9 minute read

Cinema Princesa [Barcelona 1996

cIneMa prIncesa [barcelona 1996]

El 17 de marzo de 1923 se inauguró en Barcelona el que sería uno de los cines más míticos y recordados de la ciudad, pero probablemente no tanto por su función como sala de cine, sino por el papel que jugó posteriormente como enclave de reivindicación obrera y lucha popular. Después del cierre de puertas como sala de proyección en 1970, el Cine Princesa, ubicado en el numero 14 de Via Laietana, justo al lado de diferentes sedes sindicales, empezó a ser lugar de encuentro de trabajadores, quienes celebraban en él asambleas y concentraciones eventuales. Pero dado su uso exclusivamente esporádico y sin un futuro claro, el edificio, fue vendido en 1988 a la Inmobiliaria Zafiro, quienes ya tenían relación con la última empresa propietaria del cine, y cuya intención era derruirlo para construir en el céntrico solar una nueva promoción. Este fondo inversor se topó con dificultades administrativas en la calificación del terreno, que constaba todavía como equipamiento público y debía ser recalificado como privado. Este proceso mantuvo al edificio vacío durante ocho años, hasta que en marzo de 1996 fue ocupado1 . “A les onze hores del 10 de març de 1996, l’Assamblea d’Okupes de Barcelona convocava una concentració «Pel dret a l’habitatge i l’okupació». Un centenar de joves la segueixen baixant pel passeig del Born, Santa Maria, Abaixadors, Víctor Balaguer, Joan Massana, fins arribar a Via Laietana, 14, al cinema Princesa. Un grup d’una vintena dels manifestants va entrar a l’atrotinat edifici i va coronar l’ocupació pacífica amb una pancarta: «Contra la especulación, okupación».” (Batista, A. 2002: 33)

Advertisement

El periodista Antoni Batista describe así el momento de la ocupación del edifico, cuya voluntad era clara: ofrecer a ese espacio abandonado la posibilidad de ser utilizado, y no menos importante, luchar contra la recalificación que se estaba tramitando. El Cinema Princesa realmente llegó a convertirse en un punto central del barrio, ofreciéndose como centro cívico a los vecinos y consiguiendo que estos se implicaran de forma activa en la causa.

“Durant els set mesos d’ocupació, el cinema Princesa va rentar-se la cara, el van rehabilitar i

1 Aquí se ha hecho solo un breve resumen de la historia del edificio y su ocupación, pero los datos y documentación correspondiente a la compra-venta, recalificación del terreno, o a los procesos legales y judiciales posteriores a la ocupación del edificio se pueden encontrar en el libro Okupes de Antoni Batista (2002). También Betevé hizo en octubre de 2019 una recopilación de imágenes y vídeos de los diferentes sucesos a lo largo de la ocupación y desalojo del Cinema Princesa: [https://beteve.cat/historia/ocupacio-cinema-princesa-barcelona/].

per tant van millorar les condicions de la propietat, va ser destinat a ús públic com li demanava la vigent qualificació urbanística, va esdevenir un centre social, cultural i cívic de primer ordre i va contribuir, segons els testimonis pràcticament unànimes dels veïns, a donar vida al barri del Raval. Durant aquells mesos, el cinema Princesa va esdevenir un símbol okupa, un dels seus bucs insígnia.” (Batista, A. 2002: 37)

Bajo la presión inmobiliaria y la especulación propia del contexto postolímpico, la ocupación no duró mucho. La policía intervino sólo siete meses después, procediendo con un acto dictado por el juzgado de instrucción número 23 de Barcelona. La operación, que años después se demostró ilegal2 y que contó con un enorme despliegue policial de hasta 200 agentes e incluso con el apoyo de un helicóptero, empezó el 28 de octubre de 1996 a las seis de la madrugada, y finalizó a las once de la mañana. Esa misma noche vecinos y otros manifestantes se unieron en señal de protesta por los hechos acontecidos por la mañana, y fueron violentamente reprendidos por el cuerpo de policía, en lo que la prensa describió como una “auténtica batalla campal”3 . Entre las dos operaciones 48 personas fueron detenidas, y 15 resultaron heridas4 .

La violencia ejercida por las fuerzas policiales hacia los ocupas, pero también hacia los vecinos que pacíficamente se congregaron en modo de protesta, fue evidente, y quedó registrada en fotografía y vídeo. La revista Illacrua -nacida en 1992 y parte de la revista Directa desde 2010- publicó un artículo a cargo del Col·lectiu Cruiïlla, en el que los hechos fueron así descritos:

“El passat 28 d’octubre va rebre tothom: la gent okupa, les seves amistats i famílies, el veïnat de la Ribera i els col·lectius que els donaven suport. Fins i tot qui simplement passava per la Via Laietana. Feia molt de temps que a Barcelona no es patia una repressió policial tan violenta. La policia va carregar a tort i a dret, tant a l’hora de desallotjar els okupes de l’antic cine Princesa, com d’avortar la manifestació de suport que tingué lloc al vespre i que agrupà més d’un miler de persones. [...] No obstant això, els fets del 28 d’octubre han fet guanyar moltes simpaties a la causa okupa. Al capdavall, el moviment d’okupacions està ficant el dit en la llaga a problemes

2 En enero de 2003 la Audiencia Provincial de Barcelona dictaminó que el desalojo se había producido, efectivamente, de forma ilegal. Los 48 detenidos por las causas de usurpación, desobediencia y resistencia fueron absueltos. 3 Los hechos acontecidos -tanto el desalojo de la madrugada como la manifestación del mismo día por la tarde y noche- fueron publicados en prensa el día 29. Barcelona, Redacción (1996, octubre, 29) La policía “desokupa” el Princesa. La Vanguardia [http://hemeroteca.lavanguardia. com/preview/1996/10/29/pagina-23/33923365/pdf.html] 4 Se hace constar aquí las cifras de detenidos y heridos que se publicaron en La Vanguardia a 29 de octubre de 1996. Hay cierta incoherencia de cifras dependiendo de las fuentes consultadas, puesto que en algunas se contabilizan solo 42 detenidos, 23 de los cuales heridos. Este desfase de números podría deberse a las detenciones realizadas durante la manifestación que tubo lugar la noche siguiente en contra del desalojo. Cinema Princesa hacia 1920. Fotografía recuperada de: http://barcelofilia.blogspot.com/2016/10/cine-princesa-via-laietana-14-1923-1996.html

que patim diàriament: la carencia de l’habitatge, la manca de possibilitats laborals i econòmiques, la destrossa urbana per la insaciable voracitat de l’especulació immobiliària, l’acumulació escandalosa de la riquesa per uns quants i de la pobresa per a la majoria, la falta d’espais on fer activitats, espais que siguin gestionats pels qui els utilitzen i no des de dalt… A l’Ajuntament de Barcelona, a les immobiliàries, a la gent d’ordre, l’amoïnava la imatge d’un edifici cèntric ocupat per uns joves que posaven en qüestió totes aquestes coses. El cine Princesa era un gra de pus enmig d’aquesta Barcelona guapa, tan allunyada de les necessitats de la gent que té problemes per arribar a final de mes. L’okupació s’havia d’acabar. Havien desallotjat les cases de Banyoles, de Terrassa, la setmana abans, la de Gràcia. Ara tocava el torn a Princesa. Amb tot, els pot sortir el tret per la culata. La repressió no ha de frenar l’ocupació.” (Col·lectiu Cruïlla, 1996)

También el filósofo Xavier Antich hizo notar su opinión, contraria al desalojo y a la excesiva violencia policial ejercida durante esas manifestaciones, en un artículo publicado en El País pocos días después.

“Para muchos de nosotros, vecinos y testigos de una parada militar a todas luces excesiva, el 28 de octubre quedará para el recuerdo como el acta notarial de una injustificable extirpación de esa molesta «almorrana de la Vía Layetana» que no pocos habíamos contemplado de cerca con simpatía y con la ingenua esperanza de que el espacio de la ciudad podría, algún día, ser algo diferente de ese bocado apetitoso para el hambre voraz de la especulación inmobiliaria.” (Antich, X. 1996)

Antich, ya atisbó entonces la verdadera fuerza que, como recuerdo instalado en la memoria de todo un colectivo, tendría la ocupación y posterior desalojo del Cinema Princesa. Las instantáneas tomadas durante esas manifestaciones configuraron un imaginario que se extendió más allá de los que en ellas participaron o se vieron implicados. No sólo vecinos y ocupas conservaron ese recuerdo, sino que la resonancia de los hechos tubo la capacidad de interpelar a otros espectadores. Los años posteriores, en las diferentes acciones de ocupación que tuvieron lugar en Barcelona estuvo reverberando como fondo todo lo acontecido y aprendido en el Cinema Princesa.

El Cinema Princesa fue monumento invisible en su capacidad de ecoicidad histórica, como lugar que acumula resonancias, y se pone en escena en determinados momentos de performatividad. Este efecto de resonancia explica la capacidad del monumento invisible de influir en la emancipación política de un colectivo. ¿Cuales fueron, pues, esos momentos de reverberación en el caso del Cinema Princesa?

Desocupación del Cinema Princesa. [https://www.elperiodico.cat/ca/35-aniversari-el-periodico/millors-fotos-desokupacio-cine-princesa.shtml]

Desocupación del Cinema Princesa. [https://www.arquine. com/la-ciudad-como-biografia/]

Desde un inicio, la decisión de ocupar ese edifico no fue neutral. En él resonaban ya desde inicios del siglo XX las voces de la cultura. No podemos olvidar que el lugar nace como un espacio de cine, convirtiéndose ya en aquella época en un enclave de reunión y ocio compartido con voluntad de equipamiento público. También en esas paredes había impregnada un aura de lucha obrera, con las voces de los trabajadores que entre ellas habían hecho reuniones y asambleas sindicales. Fue probablemente esa memoria acumulada durante casi cincuenta años la que fue despertada, gracias a la ocupación de 1996, y después de más de 20 años aletargada. Así, el edificio tubo su papel como contenedor pero sobretodo como evocador de un pasado compuesto por la traza de otros acontecimientos que allí habían tenido lugar.

La ocupación del Princesa fue un acontecimiento que pudo darse gracias a ese legado anterior, y que a su vez, contribuyó a engrandecerlo y aumentar la escala del monumento. Fue un lugar físico, ocupado, donde se realizaron actividades, donde hubo apropiación pública por encima de la privada, y que en un momento dado fue violentamente usurpado. Esta pérdida de lugar generó una sensación de desarraigo o, en términos de Butler y Athanasiou (2017), de «desposesión». No solo los ocupas, sino también los vecinos que habían hecho suyo ese lugar, y habían puesto en él esperanza de futuro, se vieron en diferentes grados afectados por esa condición dolorosa impuesta por la violencia normativa.

A diferencia de la ocupación de plaza Universitat -donde la apropiación del espacio tiene desde un inicio un carácter efímero, cuya voluntad no es otra que el uso de ese espacio como escaparate o lugar de visibilización- en el caso del Cinema Princesa sí hay una clara apropiación del lugar por parte de un colectivo invisibilizado que busca en esa propiedad la permanencia. La defensa del lugar como espacio de ciudadanía ante la toma de los agentes privados se transformó en batalla casi literal -aunque evidentemente desigual- en el momento del desalojo. El 28 de octubre de 1996 marca otra cicatriz en el lugar, una huella que gracias a su escala monumental consigue resonar más allá del Princesa. El acontecimiento crea un nuevo recuerdo en ese monumento invisible, que será trasladado a otros lugares de la ciudad gracias a los cuerpos que comparten con él esa memoria, replicando procesos similares y generando nuevos inicios de ecoicidad. A pesar de ello, este monumento invisible tubo, en 2002, un desenlace triste. El edifico se perdió definitivamente al ser derruido y sustituido por un hierático bloque de oficinas. El monumento invisible, ya sin vínculo con el espacio, desapareció para permanecer solo como memoria.

This article is from: