


Lizo disfrutaba del día, comiendo frutas en la pradera.

— Hola, Lizo. ¿Quieres probar la carne?

— No, gracias, F enec.
Solo me gusta la fruta.



— Si no comes de todo, nunca te pondrás fuerte.




— ¡Me da igual! ¡No me gusta!


— ¡Uy! Está nevando, hasta luego, Lizo.

Entonces vino el invierno, y con este, el frío.




— Ven, cobíjate en mi pelaje.


— ¡Tengo mucho frío!
