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POEMAS DE ANACREONTE…………………………………………..página 14,15,16 POEMAS DE TEOCRITO………………………………………………. página
from Antología de poemas
by arianna0911
Poemas de Teocrito
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Una abeja maligna picó un día A Eros que robaba la colmena,
Y le picó en la punta de los dedos.
Eros patea, grita, se lamenta,
Se sopla las heridas, y a Afrodita Mostrando su dolor, llora y se queja
De que un ser tan pequeño y diminuto Produzca unas heridas tan cruentas.
Y la madre, riendo, dice al hijo: -¿No eres tú semejante a las abejas?
Tú también, hijo mío, eres pequeño, ¡Pero qué heridas tan terribles dejas!
Poemas de Propercio
Aunque a pesar mío, Cintia, te alejas de Roma, me alegro de que sin mí habites campos apartados.
Ningún joven seductor habrá en esas tierras castas que, con sus halagos, no te permita ser virtuosa;
ninguna riña surgirá al pie de tus ventanas, ni harán tu sueño desapacible las llamadas nocturnas.
Sola, Cintia, estarás, y solos contemplarás los montes, los rebaños, los predios del pobre labrador.
No podrán corromperte allí los juegos ni los templos, motivo más frecuente de todos tus pecados.
Allí constantemente mirarás los bueyes arando y la viña que pierde su follaje bajo la hábil podadera; y allí llevarás un poco de incienso a un tosco santuario,
donde un cabrito se desplomará ante un rústico altar.
Luego imitarás, con las piernas desnudas, las danzas del país;
¡con tal que todo esté protegido de las miradas de hombre extraño! Yo, por mi parte, cazaré. Me agrada ahora ya emprender
los ritos de Diana y dejar los votos de Venus.
Mientras tú, Póntico, cantas las luchas fatales de la Tebas
de Cadmo y la guerra fratricida y –¡ojalá me sintiera feliz así! –rivalizas con Homero, príncipe de los poetas (siempre que los hados sean propicios a tus versos), yo, como acostumbro, me dedico a mi poesía de amor
y busco algo con que doblegar a mi altiva dueña; y se me obliga a ser esclavo no tanto de mi inspiración como de
mi dolor y a lamentar los días penosos de mi juventud. Así transcurre mi manera de vivir, así es mi renombre,
de esa forma deseo que se extienda la fama de mis versos.
Que de mí alaben tan sólo haber agradado a mi culta amada,
Póntico, y haber soportado a menudo injustas amenazas; que después me lea asiduamente el amante desdeñado
y séale útil el conocimiento de mis desgracias. Si a ti también este niño te hiriera con su arco certero
(y espero que nuestros dioses, ay, no lo deseen),
llorarás desgraciado cuando, lejos los campamentos, lejos los siete ejércitos, sean sordos a tu llamada en eterno olvido;
y en vano desearás componer versos enternecedores ni Amor, ya tardío, te inspirará poemas.
Elegía 1, 1
Cintia, fue ella la primera, me atrapó con su mirada,
pobre de mí, que fuera antes inmune a los deseos.
Bajó Amor luego la altivez constante de mis ojos y aplastó mi cráneo bajo el peso de sus pies.
Llegó a enseñarme a rehuir a las chicas honestas, malvado, y a vivir sin sentido. Y este furor mío no remite todo un año,
aunque me fuerzo a tener a los dioses contra mí. Milanión, sin rehuir, Tulo, esfuerzo alguno,
sometió la fiereza de la impasible Jásida. Pues ya erraba insensato por los valles Partenios,
e iba a enfrentarse con las fieras hirsutas;
él, incluso, herido por la clava de Hileo,
gimió su dolor por las rocas Arcadias. Logró así dominar a la chica veloz:
Implorar vale tanto en amor como una heroicidad. En mi caso, Amor inepto no pergeña ya artimañas ni sabe. como antes, seguir senderos seguros.
Mas vosotras, que exhibís la falacia de que os lleváis la luna
y os esforzáis en fuegos mágicos rezando encantamientos,
¡Cambiad, venga ya, el pensar de mi dueña y haced que su rostro palidezca más que el mío!