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HOJA DE RUTA
PUNA ARGENTINA PUNA ARGENTINA
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Sebastian del Val Fotógrafo de naturaleza
@sebastian.delval

Realizar un viaje hacia la Puna Argentina es iniciar un recorrido a otro planeta. Mi recorrido generalmente lo inicio en Salta Capital desde donde asciendo, en apenas 180 kilómetros, al pueblo de San Antonio de los Cobres que se encuentra a 3.700 msnm. Aquí el apunamiento se hace presente, y te recuerda que estás en suelo ajeno, donde los Coyas, Cóndores, Llamas y Vicuñas son los verdaderos dueños de esas tierras. Solo me resta esperar y respirar lo que se pueda, el oxígeno es un bien preciado por esos lados.
Luego de un breve descanso continúo hacia el corazón de los Andes, por la ruta que lleva a Paso de Sico (Chile), solo que sigo hacia el sur, muy pegado a la cordillera, bordeando Salares y Volcanes. A medida que avanzo me detengo para intentar fotografiar la inmensidad de los Colorados, una zona que parece el mismísimo planeta Marte, con formas peculiares talladas en sedimentos terciarios de lo que alguna vez fue un lago de vasta extensión.
Unos kilómetros más adelante estaré arribando a Tolar Grande, el verdadero oasis en medio de la nada misma. El Cerro Sagrado Macon, de 4500 m, provee la invalorable fuente de la vida, sus surgentes son veneradas por los pobladores quienes, el 31 de Agosto, agradecen el bien preciado con ofrendas, principalmente alimentos y bebidas alcohólicas, para el regocijo de la Madre Tierra, la “Pachita”: la Pachamama.
Aquí paso la noche en casa de familias o en el hotel de 6 habitaciones, algún comedor local será quien me proporcionará una cena reparadora para continuar la jornada hacia Antofagasta de la Sierra.

Al día siguiente arranco temprano, la mañana me encuentra atravesando el Salar de Arizaro, el tercero





Piquero patas azules Canon 40D - 340 mm - f/9 - 1/640 - ISO 320. Ph: Belén Etchegaray después de Uyuni y del Salar de Atacama. Unos 70 kilómetros más adelante me espera el Volcán Llullaillaco 4700 m y la “frutilla del postre”: el Cono de Arita, una pirámide casi perfecta tallada por el viento y el tiempo, también considerada sagrada por los locales.
Siguiendo el camino, y por los

próximos 100 km, atravesaré otro salar: el Antofalla, es el 4to en el mundo, siendo casi un valle donde sus montañas están tapizadas de la sal que el viento levanta en los meses de Agosto a Octubre. En el camino me detengo a fotografiar la Laguna Verde, un gran ojo de agua o de mar, como le gusta llamarlo los lugareños. Allí se encuentran los extremófilos más altos del mundo. Los Estromatolitos, fueron descubiertos hace solo un par de años por una bióloga Tucumana, y se pensaba que no podrían habitar una zona con tanta radiación ultravioleta, pero ahí están, no se ven a simple



vista, solo en el microscopio.
Unos kilómetros más adelante, arribamos a otro Oasis altoandino: Antofalla, con sus aproximadamente 100 habitantes. Marta Rios me prepara algo de comer, siempre con una sonrisa y sus buenas ganas de recibir viajeros.
La tarde continúa atravesando cerros de lava. La quebrada de Calalaste siempre está repleta de vicuñas dispuestas a una foto, están acostumbradas, de hecho alguna vez vi un puma por estos lugares.
La noche me descubre en Antofagasta de la Sierra ; aquí el apunamiento es menor, es un lugar más benevolente, los árboles y la roca volcánica de sus imponentes paredes hacen del lugar uno de mis pueblos preferidos de la región.
Al día siguiente y bien temprano, inicie mi camino hacia el Campo de Piedra Pómez, declarado una de las maravillas de Argentina y única en el mundo. Tiene una extensión aproximada de 20 kilómetros norte sur, y unos 10 de este a oeste; encontrándose casi el final del Altiplano, el mismo que nace casi en los bordes del Lago Titicaca en Bolivia.
El Campo de piedra pómez es literalmente un laberinto gigante de caprichosas formas talladas por el viento. Es muy fácil perderse si no se presta atención.
Está compuesto por roca básicamente volcánica, producto de la erupción del Volcán Blanco, que se puede ver al final del mismo campo. Es el lugar ideal para hacer fotografía nocturna, en invierno se obtienen las mejores vías lácteas gracias a la pureza del cielo y la nula contaminación lumínica.

EN QUE EPOCA VIAJAR
La mejor época para ir a la puna es durante los meses de julio a enero, y de marzo a abril. Febrero puede ser lluvioso en las partes bajas, y en junio cae nieve que corta los caminos. Agosto y septiembre pueden ser




demasiado ventosos para fotografiar, y casi imposible para hacer fotos con drones.
Fotográficamente la puna es linda todo el año, en invierno se complica por el excesivo frío, pero amanece más tarde lo cual, a veces, es una ventaja.
Los amaneceres prácticamente no rinden, los atardeceres son los que realmente valen la pena en cuanto a calidez de luz y duración, al contrario de los que pasa en Patagonia, donde es mejor al amanecer.
En esta zona, la luz dura no más de 30 minutos, por lo que hay que saber aprovecharla al máximo.
RECOMENDACIONES
Las recomendaciones para viajar a esta región son fundamentalmente las que se refieren al cuidado personal con respecto al frío, puede ser literalmente mortal en invierno si uno queda a merced de la naturaleza por la noche. Por otra parte, en el resto del año, posee una amplitud térmica importante, por lo que vale estar preparados.
Los vehículos deben ser los adecuados, principalmente 4x4 porque hay pasos con bastante arena, y por ejemplo en el Campo de Piedra Pómez no se puede ingresar con tracción simple.
Deberemos tener en cuenta el combustible, ya que no en todos los pueblos se puede conseguir, por lo que es recomendable llevar bidones extras. No dejes de llevar alimentos extras de emergencia (nunca estarán de más).
Mi recorrido lo inicié en Salta para subir a la zona más alta y comenzar a bajar. Esto puede traer algunas complicaciones en lo que respecta a la altura y el apunamiento si uno no está acostumbrado. Para quienes no tengan experiencia o su cuerpo no esté acostumbrado a la altura, quizás el recorrido lo pueden iniciar a la inversa para que, de esa manera, puedas disfrutar de todo el recorrido sin inconvenientes y ninguna clase de molestias físicas

