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3.1. Concepto

Miedos irracionales.

Ideas catastróficas.

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Deseo de huir.

Temor a perder la razón. El control sensación de muerte inminente. (1)

La ansiedad afectan los procesos mentales tiende a producir distorsiones de la percepción de la realidad del entorno y de sí mismo interfiriendo con la capacidad de análisis y afectando evidentemente la funcionalidad del individuo.

3.2 Tipos

La clínica Mayo (2020) reconoce que existen varios tipos de trastornos de ansiedad:

La agorafobia es un tipo de trastorno de ansiedad en el que temes a lugares y situaciones que pueden causarte pánico o hacerte sentir atrapado, indefenso o avergonzado y a menudo intentas evitarlos.

El trastorno de ansiedad debido a una enfermedad incluye síntomas de ansiedad o pánico intensos que son directamente causados por un problema de salud físico.

El trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por una ansiedad y una preocupación persistentes y excesivas por actividades o eventos, incluso asuntos comunes de rutina. La preocupación es desproporcionada con respecto a la situación actual, es difícil de controlar y afecta la forma en que te sientes físicamente. A menudo sucede junto con otros trastornos de ansiedad o con la depresión.

El trastorno de pánico implica episodios repetidos de sensaciones repentinas de ansiedad y miedo o terror intensos que alcanzan un nivel máximo en minutos (ataques de pánico). Puedes tener sensaciones de una catástrofe inminente, dificultad para respirar, dolor en el pecho o latidos rápidos, fuertes o como aleteos (palpitaciones cardíacas). Estos ataques de pánico pueden provocar que a la persona le preocupe que sucedan de nuevo o que evite situaciones en las que han sucedido.

El mutismo selectivo es una incapacidad constante que tienen los niños para hablar en ciertas situaciones, como en la escuela, incluso cuando pueden hablar en otras situaciones, como en el hogar con miembros cercanos de la familia. Esto puede afectar el desempeño en la escuela, el trabajo o en la sociedad.

El trastorno de ansiedad por separación es un trastorno de la niñez que se caracteriza por una ansiedad que es excesiva para el nivel de desarrollo del niño y que se relaciona con la separación de los padres u otras personas que cumplen una función paternal.

El trastorno de ansiedad social (fobia social) implica altos niveles de ansiedad, miedo o rechazo a situaciones sociales debido a sentimientos de vergüenza, inseguridad y preocupación por ser juzgado o percibido de manera negativa por otras personas.

Las fobias específicas se caracterizan por una notable ansiedad cuando la persona se ve expuesta a un objeto o situación específicos, y un deseo por evitarlos. En algunas personas, las fobias provocan ataques de pánico.

El trastorno de ansiedad inducido por sustancias se caracteriza por síntomas de ansiedad o pánico intensos que son el resultado directo del uso indebido de drogas, como tomar medicamentos, estar expuesto a una sustancia tóxica o tener abstinencia a causa de las drogas.

Otro trastorno de ansiedad específico y no específico es un término para la ansiedad y las fobias que no cumplen con los criterios exactos para algún otro trastorno de ansiedad pero que son lo suficientemente relevantes para ser alarmantes y perturbadores.

3.3. Causas

Dentro de las causas o factores que puede favorecer la presentación de un trastorno de ansiedad se encuentran:

Biológicos: alteraciones en el sistema neurobiológico, así como anomalías estructurales en el sistema límbico.

Ambientales: estresores ambientales, una mayor hipersensibilidad y una respuesta aprendida. Psicosociales: situaciones de estrés, ambiente familiar, experiencias amenazadoras de vida y las preocupaciones excesivas por temas cotidianos.

La influencia de las características de la personalidad se ha considerado como un factor predisponente.

Los factores de riesgo más importantes para presencia de ansiedad son:

Historia familiar de ansiedad (u otros trastornos mentales) Antecedente personal de ansiedad durante la niñez o adolescencia, incluyendo timidez marcada. Eventos de vida estresante y/o traumática, incluyendo el abuso. Ser mujer. Comorbilidad con trastornos psiquiátricos (principalmente depresión) Existencia de una enfermedad médica o el consumo de sustancias (1)

Las causas de la ansiedad son varias y fáciles de a ver sufrido en algún momento de nuestras vidas. Debemos siempre de conocer estos factores, en caso de que exista alguna persona que haya padecido alguno de estos y tenga síntomas de padecer un trastorno ansiedad.

Figura 1. Organización Mundial de la Salud (2017)

“La Organización Mundial de la Salud (2017) afirma que según los cálculos, en el 2015, la proporción de la población mundial con trastornos de ansiedad fue de 3,6%. Del mismo modo que en el caso de la depresión, los trastornos de ansiedad son más comunes en las mujeres que en los hombres (4,6% en contraste con 2,6%, a nivel mundial). En la Región de las Américas, se estima que hasta 7,7% de la población femenina sufre trastornos de ansiedad (3,6% de los hombres)” (2)

El porcentaje de mujeres que padecen trastornos de ansiedad es notablemente mayor en comparación al porcentaje de los hombres, esto es debido a las hormonas premenstruales con las que las mujeres cuentan, las cuales provocan un desbalance que las deja más susceptibles a padecer de este trastorno. A este factor le agregamos el trato desigual que reciben las mujeres en muchas partes del mundo, volviéndose víctimas fáciles de la ansiedad, la cual suele ir acompañada de episodios de pánico.

3.4 Consecuencias

La cadena televisiva de profesionales en salud Adametv (2020) hizo un listado sobre algunas consecuencias que podrían sobrellevar las personas que padecen trastorno de ansiedad:

Problemas de garganta: Que la voz se vuelva ronca es una reacción inmediata a situaciones de estrés. Cuando tienes ansiedad, los fluidos se desvían hacia zonas fundamentales del cuerpo, lo que provoca espasmos en los músculos de la garganta. Esto produce tensión y rigidez, que resecan la garganta y dificultan el hecho de tragar.

Reacciones del hígado:

Cuando el cuerpo pasa por épocas de estrés y ansiedad, el sistema suprarrenal produce una cantidad excesiva de la hormona del estrés llamada cortisol. Al generarse dicha hormona, el hígado produce más glucosa, el azúcar energético de la sangre que se ocupa de las reacciones naturales de nuestro cuerpo. Para la mayoría de personas, esta cantidad extra de azúcar en la sangre

puede reabsorberse sin mayor problema. En cambio, para los que tienen riesgo de sufrir diabetes, este azúcar adicional podría provocar problemas de salud.

Reacciones cutáneas:

Ese sudor frío o el enrojecimiento de mejillas, consecuencias de un cambio en el flujo sanguíneo, son respuestas inmediatas del cuerpo ante una situación de estrés. Cuando experimentamos ansiedad, el sistema nervioso simpático envía más sangre a los músculos. Esto podría acelerar el envejecimiento de la piel. Entre otras reacciones, también se incluyen la transpiración y hasta un aumento de la histamina, que puede dar lugar a inflamaciones.

La actividad del bazo: La ansiedad no solo afecta a órganos tan obvios como el cerebro o el corazón, sino también al bazo e incluso a las células sanguíneas. Con el fin de distribuir más oxígeno en el cuerpo ante una situación de estrés, el bazo libera glóbulos rojos y blancos adicionales. El flujo sanguíneo también se incrementa entre un 300 y un 400% durante este proceso para preparar al resto del cuerpo frente a las necesidades añadidas.

Tensión en los músculos: Cuando empiezas a sentir la ansiedad, el cuerpo se tensa de forma natural, creando presión en los grupos musculares más amplios. El estrés y la ansiedad crónicos suelen exacerbar esta tensión, que puede dar lugar a dolores de cabeza, rigidez en los hombros, dolor de cuello e incluso migrañas.

Corazón: Las personas que padecen ansiedad y estrés crónicos tienen más riesgo de sufrir problemas cardiovasculares debido al aumento constante del ritmo cardíaco, a la elevada presión sanguínea y a la sobreproducción de cortisol. El estrés a largo plazo también está relacionado con la hipertensión, la arritmia, los derrames y los ataques al corazón.

Los pulmones: Hay estudios que han demostrado el vínculo entre la ansiedad y el asma. Las personas que padecen asma también tienen más probabilidades de experimentar ataques de pánico.

El cerebro:

La reacción más común ante la ansiedad es la respuesta psicológica a dicha condición. Afecta a determinadas áreas del cerebro que influyen en la memoria a largo y corto plazo y en la elaboración de sustancias químicas, lo que puede dar lugar a un desequilibrio. Además, el estrés crónico puede activar de forma

constante el sistema nervioso, que a su vez puede afectar a otros sistemas del cuerpo, generando reacciones físicas, como la fatiga y el desgaste entre otras.

Sistema inmunitario: La exposición al estrés puede causar estragos en el sistema inmunitario, debilitando sus funciones. Algunos estudios han descubierto que cuando se está estresado, también se tiene más posibilidades de acatarrarse y se es más susceptible a las infecciones y a la inflamación.

Estómago: El estrés crónico y extremo también puede tener efectos a largo plazo en los intestinos y en la absorción de nutrientes, lo que puede provocar ardores, hinchazón, diarrea y a veces incluso la pérdida del control de los esfínteres. A largo plazo también pueden alterar el metabolismo, lo cual puede derivar en sobrepeso e incluso obesidad. La liberación constante de cortisol en el flujo sanguíneo puede reducir la sensibilidad a la insulina.

Como hemos podido leer, las consecuencias de sufrir ansiedad son muy variadas. La ansiedad no solo significa una dificultad para socializar o realizar actividades diarias, sino que también puede llegar a afectar el cuerpo de forma directa, al provocar en quien la padezca largos episodios de estrés, el cual daña al cuerpo y a la mente al mismo tiempo.

Siendo la ansiedad uno de los trastornos más comunes presentes en la actualidad, es preocupante saber que muchas personas en el mundo, e incluso tal vez los más cercanos a ti, se encuentren padeciendo en silencio este trastorno y deban de sufrir las consecuencias sin que nadie más a excepción de ellos mismos lo sepa.

CAPÍTULO IV SALUD MENTAL EN LA SOCIED AD

4.1 Índice de personas con trastornos mentales en el mundo

A nivel mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) eleva la incidencia hasta el 25% de la población, lo que significa que una de cada cuatro personas tiene un trastorno mental en el mundo (1) de este porcentaje llegaríamos a deducir la facilidad con la que una persona de nuestro entorno, o incluso uno mismo, llegue a padecer un trastorno mental, desde el más leve síntoma hasta casos más extremos.

Nadie está a salvo de padecer un trastorno mental, menos aún si no cuidan de su salud mental. Aquellos más propensos a padecer de estos trastornos son las personas que peor protegidas están en sociedad, y estas al ser una mayoría, significan un gran número de usuarios con trastornos mentales.

Además de esto, la Organización Mundial de la Salud afirma

que los trastornos mentales y neurológicos representan el 14% de la carga mundial de enfermedades a nivel mundial y el 22% a nivel de América Latina y el Caribe (1). Con estos datos más concentrados en nuestro territorio se demuestra el gran peso en el factor de la salud que los trastornos mentales provocan.

Al tener ya en claro lo grave que son los trastornos mentales se debe de asumir que el financiamiento que se le da debe de ser un semejante al de la salud física, sin embargo, muchas veces se ha visto totalmente lo contrario. El índice de personas con trastornos mentales sigue en aumento debido a que existen muchos territorios que ignoran la salud mental de su gente, más aun si se habla de la salud mental gratuita, pues son esas personas con pocos recursos quienes son más propensas a padecer de algún trastorno mental, ellos están más expuestos a la crueldad de la sociedad, pudiendo ser víctimas de algún acontecimiento que haya afectado su salud mental o haber nacido ya con una deplorable salud mental, la cual nunca trató gracias a diversos factores, no solo económicos, sino también por el educativo y el social.

Entre los trastornos mentales en América Latina y el Caribe, la depresión es la más común (5%), seguida por los trastornos de ansiedad (3,4%), la distimia (1,7%), el trastorno obsesivo compulsivo (1,4%), trastorno de pánico y psicosis no afectivas (1% cada una), y trastorno bipolar (0,8%), entre otros (2). La depresión y ansiedad ya figuran como los dos trastornos mentales más comunes en el mundo y en América

Latina y el Caribe ha de ser de la misma forma. Se podría demostrar que la causa del porqué las personas de esta zona del continente cuentan con esos trastornos mentales como principales podría ser el trato que la sociedad misma le da a su gente.

Tenemos varios factores en donde podríamos centrarnos, como podría ser la educación. A muchos no se les explica a detalle lo que un trastorno mental llegaría a afectar en sus vidas y a la par, esto significa que los ciudadanos no tienen conocimientos básicos sobre cómo funciona un trastorno mental, llegando a confundirse en distintos contextos, ya sea uno mismo el que este empezando a padecer síntomas de algún trastorno mental o que una persona cercana los esté empezando a tener. De igual manera al no tener estos conocimientos podría llegar a afectar a aquellos que saben que los padecen, pues se ven en la necesidad de socializar con personas que no están informadas sobre cómo es en verdad un trastorno mental.

4.2 Trastornos mentales y crimines

La doctora Zabala C (2017) en su estudio “Prevalencia de trastornos mentales en Prisión: Análisis de la relación con delitos y reincidencia” refiere que en las prisiones europeas hay un alto índice de internos que sufren enfermedad mentales. La mayoría de estos las han adquirido debido a su estadía en prisión y su peligrosa drogodependencia. Estos presentan un perfil decadente, habiendo sido incluso víctimas de maltratos y con una historia de vida difícil, lleno de traumas, causando así un deterioro continuo en sus capacidades funcionales dentro de prisión. Cuando hablamos de trastornos mentales y crimines debemos de tener en cuenta nuestra moral y ética. Si bien esa gente ha tenido actitudes negativas frente a la sociedad, no significa que las autoridades deban de empeorar indirectamente su personalidad. Al ignorar tantos casos de abuso de sustancias y violencia en las cárceles, son los causantes de que la situación mental de prisionera empeore y se vuelva aún más violento de lo que pudo haber sido en un inicio.

Las cárceles son un foco peligroso de la causa del padecimiento de trastornos mentales en las personas, específicamente en los prisioneros. Estos deben de recibir un correcto cuidado psicológico, no solo para evitar cualquier presencia de trastorno

mental, sino también para una reinserción a la sociedad. Este segundo punto puede ser de forma directa, cuando el prisionero tiene una condena límite que cumplir, o de forma indirecta, cuando el prisionero estará de por vida allí pero puede realizar funciones que fomenten un calidad de vida estable.

En la actualidad hay una equivocada creencia que muchos ciudadanos no se molestan en desmentir. El creer que todos los homicidas son personas que padecen algún tipo de trastorno mental ya ha sido desmentido en múltiples ocasiones, sin embargo, gran parte de la sociedad sigue creyendo lo contrario o simplemente decide ignorar cualquier explicación que se le enseñe, debido a un miedo que se le fue “enseñado” desde su juventud. El usar frases como “está loco”, “debería de ir a un manicomio”, “es un psicópata”, entre otras, aumentan el estigma social que se forma en contra de la persona con trastornos más complejos, como lo pueden ser los trastornos de la personalidad, trastornos psicóticos o de esquizofrenia.

En un estudio realizado por el psiquiatra Dr. E. Elbogen (2009) sobre una población de 35.000 personas, se detectó que el mayor riesgo de violencia se producía en la población no afectada por la enfermedad mental y que, dentro de los enfermos mentales, los factores que más incrementaban el riesgo eran el consumo de tóxicos y los antecedentes de conductas violentas previas a la aparición de la enfermedad. Tanto en la población psiquiátrica como en la población sana factores que se correlacionaban con la violencia estrechamente fueron el sexo masculino, el desempleo, los antecedentes delictivos, familias de origen violentas y bajos ingresos económicos. Concluía que la enfermedad mental no predecía violencia.

Los profesionales de la salud mental ya han concluido que la relación de personas criminales con trastornos mentales es la mínimo en el porcentaje de criminalidad. No podemos dejarnos llevar por lo que grupo de personas desinformada hablan. Creer que un psicopata es un seguro asesino cuando en realidad solo es una persona con un trastorno de antisocial de la personalidad, el cual puede ser perfectamente tratado para que la persona este conciente de su estado. O también llamando a todos los que padecen trastornos mentales como posible criminales es un error total, el cual no hace nada más que impedir que estas personas se sientan cómodas en sociedad. El pensamiento de “Todos los criminales tienen trastornos mentales” debe de ser eliminado, al igual que el pensamiento de “Quienes padecen

trastornos mentales son posibles criminales”, estas personas pueden convivir perfectamente en sociedad habiendo llevado previamente su tratamiento respectivo.

Fuente: Contagio Radio Colombia (2018)

4.3 Estigmatización de pacientes con trastornos mentales en la sociedad

El interés por las actitudes sociales hacia las personas con enfermedades mentales y la consiguiente preocupación por sus efectos sobre éstas es una constante en el marco de la atención comunitaria en salud mental .

Desde los años cincuenta y sesenta del siglo XX y con la emergencia de movimientos alternativos a la reclusión institucional, se empieza a considerar que esas actitudes son un factor negativo de repercusiones complejas, estrechamente relacionado con los sistemas tradicionales de atención y que constituyen, de hecho, una barrera poco permeable para el acceso de dichas personas a razonables condiciones de vida y atención en nuestras sociedades.

Aunque el efecto es sobre distintos problemas de salud mental, parece evidente que son las personas afectadas por trastornos graves las que más se ven perjudicadas en distintos aspectos de su vida, encontrándose al final con dos tipos de problemas: los derivados directamente de su enfermedad o trastorno, que suelen ser, pese a su gravedad, episódicos o intermitentes y susceptibles de intervenciones de efectividad creciente, y los relacionados con el estigma, que, paradójicamente, suelen ser más permanentes y constantes, además de refractarios a la intervención.

La consecuencia de ambos es una considerable disminución de las oportunidades para disfrutar de una vida ciudadana activa y de los distintos aspectos relacionados con lo que, en lenguaje más técnico, denominamos "calidad de vida": relaciones sociales, pareja, empleo, vivienda, salud, etc.

La caracterización del fenómeno de la exclusión en salud asociado al estigma implica la identificación de una serie de elementos que contribuyen a alejar a las personas de los servicios de salud.

Para la caracterización del estigma como variable de exclusión en este trabajo se han analizado tres escenarios, los cuales fueron tomados en cuenta de la Organización Panamericana de la Salud (2005):

El individual, al estudiar el tema desde la autoexclusión o el rechazo a la atención psiquiátrica. Esta es la causal más fuerte de rechazo a la atención psiquiátrica es la creencia de que los trastornos mentales no tienen tratamiento efectivo. Se une a esto el temor y la vergüenza asociado al estereotipo, tanto a nivel

laboral, como en términos de la participación en diversos ámbitos de la sociedad. Estos temores resultan en gran medida de las evaluaciones que realizan los propios individuos en términos de la reacción adversa que prevén tanto desde lo social como lo económico. En este caso en particular, la mera inclusión de preguntas asociadas a la terapia psiquiátrica o psicológica genera aversión.

El

institucional, en términos de la respuesta del sistema de salud con referencia al personal de salud. Las condiciones asociadas al estigma, por su parte (estereotipo, discriminación y temor, entre otras), tiene consecuencias para el acceso a los servicios de salud generales, en términos de la percepción negativa que el equipo de salud pueda tener de este tipo de pacientes. En este ámbito es necesario explorar con mayor profundidad cómo se comporta el sistema cuando la persona portadora de un problema de salud mental requiere de otro tipo de atención que no sea eminentemente psiquiátrica en términos de cobertura efectiva, tiempos de espera y satisfacción de la demanda, ya que no se dispone.

El comunitario, también de cara al sistema de salud. En este caso hacemos referencia a las actitudes del resto de los demandantes de atención frente a lo que podría denominarse el valor social del individuo como portador de un problema de salud mental. en este caso revela actitudes de la propia comunidad de usuarios de servicios de salud y tiene que ver con la desvalorización del portador de un problema de salud mental en términos de su contribución a los bienes sociales, como por ejemplo, a la generación del ingreso. Se trata de una conceptualización que no solo se sustenta en la percepción de la persona con enfermedad mental como un elemento de disrupción en el servicio de atención – mitos asociados a la violencia y al comportamiento imprevisible, o la asociación de la enfermedad mental al retraso mental--, sino que considera también el elemento de reproducción social. Es decir, genera en la mente del colectivo la idea de que los aportes de la persona con enfermedad mental al crecimiento económico y social resultan reducidos o nulos. Por lo tanto, el colectivo confiere precedencia a otros elementos que puedan contribuir al mismo de manera efectiva.

Los estigmas que sufren las personas con trastornos mentales son evidentemente imposible de evitar, están desde en su comunidad hasta en los centro de atención psiquiátrica. Este segundo punto demuestra cuanto aún le falte al ser

humano para demostrar un verdadero sentimiento altruista por los otros, libres de estereotipos y que no se deje cegar por sus creencias e ideales.

Las personas con trastornos mentales son las verdaderas víctimas de la sociedad, quienes en muchas ocasiones los señala y mira como si fuesen no humanos, simplemente por mirar el mundo de una manera distinta a la suya y por necesitar de ayuda para poder vivir plenamente al igual que las personas que no padecen algún trastorno mental.

Fuente: OBERTAMENT (2015)

CONCLUSIONES

1)

Que debemos de contar con los conocimientos suficientes acerca de los trastornos mentales que padecen las personas en la sociedad, siendo una de las principales razones: el saber cómo debemos tratarlas. Sabiendo esto, evitamos cometer alguna acción que pueda resultar negativa frente a la persona que sufre un trastorno en específico, además de que también está la posibilidad de ayudar a esta persona en su vivir diario, si es que decidimos acercarnos a ella o tenemos la obligación de convivir juntos. Las personas con trastornos mentales no son comprendidas por la sociedad, hasta el punto de ser agredidas y/o temidas por otras personas.

2)

Que la cantidad de personas que sufren depresión en la actualidad es abundante y alarmante. Si bien la depresión es el trastorno más común que se presenta en sociedad, también es uno de los que puede desencadenar peores resultados si es que no se trata a tiempo, llegando al extremo del suicidio. La depresión, como ya sabemos, se presenta desde en niños hasta en personas de la tercera edad. Si sabemos de alguien que la sufra, que presente síntomas o que ella misma sospeche de tener depresión, lo mejor que podemos hacer es escucharlo y sugerirle que consulte con un profesional para menguar los efectos de la enfermedad.

3)

Que la ansiedad es una respuesta adaptativa a múltiples situaciones de la vida que se puede considerar normal. Es patológica cuando se produce ante estímulos inadecuados o inexistentes, y/o cuando la intensidad y/o duración de la respuesta ansiosa supera los límites adaptativos. Dado lo prevalente de estos trastornos, el sufrimiento y el deterioro funcional que provocan en el paciente y su entorno, así como el costo social que generan, parece necesario conocer los síntomas principales de estos trastornos para una adecuada detección y un abordaje oportuno farmacológico y psicológicos con las diferentes técnicas de terapia eficaces, y así ofrecerle al paciente una mejor calidad de vida con una menor morbi-mortalidad.

4)

Que la realidad de todo es que los trastornos mentales forman parte de nuestra cultura desde hace mucho, pero las bases de una sociedad como la actual influyen directamente en la tolerancia y la capacitación para desarrollarla. El problema no siempre es el síntoma, sino las personas y su propia incapacidad para ser felices. Las personas mentalmente más frágiles son más propensas a sufrir trastornos

ocasionados por la misma situación en la que viven. Debemos de pensar en hacer el bien y en ayudar para evitar el aumento de esta clase de enfermedades que puedan llevar a la destrucción de la raza humana.

5)

Que el acceso a la salud de las personas portadoras de problemas de salud mental no es actualmente una prioridad explícita de los sistemas de salud en la mayoría de los países de la región de América Latina y el Caribe. Como propuesta para mejorar esta problemática se presenta: El visibilizar el rol que el estigma juega en el acceso a la salud de estas personas y los costos sociales y económicos que ello implica para los Estados y las sociedades. En este contexto, el desarrollo de políticas y estrategias orientadas a extender la protección social en salud para las personas portadoras de problemas de salud mental se fortalece con un abordaje analíticooperacional basado en conocer las causas de la exclusión en salud para este grupo poblacional, identificar las alternativas destinadas a mejorar la protección en salud para estos grupos excluidos (adecuadas dadas las condiciones particulares del país o territorio) e identificar los grupos de interés involucrados en la implementación de dichas alternativas. Ya con esta información obtenida se debe de hacer abogacía respecto a los derechos de estas personas en los países e incorporar la temática en la agenda pública, obteniendo así la atención del ojo político, la cual deberá formular soluciones destinadas a eliminar el estigma como barrera de acceso a los servicios de salud para las personas que padecen problemas de salud mental, debería incluir de manera relevante la educación y capacitación del personal de salud del nivel primario de atención y de los líderes comunitarios en la atención adecuada de los problemas de salud de estas personas.

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