Había una vez un pequeño pececillo que no era como los demás, su nombre era Otto y no tenía mezcla de colores como el resto de los peces que conocía. Otto solo era de color gris.
A Otto al principio le gustaba ser como era, pero la gente le decía que era raro y se sentía diferente a los demás.
En su familia, eran todos de muuuuchos colores y súper alegres.
Hasta su tío Jimmy, que era un gruñón y estaba todo el día enfadado, tenía más colores que él.
Todos los peces que veía en el arrecife donde vivía también eran superbonitos y los había de todos los colores del arcoíris. A veces Otto se sentía muy solo, como si su color gris lo hiciera invisible entre tantos peces brillantes.
«¿Por qué no puedo ser como ellos?», se preguntaba todos los días Otto.
A Otto todo el mundo le decía cosas como:
—Qué raro eres, ¡no tienes colores!
—¿Eres el único con ese color de tu familia?
—¿Por qué eres tan distinto a todos?
