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3.4. NATURALEZA Y CIUDAD, DEL ALFÉIZAR AL ESPACIO PÚBLICO.

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6. BIBLIOGRAFÍA.

6. BIBLIOGRAFÍA.

La ciudad, como la propia naturaleza, es un sistema complejo que funciona como un todo, así, hemos de tener en cuenta cómo las diferentes escalas de las estrategias a adoptar para la introducción de la naturaleza, tendrán mayor o menor impacto en el funcionamiento de esta y cuál será el ámbito de repercusión.

De este modo, al margen de intervenciones concretas en el espacio público que evidencien la presencia de naturaleza, como puede ser la creación de un nuevos parques y jardines, la renaturalización de los existentes (fomentando la biodiversidad, introduciendo pavimentos blandos y permeables, recuperando ríos o lagos...) o la disposición de arbolados o jardines en las calles; existen estrategias urbanísticas de carácter político que deberán desarrollarse en el planeamiento y que forman parte activa del proceso de renaturalización de la ciudad. La pacificación del tráfico, incluso peatonalización, multifuncionalidad del tejido urbano (frente a la especificación en zonas de trabajo, residenciales, equipamientos...), el obligatorio retranqueo de las edificaciones ubicando jardines delanteros, el cambio del modelo de gestión de residuos y abastecimiento... son algunas de las medidas que contribuyen a la generación de ciudades más amables y que fortalecen el tejido social y mejoran la relación con el medio ambiente disminuyendo el impacto generado en él. Corrientes como el urbanismo ecosocial, se encargan de desarrollar este tipo de estrategias, dando importancia de igual manera tanto a los aspectos ecológicos como sociales del desarrollo urbano.

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Pero no es sólo desde las instituciones desde donde debe impulsarse la introducción de la naturaleza en la ciudad, las instituciones pueden promulgar leyes y establecer estrategias a nivel global, pero es desde las asociaciones de vecinos, desde los barrios, desde abajo, desde donde realmente existe la posibilidad de conseguir un cambio real y profundo. Es a través de la apropiación del espacio público por parte de los habitantes, tanto para el cultivo de alimentos y el disfrute, como para la toma de decisiones y ejecución, así como la comprensión de los procesos naturales que se desarrollan en él y de la importancia de cada uno de ellos, como se restablece ese vinculo real y genuino con la naturaleza. Al tiempo, las conexiones entre los miembros de la sociedad se construyen sólidas y profundas sin la regulación y la atenta mirada de la autoridad, que, por el mero hecho de ser sujeto de autoridad, defenderá los intereses de las estructuras dominantes. Es en un espacio libre y propio donde la comunidad es capaz de llegar a su esplendor, donde las nuevas ideas e inquietudes culturales brotarán. La naturaleza no debe restringirse a ese espacio de comunidad, la individualidad también debería de tener la oportunidad de desarrollarse en contacto con la naturaleza, dejando de percibir el espacio privado como los cuatro muros de una casa, no siendo sólo el disfrute del espacio privado exterior algo asociado al lujo y reservado a las clases medias-altas de la sociedad, e introduciendo la naturaleza como elemento necesario en los espacios privados. Necesitamos naturaleza... desde el espacio público hasta el alfeizar de la ventana.

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