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LEO LLEGA AL MUNDO

Leo nació un sábado por la noche de mediados de mayo, después de que su mamá pasara bastantes horas tumbada en la cama de un hospital, esperando a ver si se decidía a salir.

Al parecer, se encontraba muy cómodo y calentito, sentado en el interior de la enorme barriga de su mamá, en lugar de estar con la cabeza apuntando hacia el mundo exterior, como están la mayoría de los bebés antes de nacer.

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Su mamá sentía tantas ganas, nervios e ilusión de verlo por primera vez… Había imaginado muchas veces su carita, cómo sería abrazarlo, agarrarlo de las pequeñas manos, su olor…

Y claro, en cuanto la matrona se lo puso encima, nada más nacer, le pareció el niño más perfecto y maravilloso del mundo, como lo son todos para sus mamás y papás, y eso que salió amoratado y lloraba a todo volumen.

La llegada de Leo llenó los corazones de una gran alegría y amor; además, era el primer nieto de la familia.

Su entrada en la casa familiar fue muy divertida, pero también ajetreada. La mamá y el papá tuvieron que aprender a hacer, de la noche a la mañana, muchas cosas que eran totalmente nuevas para ellos. Eso les hacía a veces sentirse un poco nerviosos, pero también les causaba una gran emoción.

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