11 minute read

Cornelius Castoriadis y la imaginación radical

Toda creencia es un puente tendido sobre el abismo de la duda

Cornelius Castoriadis

Advertisement

El tiempo histórico es infinito en todas las direcciones y está incompleto en cada instante

Walter Benjamin

Con una minuciosa investigación en los archivos Castoriadis del Instituto Memorias de la Edición Contemporánea (IMEC) y en los archivos de la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales (EHESS), París, donde Castoriadis fue director de Estudios, el historiador francés François Dosse (París, Francia, 1950), realiza una profunda exploración sobre la vida y la trayectoria intelectual de Cornelius Castoriadis (11 de marzo de 1922, Estambul, Turquía-26 de diciembre de 1997, París, Francia), uno de los más grandes pensadores multidisciplinarios del siglo XX, que construyó una rigurosa y extensa obra en los campos de la filosofía, economía, sociología, ciencia política y psicoanálisis. Además, Dosse incorporó una gran cantidad de entrevistas con familiares y colegas cercanos que colaboraron por muchos años con Castoriadis.

De su relevancia para el pensamiento contemporáneo, el Premio Nobel de Literatura, 1990, Octavio Paz (1914, Ciudad de México-1998, Ciudad de México) afirma: “Tenía una singular mente filosófica que, a la variedad de sus intereses intelectuales, aliaba la universalidad de su pensamiento. Su personalidad convoca la imagen del relámpago que deslumbraba a todos sus amigos por su implacable lógica, la certeza de sus intenciones y la audacia de sus deducciones. Además de sus cualidades intelectuales y morales, lo distinguía su amor por el arte, la matemática y la literatura. Tenía un espíritu generoso, completo en todos los sentidos de la palabra. Desde que lo conocí, el brillo de su inteligencia y la fuerza de su razonamiento nunca dejaron de sorprenderme”

Por otro lado, el reconocido historiador y periodista polaco Adam Michnik (1946, Varsovia, Polonia), señala: “Su vida ha sido un acto permanente de desacuerdo con el mundo en que domina la violencia, la mentira y la injusticia. El analizó y recapituló con justa razón el mal disimulado en el colonialismo y el sistema de injustos privilegios sociales en todas las dictaduras, con independencia de su color político, y en el fanatismo, el racismo y el oscurantismo. Su personalidad, fuerte y libre, escapa a toda categoría ideológica. […] Cornelius sabía restablecer maravillosamente el prestigio de valores olvidados, como la verdad, el honor y la libertad. Era el símbolo de la protesta contra la mentira y el custodio de la llama sagrada de la libertad. Este griego de París, este cosmopolita, este europeo y crítico severo de cualquier conformismo colectivo, era, en cierto modo, una mente inexorable, como otro griego célebre, Sócrates. Cornelius nos dijo la verdad sobre nosotros mismos, como lo hizo Sócrates”.

Cornelius Castoriadis nació el 11 de marzo de 1922 en Estambul, Turquía, pero su familia emigra en junio hacia Atenas, cuando tenía sólo tres meses, de tal modo, que su vida transcurrirá en la capital de Grecia hasta su exilio en Francia, en diciembre de 1945 a los 23 años. De su padre, César Castoriadis, hereda su pasión política y el interés intelectual. De su madre, Sofía Castoriadis, hereda su amor por la creación artística y la música, especialmente por el piano, que interpretaba con obras de Chopin y Mozart. De adulto, Castoriadis será un digno ejecutante de piano como su madre.

Desde muy joven, a los trece años, Castoriadis se interesa por la filosofía comprando una Historia de la filosof ía, en dos volúmenes. En 1939, a los 17 años lee completa En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust. Alrededor de 1940 traduce al griego la primera sección de Economía y sociedad, de Max Weber y la publica en la revista Archivo de Sociología y Ética. Durante la ocupación nazi se afilia al Partido Comunista Griego teniendo sus pri- meras experiencias amargas con el dogma tismo y autoritarismo estalinista.

Posteriormente se orienta hacia las organizaciones trotskistas manteniendo una efervescente militancia política en su juventud. Considerados como enemigos recalcitrantes del régimen dictatorial que gobierna Grecia, Castoriadis y sus compañeros son ferozmente perseguidos, arrestados y algunos asesinados, siendo obligados a emigrar hacia Francia en diciembre de 1945, ante la amenaza de ser aniquilados.

Con una modesta beca Castoriadis lleva cursos de filosofía y sociología en la Facultad de Letras de París, impartidos por Gaston Bachelard, Gustave Guillaume, Albert Bayet, entre otros, presentando posteriormente dos proyectos de tesis. El primero para el doctorado de Estado, como tesis principal: “Introducción a la lógica axiomática” y la tesis complementaria: “Introducción a la teoría de las ciencias sociales”

Su situación económica mejorará notablemente cuando ingresa como economista a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en noviembre de 1948, en una carrera ascendente donde lo designan jefe de sección en 1950. En 1960 ocupa el cargo de jefe de la División de Estudios Nacionales y en 1968 es nombrado director del área de estadísticas y cuentas nacionales del Departamento de Asuntos Económicos y Estadísticos, en la cual trabajará hasta diciembre de 1970 cuando renuncia para profundizar su formación teórica y dedicarse a una nueva actividad como psicoanalista profesional en la década de 1970 en adelante.

A fines de 1979 Jürgen Habermas (1929, Düsseldorf, Alemania) invitó a Cornelius Castoriadis al Instituto Max Planck, de Stanberg, del cual era director A pesar de la divergencia en sus perspectivas teóricas y epistemológicas, Habermas reconocía la importancia de su renovación en la filosofía de la praxis desde Edmund Husserl (Prossnitz, 1859-Friburgo, 1938) y Martin Heidegger (1889, Messkirch, Baden-Wurtemberg, Alemania-1976, Friburgo, Baden-Wurtemberg, Alemania) impulsando esta tradición. En su obra El discurso filosófico de la modernidad (2008), Habermas afirma: “La obra de Castoriadis ocupa un lugar central dentro de los abordajes que, en la órbita de la filosofía de la praxis, se desarrollaron a mediados de los años sesenta, sobre todo en Europa del Este (en Praga, Budapest, Zagreb y Belgrado), y que, en particular constituyeron el núcleo de las discusiones mantenidas durante un decenio en la universidad de verano de Korcula. Dicha obra representa el intento más original, más ambicioso y más reflexivo de seguir pensando como praxis una mediación emancipadora entre la naturaleza —externa e interna—, la sociedad y la historia”

De los diversos conceptos fundamentales de Castoriadis sobresale el de kairós, como apunta François Dosse: “Esa preponderancia dada por Castoriadis al kairós se explica en parte por su etimología, esto es, el aprovechamiento de la oportunidad, del instante propicio, la ocasión de la decisión. El kairós es aquello en que sólo hay poco tiempo, abierto a la praxis y la oportunidad de un actuar. Tal como la entiende Castoriadis, esta dimensión de la sociedad que se reconoce como autoinstitución fue reprimida durante mucho tiempo por lo que él califica de ‘pensamiento heredado’. Todo su esfuerzo consiste en recordar esas potencialidades sepultadas a fin de que los hombres tomen colectivamente en sus manos su propio destino”

Otro concepto esencial en obra el de magma como el conjunto de configurado como un cúmulo no del todo ubicado en la racionalidad, donde se supera la clausura cognitiva, informacional u organizativa, dando paso a la posibilidad de autonomía. Asimismo, riadis observa una correlación el individuo y la sociedad c uando argumenta:

“En efecto, hay sin duda alguna dialéctica entre las estructuras estructuras ‘psicológicas de Desde sus primeros pasos en viduo está sometido a una presión tendiente a imponerle una actitud al trabajo, el sexo, las ideas; objetos naturales de su actividad, al hacerle interiorizar y valorar La sociedad de clases sólo puede medida en que logra imponer en un grado importante. Por eso flicto no es puramente exterior traslada al corazón mismo de No obstante, entre las principales contribuciones del autor se encuentra la importancia del imaginario de las constelaciones culturales en la comprensión del proceso de desarrollo histórico: “La historia es imposible e inconcebible al margen de la imaginación productiva o creadora, lo que hemos llamado el imaginario radical tal como se manifiesta a la vez y de manera indisoluble en el hacer histórico y en la constitución, con anterioridad a cualquier racionalidad explícita, de un universo de significaciones.” En ese sentido, “en la sociedad el imaginario radical actúa como imaginario social instituyente, en el ser humano singular se manifiesta como imaginario radical. Como psique/soma, es flujo representativo/afectivo/intencional; como social-histórico, es río abierto de lo colectivo anónimo. Es en ese nivel, en la región de psiquismo, donde se sitúa la potencialidad creativa del hombre. Todo el proceso de socialización de la psique parte de ese imaginario radical”.

En su obra maestra, La institución imaginaria de la sociedad, publicada en 1975, Castoriadis, alejándose del reduccionismo economicista o sociologista, analiza las relaciones entre institución e imaginario: “Ni libremente elegido, ni impuesto a la sociedad considerada, ni mero instrumento neutro y medio transparente, ni opacidad impenetrable y adversidad irreductible, ni amo de la sociedad, ni esclavo flexible de la funcionalidad, ni modo de participación directa y completa en un orden racional, el simbolismo determina aspectos de la vida de la sociedad (y no sólo los que supuestamente determina), al mismo tiempo que está lleno de intersticios y grados de libertad.” De tal manera, “El mundo como magma de significaciones se caracteriza por una ‘indeterminación’ radical en virtud de la cual pueden surgir nuevas determinaciones”. Durante la década de 1980 a 1990, Castoriadis diagnostica un cambio de época en nuestro régimen de historicidad, con la privatización del individuo en el contexto de una pérdida de sentido, en una crisis generalizada de gran somnolencia. Así en una entrevista de 1993 observa: “Hay en la actualidad un tiempo imaginario que consiste en la negación del verdadero pasado y el verdadero futuro; un tiempo sin verdadera memoria y sin verdadero proyecto. […] Ya no hay una verdadera escansión sino lo que usted llama un perpetuo presente que es más bien una melaza, una sopa realmente homogénea en la que todo está achatado, puesto en el mismo nivel de significación e importancia. Todo queda atrapado en esta avalancha informe de imágenes, y esto es una y la misma cosa con la pérdida del porvenir histórico, la pérdida de un proyecto y la pérdida de la tradición”. Y más adelante reafirma: “Superficialidad, incoherencia, esterilidad de las ideas y versatilidad de las actitudes son pues, sin lugar a dudas, los rasgos característicos de las direcciones políticas occidentales”. Este análisis es profundizado además en su obra El avance de la insignificancia en 1996.

No obstante, a pesar de los constreñimientos estructurales e institucionales de la Modernidad, Castoriadis esboza un proyecto emancipador: “La autotransformación de la sociedad concierne al hacer social —y, por tanto, también político, en el sentido más profundo del término— de los hombres en la sociedad, y nada más. El hacer pensante, y el pensar político —el pensar de la sociedad como haciéndose a sí misma— es un componente esencial de tal autotransformación”.

Como testimonia su hija Cybèle Castoriadis, el mundo de su padre era muy amplio, rico y diverso cuando continuamente le obsequiaba libros de Balzac, Julio Verne, Alexandre Dumas, Rostand, Theophile Gautier, así como un disco de Tina Turner en su cumpleaños. Y confirma su amigo André Bercoff (1940, Líbano, Beirut): “En Castoriadis yo apreciaba mucho su lado de amigo del buen vivir, aficionado a las fiestas, el buen vino, el piano. Lo llevé a algunos cabarés rusos, le encantaban. Ese 11 de marzo de 1992, día en que cumple setenta años, su viejo compinche Edgar Morin (1921, París, Francia) le dedica incluso una ‘Oda para su septuagésimo cumpleaños’”.

Después de padecer graves problemas cardíacos durante el verano de 1997, Castoriadis fallece el 26 de diciembre de 1997, en París. De las múltiples alocuciones en homenaje a su memoria resaltan las palabras del filósofo, sociólogo y politólogo francés, de origen argelino Sami Naïr (1946, Tremecén, Argelia): “Se ha marchado el hombre que personificaba la energía creadora, dejando tras de sí una imagen y un símbolo que los pensadores de hoy y mañana tendrán que descifrar. Con Kostas Papaioannou y Kosta Axelos, “Corneille” –como se le llamaba entre amigos- representaba lo mejor que el pensamiento ‘emigrado’ había producido en Francia desde la guerra. Corneille era una persona rara: pensador pero también militante, aguafiestas, implacable con los presumidos y los conformistas, desdeñoso con los seudointelectuales. Castoriadis era un pensador herético, asombrosamente original e indomablemente radical […] El núcleo de la heresiología castoriadiana reside en esa aventura primordial, esa praxis que lo hizo codearse con la muerte. Desde el inicio, no pudo aceptar que la obediencia a la estrategia imperial de Stalin se considerara como el cuadro de las categorías del pensamiento crítico marxista.

“Como testimonia su hija Cybèle Castoriadis, el mundo de su padre era muy amplio, rico y diverso cuando continuamente le obsequiaba libros de Balzac, Julio Verne, Alexandre Dumas, Rostand, Theophile Gautier, así como un disco de Tina Turner en su cumpleaños”

De ahí su derrotero y el de toda una generación de intelectuales […] El pensamiento de Castoriadis se opuso siempre a los compromisos espurios. Tras el fracaso del marxismo fosilizado, rechaza el conformismo antiemancipador del pensamiento único. Demócrata radical, nunca dejó de criticar la democracia moderna, a la que veía como la consumación engañosa de una falta de libertad. Para él, esa democracia encontraba su límite en el hecho de no permitir ya el desarrollo de la autonomía del individuo. Hasta sus últimos escritos, Castoriadis siguió aferrado a la idea de una sociedad fundada en la autogestión. Se ha apagado una gran mente. Y el pensamiento de Castoriadis sigue siendo lo que siempre fue: una invitación a no olvidar jamás la solidaridad”.

No menos elocuente es el reconocimiento de su colega Sébastien de Diesbach (1934, París) autor de La revolución imposible. Mis años con Socialismo o Barbarie (1913): “Durante varios años Castoriadis iluminó mi vida por su capacidad de vincular todo con todo: su hambre de conocimientos, que lo llevaba a explorar todas las disciplinas, del psicoanálisis a la matemática, de la lingüística a la etnología, de la música clásica al jazz y el blues, me alentó sin duda a hacer, de manera más modesta y con menos éxito las mismas exploraciones, y sobre todo me convenció de que nada de lo que procedía de un cerebro humano carecía de interés. El espíritu de Castoriadis, más ligero que su mano sobre las teclas de piano, saltaba, leve, por encima de todas las fronteras” fernamancillas@yahoo.com

Entre las múltiples obras sobre Cornelius Castoriadis destacan: Suzi Adams, Cornelius Castoriadis: Key Concepts, 2014; Philippe Caumieres, Castoriadis: critique sociale et émancipation, 2011; Gérad David, Cornélius Castoriadis: le projet d’autonomie, París, 2001. En español: Yago Franco, Magma: Cornelius Castoriadis: Psicoanálisis, Filosofía, Política, 2003; Beatriz Ramírez Grajeda, Ecos de Castoriadis. Para una elucidación de la institución hoy, 2018; Francisco Guibal y Alfonso Ibáñez, Cornelius Castoriadis, lo imaginario y la creación de la autonomía, 2006.

François Dosse (París, Francia, 21 de septiembre de 1950) es un historiador y epistemólogo francés, orientado a la historia intelectual, cuya tesis doctoral estuvo dedicada a la Escuela de los Annales, fundada por Marc Bloch y Lucien Febvre, en 1929. En su investigación historiográfica ha predominado su estudio sobre algunas de las principales corrientes del pensamiento filosófico e histórico del siglo XX.

Es profesor en el Institut Universitaire de Formation des Maîtres de Créteil; investigador en el Institut d’Histoire du Temps Présent del Centre National de la Recherche Scientifique; conferencista del Institut d’Études Politiques de París. Fundador de la revista Espacio-Tiempo, miembro del Consejo Científico de Historia y grafía, de la Universidad Iberoamericana, México. Recibió el premio Prix Eugène-Colas en 2019.

Ente sus obras se destaca: La historia en migajas. De Annales a la Nueva Historia (1989); Historia del estructuralismo, dos volúmenes (1991-1992); Paul Ricoeur. Los sentidos de una vida (1997); Michel de Certau. El caminante herido (2002); La historia. Conceptos y escrituras (2003); La marcha de las ideas. Historia de los intelectuales, historia intelectual (2003); y Paul Ricoeur y Michel de Certeau, La historia entre el decir y el hacer (2006); La apuesta biográfica. Escribir una vida (2007), Gilles Deleuze y Félix Guattari. Biografía cruzada (2007); entre otros.

François Dosse, Castoriadis. Una vida, Buenos Aires, El cuenco de plata, 2018; 507 páginas.

This article is from: