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Qué paso?
Para muchos Le Corbusier fue considerado el padre o rey del modernismo en la arquitectura, reformulando la forma de diseñar y replanteando la manera de habitar una vivienda, cambiando radicalmente la arquitectura de aquellos años, quitando el ornamento e implementando lo racional y funcional en una vivienda. Terminada la Segunda Guerra Mundial se presenta un encargo que luego del resultado, colegas y seguidores del arquitecto ponen en discusión su puesto de monarca de la arquitectura moderna racionalista, dicho proyecto que pone un antes y un después en su carrera es La Capilla Notre Dame du Haut.
Ronchamp es un pequeño poblado al este de Francia, Su nombre proviene del campamento romano establecido ahí tras la Guerra de las Galias. El 8 de septiembre de 1857, día en que se celebra el nacimiento de la Virgen, se inauguró la primera capilla. Durante la Segunda Guerra Mundial, la colina sirvió de punto de vigilancia para los nazis, el 29 de septiembre de 1944 inició la batalla para recuperar la posición de manos de los alemanes, quienes usaron la capilla para resguardarse, la batalla fue larga y dura, y para la noche del 30 de septiembre los alemanes perdieron la posición y la capilla quedó totalmente destruida. Los habitantes de Ronchamp tuvieron la idea de reconstruir la capilla para un futuro, ya que la guerra todavía no terminaba. Desde 1937 el sacerdote diseñador Mariel-Alain Couturier tenía pensado en modernizar el arte católico, cuando comenzó a pensar quién podría reconstruir la capilla de Ronchamp, fue del sacerdote Lucien Ledeur, quien al consultarle a Daniele Pauly, le dijo: “hoy, en Francia, no veo más que uno, Le Corbusier”. Tras el primer acercamiento, el arquitecto rechazó el encargo, a palabras de él: “no me interesa trabajar para una institución muerta”. Ledeur insistió dándole absoluta libertad de creación. Le Corbusier accedió a visitar el sitio el 4 de junio de 1950, no quiso subir la colina en auto, sino a pie, como lo hacían los peregrinos, de esta forma concluye en su visita que: “La capilla tendrá que ser acogedora, ¡porque uno se fatiga!”. Además de que el paisaje lo conquistó, dice Pauly, hubo otra razón que llevó a Le Corbusier a aceptar el encargo, pensó que eso le agradaría a su madre, quien era mujer creyente criada por la religión católica. Una vez el arquitecto en el lugar, miro la capilla y tan solo unos croquis rápidos encontró suficiente para concretar el diseño del proyecto. El 9 de junio de 1950, apenas cinco días después de la primera visita al sitio, el proyecto ya estaba definido. Nicholas Fox Weber dice que “La idea de esa capilla en la cima de la colina salto milagrosamente al cerebro de Le Corbusier para
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ser plasmada en un dibujo rápido de tinta, se trató de un acto de pura creación”. La obra comenzó en 1950 y en 1955 Ronchamp emerge, siendo inaugurada y abierta al público.
Una simple pregunta surge entre los fieles al movimiento moderno-racional, ¿Qué paso?, sin duda, al finalizar y al darse a conocer al mundo la capilla, esta no tardo en recibir críticas, no solo la obra, sino que también el mismo arquitecto. Produjo un gran desconcierto en la comunidad arquitectónica ligada a lo que Le Corbusier los tenía acostumbrados, aparece un diseño en una expresión de su parte emocional, mientras que su afán por las formas geométricas puras queda atrás, y nacen formas orgánicas más complejas, una arquitectura más blanda, más escultórica. De esta forma queda fuera de su trono en el altar del modernismo racional, y comienza a adentrarse en una arquitectura escultórica, de sentimientos y emociones, una arquitectura que no se fabrica en masa, y que es muy amiga del arte.
La capilla de Ronchamp es una construcción que apuesta en la integración de arte-arquitectura, y se reafirma con los análisis planteados por varios autores: su creador es un artista-arquitecto, poseedor de una sensibilidad plástica y de gran creatividad. Su aportación a partir de 1950 como impulsor de una arquitectura escultórica, llena de emociones, ha servido de inspiración para arquitectos posteriores a Le Corbusier, quienes, utilizando la tecnología y su imaginación, le regalan al mundo obras de arte monumentales capaces de ser usadas, habitadas y disfrutadas. A pesar de haber sido duramente criticada por arquitectos más conservadores de lo racional, podemos decir que La Capilla Notre Dame du Haut es una obra maestra que trasciende todos los tiempos.
“A que evoca...”



“... al casco de un barco...” “... a unas alas de monja...”



“... un edificio con sombrero...”



