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Un libro de María José Arana sobre María Magdalena
Inauguración del curso del IDTP
El Instituto Diocesano de Teología y Pastoral inauguró el curso 25-26 el 23 de septiembre. El acto inaugural contó con la teóloga María José Arana, quien presentó su último libro: “La espiritualidad de María Magdalena, vivida por las mujeres”. La teóloga presentó la publicación que busca recuperar la figura de la Magdalena como líder y predicadora, liberándola del estereotipo de pecadora arrepentida. Una invitación a mirarnos en el espejo de la primera testigo de la Resurrección.
¿Qué te animó a escribir un libro centrado en la espiritualidad de María Magdalena?
Para mí siempre ha sido una figura muy importante. Santa Teresa decía que Jesús nos ha liberado y dignificado a las mujeres en María Magdalena. Siempre me ha atraído su persona. Cuando la editorial San Pablo me propuso el proyecto, acepté encantada.
En un tema sobre el que se ha escrito mucho, ¿qué hueco viene a llenar?
Es cierto, se ha escrito mucho, pero he encontrado aspectos muy originales. Mi libro pretende hacer lo contrario de lo que ha hecho una parte de la tradición: en lugar de reducir a la Magdalena a la pecadora arrepentida, busca recuperar a la líder de la Iglesia primitiva. Expongo su espiritualidad a través de sus acciones y, sobre todo, a través de la interpretación que las mujeres han hecho de ella a lo largo de la historia.
Mencionas que una de las aportaciones más originales es el uso de pinturas realizadas por mujeres. ¿Por qué es importante esta mirada?
Es un hueco enorme. Encontré un trabajo en Google con 224 diapositivas de arte sobre la Magdalena: 220 eran de varones y solo 4 de mujeres. Yo he localizado muchas más. Cuadros de Lavinia Fontana, Artemisa Gentileschi o Angélica Kauffmann ofrecen una perspectiva distinta, mostrando, por ejemplo, el momento de la Resurrección desde los ojos de quien la vivió: una mujer que confunde a Jesús con el jardinero. Esa mirada femenina había sido silenciada.
¿Por qué crees que se eclipsó su figura de líder para imponerse la de pecadora?
Esto empezó pronto. En la Iglesia primitiva, los Padres hablaban del nuevo Adán (Cristo) y la nueva Eva. ¿Y quién fue la nueva Eva? La pecadora. Este camino lo consolida el Papa Gregorio I Magno, quien unificó en una sola persona a tres mujeres distintas: la pecadora que unge los pies de Jesús, María Magdalena (la discípula que le seguía) y María de Betania. ¿Qué prevaleció? La pecadora, y directamente asociada a la prostitución. Fue nefasto para la tradición.
¿Siguen vigentes hoy aquellos conflictos que se ven en los Evangelios apócrifos, como la tensión con Pedro?
¡Claro que sí! Esos problemas no solucionados son el centro de mi último capítulo. La tensión entre Pedro y María Magdalena refleja dos cuestiones actuales: el problema del liderazgo en la Iglesia y el lugar de las mujeres. Nosotras, desde la teología feminista, reivindicamos ahora ese liderazgo magdalénico de otra manera.
¿Nos podemos mirar en el espejo de María Magdalena las mujeres de hoy, creyentes o no?
Sí, por supuesto. Las creyentes, porque amó a Jesús y se dejó amar por Él, y después predicó y lideró. Pero también es un modelo para cualquier mujer. Ella fue maltratada por la tradición, no reconocida. Hoy, muchas mujeres estamos apuntalando para que su figura cambie. Es un modelo para reivindicar en la sociedad lo que es debido.

En este contexto, ¿qué esperanza podemos tener las mujeres en la Iglesia actual?
Tenemos una esperanza viva porque creemos en el Evangelio, donde encon- tramos la dignidad que Jesús da a las mujeres. Eclesialmente, en cuanto a la jerarquía, queda mucho por hacer. Nuestro trabajo como teólogas feministas a veces es contra toda esperanza, pero es un trabajo para quienes nos sucedan. Nuestra generación vivió el Vaticano II, pero fue insuficiente. Miramos al futuro con esperanza porque hay teólogas jóvenes cogiendo el relevo. Eso es una muy buena noticia •
