
15 minute read
Perorata Abogadistica
from El Mosaico
Pag 4-6
Pequeño Ratoncito
Advertisement
Pag 7-9
Adrien
Pag 10-15
Clasificados
Pag 16-17
Bogotá, Colombia. 12 de marzo de 2023
A QUIEN INTERESE (Y A QUIEN NO, TAMBIÉN)
Asunto: Perorata inmaculada, pero plañida, contra usted.
Yo, Camilo García, Abogado porque así lo quiso Dios -o el Diablo- y escritor por vocación, identificado con cédula colombiana y ciudadano del mundo, vecino de un municipio cercano, me permito respetuosamente realizar esta perorata infundada e injusta, pero cierta, en contra suya y de sus amiguitos, todos ellos, los buenos y los malos, pero en especial aquellos que seguramente tampoco leerán esto; por flojera, por pereza o sencillamente porque no se les da la gana. Es decir, contra todos. Todos nosotros. Por ser como somos.
Y lo anterior, con base y pese a los siguientes
HECHOS:
1.Que por la evolución, Dios -cualquiera en el que crea- o simplemente la expresión más sublime de la cultura humana, los hombres y mujeres de este mundo somos capaces, tan solo con una pequeña instrucción, de enfrentarnos a símbolos o números y traducirlos en información dentro de nuestra mente, para decodificarlos y aprender. Ósea, somos capaces de leer.
2.Que la literatura, bendita ella, es una de las Bellas Artes y una de las más antiguas formas de expresión artística, caracterizada por la expresión verbal que alcanza sus fines estéticos mediante la palabra.
3.Que gracias a lo anterior, no solo nos comunicamos entre nosotros, sino que le damos forma a nuestro pensamiento, a nuestras ideas; capaces de contar historias y –tal vez- aún mejor, de escucharlas. De los vivos y los muertos, pues la lectura (y escritura) es la forma fin y más grande de la comunicación humana y seguramente alienígena también.
4.Que este mundo nos dio a Cervantes. Don Miguel, cuya obra se ha traducido a casi todos los idiomas del mundo, y es capaz de ostentar unas 381.000 palabras; y de todas ellas casi 23.000 son términos diferentes, es decir, no repetidos. Que también nos dio a Shakespeare, a sus dramas y poemas en forma de diálogos. Que Jane Austen supo cómo romantizar hasta el límite de lo humano un amor sin contacto físico. Que Alexandre Dumas supo representar los ideales de amistad, honor y lealtad en solo líneas de texto y que además, también, contamos con la suerte de leer a las hermanas Bronte, a Mary Shelley, a Herman Neville, Charles Dickens, Oscar Wilde o George
Orwell. Y que, como regalo del cielo, los rusos Tolstoi o Dostoievski se atrevieron a compartir la tragedia humana y ponerla en palabras que aunque sencillas, ininteligibles hasta que la vida te las revela con el tiempo. Cuán maravillosas obras crearon estos y millones más, que no me atrevo a mencionar por la cólera que siento. Y Kundera, mi favorito, ¿qué sería de mí sin sus historias que te calan en la razón, en la mejor y más reveladora explicación de comportamientos, sentires y pensamientos? Pero que la humanidad, o bueno, está bien, este país… o está bien, esta ciudad, solo esta ciudad, no sabe valorar.
5.Que usted no lee y los demás tampoco; y además no escucha un buen cuento o una bella poesía. Y si me equivoco la vida sabrá perdonarme, pero es el colmo. Que la venta de libros haya bajado sus índices en Colombia desde hace dos años. Es el colmo que ya no se hable de los libros favoritos que una vez leímos en una primera cita. Y es absurdo que, siendo colombianos, la mayoría no sepamos quién es José Arcadio Buendía.
6.Que preferimos perder el tiempo en redes sociales a leer un libro, a escuchar un cuento… un poema. Que busquemos la excusa de la falta de tiempo cuando lo que tenemos es una negligencia cruel por la literatura. Por qué se puede, pero no hay ganas.
Que por lo anterior se hace necesario, casi al borde de lo ilegal, exhortarlos a leer. A escuchar un libro (porque en la actualidad ni leer se necesita) o, por el contrario, a dejarse encantar por un nuevo y desconocido artista de las letras. Pero como no puedo obligar a nadie, mejor le hago, humildemente, la siguiente
Petici N
Única. Que no se pierda el buen hábito de la lectura; que se cultive en niñas y niños, nuestro futuro, pero que también que se incentive la escritura. Y, ¿Por qué no? Sino hace una u otra, se acerque a esos mágicos lugares donde suceden ambas, y escuche un buen cuento o una bella poesía.
Notificaciones
No las recibiré; ni de usted ni de nadie. Porque esta perorata no es más que una queja al aire. Pero si le cayó, haga caso. Haga caso por favor.
Cordialmente, Camilo García
Peque O Ratoncito
Pequeño ratoncito citadino que corre entre aulas, ¿te aventurarías a que este gato salvaje cruce contigo venenosas palabras?
Tus patitas son tan chiquitas que juro podría destrozarlas, digo, acariciarlas, con un solo movimiento de mis garras, es decir, mis patas.
Diminuto amiguito, ¿por qué tan ajetreado?
Alguna vez deberías visitar el campo, de esa manera permanecerías más calmado, no como ahora que te revuelves entre mis brazos.
Ratoncito, ratoncito de despavoridos ojos verdes, ¿cómo terminaste metido en la misma jaula conmigo?
Dejame adivinar, eres de esos seres que cree que nada lo puede dañar, no tienes de qué preocuparte, te protegeré de otros salvajes en mi estomago… ahora que estamos en una situación más pareja, ¿Ya no puedes pronunciar contra mí quejas?
Oye, no hagas alboroto, tu chillido lastima mis dulces orejitas, yo no te he hecho nada, no llores cómo si te estuviera lastimando, solo intento entretenerte con mis maullidos y encantos.
Ups, perdona si sin notarlo he pasado mi lengua por tus orejas, no te vayas, amigo ratoncito, te prometo que no volverá a pasar, por lo menos no mientras estés vivo… quiero decir, mientras estes conmigo, dejame llevarte a dar un paseo y hablar de tiempos remotos.
Adorable roedor, ¿recuerdas cuando nos conocimos?
Yo era un pequeño minino dulce y timido, tú un enorme roedor engreido, refresca tu memoria y recuerda las veces que juntos comimos, aquel delicioso pastel que en furtivos encuentros compartimos.
Ya no soy tan pequeña y tú no luces tan altivo, ni risueño ni entretenido, tienes cara de estar asustado y compungido, ¿Qué te ocurre, querido amigo?
Tu silencio lo dice todo, tranquilo, no acabaré contigo, solo deseo jugar, pues jugar es muy divertido, hagamos lo siguiente, conversaré contigo hasta que haya conseguido mi objetivo y luego, cuando tú mismo me des permiso, me comeré tu corazoncito.

Desde que era pequeño, me encaminé por el mismo sendero que mi padre, haciendo todo lo que me pide, sin poderme oponer aunque sea una vez. Toda mi vida la sentía solitaria, a través de mi ventana observaba a los demás niños jugar, quería estar allí y poderme reír como ellos, correr como ellos, eso era lo que quería… Tener amigos.
Cada día de mi vida era de color gris, haciendo las mismas cosas de siempre: práctica de piano, estudiar chino, esgrima y practicar el modelaje. El miedo de contarle a mi padre como me sentía era algo de todos los días, así que solo me callaba y me mantenía cabizbajo.
Mi mamá era mi ángel, la que me hacía sonreír en momentos en que callaba mis sentimientos, siempre me decía: “Nunca dejes de luchar, pues eso te mantendrá con la mirada firme”, como la extrañé, incluso en la actualidad, la sigo extrañando. Con esas palabras, pude mantenerme en pie y tener la esperanza en que mi padre sería un poco más abierto conmigo y poder ablandar su corazón.
Cuando cumplí siete años tuve a mi primera amiga. Chloe Bourgeois, hija del alcalde de París, éramos tan unidos, fue mi única amiga, gracias a ella pude sonreír un poco más en mi casa.
Lamentablemente mi amistad con Chloe se tuvo que separar por el impulso de mi padre, él siempre era así, si algo salía mal en su trabajo o discusiones con mamá, se desquitaba conmigo, negándome ver a Chloe o jugar con mi primo Felix. Aunque Nathalie, la ayudante y mano derecha de mis padres siempre me repetía la frase de mi madre cuando ocurrían estos eventos, no podía olvidar las palabras de mi padre y hacer lo que él quisiera, como si fuera una marioneta. Un día mis padres y yo salimos de paseo y según mi madre eran unas vacaciones, no sabía que era eso, siempre estaba en mi casa, tomando mis clases durante ocho horas y ya, no había nada más que hacer que estar encerrado en mi habitación tratando de divertirme con mis juguetes.
La verdad pensaba que este viaje sería otro más de negocios en el cual mi padre siempre nos arrastraba, y honestamente yo solo quería salir corriendo de allí y tratar de buscar algo que valiera la pena, tal vez buscar algo que realmente quiera y sin dañar a nadie, ser… yo mismo. Cuando llegamos al lugar, mis padres salieron del carro y los recibió otro hombre: era alto y de buen parecer y ciertas características físicas y gestos me hacían entender que no era Francés, supongo que era de alguna parte de América.
- ¡Adrien, ven aquí! - me gritó mi padre haciéndome una seña para que fuera con ellos, yo miraba el suelo. Al llegar con ellos me escondí detrás de mi madre, la vergüenza ante el señor era tan grande que solo quería irme de allí.
- Veo que ambos hicieron un gran trabajo, aunque se parece más a ti Emily - dijo el señor con tono burlón -, porque de ti Gabriel no sacó nada.
Mi padre (como siempre) lo miraba molesto, esa no era una broma para él, más bien sonó como un insulto o eso pensé yo.
En medio de la charla, pude verla… al fin, a la chica de mis sueños, mi princesa; Melissa Laforet, la chica que unos años después me haría enfermar de amor. Fue ella quien me enamoró a primera vista y cuando era pequeño verla me hacía sonrojar… Llegamos a compartir tantas cosas juntos.
Me gustaba su compañía, amaba estar a su lado. No quería que nadie me quitara ese momento… Incluso usé a mi primo Felix para que me remplazara en ciertas clases y yo poder ir con mi Melissa.
Mi madre desapareció, nunca supe a donde, se fue cuando yo enfermé gravemente y al recuperarme ya no estaba conmigo. Sin ella, mi poco de color se había ido, todo volvió a ser gris: las clases de piano, chino, esgrima y sesiones de fotos.
A mis catorce años, pude convencer a mi padre de que me dejara ir a la escuela y de tanto insistir, él accedió. Su respuesta me puso tan contento que volví a creer en las palabras de mi madre. Ya en la escuela, había encontrado una razón para no regresar a casa, la escuela se volvió para mí un refugio. Al principio fue difícil, el tratar de llevarme bien con los demás, me costaba mucho, solo contaba con Chloe. Los demás me conocían por mis fotos en las revistas pero no conocían a mi verdadero yo. Pero al final hice a mis primeros amigos: Nino, Alya y Marinette, ella fue la que más creyó en mi aunque su actitud conmigo era extraña hasta que descubrí sus sentimiento hacía mí y dio respuesta a esos comportamientos.
Sin embargo, al convertirme en Chat Noir, todo cambió por completo, ya no era solo yo, éramos dos… mi lado humano (Adrien) trataba de mantenerse como siempre y funcionaba, pero al volverme Chat Noir, cambió mucho de mi personalidad, trataba de ser alguien completamente diferente a mi yo de antes.
Tenía una doble vida y me gustaba vivir con ello, pero en el fondo quería volver a tener un poco color junto a Nathalie y mi padre. Ya que mamá se había ido, tenía que tratar de seguir sin ella y mantener los buenos recuerdos…
Me llegué a enamorar de ladybug, pensé que ella me devolvería el color a mi vida, pero solo fue una desilusión, estaba enamorada de alguien más y no había espacio para mí. Acepté que solo seríamos unos buenos compañeros en la batalla para atrapar al responsable que estaba detrás de las akumatizaciones.
Tres años después volví a ver a mi princesa, mi amada Melissa, era toda una mujer, traté de ser amable con ella al principio pero algo en mi mente trataba de alejarme de ella, se parecía a la voz de mi padre, por lo que usaba a Chat Noir para dejar de escuchar esa voz interior. Mi hermosa princesa, tenía que recuperar el tiempo que no tuvimos al crecer, me acercaba más a ella, hablábamos de muchas cosas hasta llegamos a besarnos, aunque fue Chat Noir quien lo hizo, no Adrien.
Sin embargo, ÉL me la quería quitar, ese chico Nathaniel me la robaría, quería que estuviera lejos de ella, quería estar en su lugar. Pero, para evitar que me akumatizaran y me quitaran mi anillo busqué otra forma de ganarle a mi rival. Le pedí a mi padre un maestro de piano, pero le dije que quería que mi hermosa Melissa fuera esa instructora. Al principio él se vio incómodo y hasta molesto con la idea, después de unos minutos en silencio, aceptó. ¡Por fin! estaría cerca de mi princesa, le había ganado a Nathaniel en esa batalla, pero debía ganar la guerra. Cada vez me acercaba más a ella, yo era feliz a su lado, cada momento en que veía sus ojos morados quería perderme en ellos y en sus finos labios.
Cada día recuperaba el color que alguna vez tuve en mi niñez, sin duda era por Melissa, era ella el pincel de este lienzo, de ninguna manera iba a dejar que me la arrebataran. Para mi suerte, mi padre contrajo matrimonio con Krysten, la madre de Melissa, yo pensé que mi padre y Nathalie se quedarían juntos, pero vi que no fue así.
Melissa era tan misteriosa que quería saber sus secretos y de algún modo ser su guardián, Plagg me ayudaba a investigar, quería saber que fue de mi princesa durante este tiempo, me enteré que su padre había fallecido y su hermano estaba desaparecido. Era aquí donde sería el hombro donde podía apoyarse cuando estuviera mal.
Una noche tuve un sueño con ella, estábamos juntos en cuerpo y alma, el aroma de su cuerpo desnudo fue lo que más amé, quería que todo de ella fuera mío. Traté que en la realidad fuera así, pero debía ser inteligente y jugar bien mis cartas, así que organicé un plan para finalmente estar con ella; fuimos de campamento y Marinette se me declaró, eso no me lo esperaba pero vino bien con mi plan, acepté sus sentimientos para darle celos a mi princesa y esa misma noche le escribí a Melissa un mensaje, le dije que necesitaba mostrarle algo. La llevé a un jardín secreto, donde las luciérnagas le daban un toque mágico. El momento que tanto esperaba por fin llegó, besé a mi princesa, sentía que estaba en las nubes, mi corazón palpitaba tanto que me aferré a ella y no la iba a soltar nunca.
No recuerdo lo que pasó después, solo desperté en la habitación con Nino y Melissa se había ido, pensé lo peor cuando me dijeron que encontraron sangre en su habitación, tenía que encontrarla. Krysten y mi padre nos llevaron de vuelta a la ciudad pero una lluvia negra nos atoró en medio del camino, parte de ese líquido cayó en mi cara, quemándome un poco, no sé cuánto duró esa tempestad, yo había quedado inconsciente. Me desperté cuando ya la lluvia se había ido y el dolor también, me miré rápidamente y mi rostro estaba normal.
Quería ver a mi Melissa y asegurarme que estuviera a salvo. La ciudad estaba con un aura extraña, me daba deseos de querer pelear con alguien y la primera persona que se me vino a la mente fue Nathaniel, quería verlo sufrir por estorbar en mi camino y tratar de quitarme a mi amada.
Pude cumplir con ese cometido cuando vi a Melissa salir de una cafetería junto a él, estaba enfurecido ¡no lo iba a permitir! Me transformé en Chat Noir y acabé con su existencia atacando su corazón con un cataclismo. ¡Por fin! Ella sería mía, solo mía.
Sin embargo, alguien me noqueó, “Nunca dejes de luchar, pues eso te mantendrá con la mirada firme” sonaba en mi cabeza y con la imagen de mí mismo en frente, estaba triste, desilusionado. Maté a un ser humano, se supone que yo era el héroe de la ciudad y ahora era un villano. No tuve control en ese momento, pero quería hacerlo y me dio placer una vez cometido tal acto.
No sé qué pasará de aquí en adelante, tengo que buscar a mi princesa, quiero disculparme por todo. Quiero volver a nuestra inocencia, quiero volver a sentir sus labios en los míos, quiero que ella vuelva a mirarme… quiero que ella… ¡sea mía!
