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Comer Nuestras Emociones por la Dra. Dana Castro
La psicología detrás del antojo y cómo cultivar una relación sana con la comida
En Puerto Rico, la comida es más que alimento: es cultura, memoria y unión. Pero no siempre comemos por hambre física. Muchas veces, comemos para calmar el corazón. Cuando enfrentamos emociones intensas, nuestro cuerpo puede reaccionar de maneras distintas: algunas personas pierden el apetito, otras no experimentan cambios, y muchas sienten un impulso marcado de comer, especialmente alimentos específicos y reconfortantes.
El “comer emocional” ocurre cuando usamos la comida para manejar emociones difíciles como el estrés, la ansiedad o la tristeza. Investigaciones señalan que hasta el 60 % de las personas recurren a este patrón. El estrés, por ejemplo, eleva el cortisol, incrementando el apetito y activando el sistema de recompensa del cerebro, que libera dopamina y ofrece alivio momentáneo.
Los antojos no surgen al azar. Estudios han identificado que emociones como el estrés, la ansiedad, la tristeza y el aburrimiento son desencadenantes frecuentes (Reichenberger et al., 2020). En Puerto Rico, estos patrones pueden intensificarse por factores sociales y ambientales únicos, como huracanes, crisis económicas o la soledad. No es casualidad que busquemos platos familiares que nos transporten a momentos de felicidad o nos brinden un abrazo simbólico.
Para cultivar una relación más saludable con la comida, es esencial distinguir entre el hambre física y el hambre emocional. El hambre física surge gradualmente y se calma al comer; la emocional es repentina, busca alimentos específicos y persiste incluso al sentirnos llenos.
La clave está en la conciencia y la autocompasión. Estrategias simples como el método HALT (preguntarnos si tenemos Hambre real, Ansiedad, estamos Lonely o Tired) o llevar un diario emocional ayudan a identificar patrones. Practicar la alimentación intuitiva—escuchar nuestro cuerpo sin juicios—fortalece nuestra salud física y mental.

“El comer emocional se refiere al consumo de alimentos como respuesta a sentimientos, en lugar de hambre física.”