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Más allá de lo académico: un proceso educativo que valore la dignidad y las potencialidades del ciudadano

Teoría e Investigación Más allá de lo académico: un proceso educativo que valore la dignidad y las potencialidades del ciudadano

Junta Editora

Integrada por Ana Helvia Quintero, Víctor Hernández Rivera, Hna. Iris Rivera Cintrón, Eloy A. Ruiz-Rivera y José Luis Vargas

I. Introducc ón

Una educación que propenda en el pleno desarrollo de la personalidad de un ser humano es la aspiración mayor que podemos tener. La educación como práctica de libertad, conocimiento y trascendencia personal no debe ser una utopía, algo irrealizable. En el caso de Puerto Rico, la máxima aspiración educativa que tiene el Estado es, precisamente, garantizar esas libertades fundamentales que permitan que todos y todas tengan acceso a esa educación. La sección 5, “Instrucción pública”, del Artículo II (Carta de Derechos), establece que: “Toda persona tiene derecho a una educación que propenda al pleno desarrollo de su personalidad y al fortalecimiento del respeto de los derechos del hombre y de las libertades fundamentales” (Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Artículo II, Carta de Derechos, Sección 5, Instrucción pública). Esta aspiración tiene hoy la misma vigencia que cuando se redactó la Constitución. Ahora bien, ¿está el siste ma educativo logrando esta aspiración? En las últimas décadas, ha existido mucha preocupación en definir criterios formales de excelencia del desarrollo académico expresados a través de estándares de excelencia. El cumplimiento de éstos, medidos a través de diversos niveles de ejecución demostrados por los alumnos en las pruebas de aprovechamiento académico, ha sido uno de los indicadores más utilizados para definir y medir la ‘excelencia’. Si bien esta tarea es importante, no se le ha prestado la misma atención a otros aspectos del desarrollo de la persona, como el desarrollo social y emocional del estudiante, así como su formación cívica. Otro aspecto que resulta fundamental prestarle mayor atención es identificar y fortalecer las vocaciones y talentos de los niños y jóvenes. Tareas importantes para el desarrollo de ciudadanos que aporten al mejoramiento de nuestra sociedad. Observamos que el currículo y las actividades que se promueven regularmente en las escuelas no incluyen estos aspectos importantes en la formación de la persona. Esto es, un equipaje necesario que va más allá de lo académico y que a la hora de tener que enfrentarse la persona a diferentes situaciones de la vida cotidiana se le requiere dicha formación. 1

1. Sobre estos aspectos a los cuales hacemos referencia, véase el artículo de Santiago y Figarella, Más allá de las disciplinas: competencias para la vida, en la pág. 22 de este número.

En este artículo introductorio, la Junta Editora de El Sol quiere resaltar esos aspectos vitales de la for mación del estudiante que representan un acervo de competencias, destrezas y valores que podemos de nominar como representados en una formación que trasciende lo que regularmente se desarrolla en el do minio académico de la escuela. Primeramente, se analizan aspectos de la forma ción emocional, social y cívica del estudiante. El desarrollo de talentos se aborda como una vía necesaria que requiere una atención en la escuela que trascien de, también, la formación estrictamente académica del estudiante. La importancia que la escuela brinde espacio para reconocer el valor la formación espiritual y el terreno de lo trascendente es un tema que, ade más, se analiza en este trabajo. Finalmente, se presenta un elenco de competencias comunicativas y de desenvolvimiento social necesarias para todo ciuda dano que constituyen ejemplos vivos y fecundos del equipaje necesario del alumno que representa algo que va más allá de lo académico.

Equ paj moc onal y soc al

La importancia del desarrollo emocional se confirma con los resultados de investigaciones recientes que apuntan a la interrelación del desarrollo de las emociones y el desarrollo académico (Boler, 1999; Da masio, 1994; Zins, Weissberg, Wang, Walberg, 2003). Reconociendo que el desarrollo académico de los es tudiantes es uno de los objetivos principales de nuestro sistema educativo, cada día resulta más importante atender su desarrollo social y afectivo para apoyarlos a que obtengan una formación que parta de un de sarrollo integral. Esa formación ‘total’ está comprendida por el desarrollo de competencias académicas, sociales, emocionales, cívicas y, por qué no, también, espirituales, las cuales constituyen los aspectos de trascendencia humana. El ambiente general de la escuela es el primer ele mento que hay que atender para promover el desarrollo social y afectivo de los estudiantes. Es importante que el ambiente de toda la escuela sea acogedor y de apoyo. Como plantea Coll (2001), la educación no se limita a lo que ocurre en el salón de clases. En la escuela educamos, no sólo a través del currículo, sino que se dan muchas prácticas informales a través de las cuales ocurren procesos de aprendizaje paralelos al conocimiento “oficial”. 1 El ambiente de la escuela, a su vez, requiere mantener relaciones interpersona les sanas. El modelaje, constituye otra fuente que se traduce en aprendizaje, también. Es contradictorio, y así lo perciben los estudiantes, hablar de la mediación y diálogo para la solución de conflictos en forma ar moniosa, a la misma vez que el personal se insulta y resuelve sus diferencias en forma adversativa. Es ne cesario desarrollar un ambiente de trabajo en equipo y solidaridad. El ambiente escolar, que no deja de estar descontextualizado de la sociedad, debe comenzar a integrar principios que guíen nuestra práctica a través de principios democráticos. Una educación democrá tica, que incluya todas las tendencias de pensamiento dentro del ámbito escolar, es una forma de crear nue vos ambientes escolares (Hecht, 2010). 2 El ambiente escolar debe, también, apoyar el desarrollo emocional y social del estudiante. Para esto, es preciso abandonar el modelo clínico de caso que se desarrolla en los programas de trabajo social y psicolo gía escolar, transformándolo en un modelo en el cual el trabajador social, psicólogo y consejero no atenderían directamente a los estudiantes, sino que son asesores de los maestros y otro personal. Su tarea principal es la colaboración con el maestro, para sensibilizarlos a las necesidades de los estudiantes, incorporar estrate gias para atenderlas en el currículo y en la enseñanza y sostener una interacción de empatía constructiva con el estudiante, en y fuera del salón de clase. De hecho, varias investigaciones recientes comprueban que los ambientes que son acogedores al desarrollo social y emocional del estudiante mejoran, entre otras cosas, su aprovechamiento académico (Catalano, Haggerty, Oesterle, Fleming y Hawkins, 2004; Klem y Connell, 2004; Irizarry y Quintero, 2005). Es importante integrar a las familias en este proce so. En la realidad cultural de Puerto Rico, el concepto

1. El trabajo de Costa y Medina, Sincronías entre lo académico, lo cotidiano y lo creativo, abordan lo que se ha considerado como el “tercer espacio”. Véase la pág. 20. 2. Debe fomentarse la investigación sobre la educación dirigida, manejada por los aprendices en función de sus intereses, deseos y talentos. En esa dirección, es necesario instrumentar otras prácti cas educativas que, incluso, trasciendan el salón. ¿Qué es educación democrática? ¿Qué novedoso aporta? Al respecto, consúltese www.democraticeducation.org, http://www.eudec.org.

de ‘familia’ de muchos estudiantes trasciende la familia nuclear (padre, madre, hermanos). Es difícil referirse única y exclusivamente al concepto ‘padres’. Existe una marcada ausencia de los varones en las vidas de muchos estudiantes y no todos viven o mantienen relaciones saludables con sus madres. Muchos viven con abuelas o con diferentes familiares. Un reto que tienen las escuelas hoy es cómo llevar el mensaje a las familias sobre la importancia del apoyo al desarrollo socio-emocional del estudiante. Además de apoyar el desarrollo de la empatía en la enseñanza y en el ambiente escolar, es necesario integrar estrategias de enseñanza que abonen al de sarrollo emocional del estudiante. La primera de éstas es la educación personalizada. Utilizamos la palabra ‘personalizada’ y no ‘individual’, pues el interés es atender a cada estudiante como persona, lo cual se puede realizar en grupos de trabajo. Sostenemos la di versidad en los estudiantes. Así, por ejemplo, citamos a Gardner y su principio de las inteligencias múltiples. Sin embargo, enseñamos el mismo material al mismo ritmo para todos. Esto lleva a que muchos estudiantes se pierdan en el camino, perdiendo a su vez su autoes tima y motivación hacia los estudios.

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sarrollar tal ntos

Otro elemento fundamental para el pleno desarrollo de la personalidad es que el estudiante descubra y desarrolle sus talentos. Cuando una persona posee talentos que son valorados se afirma su dignidad. ¿Cómo puede la escuela apoyar este proceso? Hay al ternativas en la práctica con buenos resultados, compartiremos algunas de ellas. Una alternativa es ampliar la enseñanza de las materias regulares con las artes, la educación física y la exploración de su vocación. Por ejemplo, la Escuela Juan Ponce de León, la Nueva Es cuela, integra experiencias de trabajo como forma de explorar su vocación. La experiencia de trabajo, a su vez, permite descubrir talentos e intereses. Las experiencias curriculares se pueden ampliar con el establecimiento de clubes en los cuales los maestros presentan sus intereses y talentos y los es tudiantes escogen sus áreas de interés. En la Escuela Elemental Antonio S. Pedreira, por ejemplo, todos los viernes los estudiantes se integran a un club o taller. Los ejes centrales de cada club pueden ser tan va

riados como poesía, periodismo, creatividad literaria, nutrición, conservación del ambiente, ajedrez, tuna y teatro. Otro camino es abrir electivas que permita al estu diante descubrir y desarrollar su talento. En la Escuela Superior Patria La Torre, en San Sebastián, una escue la muy exitosa en sus logros académicos y los niveles de retención, los estudiantes pueden tomar durante sus tres años de escuela superior electivas en el área de su talento. Así, un estudiante con habilidad musi cal puede tomar por tres años el curso de banda. Un estudiante con habilidad matemática puede tomar los cursos de nivel avanzado de matemática. Esto apoya el desarrollo de su talento. También, se les permite to mar las electivas en áreas diversas y así explorar sus intereses. Descubrir sus talentos y vocación les brinda digni dad y los motiva a buscar las herramientas, entre ellas las académicas, para desarrollarlos. Esto lo hemos visto en Nuestra Escuela, una vez el joven descubre su talento y vocación toma un interés, antes no ma nifestado, en la labor académica. Descubrir y aplicar sus talentos, también, los motiva a desarrollarse como ciudadanos responsables.

La escritora Mayra Santos Febres visitó la Escuela Intermedia Villa Granada para que los jóvenes co nozcan, de primera mano, cómo es la ex periencia de un escritor. Estas actividades, auspiciadas por la Asociación de Maes tros, contextualizan el proceso académico sobre el significado y poder de la palabra.

Formac ón sp r tual y compr ns ón d lo trasc nd nt

Es preciso tender puente con la espiritualidad. Al discutir la espiritualidad en nuestra educación, utili -

zamos la palabra “espiritualidad” en dos acepciones diferentes. La primera, se refiere a una disposición para actuar de acuerdo a un sentido que va más allá de recompensas materiales. Así las acciones movidas por la fe, la esperanza, la caridad (en el sentido de la primera epístola a los Corintios 13 de San Pablo), son acciones guiadas por la espiritualidad, según la prime ra acepción. En la segunda acepción, lo espiritual se refiere al interés por conocer y participar en experien cias que no se pueden aprehender en un sentido material, pero que son importantes para el ser humano. Son experiencias de indagación que van más allá de las respuestas establecidas hasta el momento por las ciencias o por los imperativos de la práctica cotidia na: ¿por qué existimos?, ¿qué sentido tienen nuestras vidas? A la tarea educativa, en el sistema público y en el privado, en las escuelas laicas y las religiosas, les fal ta “espiritualidad”, tanto en el sentido inspirador que la fe, la esperanza y la caridad comparten, como en el sentido indagador sobre la experiencia humana. La técnica, las reglas y los estándares, guían la en señanza. No se reconoce la naturaleza subjetiva del enseñar y aprender. El alma y la pasión, que son parte de este proceso, se niegan. Así, la preparación de los maestros en las universidades enfatiza con frecuencia las metodologías y las fórmulas, ofreciendo poco en tusiasmo, poca esperanza, poca pasión por lo que han de enseñar estos maestros. Para poder integrar la espiritualidad en la ense ñanza, el propio maestro tiene que poder ver la espiritualidad de lo que enseña. En la preparación del maestro, la mayor parte de las veces, las disciplinas se presentan como el conocimiento acumulado a lo largo de la historia que tenemos que transmitir a los estu diantes. Los futuros maestros tienen poca relación con las emociones, la imaginación, los aspectos éticos, estéticos y creativos que participan en el desarrollo de las disciplinas. Es necesario revisar la preparación de maestros para integrar estas experiencias. Esta es tarea compartida entre la Facultad de Educación con las facultades que ofrecen a los futuros maestros la educación general, así como la preparación en su área de enseñanza. Es necesario que los universitarios que participamos en los procesos de creación y desarrollo de las disciplinas, no nos limitemos a ofrecer informa ción en nuestras clases, sino que apoyemos el que los estudiantes vean otras facetas de la disciplina, entre ellas su relación con la espiritualidad. El estudio de la mayor parte de las materias aca démicas, nos puede transportar a experiencias espirituales, tanto a desarrollar la inspiración que nos lleva a actuar de acuerdo a un sentido que va más allá de recompensas materiales, como a desarrollar un senti do indagador sobre la experiencia humana. Así, es importante que, por ejemplo, en las clases de matemáticas mostremos a nuestros estudiantes la belleza de esta disciplina, tan escondida en la mayor parte de sus lecciones. Que vean la belleza de la forma que recoge en una fórmula tantos patrones y realida des. Es también importante que vean las pasiones, valores y preguntas que han movido el desarrollo de esta disciplina. De hecho, un factor esencial en el desarrollo de casi todas las materias es la inspiración. Inspiración que nos lleva a actuar de acuerdo a unos valores que van más allá de recompensas materiales, inclusive a veces a costa del propio bienestar material. Por ejem plo, en todas las disciplinas tenemos personas como Galileo, en la ciencia, Cantor, en la matemática, Mozart, en la música, que sufren las críticas, y en ocasiones, el encarcelamiento. Galileo fue a prisión por tener la for taleza de defender su posición sobre el movimiento de la Tierra, en contra de lo establecido, adelantándose así a su tiempo. Personas “conflictivas” como Cristo que criticó los poderes del “establishment” del mo mento y rompió las formas de interpretar la moralidad. La enseñanza, sobretodo a los maestros, debe ilustrar estas facetas de las disciplinas, por ejemplo, mos trar que el desarrollo de las disciplinas no fue, ni es, un desarrollo guiado por la técnica. Se necesitó y se necesitan personas con inspiración, con imaginación, con amor y pasión por lo que hacen, que promuevan los saltos cualitativos en nuestra historia. Es necesa rio que los estudiantes y maestros experimenten las emociones, la imaginación, los aspectos éticos, esté ticos y creativos que participan en el desarrollo de las disciplinas, para que puedan a su vez crear ambientes de aprendizaje que permitan a los estudiantes experi mentar el aspecto espiritual de las materias. El estudio de las disciplinas nos lleva también a desarrollar un sentido indagador sobre la experiencia humana. La discusión sobre las teorías científicas nos

lleva a participar de experiencias que no se pueden aprehender en un sentido material. Así, por ejemplo la majestad de la ciencia, nos lleva a formularnos pre guntas que la misma ciencia no puede contestar, y que para algunos señalan a la existencia de un Ser Espiri tual que no se puede explicar por la razón humana.

El nco d comp t nc as comun cat vas y d d s nvolv m nto soc al

¿Cuántas veces nos encontramos con un ciudadano o un profesional con dominio cabal en un campo determinado que nos muestra pobres destrezas so ciales y que se pierde en detalles elementales como saber cuándo debe modificar su discurso, o ser capaz de reconocer que la audiencia a la que se dirige no es conocedora del tema que presenta? Así, también, que pueda saber en qué momento debe detenerse en su alocución. De ahí que tantas veces tengamos que recurrir al dicho popular: “al mejor cazador, se le va la liebre”. La escuela centra su atención en la formación aca démica, en el dominio de contenidos y en el desarrollo de destrezas de las diversas disciplinas del currículo. Muy poco encontramos en los escenarios educativos en torno a la formación de la persona con un equipaje para la convivencia social, para el desempeño ciuda dano y para la atención al equilibrio, al balance, a la mirada atenta y profunda de todos nuestros pasos e iniciativas, atención, a su vez, a la ubicación correcta en la circunstancia, en el momento y en la ocasión. A continuación se incluye un elenco de competen cias comunicativas y de desenvolvimiento social necesarias para la formación total de la persona que la escuela y el currículo tradicional no parecen atender con la prioridad que demanda la sociedad y el momen to histórico que nos ha correspondido vivir.

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n n Saber en qué momento iniciar una conversación. Saber reconocer qué es y qué no es apropiado para una conversación y para un momento deter minado. Saber conocer cuándo no decir nada. Mantener una conversación con alguien con quien no se tiene nada en común. n n n

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n n Saber desarrollar la lectura y poder dar respuestas a claves de comunicación no verbal. Saber actuar como un oyente activo. Disposición para motivar, inspirar y motivar a otros. Saber hacer que otros se sientan valorados, respe tados y apreciados. Saber valorar los sentimientos de otros y entender una perspectiva diferente a la propia. Disposición para desarrollar empatía con otros se res humanos y con los grupos con los cuales interactúa. Disposición para lidiar con conflictos. Demostración de humildad.

Cons d rac on s nal s

En fin, si interesamos aportar al pleno desarrollo de su personalidad y al fortalecimiento del respeto de los derechos del hombre y de las libertades fundamentales es necesario ir más allá de lo académico. De hecho, el mismo desarrollo académico se fortalece al fortalecer el desarrollo de una persona emocionalmente equili brada, con un propósito en su vida, dirigido a actuar de acuerdo a un sentido que va más allá de recom pensas materiales. Apoyaríamos así el desarrollo de una sociedad más saludable.

Referencias

Boler, M. 1999. Feeling Power: Emotions and Education. New York: Routledge. Catalano, R.F., Haggerty, K.P, Oesterle, S., Fleming, C.B. y Haw kins, J.D. 2004. “The Importance of Bonding to School for Healthy Development: Findings from the Social Development Research Group”. Journal of School Health, 74 (7), 252-261. Coll, C. 2001. “Las comunidades de aprendizaje y el futuro de la educación”. Presentación en el Simposio Internacional sobre Comunidades de Aprendizaje. Barcelona. Damasio, A.R. 1994. Descartes’ Error: Emotion, Reason and the Human Brain. New York: A Groset/Putnam Book. Franklin, C. (2005). “The Future of School Social Work Practice: Current Trends and Opportunities”. En: Advances in So cial Work, vol. 16, núm. 1 (Spring 2005), 167-181. Hecht, Y. 2010. Democratic Education: A beginning of a story. Israel: Innovation Culture. Irizarry, R.L. y Quintero, A. H. 2005. “Atendiendo la diversidad: In vestigación en la acción sobre alternativas de educación para desertores escolares” en El Sol, Año XLIX, numero 2. Klem, A.M. y Connell, J.P. 2004. “Relationships Matter: Linking Teacher Support to Student Engagemnet and Achieve ment” en Journal of School Health, 74 (7) 262-273. Zins, J.E., Weissberg, R.P., Wang, M.C., Walberg, H.J. (Eds.). 2003.

Building Academic Success on Social and Emotio

nal Learning. New York: Teachers College Press.

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