabricará sus productos con su propia fórmula.

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Los tipos de fármacos y medicamentos son diversos en función de los criterios con los que los clasifiquemos. Por ejemplo, si tenemos en cuenta la vía de administración, podemos tener medicamentos que son para administrar vía:

• Oral (comprimidos, cápsulas, jarabes, viales, etc.)

• Tópica (cremas, geles, apósitos, etc.)

• Inyectable subcutáneo

• Inyectable intramuscular

• Inyectable intravenoso

• Rectal (supositorios, enemas)

• Vaginal (comprimidos, cremas, etc.)

También podemos clasificar los medicamentos según si necesitan prescripción médica o “receta”, de manera que hay medicamentos que para su uso siempre deben ser prescritos por el médico, como es el caso de los antibióticos, y otros que pueden ser adquiridos por el consumidor sin dicha prescripción o receta, como es el caso del paracetamol. Según la Ley 29/2006, de garantías y uso racional de los medicamentos y los productos sanitarios, son medicamentos que necesitan prescripción médica aquellos que:

• Puedan presentar un peligro directa o indirectamente, incluso en condiciones normales de uso, si se utilizan sin control médico.

• Se utilizan frecuentemente, y de forma muy considerable, en condiciones anormales de utilización y ello puede suponer, directa o indirectamente, un peligro para la salud.

• Contengan sustancias o preparados a base de dichas sustancias, cuya actividad y/o reacciones adversas sea necesario estudiar más detalladamente.

• Se administren por vía parenteral, salvo casos excepcionales.

En el caso de los productos que pueden ser adquiridos libremente por el consumidor, hay medicamentos que incluso pueden ser anunciados en televisión, como es el caso de las llamadas Especialidades Farmacéuticas Publicitarias o EFPs. Esta publicidad está controlada por la administración para asegurar que solo se mencionan las características

terapéuticas que tiene autorizadas el medicamento en su ficha técnica, es decir, que solo se publicitan las indicaciones autorizadas para ese producto. Por ejemplo, si un medicamento es para aliviar la tos seca, solo se puede anunciar con esa finalidad terapéutica y no otra.

Un medicamento es un producto que integra en su composición uno o más fármacos y se presenta en lo que se llama una forma farmacéutica

Además de estas posibles clasificaciones de medicamentos, hay una mucho más técnica que se refiere a los fármacos y que los engloba en función de su acción en el organismo. Se trata de la codificación ATC (siglas de su nombre en inglés Anatomical, Therapeutic, Chemical classification system) que fue establecido por la OMS (Organización Mundial de la Salud) y se utiliza sobre todo en Europa, aunque también en algunos otros países. El código tiene en cuenta el sistema de nuestro organismo u órgano sobre el que actúa el fármaco, su efecto farmacológico, las indicaciones terapéuticas y la estructura química que tiene. La codificación tiene siete dígitos alfanuméricos que recoge la información sobre diferentes aspectos o niveles. Así, se definen cinco niveles, el primero hace referencia al lugar físico del cuerpo donde actúa el fármaco y los otros a agrupaciones terapéuticas en función de su acción. A los niveles se les asignan unas letras o números:

Nivel 1 o anatómico: indica en qué órgano o sistema actúa el fármaco.

1. Sistema digestivo y metabolismo (A)

2. Sangre y órganos hematopoyéticos (B)

3. Sistema cardiovascular (C)

4. Medicamentos dermatológicos (D)

5. Aparato genitourinario y hormonas sexuales (G)

6. Preparados hormonales sistémicos, excl. hormonas sexuales (H)

7. Antiinfecciosos en general para uso sistémico (J)

8. Agentes antineoplásicos e immunomoduladores (L)

9. Sistema musculoesquelético (M)

10. Sistema nervioso (N)

11. Productos antiparasitarios, insecticidas y repelentes (P)

12. Sistema respiratorio (R)

13. Órganos de los sentidos (S)

14. Varios (V)

Nivel 2: Subgrupo terapéutico, identificado por un número de dos cifras.

Nivel 3: Subgrupo terapéutico o farmacológico, identificado por una letra del alfabeto.

Nivel 4: Subgrupo terapéutico, farmacológico o químico, identificado por una letra del alfabeto.

Nivel 5: Nombre del principio activo o de la asociación farmacológica, identificado por un número de dos cifras.

Se obtiene así un código completo para cada principio activo o fármaco, aunque algunos pueden tener más de un código en función de sus propiedades terapéuticas. Esta clasificación no sirve tanto a nivel del usuario final del producto sino más a nivel técnico, médico y científico para algo tan imprescindible como es hacer un buen uso médico de los fármacos. •

Laura I. Arranz, Farmacéutica – Nutricionista www.dietalogica.com info@gananutricion.es

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