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Pablo Peralta Guerrero

PATRIMONIO Y EDUCACIÓN

PATRIMONIO, EMOCIÓN Y APRENDIZAJE

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PABLO PERALTA GUERRERO

Las emociones son las reacciones que experimentamos ante determinadas percepciones que nos provocan una serie de respuestas físicas y psicológicas, procedentes de los diversos sistemas corporales. Si alguna situación nos genera una emoción fuerte de alta intensidad, hace que esta se fije en nuestro cerebro y deje huella.

El procesamiento cerebral de las emociones se lleva a cabo en el sistema límbico, es el encargado de recibir esas sensaciones y de interpretarlas. Junto con

el neocórtex, procesa la información y la convierte en emoción. Dos de las regiones cerebrales del mismo sistema límbico, la amígdala y el hipocampo, son esenciales para el aprendizaje, ya que ayudan a decidir si la reacción ante la nueva información es positiva o negativa.

También las emociones ayudan a fijar los aprendizajes, ya que activan las redes neuronales y refuerzan las conexiones sinápticas. Actualmente, hay corrientes que nos dicen que sin emoción no hay aprendizaje.

La neuroeducación ha constatado que la curiosidad y la emoción están en la base del aprendizaje. Las investigaciones en este sentido han dado muestras de la separación “ficticia” entre cerebro racional y cerebro emocional, argumentando que el cerebro es solo uno y que responde de manera integrada a los distintos retos. La huella dejada por algo que percibimos es mucho más fuerte si va asociada a una emoción. Igualmente, el aprendizaje será integral, sí y solo sí, contempla todas sus dimensiones, incluida la emocional, que hasta ahora se había dejado de lado en el aula por su consideración en oposición a lo racional.

Francisco Mora asegura que solo se puede aprender aquello que se ama.

Por esta razón, una de las formas más interesantes para plantear una tarea patrimonial es utilizar esa emoción que provoca en el espectador. Conseguir generarla nos ayudará a que los aprendizajes, relacionados con este objeto se fijen más fácilmente en el cerebro, además de construir un vínculo con él.

Muchas veces asociamos el patrimonio cultural a momentos de nuestra historia, nos emocionamos con su belleza, con su valor histórico, identitario o nos entristecemos por su mal estado de conservación. Nos

"...solo se puede aprender aquello que se ama" (Francisco Mora). Por esta razón, una de las formas más interesantes para plantear una tarea patrimonial es usar esa emoción que provoca en el espectador.

encontramos apegados emocionalmente a ellos, ya sean lugares de culto, de celebración o aquellos asociados a lugares en los que sucedieron momentos vitales importantes. Es por esto que en muchos casos no tienen por qué coincidir con los que son importantes para otras personas.

Cuando desde nuestra infancia establecemos este vínculo emocional con un elemento patrimonial, ya va a formar siempre una parte importante de nuestra vida, haciendo que nos acerquemos a él una y otra vez y nos interesemos por su mantenimiento en perfecto estado.

Las obras de arte más reconocidas son las que provocan emoción en el espectador, desde una pieza musical a un cuadro, pasando por un paisaje o monumento. Y desde diversas disciplinas se estudian las implicaciones emocionales asociadas a nuestra percepción de estos lugares, obras pictóricas, musicales, etc. Un ejemplo de esto sería la llamada neuroarquitectura que comprueba que por ejemplo las formas orgánicas y las líneas suaves provocan en el cerebro sensaciones de seguridad y comodidad frente a las lineales y de arista. Parecidas sensaciones provocan el poder ver el horizonte o determinados colores como el azul o iluminaciones cálidas.

Recuerdo la primera vez que vi el “Expolio de Cristo” de El Greco, que el color rojo de la figura principal me hipnotizó, me hizo sentar y que no pudiera dejar de mirar el cuadro. Desde entonces mi vinculación emocional con ese cuadro no ha desaparecido. En este caso, la emoción que intentó transmitir el pintor a través de su cuadro me llegó y me llevó a interpretarlo y a hacerlo mío.

A partir de aquí hacemos una serie de propuestas de intervención, basadas en este principio:

“Desde la emoción subjetiva a la objetiva”.

La emoción objetiva se relaciona con: • Cómo concibió el autor o autora la obra a nivel técnico. • Cómo es la percepción sensorial de la obra por medio de nuestros sentidos. • Cómo vemos un elemento patrimonial, partiendo de los conocimientos previos que tenemos sobre la materia. • Cómo se percibe por parte de los espectadores en cuanto a sus elementos y características.

La emoción subjetiva, en cambio, tiene que ver con la interpretación que hace nuestro cerebro de lo que está percibiendo. Es una experiencia individual y que no será igual a la de otra persona. Tiene que ver con los sentimientos, el estado de ánimo en el momento de la percepción, recuerdos, asociaciones, experiencias previas, etc.

Por lo tanto, estamos ante dos maneras de percepción: • La percepción vista desde los ojos del autor o autora. • La percepción de nuestra propia mirada.

Existen distintas clasificaciones sobre las emociones (básicas, socio morales...), aunque en nuestro caso vamos a considerar: el miedo, la ira, el amor, la alegría, la sorpresa, el disgusto, la tristeza y el interés. Todas estas emociones son reconocibles por el individuo, aunque en muchos casos el alumnado no sabe asociar la sensación y las reacciones corporales que implican. Por ello, tendremos que ayudarles en su identificación y reconocimiento.

LA EMOCIÓN SUBJETIVA

Lógicamente, lo primero que debemos trabajar es la exploración de la emoción subjetiva, ya que la objetiva nos influirá en cómo percibimos el objeto en cuestión. Podemos llevarla a cabo a partir de tareas como las siguientes: • Lo asocio a una música que me provoque una sensación parecida.

• Escribo una historia o poesía de lo que pasa.

Hago mi propia versión del todo o de una parte. • Hago juegos matemáticos con él. • Lo dramatizo. • Escribo un tweet sobre la obra. • Le doy un color. • Especulamos sobre quién y cómo será su autor o autora.

Carmen Gómez, dentro de su proyecto “Emocionarte”, propone una serie de rutinas para explicar un cuadro dentro de esa exploración de las emociones subjetivas a la hora de verlo, que bien podría extenderse a cualquier otra propuesta artística o patrimonial.

¿Cómo explico un cuadro?

A. “Veo, pienso, me pregunto.”

En esta propuesta describo la imagen según rutina: ¿Qué veo?, ¿Qué pienso sobre lo que veo? y ¿Qué dudas me plantea? B. “Color, símbolo, imagen.”

Aquí exploro sobre el color, buscando el que me parece más representativo, repitiendo con un símbolo representativo y posteriormente una imagen. C. Destrezas de pensamiento “Partes, todo.”

En esta rutina primero describo la imagen en general y posteriormente describo las partes.

Puedo plantear preguntas tales como ¿si quito determinadas partes, sigue dando esa sensación?

¿Cómo exploramos las emociones subjetivas en una visita patrimonial o un museo? Propuesta de Actividades:

1.- ¿A qué se parece?

Esta actividad parte de una exploración sensorial, buscando texturas, olores, sonidos, gustos o vistas. De todo esto se pueden sacar inferencias sobre el estado de los espacios, de su conservación, cómo fue concebido, etc.

A partir de aquí, se pueden trabajar aspectos emocionales relacionados con las sensaciones. Para hacer esta exploración se hacen preguntas como: • ¿A qué se parece?

• ¿En cuál de estos lugares me encontraría más a gusto? • ¿Algo me ha dado miedo o me ha parecido triste? • ¿Algo me ha sorprendido? • ¿En qué sitio de este lugar escribiría una poesía o cantaría una canción? 2.- ¿De qué color es esta obra?

Partimos de un código de colores y tras examinar un cuadro, espacio, paisaje... según la emoción que trasmita, le asignamos un color. Podemos utilizar cartas de colores para observar el resultado de manera más visual: • Alegría, amarillo. • Tristeza, azul. • Rabia, rojo. • Miedo, negro. • Calma, verde.

Cuando se tiene decidido el color, nos colocamos delante de la obra o lugar y se realiza una puesta en común para ver que un mismo evento evoca sentimientos diferentes. 3.- Actividades en el museo, propuestas de talleres de Zorana Ivcevic de la Universidad de Yale.

Las visitas contemplan periodos de 30 segundos por cuadro. En cambio, se pide que se detengan en ver un cuadro en particular durante 10 minutos para analizar detalles de contenido, estructura, composición y color, así como perspectivas, áreas y distancias.

Se invita a sumergirse en la obra, imaginando qué estarán viendo, oliendo, escuchando y sintiendo los personajes, tal como hace un actor con el personaje que interpreta. (Técnica utilizada por RootBernstein, 1999, 2004). 4.- Desarrollo creativo.

Los participantes escogen una obra que represente su problema y otro la solución a ese problema. Lo colocarán en un tríptico y se pedirá que imaginen la imagen central.

Desarrollo de habilidades del pensamiento asociativo, esencial para el desarrollo de la creatividad (Russ y Dillon, 2011). 5.- La pareidolia.

Cuando observamos un conjunto de formas, a veces tendemos a asociarlo con una forma reconocible, como por ejemplo nos pasa cuando miramos las nubes o manchas en la pared. Una experiencia de emoción subjetiva podría ser observar una obra, espacio o paisaje y expresar a qué forma reconocible se nos parece. A partir de aquí se pueden desarrollar discusiones, asociaciones o contrastes entre otros, en relación con lo que percibimos.

LA EMOCIÓN OBJETIVA

Con las emociones objetivas abordamos aquellas que presenta la obra, el sentido que le quiso dar el autor/a, influido por el momento histórico, las tendencias estéticas y culturales o momento personal. Algunas de las estrategias para trabajar estas obras podrían ser: • Trabajamos cada obra, lo que representa, sus elementos simbólicos o composición, influencias estéticas, influencias históricas y culturales. • Exploramos el universo personal de su autor o autora, escuela a las que pertenecía, familia, situación personal y emocional. • Actividades descriptivas de la obra, con presentaciones o estrategias de pensamiento visual. • Mezclamos partes de distintas obras. • Las dramatizamos. • Les ponemos música. • Creamos libremente nuestra propia versión, pero ya influidos por el punto de vista del autor o autora, copiándonos de la obra de arte trabajada.

Estas son algunas de las muchas estrategias que se pueden utilizar para conectar a nuestro alumnado con el patrimonio, para que lo comprenda, lo valore, lo sienta, lo integre en su mundo y a partir de aquí actúe para su protección.