Mr. Popito ¡Misión Renata!

Carmen de la Torre

Ilustrado por

Ysabel Herrera

Mr. Popito ¡Misión Renata!

1. EQUI —¡Recordad que mañana tenéis examen

de los temas 5 y 6! —gritó el profesor de Lengua mientras los alumnos/as ya recogían sus cosas para irse a sus casas.

Siempre recogían tan rápido que el profesor tenía que estar pendiente de que no se dejaran nada en el aula. Aquel era un día de mayo, ya no quedaba nada para acabar el curso, y los alumnos/as sentían el verano cerca. Razón por la cual, las ganas de irse del colegio para 11

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poder disfrutar por las tardes en el parque o con amigos, eran todavía mayores.

—Renata, el estuche, se te olvida otra vez. Lo que no lo guardes en la mochila, luego no podrás usarlo en casa —le dijo su profesor.

—¡Ay, gracias, profe! Soy un desastre, siempre se me olvida —respondió ella guardándolo rápido en la mochila.

Renata era una niña de 11 años, estudiaba 5º de Primaria. Los profesores le definirían como «buena alumna, pero que no se lo cree». Sacaba buenas notas, pero siempre pensaba que todo le salía mal. Con las amigas no se mostraba insegura, tenía un grupo muy bueno de amigas en su clase que la ayudaban mucho. En especial, su amiga Silvia.

Ese día Renata había tenido otro examen, en esta ocasión había sido de Ma13

temáticas. Al terminar, comentó que no sabía cómo le había salido. Esto le pasaba siempre, pero al final acababa sacando buenas notas.

—Eso no te viene bien, Renata —le dijo Silvia—. El día que pienses que has sacado mala nota y la saques, te va a dar un infarto.

Silvia siempre le decía lo mismo a Renata, y acto seguido se reían, pero Renata sabía que si efectivamente ese momento llegaba, eso sería justamente lo que pasaría.

Esa era la razón por la que se ponía tan nerviosa con los exámenes. «No hay opción a que me salga mal», ese era su pensamiento. En eso, Silvia y Renata eran como el negro y el blanco.

Silvia sacaba peores notas, pero no se alteraba por ello, ni se ponía nerviosa.

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Simplemente pensaba: «Ya lo haré mejor». Para Renata, en cambio, eso no era una opción.

—Renata, me estas poniendo nerviosa —dijo Silvia mientras se disponía ya a salir de clase—. De verdad, relájate que ya has hecho el examen, ya nada puedes hacer, salvo dejar de pensarlo.

—Vale…, ya me callo —dijo Renata con tono de resignación.

Sabía que su amiga tenía razón. Había intentado, en varias ocasiones, relajarse cuando hacia los exámenes y después de hacerlos, con diferentes trucos que le aconsejaba la gente, pero no conseguía estar tranquila. «Ojalá pudiera ser como ella», pensó.

Al salir del colegio, como cada tarde, le esperaba su padre a la salida. Esa tarde su padre tenía que atender una llamada 15

urgente del trabajo, por lo que no pudieron hablar mientras volvían a casa.

Vivian cerca del colegio y el recorrido lo hacían a pie. Su padre teletrabajaba y podía sacar tiempo para poder ir y volver andando con ella.

De camino a casa le venía una vocecilla a la cabeza: «Ay, ¿me habrá salido bien? No sé, ¿y si me ha salido peor de lo que pienso?». Esta vocecilla siempre rondaba por su cabeza después de hacer un examen, eran un fastidio. «Renata, piensa en lo que te dice siempre Silvia, piensa en lo que te dice siempre Silvia...», se decía a sí misma.

En ese momento recibió un mensaje de Silvia en el que le decía que ya habían salido las notas del examen de Matemáticas, seguido de una frase que la inquietó; «No se acaba el mundo».

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Asustada, Renata accedió a la plataforma de matemáticas y vio un 5. Se quedó a cuadros. «¡¿Cómo que un 5?! ¡Pero si he estudiado como otras veces… y esta vez he sacado peor nota!», pensó exaltada. Estaba al borde de un ataque. Durante todo el corto trayecto de camino a casa, no paró de pensar sobre ello. —¿Se lo cuento ahora a papá y a mamá cuando lleguemos a casa? —se preguntó a sí misma. Pero rápidamente se respondió con un: «No, mejor no. Se van a enfadar seguro».

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2. VOCAR Como cada tarde al llegar a casa, meren-

dó fruta y un cuenco de cereales de chocolate. Después se fue a su habitación para hacer los deberes y, en días como aquel, para estudiar. Sin embargo, sentía que su cabeza continuaba puesta en el examen de matemáticas y en ese 5.

Había hecho por el momento dos exámenes, y aún le quedaban otros tres para acabar el curso, así que tenía que intentar desconectar de ese pensamiento y cen19

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Renata es una niña de 5º de Primaria, que se manda mensajes negativos a sí misma. Esto hace que tenga inseguridades, especialmente al aprender. Pero un día conocerá a Mr Popito, que a través de un divertido Scaperoom, le hará enfrentarse a sus inseguridades, y ella tendrá que ver cómo aprender a gestionarlas. ¿ Lo conseguirá?...

Valores implícitos Este cuento busca que los peques de la casa reflexionen sobre los mensajes que se dicen a sí mismos, y la importancia de tomar conciencia de lo que hacemos bien y mal, aprendiendo de ello.

ISBN 978-84-19339-21-8

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