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CAPITULO 5. VANESSA

34. EL HURACAN ODILE

Llevaba varios días disfrutando mis vacaciones que de los feliz que estaba en el tiempo se me iba sin sentirlo en medio de aquel ambiente yo quede muy fortalecido y cuando ya había recordado tantas cosas de mmi pasado me encerré en mi departamento, me puse a pensar a qué se debería tanta dicha que tuve en ese lugar de San Lucas en Baja California si yo nunca he recibido nada a cambio de nada y en mis adentros sentía que algo me esperaba pero no sabía qué pudiera ser.

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Cuando es misma tarde empezaron a soplar unos vientos fuertes que arrastraba el huracán Odile, era un 14 de septiembre del año 2014. El huracán atacó de 7:00 horas de la noche a las dos de la mañana del día 15 de septiembre habiéndose convertido en huracán categoría cuatro, la verdad es que en Cabo San Lucas atacó muy fuerte porque en ese punto estuvo el ojo del huracán atacando siete horas demasiado fuerte. Yo sentí que era el último momento de mi vida y recordaba que había vivido momentos muy difíciles pero como ese ninguno, yo había resistido huracanes, terremotos, inundaciones pero esto simplemente fue más grande.

Al amanecer me sorprendí al ver que Cabo San Lucas estaba completamente destruido, los centros comerciales, farmacias, clínicas, gasolineras y hoteles, luz y agua potable por supuesto no había todo quedó destruido.

Inmediatamente pensé que no tanto era el peligro del huracán sino las consecuencias que dejaba a su paso porque me di cuenta que estaba parado en una punta de tierra de la península y en medio de dos mares, el agua era salada y la falta de alimento, gasolina, agua, luz y gas doméstico, además de no poder comunicarme con nadie, sin poder salir de aquel lugar por la falta de vuelos y barcos ya que estaban cerrados los puertos y aeropuertos.

La preocupación que yo sentía era la misma de todos los ciudadanos de San Lucas, por eso de inmediato empezaron los saqueos. La gente como loca en medio de la desesperación empezó a robar todo lo que encontraban a su paso, masa, agua y de todo lo que tenían los comercios. La delincuencia y el vandalismo se desató a tal grado de que no se podía dormir ni de día ni de noche, muchas bandas organizadas atacaban la ciudad, todo eso fue peor que la guerra, fue así como me di cuenta en realidad lo que es el ser humano, ahí se demostró el salvajismo por algo pertenecemos al reino animal.

Pero yo me atrevo a decir que en casos como este está justificado lo que se hizo, porque gracias a ello la gente de San Lucas está viva y activa. Todo volvía a la normalidad gracias al gobierno federal puesto que fueron muchos los grupos militares que mandó para poner orden, envió agua, alimentos suficientes, mucha maquinaria y técnicos suficientes para reparar los daños ocasionados por el huracán Odile.

Aquí me encuentro en mi departamento observando el mar, tomando nota, puedo decir que San Lucas vuelve a la normalidad y también puedo decir que con todo esto que pasó yo tengo una experiencia más que contar en mi vida.

Arnulfo junto al marlín más grande del mundo en Cabo San Lucas B.C.S.

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