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Aida Mendoza
from Revista BETA 2022
by BETApr
fue elaborar un diccionario de la lengua castellana, lo que se llevó a cabo entre 1726-1739 con el título de Diccionario de Autoridades en seis volúmenes. Se llama de Autoridades porque cada vocablo va refrendado con citas de las obras de los autores más prestigiosos de nuestro Siglo de Oro.
Posteriormente se publicaron varios diccionarios de la Real Academia atemperándolos a los cambios en el uso de la lengua.
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El mayor cambio en los estatutos de la Academia se realizan en el siglo XIX, después de la independencia de los países hispanoamericanos, como resultado de la idea del panhispanismo. Se van estableciendo las academias en los países ya independientes que finalmente constituirán la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) cuyo objetivo principal es integridad, difusión y crecimiento del idioma español. Se fundó en 1951 en el primer congreso, celebrado en Zacatecas (Mèxico), presidido por Gabriel García Márquez (quien recibiera el Nobel en el 1982) . En aquella ocasión, pronunció las palabras que hicieron temblar las columnas de la Academia: “Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna; enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie va a leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revólver con revolver.”
Ya anteriormente, otro Premio Nobel, Juan Ramón Jiménez, no solo trató de modificar la ortografía, sino que en parte lo llevó a cabo en su propia obra con las letras g y j: “Intelijencia, dame el nombre exacto de las cosas”, dice el primer verso de un conocido poema suyo. Elejía y jigante son ejemplos de este cambio que no tuvo éxito.
En Puerto Rico se celebró el Congreso Internacional en el 2002 con la asistencia de los Reyes de España. Yo también asistí al celebrado en Panamá.
Hasta aquí un resumen de la información actualizada con respecto a la situación del aspecto lexicográfico de nuestra Lengua.
En repetidas ocasiones, oigo que en España al referirse al actual diccionario lo mencionan como el de la RAE, lo cual no es correcto, ya que han laborado en él las veintitres Academias, aportando gran número de vocablos con los que se ha enriquecido nuestro idioma, lo que merece un reconocimiento. El título que debemos usar es Diccionario de la Lengua Española (DLE) (para facilitar la mención oral, se le añade una i, DiLE).
Es una maravilla de la era tecnológica que podamos poseer todas las palabras de nuestra lengua tan cerca de nosotros como el móvil o celular. La aplicación es gratis, ya no hay excusa para saber si una palabra está aceptada, correctamente escrita o acentuada, a qué categoría gramatical pertenece, género, conjugación de los verbos y otros datos gramaticales.
Poseemos una lengua con cerca de seiscientos millones de hablantes, con veintitrésAcademias y otra en perspectiva la del ladino, lengua hablada por los judíos sefardíes.
Como una curiosidad mencionaremos las palabras del Dr. Francisco Javier Pérez, secretario general de ASALE, dice que la Academia Norteamericana de la Lengua Española es de las más importantes por su desempeño y por el pasmoso crecimiento del español en Estados Unidos.
Hay muchos otros diccionarios de nuestra lengua con distintos objetivos o de temas particulares, como Diccionario panhispánico de dudas, WordReference, diccionario médico, diccionario enciclopédico, etc. Pero existe uno que tiene un valor especial, el de María Moliner, Diccionario de uso del español, del que dice García Márquez:
“María Moliner -para decirlo del modo más corto- hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana...tiene dos tomos de casi 3,000 páginas en total, que pesan tres kilos y viene a ser en consecuencia más de dos veces más largo que el de la Real Academia de la Lengua y -a mi juicio- más de dos veces mejor. María Moliner lo escribió en las horas que le dejaba libre su empleo de bibliotecaria”. Se publicó en 1966-67. La última edición aparece en 2007, en dos vols. Fue propuesta por varios académicos para ocupar un sillón en la Real Academia y hubiera sido la primera mujer en ocuparlo, pero no la nombraron porque sus estudios fueron en Historia y no en Lingüística y por ser mujer. Ella misma expresa: “Mi obra es limpiamente el diccionario (...) Desde luego es una cosa indicada que un filósofo (Emilio Alarcos ocupó el sillón que se le había negado a ella) entre en la Academia... pero si ese diccionario lo hubiera escrito un hombre, diría: ¡Pero y ese hombre,cómo no está en la Academia!
Una vida muy interesante y movida, tanto que ha sido tema de documentales e incluso se ha escrito una obra de teatro que ha tenido gran éxito.(Su vida y obra en Wikipedia).
Su diccionario es más completo, porque incluye palabras que todavía no aparecían aceptadas en la RAE, como cibernética; las definiciones más completas y según el uso; sinónimos; expresiones y frases hechas y algo muy particular y que tardaría mucho en aceptarse (1994) la inclusión de la ch en la c y de la ll en la l.
Como lo expreso ella: “ El diccionario de la Academia es el diccionario de la autoridad.